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jueves, 31 de mayo de 2012

La Mudanza VI: El principio del fin


Sí, lo sé. Ayer no publiqué. Mal rayo me parta pero, antes de que intentéis lincharme en plan turba enfurecida dadme el derecho a réplica.

Ayer esta vuestra sierva se levantó a las siete de la mañana (me destemplo sólo con recordarlo). Sé que muchos de vosotros os levantaréis incluso antes a diario pero, teniendo en cuenta que llego a casa todos los días cerca de las doce de la noche y, a lo tonto a lo tonto, soy incapaz de irme a la cama antes de las dos de la mañana, coincidiréis conmigo en que fue toda una proeza.

Pues eso, que me levanté, me adecenté y salimos de casa el churri y yo a las ocho de la mañana (me sorprendió ver que las calles ya estaban puestas). Desayunamos en el bar y nos fuimos al banco a sacar el dinero para ir por la tarde, finalmente a firmar el piso.

Teníamos la firma a las seis de la tarde. Dado que mi horario de trabajo es de tres de la tarde a once de la noche tenía cuatro opciones:

a) Entrar a la hora de siempre,  irme a las cinco y recuperar seis horas en días posteriores (no me molaba nada eso de tener que estar alargando mis jornadas laborales por semejante tontería)

b) Pedirme el día libre (tampoco me molaba nada perder un día de vacaciones para hacer trámites)

c) Entrar a la hora de siempre, irme a las cinco y luego volver, para no tener que devolver tantas horas (me aburría sólo de pensar en tanto viaje para arriba y para abajo)

d) Fastidiarme y meterme el madrugón para entrar a trabajar a las nueve, salir a las cinco y aquí paz y después gloria. Opté por fastidiarme.

Miedo me da lo que puedo haber hecho yo en el trabajo en ese estado semi comatoso en el que pasé la jornada. Respiraba porque eso no hay que pensarlo y por puro instinto de supervivencia.

A las cinco nos fuimos como almas llevadas por el diablo a la firma del piso. Nos dieron ochocientos papelitos para firmar (entre ellos, una autorización para consultar en el ASNEF si somos morosos, después de que ya lo habían consultado. Sin palabras), hicimos entrega del dinerillo y, a cambio, nos dieron las llaves. Qué momento de júbilo ese de la entrega.

Volvimos a casa y metimos algo de ropa en dos maletas (por ir moviendo algo, porque la mudanza va a tener tela. Ya os contaré en capítulos posteriores) y partimos a visitar nuestro nuevo y flamante piso sin la presencia de Comercial Lacónico. Comprobamos que hay que limpiar a fondo porque lo han dejado todo lleno de salpicones de pintura y tierrecilla de obras y que hay que avisar a la inmobiliaria para que a su vez avise al casero para que vaya a recoger todos los trastos que dejaron metidos en los armarios. Por lo demás, todo perfecto y estupendo. Dejamos colgadas nuestras primeras prendas en el armario en plan colonizador, volvimos a casa a dejar las maletitas (en un Metro atestado de gente donde acabamos pensando que nos íbamos a tener que meter dentro de las maletas) y nos fuimos  a cenar fuera porque el churri no andaba con ánimo de cocinar.

Total, que llegamos a casa a las once y cuarto de la noche. Estoy escribiendo esto a las doce y media de la madrugada del miércoles 30 al jueves 31, o sea, que os hablo desde el pasado. Si no contesto los comentarios es porque no sobreviví a la noche…

Sé que me estoy retrasando con vuestras entradas. Tenedme paciencia, las leeré todas en cuanto recupere un poco mi vida. De a poquito y con buena letra.

Os dejo que mañana me quiero levantar a una hora decente para embalar cositas. Mi vida es una fiesta. 

martes, 29 de mayo de 2012

Crónica de una desvirtualización (Segunda parte)


Hoy relato la segunda y última parte de la desvirtualización del sábado.

Retomemos la pregunta que quedó ayer en el aire: "¿Qué hace cualquier españolito de pro cuando hace buen tiempo y quiere socializar?"

La respuesta, aunque supongo que ya la sabéis porque habéis tenido veinticuatro horas para pensar, es ésta: “Irse a una terracita”

De manera que allí nos encaminamos. Todos menos las hermanas de Yolandica que se habían ido a comprar cosillas. Llamaron para preguntar dónde estábamos. Se lo dijimos. Mal. Las pobres se recorrieron todo el parque hasta dar con nosotros.

Perdí la cuenta del tiempo que estuvimos allí en distendida charla. El tiempo vuela cuando estás a gusto. A la vuelta, le comentaría al churri lo curioso que me parecía haber conocido tanta gente maja de golpe y coincidió conmigo. Estábamos flipando.

Cuando terminó el rollo cañitas, algunos se dispersaron por obligaciones familiares varias. Nos despedimos esperando repetir experiencia algún día y, el churri y yo, nos fuimos con la familia Babia a comer a este local que nos recomendó Mamá Gremlin en su Saturday Morning Plan (y también en persona, por ser nosotras). El local es de lo más pintoresco, con peinetas decorando los techos y tapas de diseño. Supongo que, cuando fue Mamá Gremlin, la habrán sentado en una mesa como a las personas normales. Como iba yo, algo surrealista tenía que pasar, así que nos sentaron en una especie de vitrina con cebollinos (Yolandica dixit) en su interior, nos pusieron unas banquetas y hala, ahí que nos apañamos. Era tan de diseño todo que Yolandica se dedicó a twittear fotos de las patatas bravas (tengo que hacerme una cuenta de Twitter ya. El juego que da eso, madre mía). Tomamos ahí el aperitivo y nos fuimos a un sitio mucho menos fashion y más de pueblo llano (que en esta vida hay que darle a todo) correspondiente a la cadena por la que me preguntaba mi admirador francés aquí. La idea era tomar el postre. Mi churri se zampó una hamburguesa. Es un machote.

Mientras estábamos de sobremesa, se nos volvió a unir Mamá Ninja de “Sin más palabras”. Aquello era un no parar y nos fuimos a tomar café a otro sitio de la misma cadena pero especializado en dicha infusión. Ya sabéis cuál digo, éste dónde os preguntan el nombre para personalizar el vaso… No comments. Nos tomamos el café, hablamos otro rato largo más con la familia Ninja y la familia Babia (ahora que lo pienso, en la cafetería teníamos que haber dado los nicks, a ver qué cara ponían al escribirlo en el vasito).

Con la tontería, cuando nos quisimos dar cuenta ya eran casi las ocho de la tarde. Llevábamos ocho horas de desvirtualización y ni nos habíamos enterado, oye. El tren a Elche iba a partir, así que pusimos todos rumbo a Atocha, nos despedimos y todos nos encaminamos hacia nuestros hogares, cansados pero felices.

Deseo, de corazón, que haya más encuentros en un futuro, porque lo disfruté como una enana pero, aunque haya más días que longanizas, sé que este en particular se me va a quedar grabado a fuego en la memoria (y en el blog). Gracias  a todos por un día tan maravilloso. 

lunes, 28 de mayo de 2012

Crónica de una desvirtualización (Primera parte)


El pasado sábado 26 fue un día muy especial para esta que sus escribe suscribe.

Me levanté a las 9:30 de la mañana, cosa que en mí es toda una hazaña y, ya de por sí, convierte al día en reseñable.

Me duché (sí, me duché, no es cosa de espantar a nadie), me fui a desayunar con el churri y partimos juntos hacia el Parque del Retiro.

¿El motivo? Había quedado con Mi gremlin no me come y Yolandica de Babia para asistir a la firma del libro “Cómo no ser una drama mamá”, de Amaya Ascunce, alias “La Nena”. Como recordaréis (y, si no, os lo recuerdo aquí), las tres somos las protagonistas indiscutibles de la página 357 del libro, por lo que planeábamos acosarla vilmente a la voz (o grito) de “¡¡Somos las de la 357!!”

Llegamos el churri y yo, nos ponemos a esperar en la puerta y, al ratito, aparece Yolandica a la que no pude reconocer porque iba de incógnito, sin el pañuelo y el clavel reventón. Venía desde Elche escoltada acompañada por sus dos hermanas, a las que había enredado con malas artes.

Besos, presentaciones, emoción, nervios, parloteo… De todo. Mientras charlábamos animadamente, nos fuimos encaminando a las casetas donde iba a firmar La Nena. Dado que el libro está agotadísimo en todas partes, queríamos llegar antes que Amaya para comprar allí los nuestros y el de la Madre del Gremlin que se había retrasado un poquito. Llegamos a las casetitas y ¿a que no sabéis cuántos libros quedaban? ¡Tres! No digáis que no es cosa de la providencia. Fue como una epifanía. A los tres libros sólo les faltaba un rayo de luz celestial cayendo directamente sobre ellos (el rayo no estaba porque había un toldo, que si no…).  Le digo a Yolandica, “Oye, que hay tres”, a lo que, ni corta ni perezosa me dijo “Pilla, pilla”. Peor que adolescentes en la barra libre de Nochevieja. Por cierto, vi en las fotos de Facebook oficiales de La Nena, una foto de esos mismos tres libros. Nos van a sacar en Cuarto Milenio. 

Al rato llegó otra invitada a la fiesta: “Sin más palabras”. Más presentaciones, más parloteo. Comenta que ha ido a informarse sobre el tema de la escasez de libros y que le han dicho que está controlado, que van a traer más y que no cunda el pánico (esta gente tenía que tener mucho miedo).

A la dulce espera estábamos cuando llegó la familia Gremlin al completo. Más besos, más ilusión, más de todo.

Traen los libros. Llega Amaya. ¡Llega Amaya!

Nos ponemos las tres juntitas a la cola para que nos firme nuestros libritos y, mientras esperamos, sucede el momento freaky-groupie-trendy del día. Yolandica se había currado acreditaciones y todo!!! He aquí la mía (y podéis ver las tres juntitas aquí y, de paso, leer el post que las acompaña, que no tiene desperdicio). 



Nos ponemos, felices, nuestras acreditaciones y nos plantamos las tres delante de Amaya, luciéndolas orgullosas (flipó tanto con el tema de las acreditaciones que hasta lo comentó en su Twitter). Nos firmó nuestra página, of course, a nosotras no nos iba a firmar en la primera página, como a cualquier ciudadano de a pie. Fotitos, saluditos, sonrisitas. Yo estaba alucinando con la situación, con lo maja que era Amaya, con lo bien recogidito que tenía el pelo y lo bien que se le veía la cara... Con todo. 

Cuando terminamos de comportarnos como quinceañeras (bueno, eso Yolandica y yo. La Madre del Gremlin denotó una madurez encomiable) llegó Vaninasblog. Otra vez besuqueos y presentaciones.

Tan contentas estábamos las tres con nuestros libros y nuestras firmas, que así de orgullosas lucimos: 



Al terminar de montar el número en las escaleras (a la próxima me llevo un sombrero a ver si nos echan algo) llegaron Paparracho y Mamanatas, a los que también saludamos con fervor.

Y ¿qué hace cualquier españolito de pro cuando hace buen tiempo y quiere socializar?

La respuesta, mañana, que tengo tanto que contar que esto se va a hacer más largo que un día sin pan. 

domingo, 27 de mayo de 2012

Anuncios pesadillescos VIII: Empieza el día con energía


Estupefacta me deja el anuncio que paso a analizar hoy. Lleva ya algún tiempo en antena, por lo que columbro que lo habréis visto todos.

En localizaciones se han gastado dos duros, porque todo sucede en un baño. Quizás el actor tuvo que ofrecer el propio baño de su casa, que es particular, para que le diesen el papel.

El actor en cuestión aparece bostezando, resacoso y ojeroso entrando en el baño. Se mete a la ducha, se lava el pelo con el champú publicitado y todos sus males se van por el sumidero (a saber qué le echan al champú).

Es tal el chute de energía que, una vez frente al espejo, menea la cabeza, hace la grulla de Karate Kid, bate palmas, boxea con un contrincante invisible, toca una guitarra imaginaria, imita a un orangután y bailotea. Desconocía que un champú podía obrar semejantes milagros, o que era capaz de provocarte alucinaciones pero el efecto que causa en nuestro protagonista el potingue referido es digno de mención.

He de reconocer, aun a riesgo de perder la poca dignidad que me va quedando, que a mí me encanta bailar y cantar en el baño. Es donde doy rienda suelta a mis innumerables talentos (ejem) y me siento estrella por un rato pero una cosa es hacerlo en la intimidad de tu baño (y luego comentarlo públicamente en un blog, vaya tela conmigo) y otra muy distinta es televisarlo. Este chico es carne de Reality.

Intentan justificar el ataque de locura transitoria diciendo que este despliegue de artes varias se debe a la sensación de frescor que le ha dejado el producto en la cabeza pero qué queréis que os diga, yo no me lo creo. Eso debe tener alguna sustancia psicotrópica porque, si no, no me lo explico. Yo me pregunto si los actores de algunos anuncios informan previamente a sus seres queridos de que van a aparecer en un spot de similares características para que la cosa no les pille por sorpresa o si, por el contrario, cruzan los dedos y encienden velas para que nunca les vea un conocido haciendo el chorra en la pequeña pantalla. Tiene que ser una decisión muy difícil de tomar, en cualquier caso.

Así que, ya sabéis, para quienes vayáis a asistir a la desvirtualización del 15J (a estas alturas dudo que alguien no sepa a qué me refiero pero, para más información, podéis acudir aquí), el día 16 por la mañana os laváis el pelo con este champú mágico y, frescos como lechugas, podéis acudir a cualquier evento social, cultural o laboral que tuvieseis planificado.

No me agradezcáis el consejo. Me debo a mi público. 

sábado, 26 de mayo de 2012

Decimocuarto, decimoquinto y decimosexto premio: De todo un poco


En este sábado de premios, publico tres juntos, que el pasado 2 de mayo, Irene de Mis Tortuguitas estaba tirando la casa por la ventana. Recibió tres y pasó los tres juntos, en plan magnámimo.

El primero es este, que no lleva penitencia.



Un pedazo de banquete que ya lo quisiese Asterix para sí (para banquetes estoy yo hoy, que he comido como una vaca. Ya os contaré).

El segundo es el Liebster Blog (que me faltaba también en la colección)



Las normas son:

1) Copiar y pegar el premio en el blog enlazándolo con el blogger que te lo ha otorgado.

Hecho

2) Premiar a tus 5 blogs favoritos con la condición de que tengan menos de 200 seguidores y dejarles un comentario en sus entradas para notificarles que han ganado el premio.

OK.  Pues son estos:


- Yolandica, de Bienvenido a Babia




Todos sabéis por qué pero no voy a spoilear mis propias entradas…

3) Confiar en que continúen la cadena premiando a su vez a sus 5 blogs preferidos.

Vale, yo cruzo los dedos y ya veremos lo que pasa.

El tercer premio es el premio “Gracias por estar ahí”. 



Este ya lo tenía pero, como es mutante, contesto las nuevas preguntitas:

1.- Un libro que me aconsejas.

“La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera. Sí, lo sé, soy una cansina con este libro pero es que lo adoro.
Y, por supuesto, si no lo habéis leído ya “Cómo no ser una drama mamá” de Amaya Ascunce.

2.- El juego, juguete o actividad que no falla en tus nanicos.

Un latiguillo con tiritas de cuero, para que lo persigan y le den caza (mis nanicos son felinos, aclaro, por si las flies).

3.- Una canción infantil.

Así, a bote pronto, se me ocurren las de Rosa León (compuestas por María Elena Walsh). En concreto, “El reino del revés”. Crecí con esas canciones.

4.- Un buen plan.

El que he tenido hoy y que ya contaré. No desesperéis.

5. Una canción.

“Save a Prayer” de Duran Duran. Me ha venido de repente a la cabeza y me encanta esa canción.

Este no lo paso porque ya lo pasé en su día.

Besotes y volveré con más premios el sábado que viene. 

viernes, 25 de mayo de 2012

La Mudanza V: Luz en el horizonte


En capítulos anteriores os comentaba que nuestro piso preferido era el de Comercial Lacónico que, si mal no recuerdo, fue el segundo que fue a ver el churri cuando comenzó este Via Crucis.

Las cosas no se nos presentaban nada fáciles. Nos habían pedido copia de los dos contratos y de las tres últimas nóminas de los dos pero con eso no les bastaba porque nuestro contrato no les hacía mucha gracia. No es indefinido y eso nunca les mola. Llevamos siete años trabajando en lo mismo pero, como nos van cambiando de empresa, parece que siempre fuésemos nuevos en todas partes. Conclusión, que el contrato por obra que tenemos hoy en día es de mayo de 2010 (aunque reconoce la antigüedad desde febrero de 2008).

Total, que como no les chistaba mucho, nos pidieron copia de la vida laboral. Al alba nos tuvimos que levantar el churri y yo un día la semana pasada para ir a pedirlas. A principios de esta semana, llegaron. Mandé un correo con las copias del nuevo caprichito de estos señores y les expliqué un poco cómo va el rollo con nosotros porque si no iban a decir que no hemos estado mucho tiempo en ningún sitio. Estas cosas, mejor explicarlas.

Total, que el miércoles nos llamaron y nos dijeron que, por fin, habíamos pasado el examen (me sentí de nuevo estudiante) pero que el dueño parecía que quería que viese el piso otra persona que se había puesto en contacto con él. Ganamos la batalla porque nosotros queríamos entrar en junio (no como los otros, que lo querían para julio) y habíamos pasado con éxito su ginkana particular.

De manera que nos dijeron que el miércoles de la semana que viene íbamos a firmar el contrato y que nos lo mandarían previamente por mail para que le echásemos un ojo por si había algún problema con alguna cláusula.

El mismo día llegó el mail con el contrato. Páginas y páginas, como todo contrato. Vamos leyendo y bien, no hay problemas… Hasta que llegamos casi al final y nos encontramos una hermosa cláusula donde indican que se prohíbe la tenencia de animales. Casi me da algo.

Ayer jueves por la mañana llamó mi churri todo indignado diciéndoles que tres veces tres habíamos comentado con ellos el tema de los gatos (lo pregunté yo la primera vez que llamé, lo comentó el churri cuando fue a ver el piso y lo volví a comentar yo cuando fui) y que no nos habían puesto, hasta el momento, ningún problema. Le dicen que lo van a consultar y nos dicen algo. Todo el día estuvieron para llamar, finalmente, a última hora de la tarde. Nos dicen que se va a modificar la cláusula para que diga algo así como que vamos a entrar con dos gatos pero ni uno más ¿eh? Dice mi jefa que lo mismo me piden fotos de los gatos, no sea cosa que luego les demos el cambiazo.

Peeero, no termina aquí la cosa. En principio nos tenía que volver a mandar el contrato modificado (el cual, sobra decir que pienso leerme otra vez enterito) pero que estaba teniendo problemas con el correo (vaya). Tal vez para cuando leáis esto ya obre en nuestro poder, dado que lo estoy escribiendo al mediodía pero no se publicará hasta la noche.

Esto es un sinvivir. En ascuas me tienen todos, a ver si se aclaran de una vez. Con un poco de suerte, dentro de unos días ya habremos firmado piso y comenzaremos con el traslado de cosas, embalaje, visitas a tiendas suecas de renombre y cosas de esa índole.

Seguiremos informando. 

jueves, 24 de mayo de 2012

¿To post or not to post? That´s the question


De un tiempo a esta parte analizo la vida de otra manera. Concretamente, desde el nueve de enero de este año.

Hasta el ocho de enero, mi vida era una sucesión de acontecimientos que a veces  me causaban estupor y, a veces, pues nada de nada. Las situaciones especialmente reseñables se comentaban en algún aquelarre con mis brujillas y sus consortes, nos echábamos unas risas y ahí quedaba la cosa.

Pero a partir del nueve de enero, me he vampirizado. Voy por la vida ávida de situaciones surrealistas (lo curioso es que el que busca, encuentra , así que vete a saber la de cosas raras que he pasado por alto en esta vida sin darme ni cuenta). Todo lo divido en dos categorías “Posteable” y “No posteable”.

En cuanto veo algo que me llama la atención, lo analizo, le doy vueltas, miro a ver cuánta punta se le puede sacar y, con un poco de suerte, lo catalogo como “Posteable” a la voz de “Tengo que escribir sobre esto”. También puede darse la situación de que no se trate de algo que haya vivido recientemente sino un recuerdo que aflora a mi memoria como si tal cosa diciendo “Estoy aquí, ¿te acuerdas de mí? Soy esa cosa rara que te pasó o que hiciste o que pensaste… ¿No te parezco apeteciblemente posteable?”. Mi respuesta puede ser: “No. Eres una chorrada y te vas a quedar indefinidamente en el cajón de lo no posteable” o bien “Mmmmm. Es verdad… Eres una cosita posteable y jugosa. Ven aquí, monina, ven. Vas a ver lo bien que nos lo vamos a pasar”.

En definitiva, si las situaciones, los recuerdos o las cosas tuvieran personalidad, yo sería algo así como el Coco. “Supermercado, pórtate bien y tómate toda la sopa si no quieres que venga Álter a ponerte a caer de un burro”. Notan mi poder y sufren, los pobres.

Es así que, últimamente, parece que se me esconden los condenados, no enseñan su verdadera faz. Van por ahí de incógnito, disfrazados de temáticas aburridas o normalitas pero sé que, en su fuero interno, hay una vena posteable muy interesante que no hay más que agitar un poco para que surja en todo su esplendor.

Los voy a dejar que se confíen. Nadie puede ocultar tanto tiempo su verdadera esencia. Para muestra, basta ver un Reality Show y comprobar que el que va de guay no es tan guay y, el que parecía aburrido, es un filón.

Pues eso, que yo aquí me siento a esperar, que no tengo ninguna prisa y, con esto de las nuevas tecnologías, ni siquiera necesito tener afilados los lápices. Ya caeran, ya. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

La Mudanza IV: Tiempo de decisiones


Hoy he ido a ver un nuevo piso. Tiene sólo dos dormitorios pero es amplio y se puede hacer un buen apaño. Está arreglado, bonito y tiene mucha luz. El barrio está bien y hay mucho comercio. Está muy cerca del Metro… Vamos, que me ha gustado. A ver si el churri puede concertar cita para verlo una tarde de estas. El problema que tenemos es que, como tenemos los horarios completamente cruzados, nunca podemos ir juntos a ver los pisos así que, para los que le gustan a uno o a otro, siempre hay que concertar una segunda visita.

El dueño no vive ahí (punto a favor), habla bastante pero no me dijo nada de si preparaba pollo en pepitoria (punto a favor) y, como estaba allí la actual inquilina y la vi saludarle cordialmente, se nota que no hay malos rollos (doble punto a favor). Para los que no entendáis a qué viene lo de la pepitoria y el comercial lacónico del que voy a hablar a continuación, tenéis el material de consulta en capítulos anteriores. 

En principio, estamos esperando a que nos digan algo de la inmobiliaria de Comercial Lacónico que, al paso que van, la próxima documentación que nos pidan serán las fotos de la Comunión. Exageran un pelín, la verdad, pero como el piso nos gustó mucho, de momento vamos tragando hasta tener un sí o un no definitivo.

También tengo que pedir cita para ver el que vio mi churri ayer por la tarde, que también dice que estaba muy bien. Esto es un sinvivir.

Luego hay otros que nos gustaría ver pero no vemos. ¿Por qué no los vemos? Porque los teléfonos de contacto están siempre apagados o, directamente, pasan de atenderlos. No sé para qué leches ponen un teléfono si luego no van a atender. Dudo yo que vayan a alquilar el piso por telepatía.

En conclusión, tenemos como primera opción a Comercial Lacónico si se dignan de una buena vez a decirnos algo y, como segunda opción, el que vio mi churri ayer o el que he visto yo hoy. Englobo dos en la segunda opción porque como, de momento, cada uno lo ha visto uno de nosotros, no estamos seguros de si ambos cuentan con el beneplácito de los dos. Tengo que ir con urgencia a ver el que vio ayer el churri porque, con contaros que había vuelto encantado con el piso de la Sra. Pepi Toria, os lo digo todo…

Espero que, de aquí a unos días, os pueda dar la buena noticia de que ya tenemos piso y comenzaré a daros la tabarra con cosas del estilo “Mi casa es un lío de cajas”, “Esto no es un hogar, es Kosovo”, “Creo que he embalado a los gatos porque no los encuentro” y demás situaciones que todos hemos vivido en las mudanzas.

Cruzad los dedos o lo que queráis cruzar por nosotros. Rezad a quien sepáis para que termine este calvario. Por favor. 

martes, 22 de mayo de 2012

Malas artes


Encontrábame yo anoche en casa intentando cenar puré de patatas y caballa (cena elaboradísima donde las haya, el churri me tiene como una reina) pero la experiencia, como tantas otras veces, no fue tan relajante y placentera como debería ser una cena luego de una dura jornada laboral.

Rondaban alrededor mío dos seres que, en un principio, tomé por moscardones hasta que me percaté de que tenían orejas y rabo, por lo que deduje que debían ser los gatos.

Ante cualquier estímulo alimentario, mis gatos reaccionan cual moscas. Así, sin más. La mosca es un ser a todas luces desmemoriado. Ve, un suponer, un poco de leche condensada y piensa “Mmmm, leche condensadaaaaa. ¡¡¡A por ella!!!”. Tú, que la ves venir, haces el característico gesto de abanico con la mano, aun cuando no quieres quitarle el calor al insecto sino quitártelo de encima. La mosca, viendo la que se le viene encima, sale volando al tiempo que piensa “Horror, una mano, la peor de mis enemigas. ¡¡¡Huyamos, huyamos!!!” En cuanto se ha alejado medio metro, vuelve a mirar a la mesa y dice “Mmmm, leche condensadaaaaa. ¡¡¡A por ella!!!”. Y así podemos entrar en un bucle infinito.

Pues mis gatos, lo mismito. Empiezan con la pata tonta de la que sabiamente hablaba Irene aquí y, si ven que la pata no da resultado, cambian de estrategia y recurren al morro tonto, la oreja tonta, y la cara tonta (es decir, cara de angelitos desamparados que ponen cuando ven que no consiguen alcanzar su objetivo, a ver si te apiadas de ellos y les das un poquito).

El sólo hecho de sentarme a la mesa aunque sea con un sandwich en la mano es comenzar una batalla campal de manotazo-empujón, hocico-empujón, maullido-ignorancia, ronroneo-pasotismo.

Es tremendo, en serio. Y ¿sabéis qué es lo más triste de todo? Que las moscas no suelen ganarme la batalla pero estos seres del averno, con esa carita de “mira qué bueno, qué rico y qué encantador soy” generalmente se acaban llevando algo.

Súcubos, es lo que son. Auténticos súcubos. Me engañan con sus estratagemas abisales y yo, simple mortal, no puedo oponer resistencia. No tengo suficientes armas para enfrentarme a ese despliegue de malas artes.

Cuando no te ganan por cansancio, te ganan por pena. Un chantaje emocional en toda regla.

Pero es que son tan monos…

lunes, 21 de mayo de 2012

La Sra. Churri


El miércoles pasado vino mi suegra a casa y se quedó hasta el sábado. Que conste que mi suegra me cae bien, no se me malinterprete pero me estresa infinito.

Como no puede estar quieta, se pasa el día limpiando. Que si los azulejos de la cocina, que si las juntas del baño, que si debajo de los muebles… Me pone nerviosísima. Yo la veía ir y venir mientras llamaba por teléfono para conseguir citas a fin de que mi churri tenga más posibilidades de encontrar nuestro nidito de amor. No sólo es que vaya y venga, es que habla hasta por los codos, de manera que barre y habla, frota y habla, aspira y habla. Así no hay quien se concentre buscando pisos. De repente, la pobre, se da cuenta de que necesito silencio y se calla pero se olvida a los diez minutos y vuelve a la carga. Hablar está en su naturaleza. Le sale solo y no lo puede evitar.

Por norma general, soporto mejor el nivel de estrés al que me veo sometida viéndola con el mocho en la mano toda la mañana pero yo creo que con el tema de la mudanza, dado que mi estado de alteración es mayor, me cuesta más. Esto va a acabar conmigo y, sólo de pensar que todavía estamos en la fase búsqueda y captura me dan los siete males.  Una vez que encontremos piso, falta conseguir cajas, meterlo todo en las ídem, decidir qué muebles viajan con nosotros y a cuáles podemos decirles que los licenciamos con honores, hacer el traslado, colocar todo allí… Bufff. Sólo de pensarlo me entran escalofríos.

Estoy pensando que la legislación laboral es muy laxa en lo que a temas de mudanza se refiere. Sólo te dan dos días. Dos días no son suficientes. Te tendrían que dar quince días, como cuando uno se casa o se hace pareja de hecho. ¿Y si me caso? Uy uy uy, esto ya está empezando a tomar matices preocupantes. Lo que me faltaba, organizar una mudanza y una boda. Como si no tuviese ya bastantes preocupaciones.

Otros que se desquician con las visitas de mi suegra son mis felinos. Suelen estar tranquilitos porque, por las mañanas (y no desde demasiado temprano, todo hay que decirlo), están solitos conmigo y, cuando me voy yo a trabajar, se quedan la casa para ellos  hasta que vuelve el churri. Cuando está mi suegra en casa tienen fiesta desde el amanecer hasta la noche y, claro, esto puede con ellos. Que si ahora persigo la escoba, que si ahora doy caza a la fregona, que si ahora me obsequian con un trozo de jamón (mi suegra no sólo nos ceba a nosotros, hace lo propio con nuestras mascotas. Se ve que, como son sus únicos nietos, ha decidido malcriarlos a ellos).

El resultado de todo esto suele ser que, una vez que mi suegra se va. Los gatos se apoltronan en el sofá y duermen un día entero. Todas las veces que viene mi suegra les pasa lo mismo. Vuelven al relax y se tumban a reponer fuerzas. Mi suegra se fue el sábado al mediodía y, si en todo el sábado vi a los gatos despiertos dos horas, diría que hasta fue mucho.

Yo también he pasado el fin de semana haciendo el vago. No he salido ni a la calle. Entre la visita de la suegra y que la semana pasada tuve mil trámites que hacer, no tenía yo el cuerpo para zarandajas así que, a hacer el perro todo el día, que me lo merecía. 

domingo, 20 de mayo de 2012

Anuncios Pesadillescos VII: Momento flashback


Me dio por pensar el otro día que esto de despellejar sin piedad alguna los anuncios que vemos a diario está muy bien pero cualquiera diría que esto se debe a que antes la publicidad era una maravilla y, pasado el año 2000, el género ha perdido su esencia artística.

Nada más lejos de la realidad, queridos lectores. En todos los tiempos ha habido anuncios pesadillescos y, si los recordamos, puede que dichos anuncios puedan llegar a repetir pesadillas olvidadas años ha.

¿Qué me decís del anuncio de las muñecas que se dirigían al portal, por poner un ejemplo? Hoy por hoy lo recordamos con nostalgia y ponemos carita bobalicona rememorando nuestra infancia pero es esa misma nostalgia la que vela el verdadero espanto en el que consistía ese anuncio. Si lo miramos con ojos críticos, Chucky el muñeco diabólico daba menos miedo.

Caminaban, las pobres, con unos pasitos tan ortopédicos que te daban ganas de conseguirles un taca-taca a ver si llegaban antes. Mientras ellas intentaban a duras penas alcanzar su meta, los niños cantaban y tocaban la zambomba y la pandereta (esos maravillosos instrumentos de los que os hablaba aquí). Se nota a leguas que se grabó el sonido por un lado y la imagen por otro porque las zambombas y panderetas, a todas luces, no interpretan la música que se oye (podéis buscar el anuncio en los Internetes, que es lo que he hecho yo, tampoco tengo tanta memoria).

Lo más increíble de todo es que, aun hoy nos acordamos de la musiquilla y somos capaces de cantar la canción enterita (el uso de zambomba y pandereta es opcional y directamente proporcional al índice de alcohol en sangre).

Hablando de cancioncillas, ¿os acordáis de aquella del polvo de cacao que era desayuno y merienda? Hablaba de un africano explotado en una plantación, trabajando para una multinacional abusiva y nosotros ahí, cantando la tonadilla, tan felices, ajenos al drama y la injusticia social que vivía el pobre peón agrícola.

Si ese anuncio se hubiese emitido en estos tiempos que corren, lo hubiesen vetado seguro. Hubieran llegado cientos de miles de cartas de protesta por el claro mensaje racista y de supremacía blanca del anuncio.

En aquellos tiempos, esas cosas ni se planteaban. Lo triste es que hoy en día se plantean pero se siguen haciendo. Eso sí, a nadie se le ocurre hacer una cancioncilla. No sería políticamente correcto. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Decimotercer premio: Amistad 2.0




En este sábado de entrega de galardones, le toca el turno al número trece. Dicen que da mala suerte pero, tratándose de premios, parece que eso no cuenta. No me imagino yo a los creadores de una película galardonadísima diciendo al escuchar que les van a entregar su decimotercer Oscar de la noche “No, no, dáselo a esos otros tan majos, que todavía no han ganado nada”. Así que, pa mí pa siempre.

En este caso se trata del premio Amistad 2.0, entregado el pasado 28 de abril por Jesús, de Instantes, que siempre nos habla de los niños del cole en el que trabaja con una pasión y una vocación que a mí me deja anonadada. Si tuviera hijos, los mandaría a su cole, fijo.

Como se puede apreciar en la imagen, dos dedos se tocan atravesando sendas pantallas de ordenador. Me inquieta un poco, la verdad, es como una mezcla de ET y Poltergeist. Como un día salga un dedo de mi ordenador,  lo muerdo. Avisados quedáis.

Como casi siempre, toca responder preguntitas y pasarlo a cinco blogs. Al lío:

-¿En qué forma ha cambiado tu vida la amistad 2.0?

Tengo menos tiempo libre. Así, en general. Cuando llego de trabajar por la noche, me dedico a cenar (porque hay que alimentarse), publicar, leer y responder los comentarios de mi blog, leer los blogs que sigo, comentarlos, leer las respuestas a los comentarios que dejé y escribir la entrada para el día siguiente. Por la mañana, mientras desayuno, repito los mismos pasos salvo lo de escribir entrada. Ojo, que no es una queja. Lo hago porque me da la gana. Evidentemente, nadie me obliga… 

Por otra parte, me gusta mucho estar conociendo tanta gente estupenda y ver cómo se pueden compartir vivencias con gente que uno sólo conoce a través de una pantalla. Es curioso cómo se puede coger cariño a personas que uno no ha visto en su vida. Me parece algo muy raro pero, a la vez, muy bonito.

-¿Cómo crees que ha influido en la crianza la amistad 2.0 y el acceso generalizado a internet?

Pues no lo sé porque, en mi caso, sólo puedo opinar en cuanto a los blogs de gente que tiene gatos, donde a veces sí que saco ideas de juguetes que les llamen la atención y cosas así. Como no tengo hijos, no puedo valorar si la amistad 2.0 es positiva o negativa en ese menester pero, como absoluta lega en la materia, imagino que habrá de todo. Supongo que, si son consejillos en plan “Cómo he conseguido que mi niño coma espinacas con deleite” es algo muy positivo pero, si para otros aspectos se anteponen las opiniones de los lectores a la de un profesional, tal vez se esté pasando un poco el límite. Repito, no tengo ni idea y hablo por hablar.

-¿Qué opinas de la relación de los niños con las nuevas tecnologías?

Me parece muy bueno que los niños tengan acceso desde pequeños a herramientas que en un futuro les van a ser de mucha utilidad. Eso sí, siempre teniendo cuidado con las páginas a las que acceden, si entran en chats y cosas así. El ordenador tiene que ser un complemento, no un sustituto de la atención de sus familias, ni de jugar con sus amigos, hacer los deberes y todo lo que tiene que hacer un niño para su desarrollo.

-¿Qué es lo que más te gusta hacer con tus hijos?

Como no hable de mis gatos, no sé cómo responder a esta pregunta, así que me la salto.

-¿Por qué creaste tu blog?

Más o menos lo expliqué en mi primera entrada así que, para no aburrir, podéis leerla aquí. De todas formas, ahora caigo en la cuenta de que los motivos por los que lo creé no son los mismos (o no en su totalidad) por los que lo mantengo. Empecé el blog porque quería escribir. No me preocupaba demasiado si la gente me iba a leer o no. Hoy por hoy lo mantengo porque sigo teniendo ganas de escribir pero también porque me hace ilusión que me lean, me comenten, que a la gente le guste lo que escribo… Cada vez que veo un seguidor nuevo, monto una fiesta. No sólo por tener más seguidores, que también (para qué ocultar mi narcisismo latente), sino porque eso implica conocer un amiguito 2.0 más.

Hasta aquí las preguntillas. Debo pasarlo a cinco blogs, que serán…

- Madre desesperada de Blog de una Madre Desesperada

- Lady Cobijo de En un rincón del Mundo

- Mamá Ciruela de Cómo Naciste


- Porfinyomisma de Por fin, Yo misma

Aplausos, algarabía y otro premio el sábado que viene. 

viernes, 18 de mayo de 2012

Ya soy alguien


Hoy he ido a renovar el DNI y el Pasaporte. No sé si recordaréis cuando contaba aquí que la última vez que fui a renovar el DNI me tiré seis horas en la puñetera cola.

Pero los tiempos cambian y ahora es todo super moderno. Bueno, más o menos.

Según llego, hay una maquinita donde tienes que ingresar tus datos para confirmar lo de la cita previa. Pongo mi número de DNI y el aparato infernal me dice que nanay, que no tengo cita para hoy. ¿Cómo que no? Si tengo un SMS que lo avala y todo… Puedo intentarlo poniendo también un código que me venía en el SMS. Meto el código y me dice que el código es erróneo.

El chico de uno de los mostradores me ve sudar la gota gorda con la máquina y se ve que no está por la labor de llamar al Samur a esas horas de la mañana así que opta por preguntarme qué quería. Le digo que es para renovar el DNI y el Pasaporte (iba a decirle “Es que me voy de viaje, ¿sabes?”, pero me pareció un poco cruel). Me pregunta si tengo cita. Le digo que sí aunque el Spectrum ese que tienen ahí se empeñe en decir que no. Pensé que iba a comprobarlo pero no, se fía de mi palabra. Increíble. Así que ya sabéis, si queréis podéis pasar de pedir cita y luego comportaros como damiselas en apuros frente al aparatejo ese (o frente a la expendedora de café, tanto da, el asunto es que, cuanto más perdidas parezcáis, mejor).

Ya no te pringan los dedos con tinta. Ahora pones el dedo en un sensor con un rayo láser o algo. Lo mismo me han implantado un microchip sin yo saberlo y ahora me tienen localizada por GPS las veinticuatro horas del día. Mejor, así cuando me vaya de viaje se mueren de envidia.

Una vez que terminé con el proceso de “Pon el índice derecho recto, ahora pon el índice de canto y ruédalo. Ahora haz lo mismo con el índice izquierdo”, esperamos unos minutos a que se graben los datos y voilà. Tengo DNI electrónico con una foto en blanco y negro donde no he salido tan espantosa como esperaba salir (parezco una actriz de cine antigua y todo).

El muchachillo me dice que vamos a hacer el Pasaporte y que ahora me da el pin del DNI. Otra vez, dedito de frente, dedito rodado y lo mismo con el de la otra mano. En este punto tuvimos ligeras complicaciones porque el sensor no detectaba la huella de mi índice derecho, se ve que mis huellas mutan.

Después de pasar un trapito al sensor y terminar con el tema de los deditos, apoyó el pasaporte en una superficie plástica  y dijo que esperábamos también a que se grabase. Finalizado el proceso, me hace entrega del Pasaporte (esta vez con foto a color donde parezco una actriz más moderna) en sencillo pero emotivo acto.

Me cobra veinticinco eurazos por el Pasaporte y, básicamente, me dice que ya me puedo ir con viento fresco. Todo el proceso ha tardado unos quince minutos. Rápido e indoloro.

Me voy sonriente, como cualquier ciudadana documentada que se precie.

Ah, por cierto, no me dio el pin. 

jueves, 17 de mayo de 2012

No me dejes caer en la tentación

El pasado lunes, con motivo de mi cumpleaños, llevé una caja de bombones al trabajo. Como soy una pena de persona calculando cantidades, compré un kilo. Al finalizar la jornada sobraba como media caja, por lo que la guardé en la nevera a fin de que la cataran dos compañeras que el lunes no habían venido.

El martes fue fiesta en Madrid y vino un compañero a  casa a buscar unos trastos que el churri no necesitaba (un ordenador viejo, unos altavoces y un DVD) que han terminado en el comedor del Colegio de Aranjuez, donde es residente nuestro compañero y al cual asiste su hijo. Me alegró infinito que nuestras cosas acabaran siendo de utilidad en un colegio. 

Como agradecimiento, ayer miércoles me trajo una tableta de chocolate pero no termina aquí la cosa. Cuando fui a la nevera, observé que aún quedaban bastantes bombones. No hice otra cosa que andar ofreciendo bombones a todo el mundo pero la caja parecía no tener fin y, como la tenía al lado, estuve picoteando bombones toda la tarde.

Para colmo de males, el martes había sido el cumple de mi jefa y, para celebrarlo, trajo el miércoles bizcocho de chocolate, que también me zampé con deleite.

Las consecuencias: Un empacho monumental y una ligera repugnancia al pensar en chocolate.

Pensé que jamás sería capaz de decir esto pero creo que voy a pasar una larga temporada sin comer chocolate. Tal vez me trague mis palabras junto con media tableta dentro de tres días pero, de momento, es lo que hay.

Pienso utilizar esto de aprendizaje en la vida y, cada vez que tenga una necesidad imperiosa de devorar chocolate, recordaré la vorágine de estos días y quizás, sólo quizás, así se aplaque mi ansia desaforada.

De más está decir que, como aun así sobraron, los que quedaron se los di a mi compañera V. para que se los llevara a su familia y me dice “¿No quieres llevártelos a tu casa para el churri y para ti?” Sólo de pensar en llevarme todavía más chocolate a mi casa, por poco me da algo.

El año que viene, medio kilito, que mis compis parece ser que están muy poco golosos últimamente.

miércoles, 16 de mayo de 2012

La Mudanza III: ¿Qué leches hacemos?


Hace muchos días que no os tengo al tanto de mi tema “mudancil” así que, al tajo.

En capítulos anteriores, os comentaba que yo estaba ejerciendo las labores de secretaria (es decir, búsqueda y concertación de visitas) y el churri hacía el trabajo de campo (o sea, ir a verlos, que no lo he visto en mi vida con un azadón en la mano).

El pacto era que los que le gustasen al churri iría a verlos yo después, a ver si estábamos de acuerdo. De momento, le han gustado dos.

El primero de ellos fui a verlo el pasado viernes. Va por medio de inmobiliaria y yo me imaginaba el típico comercial que me iba a meter el piso por los ojos pero me encontré con el único comercial lacónico que he visto en mi vida. Esto me gustó porque me contó lo que me tenía que contar y dejó que yo trastease a gusto por el piso. Es grande, tiene tres dormitorios, una terraza grande cerrada que va a hacer las delicias de mis gatos y me va a dar tranquilidad a mí, sin tener que estar pensando si acabarán con sus huesos doce pisos más abajo y, en general, está pintadito, reformadito, luminoso y cuco.  Mandamos la documentación a la inmobiliaria el lunes y estamos a la espera de que nos digan si les gustamos o no les gustamos. Dicho sea de paso, para ver el piso llevé toda la ropa de marca que encontré que combinara entre sí, para dar imagen de poder adquisitivo. 

Ese mismo lunes mi churri fue a ver otro y me dijo que le había gustado mucho así que, aprovechando que éste lo alquila directamente la dueña y que ayer martes era festivo en Madrid, decidimos ayer por la tarde hacer un rondó juntitos en plan pareja feliz e ilusionada.

Éste me ha desconcertado mucho. Tiene algunos pros, como que, si bien sólo tiene dos dormitorios, también hay que decir que son dos dormitorios enormes, así que se puede hacer un apaño muy bueno. Es luminoso, aunque interior, tiene unos armarios enormes (esto para mí es vital), está pintadito, en líneas generales cuidadito y bastante bien. Pero tiene algunos contras que a mí no me terminan de convencer. Para que me entendáis mejor, relato la crónica de la visita:

Según baja la señora a abrirnos ya se pone a contarnos que su hija, que también vive en el edificio (luego nos enteramos de que el edificio entero es de la señora en cuestión y ahí vive casi toda su familia), se ha separado del marido pero que ella no quiere que vuelvan porque el marido es un chulo que sólo le quiere sacar el dinero a su hija y que, dado que tiene un muy buen trabajo (nos dijo cuál era pero, por una vez, voy a ser más discreta que la señora), no tiene ninguna necesidad de volver con el marido y que prefiere que su hija esté solica, que está mucho mejor.

Mientras nos enseñaba el piso nos habló de su hija, nos habló del vecino ginecólogo de arriba, nos habló de uno del bajo que es moroso y no limpia nunca, nos habló de su pueblo y nos explicó cómo se prepara el pollo en pepitoria. No lo digo por hacer la gracieta. Nos lo explicó. Lo de la pepitoria vino porque, cuando estábamos viendo la cocina (que, por cierto, la de los Alcántara era mas moderna), a mi churri no se le ocurrió mejor idea que decirle que el cocinillas de casa era él. Así que ella, emocionada, le empezó a hablar de cocina y le dijo que, si nos quedábamos, ya le explicaría ella cómo se hacía el pollo en pepitoria.

Luego se puso a hablarnos de unos árabes que ella conoce no sé por qué razón (mi cerebro desconectaba de a ratos) y que la adoraban y que cada vez que la veían le daban un gran abrazo. Hasta aquí, vale, aunque la historia no viniese a cuento. El problema es que quiso ilustrar el relato abrazándome a mí. Cuando me llegó el abrazo yo estaba con los brazos cruzados y reconozco que el momento me pilló por sorpresa, de manera que reaccioné como un Teletubbie en su primer día de trabajo. Me quedé en plan “¿La abrazo también a ella o me quedo aquí, tiesa como un palo?”. Opté por, al menos, descruzar los brazos y reírme como una idiota.

Superado el susto, nos dijo que le gustaría mucho que los inquilinos fuésemos nosotros porque no tenemos niños ni perros, porque ambos lo destrozan todo. Tenemos gatos pero eso no parecía importarle. Decía “Pueden estar en la terraza” a lo que yo alegaba que al ser la terraza abierta me daba miedo que se cayesen o se diesen un garbeo por las terrazas de los vecinos, a lo que pregunta “¿Pero no tienen jaula?” Esto ya me descolocó por completo y le digo “No, están sueltos”. Pensé que iba a decir que entonces tampoco quería gatos pero no nos puso mayores problemas. De hecho, comentamos que en todo caso quitaríamos la alfombra del salón porque no queríamos que los gatitos la enganchasen y me suelta “Tú por eso no te preocupes, hija. Si se rompe pues se tira”. Yo, cada vez entendía menos.

Tuvimos que decirle que teníamos mucha prisa y nos teníamos que ir porque no nos soltaba ni forcejeando con ella. Cuando nos íbamos, descubrí (con gran terror por mi parte, debo añadir) que la señora vive justo en el piso de enfrente, así que me la imaginé en mi casa día sí día también contándonos la vida de los vecinos, preguntándonos por la nuestra para ir a contársela al ginecólogo de arriba o al moroso de abajo y trayéndonos tuppers con pollo en pepitoria.

En conclusión, que la señora está deseando que le digamos que sí y me dice “A tu marido le gustó mucho el piso”. Opté por no decirle que no estamos casados, no sea cosa que diga que tampoco quiere gente viviendo en pecado o me pregunte si por la noche guardo al churri en una jaula para evitar tentaciones deshonestas.

Así que ahora me veo en un brete. Por un lado prefiero el que vi el viernes, con su comercial lacónico y su cocina del siglo XXI  pero a lo mejor la inmobiliaria nos dice que no y la Sra. Pepitoria es un valor seguro. Supongo que esperaremos unos días a ver qué nos cuenta Comercial Lacónico y, en base a eso, decidiremos.

Me ha quedado una entrada de dimensiones históricas. Lo siento si os he aburrido (siempre intento que las entradas no sean demasiado largas para que se puedan leer rápido y sin cansar a la gente) pero, por más que he intentado resumir, cada detalle superaba con creces el anterior.

To be continued…

martes, 15 de mayo de 2012

Yo no fui


Hoy toca anécdota de infancia. Supongo que porque estoy más vieja y ya tengo que empezar a contar batallitas.

Yo debía tener unos cuatro años y vivía en un edificio viejo de Argüelles. Era viejo a principios de los ochenta así que no sé si estará demolido ya a estas alturas. Lo que sí supe fue que años más tarde (muchos años más tarde) en ese mismo edificio se localizó una célula terrorista. Ya tengo algo para contarle a mis gatos.

Bueno, los terroristas aquí no pintan nada así que continúo mi relato. Salí con mis cuatro años y mi madre a hacer unos recados. Como yo era (y soy) una caprichosa repelente, se me antojó un libro de cuentos que mi madre acabó adquiriendo, supongo que por no oírme.

Volvemos a casa. Mi madre abre la puerta del piso y yo veo a alguien asomarse por la puerta del dormitorio principal, que quedaba justo enfrente, pasando el salón.

El hecho de ver un desconocido merodeando por mi casa a mí no me inquietó en absoluto. Me pareció de lo más normal. Como mi madre no lo vio, siguió su camino hacia la cocina a preparar pescado, dejando las llaves puestas por dentro de la puerta.

Yo, ajena a todo peligro, me senté en el sofá del salón (justo delante de la puerta del dormitorio) tan feliz con mi librito. El ladrón habrá pensado que la única posibilidad de fuga la tenía pasando por delante de la niña que tan amablemente le había encubierto o que era tan tonta como para no enterarse de lo que pasaba ahí (ya os aclaro que la respuesta correcta es la segunda pero el delincuente no tenía tiempo de pararse a analizar).

El ladrón se precipitó raudo hacia el salón y abrió la puerta para salir. Mi madre, al oír el tintineo, me gritó desde la cocina “Nena, deja las llaves”. El amigo de lo ajeno volvió a cerrar la puerta al salir (qué cosa tan ordenada y pulcra, madre), por lo que las llaves volvieron a tintinear y mi madre repitió “Nena, que dejes las llaves”. Ahí sí que reaccioné. Una cosa es estar obstruyendo a la justicia y otra que te acusen injustamente de tocar algo cuando no lo has tocado así que, en mi defensa, alegué “Yo no he sido, mamá. Ha sido el señor que se ha ido”.

Vi salir a mi madre de la cocina más lívida que la merluza que preparaba, y asomarse al patio de luces al grito de “Un ladrón!!!!”. Empezaron a salir vecinos de todas las puertas. Nuestro vecino de enfrente, armado con un palo, diciéndole a mi madre “No volváis a entrar, que puede haber otro escondido en el armario”. El vecino del palo entra en casa, revisa todos los recovecos y declara que el área está despejada. Llega una vecina en el ascensor y dice que vio a alguien bajar corriendo por las escaleras.

Mi madre flipa con la inutilidad de su hijita para alertar del peligro. Hasta el día de hoy se pregunta qué se me pudo pasar por la cabeza para que ni preguntase qué pintaba ahí una persona que yo no conocía de nada.

No robó nada porque estuvimos muy poco tiempo fuera y no le dio tiempo. Como prueba del delito nos quedó de recuerdo la huella de una zapatilla en el alféizar de la ventana del salón. Como facineroso no sé si sería muy bueno pero presiento que hubiese hecho una gran carrera como trapecista de circo. Saltar desde una barandilla sobre el vacío en un cuarto piso requiere una preparación física sin parangón. 

lunes, 14 de mayo de 2012

Happy Birthday to me


Hoy, 14 de mayo, es mi cumple. Podéis ir dejando los regalos a la entrada, gracias.

Treinta y cuatro tacos. He superado la edad de Cristo y ni me he enterado, oye. Con la cantidad de gente que ha hecho cosas importantísimas para la humanidad y yo aquí contando mis batallitas en Internet. Debería darme vergüenza. Pero no me da, fijaos qué cosas…

Estoy un poco asustada porque mi compañera V., que es como medio año mayor que yo, dice que ahora es cuando ha empezado a notar los signos de la edad. Dice que se le han abierto los poros y que se nota bolsas en los ojos. Yo, de momento, ni poros ni bolsas pero mis treinta y cuatro están recién estrenados así que habrá que aguardar al desarrollo de los acontecimientos.

Por lo demás, a pesar del acojone con mis bolsas y mis poros que amenazan con abrirse, estoy contenta. He pasado de todo en estos años. Cosas muy malas y cosas muy buenas. De las malas se aprende y las buenas se disfrutan.

¿Me arrepiento de algo en esta vida? Definitivamente, no. Rotundo. Todo lo que he hecho lo he hecho porque he querido o porque así lo he sentido. He metido la pata un millón de veces (y me faltan aún otros cuantos millones) pero he sabido atenerme a las consecuencias. La vida está para equivocarse, para aprender, para vivirla. No se trata de andar siempre caminando por  la cuerda floja, ni mucho menos, pero no se puede deambular por ahí con miedo. En ocasiones hay que correr riesgos que a veces salen bien y otras… pues no tanto pero ahí te quedará el cardenal para no repetir la misma tontería. Vale, acumulo varios cardenales provocados por la misma tontería, no os voy a engañar, pero a estas alturas creo (o quiero creer) que hay lecciones que ya las tengo aprendiditas.

Tal vez relea este post dentro de otros treinta y cuatro años y me diga a mí misma “Mira, la pavota, que se creía que lo sabía todo. No sabía la de errores garrafales que le faltaba todavía cometer”. Tal vez, pero como hoy es hoy, que le den a la sabihonda de dentro de treinta y cuatro años. Ya tendrá tiempo de venir con sus “Te lo dije”.

Así que, de momento, Virgencita que me quede como estoy. Si a día de hoy alguien me garantizase que podría seguir viviendo el resto de mis días tal y como los vivo ahora, firmaba ya, aunque eso suponga renunciar a mis sueños de fama y fortuna.

Soy feliz. Así, sin más. Soy feliz con mi trabajo, soy feliz con mis amigos, con mi familia y, sobre todo, soy feliz conmigo.

Feliz cumple, Álter, que cumplas muchos más. 

domingo, 13 de mayo de 2012

Anuncios Pesadillescos VI: Mejor que “eso” no me dé la mano


El anuncio pesadillesco de hoy, como el de la semana pasada, va de Seguros. Tendría que hacer una subcategoría con los anuncios pesadillescos de Seguros porque son, de lejos, los que se  llevan la palma.

La acción comienza en una fiesta de cumpleaños donde el niño protagonista va disfrazado con una capa de toalla (con la de capas que venden en los chinos a precios irrisorios, y va y se pone una toalla). Su hermanito pequeño casi se quema los dátiles con las velas de la tarta pero Super Niño Toalla le da la mano a tiempo en un instinto natural de protección, mientras dice “Yo le doy la mano a Pablo”.

Luego, se ve a Super Niño Toalla intentando alcanzar una superficie elevada. Le ayuda a subir su hermana mayor mientras Niño Toalla nos informa que a él le da la mano Laura.

Como no podía ser menos en esta secuencia de acciones solidarias, a Laura le da la mano su madre en una competición y, a su madre, el padre de familia.  Toma topicazo. Quién habló de cooperación, aquí todo el mundo es dependiente de alguien y, por supuesto, es la mujer la que depende del hombre. Eso me enciende pero vale, haré como que no he visto nada porque, llegados a este punto, casi prefiero ser la mujer debido a  la pregunta que hace Niño Toalla en referencia a su padre “¿Y, a ti, quién te da la mano?”.

Vemos aparecer un oso grimoso, de unos tres metros de alto, con cara de no sé bien qué (pero, de oso, no), que lleva al padre abrazadito con esa patorra que te puede estrangular en cualquier momento. Luego, toda la familia se abraza con fruición al osaco y terminan todos acurrucados bajo un árbol en un momento bucólico culmen.

Así me gusta. Que uno no sepa ni las condiciones del seguro ni nada. Lo único de lo que te informan es que vas a tener un oso grimoso día y noche a tu vera, abrazándote al borde de la asfixia, dándote calor en verano.

Pero ¿qué me aseguran? ¿Cuánto tengo que pagar? ¿Qué me cubren? Ni idea. Eso es lo de menos. Tú ya puedes dormir tranquilo sabiendo que un oso te va a dar la mano para que no sientas que todas las responsabilidades de tu familia recaen sobre ti. Tú deja que el oso haga lo suyo y respira tranquilo.  Seguro que va a venir el oso en persona a apagarte los incendios, a recurrirte las multas, a espantar a los ladrones (eso sin duda porque me espanta hasta a mí…) y a hacerte la cena si es menester. Estás en buenas zarpas.

sábado, 12 de mayo de 2012

Duodécimo premio: Labiales





A las buenas noches. Aquí estoy con mi premio de todos los sábados (mientras sigan cayendo). Hoy le toca el turno a uno que me entregó Bionda de La Número Nueve el pasado 23 de abril (vale, sí, voy un poco desfasada).

Hasta el momento, es el premio más fashion que me han dado. Se trata de responder siete preguntas sobre labiales y pasárselas a otros siete blogs.

Sin más dilación (cómo les gusta a los presentadores de entregas de premios decir estas palabras) vamos con las preguntas:

1) ¿Alguna vez le has cogido el pintalabios a tu madre?

Cuando era pequeña, sí. Bueno, no es que se lo quitase. Ella me dio uno que no usaba para que yo jugase. Acompañó el regalo con unas sombras de ojos y un colorete. Me pasaba las horas muertas en casa pintada como una puerta mirándome al espejo…

2) ¿A que edad te compraste tu primer pintalabios?

Con mi dinero, ni sé. El primero que tuve me lo compró mi madre. Yo tendría unos catorce años. Era rojo pasión porque a mí me encantaba el rojo pasión (y estaba muy de moda por aquel entonces). Mi madre hubiese preferido que me comprase otro más discretito pero di tanto la brasa que con ése me quedé.

3) ¿Labial rojo o rosa?

Depende. Sé que va a sonar a frikada total pero suelo combinar el maquillaje con el color de la ropa que llevo puesta. De manera que, si voy de rojo, suelo hacerme algo discretito en los ojos y usar un labial rojo. Si voy de rosa, rosa. Si voy de marrón, marrón. Si voy de morado, uno con tendencia al morado y así… (menos cuando  voy de verde, que uso sombra verde y me dejo los labios nude, o color ñu, como dice Bionda. Los labios verdes no me favorecen...)

4) ¿El pintalabios más caro que has comprado?

La verdad es que no lo sé. Suelo comprarlos casi todos de la misma marca pero tengo alguno un poco mejor así que digamos que unos veinte euros, el más caro.

5) ¿Y el más barato?

Unos tres euros y no me salió tan malo como pensé que iba a salir…

6) ¿Lo más raro que has hecho con tu pintalabios?

Más que raro, es algo cursi y espero que la gente que me conoce no piense que he sido poseída por el espíritu de una princesa Disney. En algún aniversario con mi churri le he dejado algún mensaje en el espejo para que lo viese al levantarse. Yo también tengo mi vena romanticona, aunque la saque poco a relucir.

7) ¿Si tuvieras que recomendar un pintalabios a alguien, cuál recomendarías y por qué?

Odio dar marcas y lo sabéis pero, por tratarse de un premio, haré una excepción. Me gusta mucho uno que tengo Dior Addict. Tiene una textura super suave y un color muy intenso. Eso sí, recomiendo usar prebase de labios porque no fija demasiado.

Vale, ahora paso el premio glamouroso a siete glamourosas:

1) Cristelicious. Porque es fanática de los potingues y me interesa saber su opinión profesional.

2) Flor Enjuto, de Hija no hay más que una (gracias a Dios), porque me tiene enganchadísima a sus historias.

3) Nuria, de Fragmentos de mi Vida, porque hace poquito que nos hemos conocido.

4) Yolandica, de Bienvenido a Babia, porque ya me estoy riendo imaginándome sus respuestas.

5) Irene, de Mis Tortuguitas, porque se me adelantó y vino a conocerme antes que yo a ella.

6) Eva, de Opiniones Incorrectas, porque hace mucho que no le doy premio y se lo merece, que fue mi primera seguidora.

7) Merengaza, de Merengaza y otros dulces porque me parto con su manera (y la de su familia) de ver las cosas.

Pues este ha sido el premio de esta semana. La semana que viene, más. Que disfrutéis del weekend!!!