Como entre nosotros ya hay cariñito, supongo que sabréis
disculpar que venga a romper mi ostracismo “posteril” con una cosa tan
escatológica como la que hoy traigo, pero es que vi este anuncio el fin de
semana pasado y no podía dejar pasar la oportunidad de compartirlo con
vosotros, ya que se supone que debemos estar unidos en las buenas y en las
malas; así que aquí os lo traigo para que os unáis a mí en mi vergüenza ajena y
mi monumental desagrado.
No sé muy bien ni cómo redactar el post, ya que de por sí el
anuncio es bastante soez y no seré yo quien caiga en semejante zafiedad pero
allá vamos y que sea lo que tenga que ser.
Lo primero que vemos es el exterior de un cine donde se
proyecta la premiere de una película. Todo está rodeado de fotógrafos y vemos a
la que, supongo, es la actriz protagonista, muy emperifollada y parada frente
al cartel de la película. Hasta aquí todo bien.
El problema viene cuando la rubia protagonista se dirige
directamente a cámara diciendo que incluso las estrellas pueden tener un
“apretón”. Sí, utiliza esa palabra. Para qué vamos a andar con eufemismos
innecesarios.
A continuación vemos
un aseo muy extraño. Las paredes y el suelo están decoradas en dorado y
azul y cuenta con una alfombra roja que conduce desde la entrada hasta un
inodoro dorado que se encuentra en lo alto de dos escalones. Lo de llamar
“trono” al excusado pensé que era un símil pero aquí, al parecer, se lo han
tomado al pie de la letra.
Total, que nuestra superestrella de Hollywood saca de su
clutch dorado un spray chiquitito, diciendo que siempre que va al baño lo
utiliza. ¿Y para qué?, os preguntaréis. Tal vez sería mejor para vosotros no saber la
respuesta pero me debo a mi público, así que ahí voy y que salga el sol por
Antequera.
Al parecer, esto lo pulverizas sobre el agua del WC antes de
aliviar tus necesidades fisiológicas y el líquido mágico se encargará de
atrapar el mal olor de tus deposiciones. Hala, ya está. Ya lo he dicho. Qué no
haré yo por vosotros. Por cierto, para representar tales deposiciones han hecho
un dibujito de un inodoro donde cae algo parecido a rosquillas de chocolate. Por
si acaso la mecánica nos parecía
demasiado complicada y no era suficiente con que nos explicaran para qué se
supone que sirve el invento.
La chica sale del aseo con gesto triunfal, informando que
así nadie sabrá que ha ido al baño, y se cruza con un señor que luce una gorra
de cuero y que, supongo, pretenden hacernos creer que es su empleado de
seguridad (o un motero que pasaba por allí, qué sé yo). El señor de la gorra
olisquea el aire visiblemente complacido.
Y hasta aquí hasta puede parecer que el anuncio es una
parodia o vete a saber qué (de hecho, según lo estaba viendo el otro día estaba
pensando que aquello no podía ir en serio). Pero no. Al terminar todo esto, nos
enseñan cuatro botellitas (cada una correspondiente a una fragancia diferente)
y hasta nos dicen en qué pasillo del supermercado podemos localizarlas.
Aquí entre nos, yo siempre he sido muy vergonzosa para estos
menesteres. Así que, si esto en realidad funciona, la idea me parece buena. El tema
es la ejecución. Que no han estado finos ahí.
Aunque mejor me callo, porque he visto un anuncio británico
de un producto igual pero de otra marca y… no tengo palabras.
En serio, no las tengo. No me obliguéis.