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martes, 4 de diciembre de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLIX: Sin palabras


Como entre nosotros ya hay cariñito, supongo que sabréis disculpar que venga a romper mi ostracismo “posteril” con una cosa tan escatológica como la que hoy traigo, pero es que vi este anuncio el fin de semana pasado y no podía dejar pasar la oportunidad de compartirlo con vosotros, ya que se supone que debemos estar unidos en las buenas y en las malas; así que aquí os lo traigo para que os unáis a mí en mi vergüenza ajena y mi monumental desagrado.

No sé muy bien ni cómo redactar el post, ya que de por sí el anuncio es bastante soez y no seré yo quien caiga en semejante zafiedad pero allá vamos y que sea lo que tenga que ser.

Lo primero que vemos es el exterior de un cine donde se proyecta la premiere de una película. Todo está rodeado de fotógrafos y vemos a la que, supongo, es la actriz protagonista, muy emperifollada y parada frente al cartel de la película. Hasta aquí todo bien.

El problema viene cuando la rubia protagonista se dirige directamente a cámara diciendo que incluso las estrellas pueden tener un “apretón”. Sí, utiliza esa palabra. Para qué vamos a andar con eufemismos innecesarios.

A continuación vemos  un aseo muy extraño. Las paredes y el suelo están decoradas en dorado y azul y cuenta con una alfombra roja que conduce desde la entrada hasta un inodoro dorado que se encuentra en lo alto de dos escalones. Lo de llamar “trono” al excusado pensé que era un símil pero aquí, al parecer, se lo han tomado al pie de la letra.

Total, que nuestra superestrella de Hollywood saca de su clutch dorado un spray chiquitito, diciendo que siempre que va al baño lo utiliza. ¿Y para qué?, os preguntaréis. Tal vez  sería mejor para vosotros no saber la respuesta pero me debo a mi público, así que ahí voy y que salga el sol por Antequera.

Al parecer, esto lo pulverizas sobre el agua del WC antes de aliviar tus necesidades fisiológicas y el líquido mágico se encargará de atrapar el mal olor de tus deposiciones. Hala, ya está. Ya lo he dicho. Qué no haré yo por vosotros. Por cierto, para representar tales deposiciones han hecho un dibujito de un inodoro donde cae algo parecido a rosquillas de chocolate. Por si acaso la mecánica nos  parecía demasiado complicada y no era suficiente con que nos explicaran para qué se supone que sirve el invento.

La chica sale del aseo con gesto triunfal, informando que así nadie sabrá que ha ido al baño, y se cruza con un señor que luce una gorra de cuero y que, supongo, pretenden hacernos creer que es su empleado de seguridad (o un motero que pasaba por allí, qué sé yo). El señor de la gorra olisquea el aire visiblemente complacido.

Y hasta aquí hasta puede parecer que el anuncio es una parodia o vete a saber qué (de hecho, según lo estaba viendo el otro día estaba pensando que aquello no podía ir en serio). Pero no. Al terminar todo esto, nos enseñan cuatro botellitas (cada una correspondiente a una fragancia diferente) y hasta nos dicen en qué pasillo del supermercado podemos localizarlas.

Aquí entre nos, yo siempre he sido muy vergonzosa para estos menesteres. Así que, si esto en realidad funciona, la idea me parece buena. El tema es la ejecución. Que no han estado finos ahí.

Aunque mejor me callo, porque he visto un anuncio británico de un producto igual pero de otra marca y… no tengo palabras.

En serio, no las tengo. No me obliguéis.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLVIII: Dudo que sólo sea calcio


De esta marca de leche ya había traído alguno. No de esta modalidad de leche en concreto (o eso creo recordar) pero sí de la misma compañía.

Y no es que me guste cebarme con marcas o productos pero es que a veces no me dejan más remedio. Si estoy delante de la tele medio adormilada (porque, como tengo sueño atrasado desde el 2016, la única forma en que me muevo por la vida es medio adormilada) y, de repente, veo algo que me hace abrir los ojos como platos y disipa completamente mi somnolencia, ¿cómo voy a dejar de compartirlo con vosotros?

El anuncio empieza con una escena bastante normal. En la mesa de la cocina se encuentran desayunando una abuela y su nieto. La madre de la criatura (que desconozco si es hija o nuera o de la abuela) les sirve leche mientras ellos intercambian sonrisas cómplices. Supongo que se ríen porque, en su fuero interno, están pensando “menuda pringada ésta, que viene a servirnos como si fuéramos marqueses mientras nosotros no tenemos que levantar el culo de la silla”. Y tal vez penséis “bueno, a lo mejor la buena señora está muy mayor e impedida para moverse mucho”. Ja. Esperad y veréis.

La voz en off nos pregunta si sabemos por qué esta leche enriquecida con calcio es súper ideal para todos los integrantes de la familia. En vez de deshacerse en explicaciones, prefieren hacernos una demostración visual por lo que, a continuación, vemos al nieto y a la abuela parados frente a los escalones de entrada a la casa. Intercambian una última mirada, asienten con la cabeza al mismo tiempo y, a continuación, bajan las escaleras dando saltitos con los pies juntos, como si fuesen canguros. Como gracia y muestra de complicidad intergeneracional estaría bien. El tema es que continúan calle abajo con sus saltitos de marsupial, pasando junto a una mujer que lleva en sus manos una montaña de cajas, y a la que casi tiran al suelo en clara actitud gamberra.

Desplazándose a saltos, pasan frente al frutero que sonríe y junto a las señoras de la peluquería que los saludan con la mano. Hacen una breve parada en la cancha de baloncesto, donde el niño, sin parar de dar saltitos, encesta de espaldas mientras su abuela lo observa orgullosa.

Finalmente, el niño sube las escaleras de entrada al colegio (sí, habéis adivinado, dando saltos) mientras su abuela lo despide desde abajo. La abuela se ha quedado quieta, finalmente, para alivio del espectador pero esto sólo le dura mientras se despide de su nieto porque, al darse la vuelta para continuar con sus quehaceres matutinos, que vete a saber cuáles serán, da un último saltito chocando los talones en el aire porque encima parece que se quiere chulear.

La última imagen son las cajas de leche dando saltitos sobre la encimera de la cocina. Y ya si hasta los seres inanimados dan saltitos, miedo me da preguntar qué lleva esa leche aparte de calcio.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLVII: Aprovechando la coyuntura


¿He traído alguna vez un anuncio de agua? La cosa no me suena, sinceramente, pero siempre hay una primera vez para todo.

Se trata de una marca de agua mineral muy conocida. Una cantante también muy conocida comienza a cantar una versión del “A quién le importa” de Alaska que todos hemos cantado en alguna noche de fiesta, totalmente convencidos de que el resto de la humanidad está preocupadísimo por lo que hacemos o dejamos de hacer en la vida, cuando en realidad probablemente a todos se la traiga con viento fresco.

Las imágenes, mientras suena la cancioncita de marras, nos muestran a mujeres en diferentes situaciones: montando en moto, andando por la calle, una embarazada bailando, una chica boxeando, otras rapeando (supongo, por la vestimenta, aunque tal vez me esté dejando llevar por los prejuicios), otra encabezando una manifestación, una niña montando en bicicleta, una chica jugando a los bolos en silla de ruedas, niñas recibiendo medallas de natación, otra que se rapa la cabeza, una que baila en el supermercado (confieso que me siento identificada; más de una vez el hilo musical me ha hecho marcarme un baile en mitad del pasillo de congelados, para deleite, o sorna, de los encargados de vigilar las cámaras), un equipo de fútbol americano femenino, otras dos que se hacen arrumacos, una señora mayor que baila en la calle, una joven que también baila en la calle… y ahí se ve que se quedaron sin presupuesto para más actrices y vuelven a mostrar más o menos a las mismas, aunque también nos enseñan a una madre dándole el pecho a su bebé en un sitio público y a otra que está sentada mientras un hombre pinta un mural.

Y sí, ese es el único hombre que sale en todo el anuncio. Se ve que beber agua es algo que hacen exclusivamente las mujeres. Los hombres pueden hidratarse a base de cerveza mientras ven el fútbol en la tele con sus amigotes, supongo. Lo malo es que el tema del empoderamiento femenino después les falla con el uso del lenguaje. Dicen que debemos liberarnos del qué dirán para ser nosotros mismos. No dicen “nosotros y nosotras” ni “mismos y mismas”. Ni siquiera usan un “nosotres”, que tan de moda está ahora, con la clara intención de que todos los correctores de texto del mundo colapsen y Garcilaso se revuelva en su tumba. Han fallado estrepitosamente ahí.

Y ya rematan diciendo que es un agua 100% libre de impurezas. ¿100% libre de impurezas? ¿Es agua destilada o qué? Cada vez que en un anuncio se afirma algo así, muere un Ingeniero Químico.

Es todo muy confuso. No entiendo qué tiene que ver la liberación femenina con el agua porque, hasta donde sé, hasta las mujeres oprimidas beben agua. Creo que esto es lo que comúnmente se conoce como “aprovechar la coyuntura”. Tomo un tema que esté de actualidad y lo meto con calzador aunque no venga ni a cuento.

Lo que hay que ver.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLVI: Los alimentos acosadores


Recuerdo que, en mis épocas de estudiante, un profesor nos contó que el nacimiento de la figura del superhéroe coincidió aproximadamente con el nacimiento de la burocracia. La idea de poder tomarte la justicia por tu mano sin tener que pasar por interminables trámites previos resultaba de lo más atrayente a la audiencia.

Pero, al parecer, ya nos han metido tantos superhéroes para solucionar nuestros problemas más importantes (como robos, asesinatos, accidentes y demás) que han decidido buscarles tareas más mundanas. De hecho, a día de hoy, según la publicidad, cualquier objeto inanimado puede convertirse en superhéroe. Ya tuvimos un ejemplo hace algunas semanas con un quesito (creo recordar que hemos tenido algún otro pero llevamos ya más de doscientos anuncios, así que no pretenderéis que tenga memoria a tan largo plazo) y hoy vamos con un gel para las llagas de la boca.

Vamos por partes. El anuncio está hecho en base a animación (por suerte, porque ya ver a un ser humano disfrazado de gel para las llagas me  parece demasiada humillación para el pobre actor que debe ganarse el pan). Lo primero que vemos es a una chica sentada a la mesa del desayuno, tocándose un moflete con cara de sufrimiento  y pensando “Tengo una llaga”. Acto seguido, los alimentos y objetos de la mesa cobran vida y vemos cómo una cafetera, una naranja, un limón y una tostada, se levantan y, caminando hacia ella, corean todos “Tiene una llaga, tiene una llaga, tiene una llaga…”, con ese soniquete de niño repelente que todos hemos oído alguna vez (o hemos hecho, si se da el caso de que fuimos niños repelentes). Hay que decir que la cafetera es una torpe porque, en su avance por la mesa, tira una taza que, por suerte, estaba vacía.

Pues bien, como la muchacha necesita una capa protectora sobre su llaga, una mano sin cuerpo deposita una caja de este producto sobre la mesa. Me encantan esas manos en publicidad, que aparecen de la nada trayendo una solución; en mi casa nunca pasan estas cosas. Un momento, que pruebo…

Necesito un bolso caro.

..................

..................

Nada. ¿Lo veis?

Me he dispersado. Sigo. La caja da vueltas sobre sí misma y se convierte en un superhéroe de capa morada (y protectora, columbro). Demuestra su acción sobre sí mismo, creando una cúpula invisible sobre su cabeza, de manera que los alimentos no puedan hacerle bullying. Porque sí, será muy superhéroe pero tiene el tamaño de la cajita de gel. Vamos, que lo puedes aplastar con un pie por mucha capa protectora que tenga.

Pues eso, que el gel promete proteger nuestra llaga de los ataques alimentarios al tiempo que nos da un chute de ácido hialurónico que hará que cicatrice mejor y más rápido. No sé si os habéis fijado pero, hace unos años, nadie hablaba del ácido hialurónico y ahora no hay producto que se precie que no lo incluya. Vale para todo.

El ácido hialurónico es la nueva agua de Lourdes.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLV: No pasarán (Partes 2 y 3)


Como se ve que os va la marcha y casi todos me dijisteis que queríais continuar con la trilogía de los mosquitos, vamos hoy con el segundo y el tercero.

En el segundo anuncio, también vemos a alguien contemplando a una nube de mosquitos tras la ventana. En esta ocasión, es un niño quien los observa, con ambas manos apoyadas en el cristal y una cara de haber  perdido la fe en la humanidad que dan ganas de decirle que no todo está perdido. A este niño le veo posibilidades para protagonizar la próxima película que se perfile como ganadora absoluta de los Goya.

A lo que iba: la siguiente escena nos sitúa en el interior de la casa. Antes de pasar al diálogo tengo que hacer especial mención a la decoración porque pocas cosas he visto más eclécticas que esta. En ese salón conviven sin complejos un dragón negro, una copa gótica que haría las delicias de Drácula a la hora de tomarse un bloody mary en sentido literal, un conejito de plástico, cochecitos, un pez solitario en una pecera redonda y unos banderines en el techo (que desconozco si se han quedado ahí de algún festejo reciente o si el festejo pasó hace mucho y los banderines se quedaron ahí por pura dejadez). Ahora sí, vayamos al diálogo. La madre les dice a sus tres retoños (se ve que en esta familia todo funciona mediante plenarios) que tienen derecho a jugar sin miedo, como si fuese a soltar un discurso sobre la injusticia que supone que existan niños en situación de guerra pero no, la cosa se banaliza demasiado cuando suelta “recuperemos nuestra piscina”.

La madre decreta que hay que pasar a la acción y hacer frente a los mosquitos. Acto seguido, todos se colocan unas pulseritas (que por los comentarios del post anterior creo que quedó claro que no le funcionan a nadie) y salen todos corriendo al jardín. Uno de ellos ya con las gafas de buceo puestas (no sé yo qué tal se verá con eso para correr) mientras la niña se ha atado al cuello una toalla roja, a modo de capa de superhéroe, porque la hazaña que están realizando al combatir los mosquitos no merece menos.

El tercero es muy cortito pero no por ello menos jugoso. Si eres un despistado o un pasota que ha hecho caso omiso a eso de estar utilizando métodos preventivos contra las picaduras, tampoco pasa nada. Un hombre sentado en una silla en la piscina, ataviado con camisa hawaiana, recibe gustoso el stick que una mano cuyo dueño desconocemos le ofrece. Se lo pasa por su reciente picadura en el brazo y ya puede repantigarse a gusto en la silla, con los brazos detrás de la cabeza y un cóctel sobre la mesita, justo al lado del stick.

Espero que no los confunda porque el cóctel tiene pinta de dulce y no vaya a ser que no sólo atraiga a los mosquitos sino también a las abejas.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLIV: No pasarán (Parte 1)


Madre mía, que me acabo de dar cuenta de que estamos en pleno verano y todavía no os había traído ni un solo anuncio de productos para evitar las picaduras de mosquitos. ¿Cómo es esto posible? Si es que ya no sé ni dónde tengo la cabeza…

Pues eso, que si no os he traído ninguno no ha sido por ausencia de los mismos sino por absoluto despiste por mi parte pero no sufráis que procedo hoy, sin más dilación, a enmendar mi terrible error.

Es una saga de tres anuncios (que yo haya visto), donde la premisa general es armarse como los GEO´s cuando van a desarticular una célula terrorista para evitar que nos ataquen los zancudos.

En el primero de ellos, un hombre mira por la ventana hacia el jardín con cara de estar presenciando un paisaje postapocalíptico. El asunto es que entre los matojos revolotean millones de mosquitos y el hombre sufre ante la perspectiva de no poder disfrutar de su jardín, que sus buenos euros le habrá costado.

Pero, como decían los romanos “Non preocuparum, largum vivirum (est)”, para todo hay solución en esta vida. Convocan una asamblea familiar (porque el asunto a tratar no merece menos) y, una de sus integrantes (que debe ser la “portavoza”), dictamina que no pueden seguir sufriendo. Una de las asistentes a la asamblea, ante estas palabras tan demagógicas, se muerde el labio inferior y niega con la cabeza con una cara de angustia que da hasta ganas de darle un abracito.

A continuación, esta nueva Pasionaria coge a su marido (el hombre aterrado de antes) por la nuca y le dice mirándolo fijamente a los ojos “Recuperemos nuestro jardín”. Ahí ya viene la parte en que arenga a las masas y, diciendo que hay que pasar a la acción, conmina a todos a echarse spray antimosquitos por cuanta parte del cuerpo tengan visible. Grita que hay que hacer frente a esos mosquitos de ahí fuera y salen todos corriendo, con ella a la cabeza, que lleva un spray delante de sí como si fuera un lanzallamas. Se ve que ella  no entendió que el spray es para rociárselo a sí mismo, no para atacar a los bichos directamente; ya me la veo durante toda la barbacoa intentando atinar con el spray a cuanto bicho volador se le acerque. Se ve que como agitadora de masas es muy buena pero como entendedora de prospectos deja bastante que desear. Aunque, bien visto, peores son los otros, que van armados con una ensaladera, una espátula y un bote de kétchup.

No further comments.

Pensaba contaros la trilogía completa pero esto me va a quedar más largo que un día sin pan así que, en base a la acogida que tenga esta primera entrega, ya veo si la semana que viene os traigo el segundo y el tercero (el tercero es muy cortito, así que ese sí que lo puedo ensamblar junto con el otro).

Ya me vais diciendo si os apetece más.

miércoles, 25 de julio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLIII: Los superquesos


Vamos hoy con un anuncio de quesitos. No de quesitos cortados en triángulo, que ya aparecieron alguna vez por aquí, sino de estos quesos de bola chiquititos tan famosos y que, hasta donde yo recuerdo, nunca han sido protagonistas de esta sección.

Supongo que la idea global de la campaña es conseguir que los niños vean comer queso como algo divertido. Siempre me ha llamado la atención eso de la “diversión” en la comida; la comida es comida y ya, no sé si tiene que considerarse divertida para deglutirla. ¿El entretenimiento está por encima del sabor? ¿Si enseñamos a un plato de lentejas a protagonizar un espectáculo de variedades, los niños se las comerán sin rechistar? A mí hasta me daría pena comerme algo que me ha proporcionado un buen show. Bueno, que me disperso, como es mi costumbre. A lo que iba.

Hace un par de años ya empezaron con esta idea y mostraban un quesito que se transformaba en superhéroe utilizando la cera protectora que lo recubre a modo de capa. Más tarde veíamos a un niño jugando con el quesito, fingiendo que el producto lácteo volaba por los aires al grito de “Soy Superquesoooo”. Dejé pasar el anuncio en su momento porque, aparte de comentar que en estos tiempos de móviles, tablets y consolas portátiles, me extrañaría mucho que un niño encontrase mucha diversión en hacer volar a un queso pero poco más podía añadir, por lo que la cosa me iba a quedar bastante escasa. A la vista está, dado que os he contado ese anuncio en medio párrafo.

Pero este año han vuelto a la carga con los quesos con superpoderes y, retomando aquella idea, han ido un paso más allá y vemos a una madre rebuscando en el mueble de la cocina. Unos quesos espían mediante una cámara desde su cuartel general (no puedo creer siquiera que acabe de escribir esta frase). Se percatan de que la madre no tiene ni idea de qué ponerles de merienda a sus infantes, por lo que los quesos salen volando (literalmente, con el envoltorio convertido en capa) y aterrizan sobre la mesa de la cocina, donde la madre los encuentra y decide que es algo ideal que meter en la mochila de sus hijos. O sea, tú te encuentras comida por arte de magia en la mesa y, sin ningún tipo de duda, se la pones de merienda a tus vástagos, sin dudar ni por un momento que algo surgido de la nada va a ser bueno para ellos.

El quesito va a parar a una bolsita donde vemos, además, una manzana, una botella de agua y un muñequito. Me preguntó quién metería juguetes entre la comida pero no soy madre así que, qué sabré yo.

Los quesos terminan locos de alegría al ver cumplida su misión y vemos a uno de los niños zampándose el quesito en la cocina.

Pues luego para la merienda sólo tendrá agua y una manzana. Que no se ande quejando después.

miércoles, 18 de julio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLII: ¿Pesadillesco o ni tanto?


No sé si éste me resulta taaaaan pesadillesco porque el tipo de producto se presta a hacer el chorra, con lo cual lo disculpo pero, como sé de gente a la que los anuncios de esta marca le producen urticaria, pues yo lo traigo y así juzgáis vosotros mismos.

Se trata de un refresco en su versión “cero”; es decir, sin azúcar y, para mi gusto, sin gracia ninguna.

Por tanto, nos van a cantar una cancioncilla destacando las bondades de poder pasárselo bien con “cero”. Lo primero es un chico que pone una canción en una juke-box en un restaurante cincuentero americano. La camarera canta fingiendo que su mano es un micrófono mientras un compañero toca una guitarra invisible. A pesar de todo, dice que su swag llega hasta Japón. Para demostrarlo, nos enseñas a dos japonesas y un japonés vestidos con ropa estridente. Él lleva una visera sin parte de arriba y ellas como unas orejitas de gato. La imagen no es nada estereotípica, como podéis comprobar. Los tres levantan al aire sus mecheros invisibles.

Vemos a unos chicos con pinta de “malotes” (lo pongo entre comillas porque un malote de verdad podría con estos tres en un abrir y cerrar de ojos), que fingen lanzar billetes por el aire. Aclaran que ningún billete es real y un chico despeinado y con gafas (nuevamente no se han dejado llevar por los prejuicios) dice que, entonces, eso es como las criptomonedas. A continuación, mueven las manitos hacia los lados diciendo que, sin volante, pueden vacilar lo mismo. No, chavales, no. Con el gestito ese del volante invisible y los billetes “virtuales” lo único que conseguís es dar pena y algo de vergüenza ajena pero vosotros veréis lo que hacéis.

Muestran una caravana donde repiten la fórmula de micrófono “de mano” pero le suman un solo de batería en el aire.

Esa escena ahí queda y, de repente, nos vemos en las fiestas de un pueblo, donde una chica hace el consabido pasito de intentar atraer un chico hacia sí con una caña de pescar imaginaria. Hace mucho que no salgo pero eso se hacía en tiempos de mi juventud, por lo que imagino que ese gesto habrá quedado en el baúl de los recuerdos de Karina y los millenials no tendrán ni idea de qué narices es eso. Por aquí se prodiga poca gente tan joven pero, si hay alguno en la sala, que se manifieste y comente si saben de qué va el rollo de la caña.

Un chico hace como que baja una escalera tras un mostrador. Vaaaaaale, confieso que esa tontería la he hecho yo alguna vez. Soy de un original que asusto.

Y ya, por último, pasamos al mundo de los deportes donde unos se juegan el saque a piedra, papel o tijera; sale una que pretende ser la que se apoyaba en una caja invisible y unos futbolistas con arcos imaginarios.

La escena final es un brindis donde fingen que sujetan vasos.

Y ya.

miércoles, 11 de julio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLI: ¿Nos están llamando loros?


Los tiempos cambian. Ya van quedando atrás los años de destripar anuncios de detergente. Hoy le toca al asistente virtual de una compañía de Telecomunicaciones. El futuro ya está aquí, y yo con estos pelos.

He visto la versión larga porque la corta  me pareció tan surrealista que supuse que la larga me iba a aclarar algo acerca de la historia… ilusa.

La cámara se interna en lo más profundo de la selva, donde nos encontramos con un loro (o papagayo, o lo que sea; se me da fatal reconocer aves… lamento mis escasos conocimientos de ornitología).

Sin tener un motivo especial, el loro emprende el vuelo, seguido de otro montón de pajarracos selváticos de diferentes especies. Atraviesan glaciares, tormentas marinas, y llegan en bandada a una ciudad donde una niña con trenzas, de la mano de su madre, los ve pasar con cara de asombro. La ciudad tiene pinta de ser New York pero, teniendo en cuenta que la compañía es española, no sé por qué motivo tendrían interés las aves en llegar a New York. Si hay alguna ciudad española que se parezca en algo a New York, suplico me lo hagáis saber.

Toda la pandilla se mete por la ventana de un apartamento. El loro dice “Hola” y una voz salida de una tablet le responde “Hola” y a continuación se presenta con su nombre de pila. El loro le pregunta a la asistente qué le recomienda y, tirando de tópicos, la asistente le pone en la tele una famosa película de dibujitos donde los protagonistas son pájaros amazónicos.

Una cacatúa dice “Uauuuu”, al encontrarse de frente con una lechuza de peluche (no sé si porque le gusta, le asombra, le da miedo o qué… habrán supuesto que esto era un golpe de humor sin precedentes). Otros dos loros enloquecen a la asistente pidiéndole alternativamente que ponga coches y motos en la tele.

Vemos nuevamente  a la cacatúa pidiendo a la asistente que ponga una película romántica y entendemos el “Uauuuu” de antes. Ha sacado a la lechuza de peluche en una primera cita y le pasa el ala sobre los ¿hombros? Las aves no tienen hombros, no sé cómo se diría pero ya me entendéis.

Finalmente, le piden una fiesta a la asistente, quien pone música y todas las aves empiezan a correrse la juerga padre hasta que irrumpe la dueña de casa con las bolsas de la compra en las manos. Bolsas de papel, de las que dan en Estados Unidos; no de las de asa que dan aquí y por ese motivo se le caen, tras el shock sufrido, rompiéndose las botellas en el proceso. Eso con bolsas de asa o con el típico carrito de la compra, no hubiese sucedido. Las botellas hubiesen quedado intactas aun tras la impresión de ver su salón invadido de aves tropicales, bebiéndose sus refrescos, comiendo su fruta y balanceándose en sus lámparas.

No quiero saber en qué situación comprometida podría estar la cacatúa. De verdad, no quiero saberlo. 

miércoles, 4 de julio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCL: No soy tan moderna


Venga, hoy toca uno de coches, que sabemos que los anuncios de la industria automovilística nunca defraudan.

Vaya por delante que creo que en este anuncio han utilizado cosas demasiado Millenial, como virales de Internet o situaciones que se ven en videojuegos de moda y, como una es más bien “Generación EGB”, creo que me he perdido un poco (o un mucho). A lo mejor el anuncio no es tan pesadillesco como pienso y lo único que me pasa es que estoy fuera de onda. Sabréis disculpar los más jovenzuelos, que lo mismo pensáis que ya estoy más para comentar películas de “Cine de Barrio” que anuncios de la tele.

Al lío. La cosa empieza con una señora mayor (sí, más mayor que yo), haciendo girar una botella en el aire y logrando que caiga de pie. La voz en off comenta algo de una abuela haciendo un bottle flip terminado en “¿¿??”. No he sido capaz de entender lo que dice al final. ¿No os digo que estoy mayor? La palabra que dice al final creo que hace referencia a un gesto que hace la abuelilla, consistente en colocar el brazo izquierdo extendido de forma transversal al cuerpo y el brazo derecho doblado, con la mano apoyada sobre el brazo izquierdo. Desconozco el propósito ni el origen de ese gesto. Tal vez podría averiguar algo si entendiese qué leches dicen. Bueno, el caso es que, según dicen, esa abuela viene a representar que está en la edad del “insértese modelo de coche aquí”.

Nos dan más ejemplos: Una familia entera “mamá, papá, chico y chica”, haciéndose un selfie con orejitas y hociquitos animales (virtuales, por supuesto, no es cuestión de usar implementos palpables; eso no mola en el siglo XXI).

Después sale uno corriendo en bañador hacia una piscina. Parece que se va a tirar de bomba, salpicando agua por doquier… pero no. Mete el dedo gordo del pie, le parece que el agua está demasiado fría y se arrepiente, quedándose en el borde de la piscina con cara de circunstancias. Me solidarizo con este chico. Primero porque nunca me tiro de bomba y segundo porque odio el agua fría. Mis respetos.

Luego vemos a un grupo de gente disfrazada jugando un juego de rol de mesa. Esto ya no es tan Millenial, por más que nos lo quieran vender así. Las nuevas generaciones han heredado estos juegos, que ya disfrutábamos los de la Generación X, que no se piensen que han descubierto la pólvora con esto.

Y, ya por último, nos muestran a uno jugando al ping-pong con dos paletas, gafas de sol y bailando acompañado de una bola de espejos mientras devuelve pelotas a lo loco.

Todo esto viene a… no sé a qué viene, la verdad. Se supone que si haces estas cosas estás en la edad de ese modelo de coche y no te quedan más narices que comprarlo.

Pues va a ser que al final me quedo sin él. No soy lo suficientemente moderna.

miércoles, 27 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLIX: El fantasma traidor


Ya había traído en una oportunidad un anuncio de una casa de apuestas. No recuerdo si era la misma porque a la abuelita ludópata no la he vuelto a ver (por suerte, porque la cosa tenía tela marinera) pero, con esto del Mundial de fútbol, las casas de apuestas están haciendo su agosto, aunque estemos en junio, y por tanto no paran de anunciar todas las posibles combinaciones de acontecimientos estrambóticos por los que se puede apostar. Me apuesto lo que sea, valga la redundancia, a que se puede apostar cuál será el próximo peinado de Neymar.

Pues bien, este es muy cortito pero digo yo que se lo podían haber currado un poco más. Vemos a un montón de aficionados sentados a la barra de un bar, con sus bufandas de la Roja, gritando desaforados ante una jugada de  peligro. A juzgar por la reacción de los asistentes, o bien el equipo contrario ha marcado gol o bien el equipo de sus amores ha fallado una posibilidad de gol. Todos ponen cara de fastidio y hacen el típico sonido de “Ohhhhh” que todos (o casi todos) hemos hecho  durante un partido.

Salvo uno.

El “uno” en cuestión, se desliza tumbado de lado sobre la barra, apoyando la cabeza en un brazo y con el móvil en la mano que no sujeta su cabeza canturreando “Gané, gané, gané…” (la letra de la canción sólo consiste en ese palabra; no creo que el protagonista del anuncio haya tenido que invertir demasiado tiempo en aprenderla… o sí, quizás la hicieron así de simple porque ya veían que no iban a obtener buenos resultados con algo más complejo) con la musiquilla de “Power of Love” de Huey Lewis and the News, cuya letra no tiene nada que ver con el fútbol en concreto ni con el deporte en general pero habrá sido la primera que les ocurrió o alguna para la que no tenían que pagar derechos de autor.

Un letrero sobreimpreso en la pantalla nos informa que lo mejor de ganar es contarlo. O sea, que no sólo eres un traidor que apuesta contra su propio equipo sino que, encima, te recochineas delante de la afición porque te has llevado unos eurillos a cambio de tu deslealtad.

Le desearía que se piñe al llegar al otro extremo de la barra y no haya nadie para sujetarlo pero creo que no me va a hacer ni falta porque, a juzgar por las caras de los concurrentes en el bar, tiene pinta de que no le va a quedar un solo hueso sano al acabar la jornada. Oye, apuesta lo que te dé la gana pero no te mofes delante de los sufridos espectadores del partido, que son unos soñadores que aún piensan que su mayor recompensa es ver los colores de su equipo alzarse con la Copa tras ganar la final.

No es que esté a favor de la violencia en los deportes pero es que tampoco estoy a favor de los fantasmones.

miércoles, 20 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLVIII: La vida sana le va a costar cara


Ya los había traído alguna que otra vez pero es que no dejan de sorprenderme , así que lo publico fielmente.

Este anuncio tiene un solo escenario y un solo protagonista, por lo que no voy a liaros intentando explicar los cambios de secuencia como me sucede a veces.

Comenzaré describiendo el escenario. Es un salón en semi-penumbra que no está especialmente desordenado pero que, por obra de la escasa iluminación y porque los muebles son del año de la polka, tenemos la sensación de que el sitio en cuestión hasta debe de oler mal.

En cuanto al protagonista, es un señor más o menos de mi quinta (o algo mayor que yo, porque yo soy una jovenzuela), que está sentado en el sofá viendo la tele mientras se llena la boca de patatas fritas. Me recuerda a mí un domingo por la tarde cualquiera con la salvedad de que yo no bajo la vista para contemplar mi barriga con cara de asco. No porque no  tenga barriga sino porque yo no me siento en el sofá; soy más bien de tumbarme cuan larga soy, por lo que no me hace falta bajar la vista para mirarme la barriga.

Lo dicho, el señor se mira la barriga, que no es lo mismo que mirarse el ombligo, y una voz en off anuncia que hoy es el día en que vas a dejar atrás la vida sedentaria. El hombre, con el pecho lleno de migas de patata (desconozco por qué hay gente que se llena de migas cuando come patatas fritas), desvía la vista de su barriga a unos plátanos de Canarias que tiene en una mesita junto al televisor. ¿Alguien tiene fruta junto a la tele? No conozco absolutamente a nadie que tenga esa costumbre.

Por alguna extraña razón, de repente al protagonista empieza a salirle humo de la nariz y las orejas, como si se hubiese convertido en dragón. La cara se le pone roja mientras sigue echando humo y la voz en off le dice que ha llegado el momento de levantarse del sofá y dirigirse a un lugar donde comerá más sano. Sus pies, de repente, pierden contacto con el suelo y, durante la levitación, las llaves de su bolsillo caen entre los cojines del sofá. Vemos cómo se pone completamente de pie gracias al empuje que le dan los chorros de humo expelidos por su nariz. A continuación coge un plátano de la mesita antedicha y sale de su casa, supongo que a comerse el plátano y a hacer un poco de footing con la ropa llena de migas de patata.

Yo en su lugar me hubiese adecentado un poco antes. Más que nada para que el cerrajero me viese presentable cuando lo tuviera que llamar a la vuelta, debido a que las llaves, como he dicho, se han quedado entre los cojines del sofá.

Por cierto, lo que se anuncia son los plátanos. Porque si no lo digo, no hay quien llegue a esa conclusión.

miércoles, 13 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLVII: La trilogía de la limpieza (parte 3)


Pues vamos hoy con el tercer anuncio de los que conforman esta trilogía. Para mí es el más surrealista de todos, aunque cada uno juzgará una vez que cuente con todos los elementos. Yo os los traigo todos (o todos los que encontré) y cada cual que saque sus propias conclusiones.

Lo que vemos es a un señor que se sube a una estructura metálica de la que desconocemos su propósito. El hombre se arrastra por la parte superior de la estructura, sujetando con la boca algo que, de momento, no alcanzamos a ver muy bien qué es (de hecho, una vez que se pone de pie sobre la estructura, yo pensaba que era un boomerang, pero es que yo hago asociaciones muy extrañas, así que no me hagáis mucho caso).

El plano se abre y vemos a nuestro protagonista saltando acrobáticamente al suelo. Es en este momento cuando sabemos que la famosa estructura metálica sobre la que él reptaba como una lagartija al sol, no era otra cosa que un remolque que, a su vez está enganchado a un coche. Comprendemos también que el extraño objeto que portaba en sus fauces era la boquilla de una aspiradora, con la que se dispone a limpiar el vehículo.

El buen hombre aspira con fruición desde el maletero hasta los asientos, aspirando incluso manchas húmedas cuya procedencia me niego a intentar adivinar. Cuando culmina su tarea, sopla la boquilla de la aspiradora como si la máquina fuese una Mágnum y acabase de abatir a todo un ejército enemigo, posando finalmente frente al coche con las piernas semiabiertas porque esa es la posición de cualquier machote de pro.

Supongo que ya os habréis dado cuenta de por qué éste me parece el más surrealista pero, por si acaso no ha quedado claro únicamente con el análisis, yo os lo explico: Puedo llegar a entender (medianamente) que la gente se cuelgue del techo para limpiar cristales porque de alguna manera hay que llegar a las partes altas (digo “medianamente” porque, desde que existen las escaleras, la vida es mucho más fácil), aunque luego se dediquen a pisotear lo que acaban de limpiar. De alguna manera hay que meter la alusión a Misión Imposible. Pero ya que una persona repte por un remolque para llegar al coche que lo sujeta escapa completamente a mi comprensión. El coche no está bloqueado con nada. Está aparcado enfrente de la casa y nuestro protagonista tiene muchísimo espacio para llegar al vehículo caminando tranquilamente. Es decir, no hay ninguna razón que justifique que este hombre tenga que trepar por la caravana y dar saltos como una vulgar cabra montesa.

Vamos, que si los anteriores me  parecieron traídos de los pelos, este ya se lleva la palma pero, repito, tal vez en los comentarios me sorprendáis y me digáis que os pareció peor alguno de los anteriores, porque con los gustos y las opiniones de la gente nunca se sabe.

Y si hablamos de lectores de este blog, todavía menos.

miércoles, 6 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLVI: La trilogía de la limpieza (partes 1 y 2)


Ya una vez recuperados de la resaca de la entrega de los PAPA, toca poner el contador a cero y comenzar nuevamente a acumular candidatos para el premio 2019 (esto es un no parar).

Vamos hoy con una trilogía (a lo mejor son más, pero yo he encontrado tres). Se trata de una marca de electrodomésticos que, creo recordar, ya fue protagonista alguna vez en esta sección pero, como continúan haciendo méritos para figurar, no seré yo quien les niegue el privilegio.

La trilogía está basada en Misión Imposible (supongo que porque habrán financiado la película, cosa que está muy de moda últimamente).

En el primero que he visto, un hombre se descuelga por el frontal de un edificio con ventanales, ayudado de un arnés, mientras suena la consabida musiquilla. En su mano lleva un hidrolimpiador (vamos, un cacharro que escupe agua a presión, no tiene más misterio). Va moviéndose por toda la fachada mientras suelta agua a lo loco en las ventanas y en la parte que no tiene ventanas (desconozco si es hormigón, ladrillo o qué, que una no es arquitecta ni constructora ni nada). Lo curioso de todo esto es que, para avanzar por las cristaleras según va limpiando, va apoyando los pies en las ventanas. O sea, que no sé para qué limpia tanto si al final va a ir dejando huellas de zapatillas por toda la fachada. Y a ver cómo explicas a los invitados que tus cristales tienen huellas de pies. Yo prefiero que se vean los churretones de la lluvia (esa que no nos abandona últimamente) porque al menos tiene una explicación fácil: eres una dejada que no limpia nunca los cristales.

En el segundo, lo primero que vemos es a una señora que cuelga del techo cabeza abajo, como si fuese un murciélago. Poco después vemos que va sujeta por la espalda con unos cables que se descuelgan hasta que casi se da de morros contra el suelo. Desconozco por qué se descuelga cabeza abajo si tiene los cables en la espalda; supongo que será una licencia creativa. Luego ya vemos que lleva en la mano una limpiadora de cristales no tan “bestia” como la del anuncio anterior. Esta consiste en una esponjita para enjabonar y una parte de goma que, al mismo tiempo, aspira el exceso de agua. No entiendo el motivo por el que tiene que estar suspendida del techo para limpiar los cristales pero, si sólo viéramos a una señora limpiando los cristales, no habría forma de relacionarla con Misión Imposible, así que había que meter una referencia a la película, aunque fuera con calzador. En un momento dado, se le escapa una lagrimilla (no sé si por el esfuerzo o de la emoción de ver los cristales tan limpios) y la aspira antes de que toque el suelo, no vaya a ser que luego sus lágrima corrosivas dejen marca en el parqué.

El tercero es tremendamente surrealista, por lo que quiero dedicarle atención exclusiva la semana que viene.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Los PAPA 2018: Desvelamos al ganador (o no)


Bueeeenas, bueeeeenas. Pues, como lo prometido es deuda, venimos hoy a desvelar al ganador de esta edición 2018 del Premio al Anuncio más Pesadillesco del Año.

Como ya comenté la semana pasada (y, por lo que veo releyendo, también el año pasado, la cosa en cuanto a votos está flojita. ¿Es que ya no me queréis? Me duele el corazoncito sólo de pensar que estéis votando en otros blogs y no en el mío, ¡infieles!, así que prefiero pensar que es sólo vagancia y no cuernos virtuales.

Bueno, a lo que iba. Hoy toca hacer recuento de votos y la cosa ha estado fácil porque sólo diez personitas habéis votado por el ganador, que pasamos a anunciar ipso facto.

And the winner is…



De app de restaurantes: Cliqui cliqui

De comida rápida: El pollo como nuevo fetiche

No,  no me he equivocado al copiar y pegar. Cada uno de ellos ha obtenido cinco votos, así que esta edición debe dejarse en tablas y anunciar dos ganadores (o dos que no han llegado a ganar, en realidad, eso depende de vuestra actitud filosófica ante la vida).

Procedo a colgar el premio en ambos y ya veremos si el año que viene repetimos entrega de premios, que me da que estáis un poco cansados (lo someteré a votación, no obstante, porque me gusta que os pronunciéis).

A ser felices y comer perdices… o pollo a domicilio.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Los PAPA 2018: Segunda Fase


A las buenas noches. Como os prometí la semana pasada, hoy vengo a traeros los finalistas que optan al Premio al Anuncio más Pesadillesco del Año, edición 2018.

Debo decir que este año habéis estado de lo más vaguetes.  He recibido un total de siete votos, lo cual dista mucho de la participación masiva (bueno, tampoco masiva, para qué nos vamos a engañar) de hace años. No sé si es que ya estáis cansados de tanto PAPA (que si lo estáis lo podéis decir con total libertad y hacemos de ésta la última entrega) o si es parte de la desidia general que noto en los blogs últimamente. Ya ni de lejos tengo tantas entradas diarias para leer como tenía antes. Hasta yo me cojo más vacaciones de lo que solía hacer. O nos estamos volviendo viejos o nos estamos volviendo unos dejados, una de dos.

Bueno, a lo que iba. De los siete votos hay dos anuncios que han empatado con un total de dos votos cada uno y, pese a que lo suyo en una final es que haya tres finalistas. Pues lo vamos a dejar en dos y que se maten entre ellos.

Y los finalistas son…

De app de restaurantes: Cliqui cliqui

De comida rápida: El pollo como nuevo fetiche

En vuestras manos está que desvelemos cuál de los dos se alzará con la victoria. Podéis votar en esta misma entrada desde ya mismito hasta el próximo martes 29 de mayo a las 23:59 (hora española peninsular).

No seáis vagos, que la pereza es la madre de todos los vicios (y de todos los Pérez).

miércoles, 16 de mayo de 2018

Los PAPA 2018: Primera Fase


Ahhhhh, que os pensabais que este año me había olvidado de traeros el evento del año. ¿Qué Eurovisión ni Eurovisión? Aquí lo que mola es el Premio al Anuncio más Pesadillesco del Año, cariñosamente conocido como PAPA.

Para quienes no hayáis participado nunca, os cuento muy brevemente las reglas: La elección de nuestro anuncio insignia de este año se realiza en dos etapas. La primera etapa, que es la que hoy da comienzo y que durará hasta el martes 22 de mayo a las 23:59 (hora española), consiste en votar con un comentario en este post cuál es el anuncio que más horror os ha causado en el último año. De ahí sacaré los tres o cuatro más votados, si es que hay empate, y esos serán los que pasarán a la segunda fase, donde tendréis otra semana para votar entre los finalistas y de ahí, por fin, saldrá el gran triunfador. De todas formas, ya explicaré la segunda fase con más detalle llegado el momento.

Este año no va a haber premio internacional porque confieso que he estado muy vaga con los anuncios que traspasan las fronteras españolas (vaya, que sólo he publicado dos y se pierde bastante la emoción) y porque el año pasado os hicisteis un poco de lío con el voto a los internacionales, así que nos quedamos sólo con los nacionales.

Sólo me queda aclarar que si hay bilogías o trilogías se votan en conjunto porque si no es un guirigay y pediros por favor que seáis claros con el voto. Me vuelvo loca a veces con comentarios del tipo “es que me gusta este pero también me gusta mucho el otro” porque no sé a cuál zamparle el voto, así que explicádmelo como para tontos, porfaplís.

Y ya sin más dilación, conozcamos la lista de los anuncios que optan al PAPA 2018:


De app financiera (bilogía): Los pavos macarras (I)  y Los pavos macarras (II) 

De compañía de suministro energético: La sangre no es agua 

De coches: Topicazos 


De suavizante para la ropa: ¿Cómo osa ese oso?

De after-shave: Muy machotes peeeero… 

De champú infantil: Corto pero inquietante 

De desengrasante: Rigor científico 

De comida rápida: El pollo como nuevo fetiche 

De vaqueros: Me han hecho los deberes 

De complemento energético: Qué engañados nos tenía 


De tienda de telefonía: ¿Cuál es peor? 

De buscador de hoteles: El búho sabihondo 

De leche sin lactosa: ¿Qué le ha pasado a esa madre? 


De snack de chocolate: Mi madre colapsaría 

De catálogo de juguetes: Ya habrá tiempo

De tienda de productos electrónicos: WC Surfer


De ambientadores: Yo no rememoro nada


De app de restaurantes: Cliqui cliqui


De centro de soluciones auditivas: ¿Este es nuestro futuro?



De desinfectante para heridas: La caída más falsa del mundo

De casino online: ¿Pero esto qué es?




De tienda de artículos deportivos: La boda más glamourosa“ever”

De detergente para la ropa: Ni yo soy tan torpe


Pues hala, lo dicho. Tenéis una semanita para rememorarlos y volver a vivir el infierno. A votar todo el mundo y suerte al peor.

miércoles, 25 de abril de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLV: Conmigo no existiría historia que contar


Hoy le toca el turno a una cadena de supermercados. Creo que es la primera vez que traigo un spot de un supermercado pero oye, en la variedad está el gusto y si algo tienen de bueno los anuncios pesadillescos es que no son nada clasistas. Se pueden encontrar cosas raras en todos los rubros. Me va a quedar más largo de lo habitual pero no soy capaz de resumir esto menos palabras. De todas formas, como el lunes Forlán escribió menos y os pensamos dejar abandonados hasta el 14 de mayo aproximadamente, compensamos una cosa con otra.

La gracia del anuncio consiste en que, en un principio, vemos a un hombre oliendo con deleite una bandeja de horno que contiene una musaka. El plano se abre y vemos una cocina hecha un auténtico desastre (se podría conocer con la del detergente de la semana pasada) y, entonces, las imágenes comienzan a ir hacia atrás, para mostrarnos cómo hemos llegado a ese resultado. Yo lo contaré al derecho porque contarlo al revés va a ser un lío absoluto.

El protagonista va al supermercado en cuestión y ve unas berenjenas. Las berenjenas le dan la idea de cocinar por lo que, ya en su casa, sube al desván y , encaramado a una escalera, alcanza un libro, cayéndose posteriormente con escalera y todo porque si los protagonistas de los anuncios no son algo torpes parece que no tienen gracia.

Vemos que el libro que ha cogido de la estantería es el libro de recetas de su madre pero, como se ve que hay algo de la receta que no entiende, opta por llamarla. La madre no atiende el teléfono porque en ese momento está muy ocupada partiendo tablas a patadas en su clase de artes marciales.

Eso no va a ser impedimento para que nuestro héroe termine cocinando su musaka. Se dirige a un restaurante griego donde un hombre que tiene de griego lo mismo que yo de bielorrusa le explica cómo debe prepararla. Él apunta la receta con un boli de estos de cuatro colores que pensé que habían quedado relegados a los años ochenta pero, al parecer, continúan vivos. Al irse, tropieza y rompe una estatua en su caída (¿ya he dicho que si la gente no es torpe en los anuncios no tiene gracia?).

Luego (o antes, ya me pierdo) vemos la bolsa del súper sobre la encimera y cómo de ella salen todos los ingredientes. Desconozco si es que no ha ido a comprarlos hasta asegurarse de tener la receta o si los propios publicistas se han liado con el orden de los acontecimientos porque si primero estaba en el súper, lo segundo debería ser la bolsa y después el desván, así que para verlo el orden debería ser: Desván – bolsa – berenjenas en el súper.

Lo siguiente en la reconstrucción de los hechos sería cuando ralla las cebollas llorando a moco tendido y cómo pone unos tomates en la batidora, olvidando colocar la tapa y salpicando todo de salsa de tomate que, se ve que de tan densa que es, tira en su salpicadura el reloj de gato Félix de la pared (en serio, quiero un reloj de esos desde que tengo memoria).

Y, por último (o al principio del todo del anuncio porque este bucle temporal me está matando), ya veríamos cómo pone una berenjena entera en la sartén (con su rabito y todo), la sartén se prende fuego, él grita desesperado pero, finalmente, consigue montar su musaka y cocinarla en el horno con el resultado final (o inicial) que ya hemos visto.

 Mucho “Regreso al Futuro” han visto estos…  En fin, el caso es que yo, siendo como soy, seguro que vería las berenjenas y diría “Me apetece musaka” y lo siguiente sería pillar una de la sección de congelados o llamar a un restaurante griego para que me la traigan.

No habría mucho que relatar pero no veáis lo que simplifica la vida.

P.S. Forlán ya se despidió de vosotros el lunes pero ahora me toca a mí. Sed felices y nos leemos a la vuelta de nuestro/vuestro reposo.

miércoles, 18 de abril de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLIV: Ni yo soy tan torpe

Los anuncios de detergente para la ropa suelen ser todos más o menos iguales. O sea, nos muestran una ropa, generalmente blanca,  que se engorrina con alguna sustancia (cuanto más pegajosa y colorida, mejor) y luego nos muestran cómo consiguen que, tras el uso del detergente que nos quieran vender, la prenda recupera su blancura original y vuelve a lucir impoluta para que podamos seguir engorrinándola a gusto.

Dado que, como digo, suelen ser todos iguales, raras son las ocasiones en las que traigo este tipo de productos a esta sección (aunque alguna vez, ha habido, no nos vamos a engañar) y ésta, sin duda, es una de esas ocasiones.

Es un anuncio de un jabón para lavar la ropa muy conocido aquí en las Españas. De hecho, recuerdo ver un spot allá por los ochenta (así de vieja soy) que se convirtió en uno de los anuncios más recordados de la publicidad española. Hablo del famoso anuncio de la chica que preguntaba dónde estaba su kimono. Pues bien, como ahora parece que practicar artes marciales ya  no está tan de moda como en mi infancia y estamos en la época donde todo el mundo quiere ser chef, en este caso vemos a una mujer poniéndose un delantal y comenzando a preparar deliciosos platos. No sé qué tal será como cocinera pero torpe es un rato largo. Ni yo con mis dos manos izquierdas consigo ensuciarme tanto. Le salpica el jugo de un tomate al cortarlo, un poco de salsa que prepara como en un molinillo (desconozco el nombre del utensilio y, como podéis imaginar, me importa más bien poco saber cómo se llama), adereza el delantal con unas pocas gotas de aceite que saltan de la sartén y, para rematar, se limpia las manos llenas de pesto en el mismo.

Como no cocino, tal vez esté equivocada pero, las pocas veces que lo he hecho no me limpio las manos llenas de porquería en el delantal. Me las lavo con agua en el fregadero y, como mucho, uso el delantal para secarme (aunque  suelo tener un paño de cocina para tal propósito). El caso es que se ve que a esta le da igual haber dejado el delantal como una obra de Pollock porque tiene su magnífico detergente, que le va a permitir tener un delantal impecable para poder llenarlo nuevamente de porquería en la próxima ocasión.

Y más o menos esto es todo. No es que haya mucha más tela que cortar pero, en serio, tenéis que verlo para entender el nivel de porquería que acumula ese delantal. Dudo que sea científicamente posible ensuciarse tanto.

Bonus track: Gracias a Naar he visto con otros ojos un anuncio de otro detergente, al que no había prestado ninguna atención porque los de esta marca siempre consisten en echar una prenda en un tanque de agua, removerla con un montón de porquería y después sacar la prenda impecable tras haber usado el antimanchas ese. Pero este tweet de mi querida amiga me hizo percatarme de algo:


En la versión de Internet lo han corregido y dicen “yodo” pero, en la versión televisada, se continúa diciendo “chocolate”.

Bienvenidos a la nave del misterio.

miércoles, 11 de abril de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLIII: La boda más glamourosa “ever”

Carpanta en chándal
Carpanta en chándal (¡¡Gracias, Chema!!)
Creo (sólo creo, porque llevamos ya más de doscientos cuarenta anuncios y mi memoria no da para tanto) que nunca había traído un anuncio de una tienda deportiva. No es que en términos generales me parezcan la panacea pero, hasta el momento, me parece que ninguno había hecho saltar mi radar detector de pesadillas.

Pero, recalco, eso ha sido hasta el momento porque la racha de sequía de indumentaria deportiva ha terminado y, por fin, podemos sufrir con algo de este rubro.

Vemos una boda. El novio y la novia se miran embelesados frente al altar donde un cura los contempla entre sonriente y beatífico. Del lado izquierdo de nuestra pantalla, los “damos de honor” o como se llamen los acompañantes del novio (nunca lo he sabido y me da pereza buscarlo, así que quien me quiera sacar de la ignorancia será bien recibido). Del lado derecho, las damas de honor (ahora sí que sí). Ni unos ni otras merecerían mención alguna si no fuera porque he observado que una de las damas de honor lleva en su mano el bolso. No es que sea yo una gran experta en bodas ni nada parecido pero no he visto jamás a una dama de honor con bolso. Me da que debe ser una antigua compañera de instituto de la novia y se han reencontrado por Facebook. La dama de honor no conoce mucho a la familia y teme por sus pertenencias (o le han llegado rumores de que los allegados del novio son un poco mangantes). Sea como fuere, la muchacha se aferra a su bolso como Sofía, la de las Chicas de Oro.

El caso es que la voz en off nos dice que se supone que tu boda es el día más feliz de mi vida (y yo aquí, perdiéndomelo) y por ello nos animan a imaginárnoslo en chándal. Y de repente vemos a los novios e invitados haciendo cabriolas en indumentaria deportiva. La novia sigue llevando velo pero sujeto con una diadema de estas que usan los tenistas (tendrán un nombre, pero no soy aficionada al tenis y sigo con la misma pereza para buscarlo). El novio mantiene su pajarita pero, en lugar de chaqueta de traje, lleva una de chándal. La de toda la vida, con rayas blancas longitudinales. Un cuadro, los dos.

Los invitados tampoco se quedan atrás, aunque por lo menos llevan un look menos ecléctico. Van en ropa deportiva de pies a cabeza, de no ser por las joyas que lucen las abuelas sobre sus camisetas rosas.

Nos informan que la vida es mejor en chándal y ahí queda la cosa. No es que haya mucho más que contar pero sentí la imperiosa necesidad de compartir esto con vosotros.

La única duda que me queda es si la dama de honor seguirá aferrada al bolso a pesar del cambio de atuendo. Le he perdido la pista entre la multitud y la intriga me está carcomiendo.

Lo mismo se lo han birlado en el vestuario.