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miércoles, 27 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLIX: El fantasma traidor


Ya había traído en una oportunidad un anuncio de una casa de apuestas. No recuerdo si era la misma porque a la abuelita ludópata no la he vuelto a ver (por suerte, porque la cosa tenía tela marinera) pero, con esto del Mundial de fútbol, las casas de apuestas están haciendo su agosto, aunque estemos en junio, y por tanto no paran de anunciar todas las posibles combinaciones de acontecimientos estrambóticos por los que se puede apostar. Me apuesto lo que sea, valga la redundancia, a que se puede apostar cuál será el próximo peinado de Neymar.

Pues bien, este es muy cortito pero digo yo que se lo podían haber currado un poco más. Vemos a un montón de aficionados sentados a la barra de un bar, con sus bufandas de la Roja, gritando desaforados ante una jugada de  peligro. A juzgar por la reacción de los asistentes, o bien el equipo contrario ha marcado gol o bien el equipo de sus amores ha fallado una posibilidad de gol. Todos ponen cara de fastidio y hacen el típico sonido de “Ohhhhh” que todos (o casi todos) hemos hecho  durante un partido.

Salvo uno.

El “uno” en cuestión, se desliza tumbado de lado sobre la barra, apoyando la cabeza en un brazo y con el móvil en la mano que no sujeta su cabeza canturreando “Gané, gané, gané…” (la letra de la canción sólo consiste en ese palabra; no creo que el protagonista del anuncio haya tenido que invertir demasiado tiempo en aprenderla… o sí, quizás la hicieron así de simple porque ya veían que no iban a obtener buenos resultados con algo más complejo) con la musiquilla de “Power of Love” de Huey Lewis and the News, cuya letra no tiene nada que ver con el fútbol en concreto ni con el deporte en general pero habrá sido la primera que les ocurrió o alguna para la que no tenían que pagar derechos de autor.

Un letrero sobreimpreso en la pantalla nos informa que lo mejor de ganar es contarlo. O sea, que no sólo eres un traidor que apuesta contra su propio equipo sino que, encima, te recochineas delante de la afición porque te has llevado unos eurillos a cambio de tu deslealtad.

Le desearía que se piñe al llegar al otro extremo de la barra y no haya nadie para sujetarlo pero creo que no me va a hacer ni falta porque, a juzgar por las caras de los concurrentes en el bar, tiene pinta de que no le va a quedar un solo hueso sano al acabar la jornada. Oye, apuesta lo que te dé la gana pero no te mofes delante de los sufridos espectadores del partido, que son unos soñadores que aún piensan que su mayor recompensa es ver los colores de su equipo alzarse con la Copa tras ganar la final.

No es que esté a favor de la violencia en los deportes pero es que tampoco estoy a favor de los fantasmones.

lunes, 25 de junio de 2018

Crónicas Felinas CCLIX: La curiosidad purificó al gato


Marrameowww!!!

El consorte ha estado de vacaciones esta semana  pasada. Y, por si acaso os lo estáis preguntando, la respuesta es no. No ha aprovechado los días de ocio para comprarme un platito nuevo. Creo que voy a tener que aceptar la realidad con madurez y entereza y asumir que voy a seguir comiendo en un plato desportillado por el resto de mis días. Cuando un gato se queja de la vagancia de un ser de otra especie es porque el caso es grave y seguramente digno de estudio.

Lo malo de que haya algún humano de vacaciones (a la bruja le tocó currar como la pringada que siempre ha sido) es que tenemos vigilancia constante y así, claro está, no hay oportunidad de hacer maldades ni de trazar planes para la dominación mundial.

Para colmo de males, también decidió que el fin de semana era un momento ideal para ir a casa de sus padres, dejándonos cuarenta y ocho horas, con todos sus minutos y todos sus segundos (ciento setenta y dos mil ochocientos, para ser exactos; lo pongo en letra porque se ve mucho más impactante) y, como os podréis imaginar, soportar a la bruja en exclusividad durante dos días seguidos es toda una tortura. Máxime cuando es una vaga y no sale a la calle ni para que le dé un poco el aire.

Pero la cosa no termina aquí; esperad que os cuento más. Ha estado por medio la noche de San Juan, así que el consorte tuvo a bien recordarle a la bruja que dejara una botella con agua en la ventana para lavarse con ella la mañana del domingo 24. Ya veis qué vergüenza de bruja está hecha, que hay que andar recordándole los conjuros a realizar, dando muestras de una falta de profesionalidad proverbial. Pues bien, la bruja siguió las indicaciones del consorte y, según se levantó el domingo por la mañana (tempranito porque, aunque por el día no comemos debido al calor, a partir de las siete de la mañana nos entra un hambre terrible) se metió en la bañera y empezó a echarse agua de esa por encima.

Y bien dicen que la curiosidad mató al gato porque, por andar cotilleando asomado a la bañera a ver qué hacía la loca esta, también me pasó un poco de agua por el lomo y acto seguido, se fue a buscar al imberbe para repetir el proceso con él. Hay que decir que él no recibió el agua de tan buen grado como un servidor (yo es que ya opto por dejarla hacer porque sé que, si se le mete una idea en la cabeza, no va  a parar hasta ver satisfecho su objetivo) y se retorció un poco al sentir que la bruja lo acariciaba con la mano mojada en líquido elemento (en una actitud, a mi juicio, claramente pasivo-agresiva; te acaricio pero te fastidio al mismo tiempo).

Estaría expulsando algún demonio o algo y a eso se debería el retorcimiento, digo yo.

Prrrrrr.

jueves, 21 de junio de 2018

Dando explicaciones


Quizás os estéis preguntando (o no, porque dudo que me deis tanta importancia) que qué pasa últimamente conmigo, que a veces publico, a veces no publico, a veces comento blogs, a veces no comento… Hace un par de semanas, sinceramente, me habían abandonado las musas. Creo que se debió a tanta lluvia y tanto frío y tan hasta las narices que estaba ya.

Ahora ha venido el verano. Así, sin avisar ni nada. Que estoy yo muy contenta porque ya sabéis que, si por mí fuera, no bajaríamos de los 25 grados nunca pero digo yo que podría avisar, en plan “eh, que voy, soy el verano” porque esto de estar con paraguas, chaqueta y camiseta de manga larga a poder dejarse los calcetines en casa y andar luciendo brazos (piernas, de momento, no he lucido; primero porque estoy muy blanca y segundo porque, si bien tengo vestiditos nuevos que estrenar, quiero esperar a que sea julio o agosto, que si no quemo todos los cartuchos en la primera semana) termina volviendo loco a cualquiera. Sobre todo porque cuando estuve de vacaciones allá por mayo, tenía yo intenciones de aprovechar un día para hacer el cambio de armario pero, en vista del panorama invernal que aún estábamos viviendo, no tenía sentido hacerlo. Ahora, por culpa del cambio brusco, he tenido que hacerlo un sábado por la mañana, con lo que me gusta a mí hacer el vago los sábados por la mañana. Y, encima, este año me he esmerado porque me he probado un montón de ropa de esa que hacía lustros que no usaba y, bajo la premisa “si parezco una butifarra, lo aparto para donar”, terminé llenando dos bolsas de ropa que ya no volveré a usar en la vida. Y no me digáis que podía haber intentado adelgazar para poder volver a entrar en ella porque ese planteamiento fue el que me hizo llegar a esta situación de Diógenes profundo en la que me encontraba.

Vale, y ahora diréis “pero el calor empezó ya hace una semana, ¿por qué motivo sigues haciendo apariciones intermitentes, pues?

Pues porque hay Mundial, que todo hay que explicarlo. Mi vida es un caos desde que se pitó el comienzo del primer partido. Con lo organizadita que soy yo y ahora tengo que andar haciendo múltiples cambios de planes para cuadrar mi cotidianeidad con los partidos. Al punto que había pedido cita en la peluquería para ayer miércoles pero en cuanto colgué con mi peluquero me di cuenta de que a esa hora jugaba Uruguay y cambié la cita para el martes, sin importarme pagar más (los miércoles es más barato; se ve que, aparte del día del espectador, es el día del peinado). He tenido que buscar hueco para colgar la bandera uruguaya en la ventana (dos veces, porque la primera la pegamos mal y se cayó, por lo que terminé viendo el partido contra Egipto con la bandera en el suelo) y hasta vi el partido Rusia-Egipto porque están en el grupo de Uruguay y hay que hacer cábalas con los puntos. Por suerte, ya estamos en octavos tras un tediosísimo partido con Arabia Saudí en el que confieso que me costó no dormirme.

Y, por supuesto, también veo los partidos de España que, casualmente, coinciden siempre en día con los de Uruguay así que, cuando me toca fútbol, sé que ya tengo la tarde echada con la tontería.

En fin, que intentaré prodigarme más por aquí si el esférico lo permite. La entrada me ha quedado más larga de lo habitual pero, ¿quién sabe cuándo habrá otra?

miércoles, 20 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLVIII: La vida sana le va a costar cara


Ya los había traído alguna que otra vez pero es que no dejan de sorprenderme , así que lo publico fielmente.

Este anuncio tiene un solo escenario y un solo protagonista, por lo que no voy a liaros intentando explicar los cambios de secuencia como me sucede a veces.

Comenzaré describiendo el escenario. Es un salón en semi-penumbra que no está especialmente desordenado pero que, por obra de la escasa iluminación y porque los muebles son del año de la polka, tenemos la sensación de que el sitio en cuestión hasta debe de oler mal.

En cuanto al protagonista, es un señor más o menos de mi quinta (o algo mayor que yo, porque yo soy una jovenzuela), que está sentado en el sofá viendo la tele mientras se llena la boca de patatas fritas. Me recuerda a mí un domingo por la tarde cualquiera con la salvedad de que yo no bajo la vista para contemplar mi barriga con cara de asco. No porque no  tenga barriga sino porque yo no me siento en el sofá; soy más bien de tumbarme cuan larga soy, por lo que no me hace falta bajar la vista para mirarme la barriga.

Lo dicho, el señor se mira la barriga, que no es lo mismo que mirarse el ombligo, y una voz en off anuncia que hoy es el día en que vas a dejar atrás la vida sedentaria. El hombre, con el pecho lleno de migas de patata (desconozco por qué hay gente que se llena de migas cuando come patatas fritas), desvía la vista de su barriga a unos plátanos de Canarias que tiene en una mesita junto al televisor. ¿Alguien tiene fruta junto a la tele? No conozco absolutamente a nadie que tenga esa costumbre.

Por alguna extraña razón, de repente al protagonista empieza a salirle humo de la nariz y las orejas, como si se hubiese convertido en dragón. La cara se le pone roja mientras sigue echando humo y la voz en off le dice que ha llegado el momento de levantarse del sofá y dirigirse a un lugar donde comerá más sano. Sus pies, de repente, pierden contacto con el suelo y, durante la levitación, las llaves de su bolsillo caen entre los cojines del sofá. Vemos cómo se pone completamente de pie gracias al empuje que le dan los chorros de humo expelidos por su nariz. A continuación coge un plátano de la mesita antedicha y sale de su casa, supongo que a comerse el plátano y a hacer un poco de footing con la ropa llena de migas de patata.

Yo en su lugar me hubiese adecentado un poco antes. Más que nada para que el cerrajero me viese presentable cuando lo tuviera que llamar a la vuelta, debido a que las llaves, como he dicho, se han quedado entre los cojines del sofá.

Por cierto, lo que se anuncia son los plátanos. Porque si no lo digo, no hay quien llegue a esa conclusión.

lunes, 18 de junio de 2018

Crónicas Felinas CCLVIII: Fracaso en las negociaciones


Marrameowww!!!

Pensaréis que, si hoy estoy publicando, es porque finalmente me han cambiado el platito y, por tanto, se ha desconvocado la huelga. Pero no. No tengo platito. Mejor dicho, sí tengo platito pero el mismo platito desportillado de siempre.

A juzgar por vuestros comentarios de la semana pasada, donde casi todos me instabais a declararme en huelga y sólo unos pocos estaban dispuestos a financiar la adquisición de un nuevo platito para vuestro gato preferido, he llegado a la conclusión de que sois unos agarrados que preferís quedaros sin leer mis entradas a soltar un par de eurillos para evitar el conflicto. No tengo palabras para expresar cuán decepcionado me hallo con vuestra actitud tan deleznable.

Así que, en vista y considerando que daba la sensación de que no os importaba en absoluto deshaceros de mí, por aquí me quedo y seguiré publicando al mismo ritmo, sólo por fastidiar. Había pensado hacer una huelga a la japonesa y hacerme con el control absoluto del blog, publicando tres o cinco o incluso siete entradas semanales pero, entre que la bruja no me lo iba a permitir porque quiere espacio para sus porquerías y que, a lo mejor, terminabais tan fascinados de tenerme a diario que al final me ibais a pedir que mantuviera esa actitud para siempre, he decidido no ir por ese camino. Bueno, por los motivos antedichos y porque me da una pereza infinita escribir tantas entradas; que en algún momento del día tengo que echarme mis diecisiete siestas reglamentarias. Que al final, todo hay que explicarlo. 

Así que mis esfuerzos de presión  a la patronal han caído en saco roto y tendré que seguir comiendo en mi plato de indigente hasta que la bruja y el consorte se dignen a comprarme uno nuevo. Ya informaré del avance de la situación.

En otro orden de cosas (y para rellenar un poco porque si levanto la huelga tendré que levantarla en condiciones y trabajar a tiempo completo), os cuento que el imberbe cada vez se comporta de forma más antigatuna. Ya os conté alguna vez que duerme tapándose los ojos con la pata para que la luz no lo moleste. Si viviera en un entorno con depredadores sería la presa ideal. Pues a esto le tenemos que sumar que, dado que, como todos los años, los aviones han anidado sobre nuestra terraza (los aviones de tipo pajarraco, claro está; no tenemos un Boeing en la terraza), pasamos las horas muertas pegados a la ventana viéndolos pasar. Pero resulta que, el otro día, uno de ellos tal vez no vio el cristal y por poco se esmoña contra el mismo (debía estar muy ciego porque la bruja no es que tenga los cristales precisamente limpios). Pues bien; el imberbe, en lugar de relamerse creyendo que la presa se acercaba directamente a sus fauces, se bajó del mueble y se escondió debajo de la ventana, con la esperanza de que el bicho alado no lo encontrara.

Es la vergüenza de la especie.

Prrrrrr.

miércoles, 13 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLVII: La trilogía de la limpieza (parte 3)


Pues vamos hoy con el tercer anuncio de los que conforman esta trilogía. Para mí es el más surrealista de todos, aunque cada uno juzgará una vez que cuente con todos los elementos. Yo os los traigo todos (o todos los que encontré) y cada cual que saque sus propias conclusiones.

Lo que vemos es a un señor que se sube a una estructura metálica de la que desconocemos su propósito. El hombre se arrastra por la parte superior de la estructura, sujetando con la boca algo que, de momento, no alcanzamos a ver muy bien qué es (de hecho, una vez que se pone de pie sobre la estructura, yo pensaba que era un boomerang, pero es que yo hago asociaciones muy extrañas, así que no me hagáis mucho caso).

El plano se abre y vemos a nuestro protagonista saltando acrobáticamente al suelo. Es en este momento cuando sabemos que la famosa estructura metálica sobre la que él reptaba como una lagartija al sol, no era otra cosa que un remolque que, a su vez está enganchado a un coche. Comprendemos también que el extraño objeto que portaba en sus fauces era la boquilla de una aspiradora, con la que se dispone a limpiar el vehículo.

El buen hombre aspira con fruición desde el maletero hasta los asientos, aspirando incluso manchas húmedas cuya procedencia me niego a intentar adivinar. Cuando culmina su tarea, sopla la boquilla de la aspiradora como si la máquina fuese una Mágnum y acabase de abatir a todo un ejército enemigo, posando finalmente frente al coche con las piernas semiabiertas porque esa es la posición de cualquier machote de pro.

Supongo que ya os habréis dado cuenta de por qué éste me parece el más surrealista pero, por si acaso no ha quedado claro únicamente con el análisis, yo os lo explico: Puedo llegar a entender (medianamente) que la gente se cuelgue del techo para limpiar cristales porque de alguna manera hay que llegar a las partes altas (digo “medianamente” porque, desde que existen las escaleras, la vida es mucho más fácil), aunque luego se dediquen a pisotear lo que acaban de limpiar. De alguna manera hay que meter la alusión a Misión Imposible. Pero ya que una persona repte por un remolque para llegar al coche que lo sujeta escapa completamente a mi comprensión. El coche no está bloqueado con nada. Está aparcado enfrente de la casa y nuestro protagonista tiene muchísimo espacio para llegar al vehículo caminando tranquilamente. Es decir, no hay ninguna razón que justifique que este hombre tenga que trepar por la caravana y dar saltos como una vulgar cabra montesa.

Vamos, que si los anteriores me  parecieron traídos de los pelos, este ya se lleva la palma pero, repito, tal vez en los comentarios me sorprendáis y me digáis que os pareció peor alguno de los anteriores, porque con los gustos y las opiniones de la gente nunca se sabe.

Y si hablamos de lectores de este blog, todavía menos.

lunes, 11 de junio de 2018

Crónicas Felinas CCLVII: El ultimátum


Marrameowww!!!

Hoy pensaba declararme en huelga y no escribir nada hasta ver satisfechas las reivindicaciones pertinentes que considero justas como resarcimiento por el daño causado a mi propiedad por ciertos hechos ocurridos recientemente. Pero después pensé que estos humanos inútiles con los que me ha tocado convivir no son capaces de entender el idioma gatuno y no iban a saber el motivo por el que he contemplado la posibilidad de declararme “on strike” (para que veáis que yo domino no uno, sino varios idiomas humanos).

Así que voy a tener que dejar aquí plasmados los hechos, a fin de que la bruja y el consorte los lean y sepan que, a partir de la semana que viene, si en este blog no aparece una sola línea escrita de mi zarpa y letra, será porque no he tenido más remedio que pasar a la acción.

Iré al grano, que es lo que nos caracteriza a todos los que escribimos en este blog: El consorte ha roto mi platito de la comida. Se le cayó un día y ahora tiene unos agujeros en la parte superior que no le restan funcionalidad ni suponen peligro para mis fauces por no tener bordes angulosos pero sí lo hacen de lo más antiestético. Y no os penséis que esto sucedió hace un par de días y ellos, pobres seres sufrientes, no han tenido tiempo de ir a comprarme otro, no. Esto pasó hace semanas y, sin embargo, ahí sigo yo como un indigente comiendo en un plato desportillado. Semejante falta de respeto por la propiedad privada me parece digna de comunistas y yo, claro está, me considero más bien monárquico, que para algo soy el rey de la casa y, en cuanto os descuidéis, lo seré también del mundo. Así que, como comprenderéis, un plato con agujeros no me parece para nada el utensilio que pudiera utilizar un monarca. Ni siquiera un alcalde de pueblucho, ya puestos.

Por tanto, supongo que entenderéis mi indignación y voy a hacer recaer la responsabilidad en vosotros porque es lo que hacemos los monarcas. Ya estáis tardando en presionar a la bruja para que me compre un plato nuevo o me declararé en huelga de patas caídas hasta que se vean satisfechas mis demandas. Os quedaréis sin mis entradas semanales y no tendréis más remedio que leer otros blogs para combatir el tedio o, lo que es peor, tal vez terminéis leyendo las entradas de la bruja.

En vuestras manos está que esta sección tenga continuidad o caigamos en época de sequía hasta que se cumplan mis requerimientos. También me vale si decidís hacer un crowdfunding de esos y comprarme un plato entre todos. Aunque, con todos los que sois, a ver si os estiráis un poco y me regaláis como poco, un plato de cerámica de Talavera, que ya os estoy viendo comprando otra porquería de plástico.

Vosotros veréis cómo lo apañáis pero apañadlo, que uno tiene un caché y no puede andar por la vida como un pordiosero.

Prrrrrr (y ronroneo porque es mi costumbre pero que sepáis que lo hago sin ganas)

jueves, 7 de junio de 2018

La vida es sueño (cuando se duerme)


No sé si alguna vez os he hablado de lo mal que duermo. Tal vez sí, porque en casi siete años hay tiempo para hablar de muchas estupideces y mi memoria ya no es lo que solía ser porque he ido envejeciendo ante vuestros ojos.

El caso es que duermo mal. Desde pequeñita. Me cuesta un horror dormirme y, una vez que me duermo, me despierto varias veces durante la noche. También tengo varios (muchos) momentos durante la noche en los que estoy más en duermevela que otra cosa, por lo que termino en unas poses muy extrañas. La más habitual es apoyar la planta de los pies sobre el colchón, de tal manera que las rodillas me quedan completamente levantadas. Por la mañana me levanto preguntándome por qué será que me despierto tan cansada y con semejante sensación de pesadez en las piernas. No sé, es un misterio…

También hablo en sueños, me siento en la cama y, según el churri, alguna vez hasta me ha pillado cantando (mal, supongo, porque una persona dormida dudo yo que afine mucho). Lo que es dormir, no duermo, pero al menos me lo paso bien.

A esto le tengo que sumar que, dado que me levanto cuando las calles no están puestas, intento irme a la cama a la hora en que se duermen las gallinas. Y las gallinas dormirán pero mi vecina, cuyo salón es colindante con mi dormitorio, no. La pobre señora (debe de ser muy mayor aunque, como es del edificio de al lado nunca la he visto) está sorda como una tapia, supongo, porque pone la televisión a un volumen que permite que yo siga perfectamente el argumento de la película desde mi posición. Para colmo, nunca ve cosas normales. Las películas que ve son o bien thrillers malísimos donde todo el tiempo hay una mujer chillando o bien películas musicales del año de Maricastaña con mucha copla y mucho sentimiento español. A veces se ve que también ve cosas de revoluciones, con turbas enfervorizadas reivindicando a voz en grito sus derechos. Anoche, sin ir más lejos, le dio por el bel canto y escuché enterita “Carmen” de Bizet. Aparte de esto, se ve que no presta toda su atención a la tele, sino que mientras tanto aprovecha para barrer o para bailar la polka o algo, porque junto con la televisión siempre escucho ruido de arrastrar de muebles y unos golpes que no sé a qué se deben.

Y así no hay quien concilie el sueño, claro. No me extraña que, cuando por fin me duermo, sueñe cosas raras, como la otra noche. Soñé que me habían regalado un bolso de una marca muy cara y muy chula (en el sueño no me informaba nadie de que el bolso fuera regalado pero como de normal no me puedo permitir un bolso de esos, hay que ser un poco realistas y presuponer que el bolso era un regalo). El asunto es que iba yo tan contenta paseando con mi bolso, dándomelas de mujer pudiente cuando, por azares del destino, un colgantito muy representativo que llevan todos los bolsos de la marca, se desprendía e iba a parar a un riachuelo de agua que corría junto al bordillo. El bolso debía ser de imitación, para mí que quien me lo haya regalado me dio gato por liebre porque me niego a creer que eso suceda con un bolso auténtico. Total, que yo me veía en el sueño angustiadita perdida, buscando el colgantito en el agua llena de porquerías varias arrastradas de la calle, con la esperanza de encontrarlo antes de que fuera a parar a una alcantarilla para que una rata se hiciese un colgante de rapera con él.

Qué angustia, madre.

P.S. Sí, me ha quedado un poco largo pero me da pereza editar (y tengo mucho sueño). Sabréis disculpar.

miércoles, 6 de junio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXLVI: La trilogía de la limpieza (partes 1 y 2)


Ya una vez recuperados de la resaca de la entrega de los PAPA, toca poner el contador a cero y comenzar nuevamente a acumular candidatos para el premio 2019 (esto es un no parar).

Vamos hoy con una trilogía (a lo mejor son más, pero yo he encontrado tres). Se trata de una marca de electrodomésticos que, creo recordar, ya fue protagonista alguna vez en esta sección pero, como continúan haciendo méritos para figurar, no seré yo quien les niegue el privilegio.

La trilogía está basada en Misión Imposible (supongo que porque habrán financiado la película, cosa que está muy de moda últimamente).

En el primero que he visto, un hombre se descuelga por el frontal de un edificio con ventanales, ayudado de un arnés, mientras suena la consabida musiquilla. En su mano lleva un hidrolimpiador (vamos, un cacharro que escupe agua a presión, no tiene más misterio). Va moviéndose por toda la fachada mientras suelta agua a lo loco en las ventanas y en la parte que no tiene ventanas (desconozco si es hormigón, ladrillo o qué, que una no es arquitecta ni constructora ni nada). Lo curioso de todo esto es que, para avanzar por las cristaleras según va limpiando, va apoyando los pies en las ventanas. O sea, que no sé para qué limpia tanto si al final va a ir dejando huellas de zapatillas por toda la fachada. Y a ver cómo explicas a los invitados que tus cristales tienen huellas de pies. Yo prefiero que se vean los churretones de la lluvia (esa que no nos abandona últimamente) porque al menos tiene una explicación fácil: eres una dejada que no limpia nunca los cristales.

En el segundo, lo primero que vemos es a una señora que cuelga del techo cabeza abajo, como si fuese un murciélago. Poco después vemos que va sujeta por la espalda con unos cables que se descuelgan hasta que casi se da de morros contra el suelo. Desconozco por qué se descuelga cabeza abajo si tiene los cables en la espalda; supongo que será una licencia creativa. Luego ya vemos que lleva en la mano una limpiadora de cristales no tan “bestia” como la del anuncio anterior. Esta consiste en una esponjita para enjabonar y una parte de goma que, al mismo tiempo, aspira el exceso de agua. No entiendo el motivo por el que tiene que estar suspendida del techo para limpiar los cristales pero, si sólo viéramos a una señora limpiando los cristales, no habría forma de relacionarla con Misión Imposible, así que había que meter una referencia a la película, aunque fuera con calzador. En un momento dado, se le escapa una lagrimilla (no sé si por el esfuerzo o de la emoción de ver los cristales tan limpios) y la aspira antes de que toque el suelo, no vaya a ser que luego sus lágrima corrosivas dejen marca en el parqué.

El tercero es tremendamente surrealista, por lo que quiero dedicarle atención exclusiva la semana que viene.

lunes, 4 de junio de 2018

Crónicas Felinas CCLVI: De clima y fútbol


Marrameowww!!!

La salud mental de la bruja me preocupa. En lo que me concierne a mí, claro está, no es que me preocupe por su bienestar. De ser así, la salud mental de la que deberíamos preocuparnos sería la mía.
Ya os comenté que todos los años la bruja se queja de que no llega el buen tiempo pero este año, como estamos ya en junio y no quiere parar de llover y cada vez que la temperatura sube un poco, al par de días vuelve a bajar, anda penando por los rincones pensando que ya nunca en la vida volverá a vivir un verano. Sufre porque tiene vestidos nuevos que no ha podido estrenar y porque nunca tiene oportunidad de hacer el cambio de armario a la ropa de verano. Ya sabemos que ella es un ser de lo más organizado (supongo que para intentar disimular el caos que es su vida en realidad; que os tiene muy engañados) y tenía intenciones de dejar completada la tarea durante la semana de vacaciones que se tomó en mayo. Como comprenderéis, el cambio continúa sin realizarse y ella se vuelve loca pensando que ya va a seguir con la ropa de invierno hasta el año que viene. Sobre todo porque no tiene vacaciones a la vista hasta septiembre.

A esto le sumamos que ya está sumergida en plena fiebre del Mundial. Estuvo dando la barrila a su madre para que le mandara una bandera uruguaya, a fin de colgarla en el balcón los días de partido (partidos que terminará escuchando por la radio porque no hay forma de que los pille nunca en la tele ni en los internetes) pero, una vez cumplido su objetivo, se ha dedicado a dar la lata también al consorte para que le ponga dos enganches más, ya que la que compró la madre de la bruja se cuelga en vertical y ella se ha emperejilado en que la quiere horizontal. Suple la falta de talento para cualquier tarea manual con una habilidad innata para molestar hasta que alguien le saca el trabajo. Nació para rica.

De más está decir que, si los uruguayos se vuelven a casa antes que los españoles, empezará a hinchar por España, porque, encima de loca, es una chaquetera y, aparte de dar la lata, otra cosa que se le da muy bien es hacerse odiar a ambos lados del charco. Dice que es porque tiene doble nacionalidad y, gracias a eso, tiene doble oportunidad de festejo. Vamos, que tiene doble nacionalidad cuando le interesa. Lo dicho, es una chaquetera.

Como si eso fuera poco, se está aprendiendo todas las cancioncejas e himnos que se han ido componiendo, para sentirse más a tono con la fiebre futbolística y se pasa el día tocando las narices con los Cuarenta Principales del balompié. Para cuando esto termine, ya se olvidará de que existe el fútbol hasta dentro de cuatro años.

¿Alguien me adopta hasta que venga el buen tiempo y haya terminado el Mundial?

Prrrrrr.