Llegamos hoy (por fin) a la tercera y última entrega de esta
trilogía de anuncios con cabezones. Luego de haber disfrutado de los anuncios
de “Sujeto A” y “Sujeto B” le llega el turno a los…
Anuncios de La Sujeta
En el primero de ellos, la Sujeta y su correspondiente
cabeza gigante están sentadas en un salón que bien podría haberse utilizado
para grabar algún que otro episodio de “Cuéntame”. La cabeza está aleccionando
a la Sujeta sobre las bondades que supondría contratar un seguro de coche con
la compañía que ha pagado por este despropósito de anuncio. Comienza diciendo que garantizan el mejor
precio y, justo cuando está por enumerar otra ventaja, se pone de lo más
tontorrona y no puede continuar su alegato. El motivo de esto lo descubrimos
una vez que se abre el plano y observamos a la Sujeta dándose un masaje en la
cabeza con uno de esos artilugios que a mí siempre me recuerdan a unas varillas
de cocina pero con los alambres sueltos. ¿Alguien ha probado estos chismes? ¿De
verdad relaja tanto eso de pasarse unos alambres arriba y abajo por el cuero
cabelludo? Y nos quedamos sin saber más de por qué es tan maravilloso contratar
un seguro con esta gente porque la cabezota esa no vuelve a reaccionar.
En el segundo anuncio vemos
a la Sujeta (aquí sí dicen su nombre de pila pero me lo voy a reservar
porque ya bastante tendrá, la pobre) sacándose selfies en el mismo sofá de
antes, situado en el mismo salón “Cuéntame”. No son selfies cualquiera, no. Son
selfies “sexy” o eso se supone porque el background no es el más adecuado para
este tipo de fotos. Pues ahí está ella, poniendo morritos, abriéndose un poco
el escote de la blusa, guiñando el ojito, enseñando el hombro… De repente,
aparece nuestra amiga la cabeza y le corta todo el rollo, emergiendo de repente
de detrás de una mesa e instándola a cesar de inmediato su actividad. Aduce que
las fotos podrían hacerse virales y, además, que a su lado está sentada su
abuela. En efecto, comprobamos inmediatamente, que una anciana señora se
encuentra sentada en el otro extremo del sofá, mirándola con ojos espantados. Tan
espantados como se me quedaron a mí cuando vi con horror una mecedora y una
colección de muñecas de porcelana en el salón. Como si no hubiera tenido ya
bastante viendo los tapetes de ganchillo en anteriores entregas.
La voz en off nos aclara que es seguro que la Sujeta tendrá
un seguro de coche con cabeza. Un seguro y todo lo demás, aventuraría yo.
Parece que el ninot sin piernas ese no tiene intenciones de abandonarla
mientras viva. Menudo destino, atrapada en una casa con mecedora y muñecas de
porcelana y teniendo que soportar que una cabeza gigante le diga lo que tiene
que hacer. Empiezo a pensar que tal vez la abuela no esté realmente ahí. A
todas luces la Sujeta ha tenido una vida muy traumática.