Querida Madre:
A mediados de mes me hiciste sentir tremendamente
afortunada. Pensé que nuestra relación por fin había llegado a un punto de
entendimiento y que me ibas a permitir disfrutar del estado de confort que
siempre ansío.
Pero lamento comunicarte que, una vez más, me has
decepcionado. Apenas unos días más tarde te note fría. Muy fría. Y de lo más
húmeda. A estas alturas del año no es cuestión de andar así. Me parece que ya
son épocas para que vayamos llevándonos bien y me vuelvas a dar el cálido
abrazo de todos los años en lugar de seguir torturándome con tu semblante más
gélido.
Mi madre biológica es más predecible. No digo que no tenga
sus tormentas de vez en cuando pero, por norma general, la ves venir. Y siento
decirlo de una forma tan directa pero tú, Madre Naturaleza, eres una histérica.
De repente estás contenta, de repente estás triste y lo mismo pones a cantar a
todos los pajaritos que encuentras como me mandas una nevada en plena cocorota
cuando estoy volviendo del trabajo. ¿Hay derecho a esto? Yo te defiendo en la
medida de mis posibilidades. Que si hay que cuidarte y respetarte, que si eres
un ser generoso que nos ofrece todo lo que necesitamos para la vida pero,
leches, pon un poquito de tu parte porque, la verdad, me lo estás poniendo muy
difícil.
En serio, ¿qué te he hecho yo? Me acuerdo siempre de echar
los plásticos al cubo amarillo, de llevar los cartones y los envases de vidrio
a sus correspondientes contenedores… Bueno, vale, mando al churri pero el
resultado es el mismo, ¿no? Pues sé un poquito agradecida y dame ya la
primavera, que después de estar tiritando desde noviembre, creo que me la he
ganado. No pido mucho; no hace falta que pueda salir mañana en chanclas a la
calle pero con despedirme del plumas y poder llevar apenas una chaquetita fina,
me doy por satisfecha. Yo recuerdo que, cuando era pequeña, mi madre biológica
me premiaba cuando me portaba bien. Me compraba cosas o me llevaba de paseo y
nunca, pero nunca nunca, me quitaba mis premios una vez alcanzados. Eres un ser
sádico y cruel.
Ya no sé si suplicarte o amenazarte con mezclar lo orgánico
con los plásticos, a ver si así me tomas un poco en serio.Así que, hasta que no
me des mi premio en forma de temperatura no inferior a los veinte grados
durante una semana consecutiva, no te ajunto.
Siento que hayamos tenido que llegar a esto pero no me dejas
elección. Está visto que no funcionan las buenas palabras ni sirve de nada
portarse bien durante todo el año.
Lo lamento pero tengo que decir que Papá Noel mola mucho más
que tú. Y eso que él está acostumbrado al frío. Al final se va a terminar
convirtiendo en mi favorito.
Sin otro particular, y esperando que tomes debida nota de lo
planteado en esta misiva, se despide atentamente
Álter