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lunes, 29 de junio de 2015

Crónicas Felinas CXL: De calores y refrigerios

Marrameowww!!!

Los gatos tenemos pelos. Informo de esto por si no os habíais enterado, que los humanos siempre habéis sido un poco despistadillos.

Pues eso. Que, como tenemos pelos, en verano tenemos calor. Y es por este motivo por el que cuando llega la temporada estival hacemos del suelo nuestra cama improvisada y ahí nos tiramos el día entero, estirados cual babosas. No es que nos guste estar en esa pose tan indigna pero es lo único que nos ayuda a paliar los efectos de la calorina.

Corrijo. Era lo único hasta la semana pasada. Hubo un día por la mañana en que llegó a casa un señor con una caja enorme. Esto me lo contó Munchkin porque, como es sabido, yo corrí a esconderme bajo la cama en cuanto escuché el timbre.

La bruja escondió la caja misteriosa porque, al parecer, el envío era para el consorte. Cuando éste llegó del trabajo, sacó el artilugio de la caja y se puso a trastear con su nuevo juguetito. Su aspecto era como el de la turbina de un avión. Una cosa enorme y bastante ruidosa que al principio nos causó bastante recelo pero, al poco rato, nos percatamos de que aquello soplaba aire fresquito, por lo que tardamos poco en subirnos a la mesa de centro para disfrutar de la brisilla desde este emplazamiento.

Lo malo es que no está siempre encendido por lo que, cuando veo que el calor empieza a apretar y los pelos me sobran, me aseguro de que haya algún humano en las inmediaciones y, acercándome al cacharro, me estiro y le doy con las patas al lugar de donde sale el vientecillo. Es un truco infalible. En cuanto me ven empiezan “Ayyyy, mira qué mono lo que haceeeee. Si es que es más listoooo. Mira cómo sabe que de ahí sale el aireeeee”. Cuanto más estiren las vocales, mayor habrá sido mi porcentaje de éxito. Y así es como consigo que el aparato funcione y me refresco un poco. Creo que el sistema para hacerlo funcionar es un poco más sencillo, porque yo no veo que ellos estiren las patitas ni pongan cara de buenecitos frente al invento pero, de momento, yo sigo usando mi técnica hasta que dé con la clave de otra menos aparatosa que me permita conservar un poco más de dignidad. Total, ya tendré tiempo de ponerme digno cuando haga menos calor. No puede andar uno siempre haciéndose el exquisito; hay veces en que es más fuerte el instinto de supervivencia.

La bruja, que es bastante palurda, huye de él como alma que lleva el diablo. Intenta ponerse en algún sitio estratégico donde el aire no la alcance porque dice que ella no tiene calor. Eso va a ser porque tiene la sangre fría, como la víbora que es. Yo creo que no llega ni a mamífera. Tendré que preguntarle un día a Bruja Madre si por casualidad no habrá puesto un huevo.

Dicen las malas lenguas que sabe cloquear bastante bien.

Prrrrrr.

jueves, 25 de junio de 2015

Un falso cartero, una borracha y un montón de calderilla

El pasado domingo por la mañana acontecieron cosas muy extrañas en mi casa.

Por si no lo sabéis, yo no madrugo jamás de los jamases debido a que entro a trabajar a las tres de la tarde. Es por este motivo por el que me molestó sobremanera que a las siete menos diez del domingo sonara el telefonillo automático como si a alguien se le hubiera quedado el dedo pegado.

Como soy una miedosa, mandé al churri a mirar a ver quién era. Resultó ser alguien que se identificaba como cartero comercial. Ya de por sí nos mosqueó que un cartero comercial vaya a estar repartiendo publicidad de restaurantes chinos un domingo antes de las siete de la mañana. El churri, por si acaso, se hizo el loco y no abrió, aunque desconocemos si algún vecino incauto haya decidido abrir las puertas de nuestra fortaleza.

Yo decidí seguir durmiendo (a ver qué iba a hacer) pero el churri dijo que ya se quedaba levantado porque los gatos habían decidido que era una hora ideal para desayunar.

Al rato, viene el churri y me dice “Hay una tía borracha perdida tirada frente a nuestra puerta”. Ahí ya me levanté porque estaba visto que los astros se habían conjurado para no permitirme dormir.

Yo ni me asomé por la mirilla porque, como he dicho antes, soy una miedosa, pero el churri dice que era medianamente joven. Cuando le dio por empezar a abrir nuestra puerta con su llave, fue cuando definitivamente nos dimos cuenta de que la mujer no sabía ni dónde estaba parada. Lo más seguro era que viviera en otro portal y ella no alcanzaba a comprender por qué la llave no abría. Más tarde, comenzó a llamar a voces a no sé quién (su capacidad de vocalización dejaba bastante que desear) y a llamar por teléfono a alguien que no atendía, probablemente porque estaría durmiendo a pierna suelta, no como yo. Ahí ya le dije al churri que llamase a la policía, que yo quería dormir.

Tenemos la suerte de que vivimos a tiro de piedra de la comisaría, por lo que la policía se presentó en menos de lo que canta un gallo. La muchacha en cuestión ya no estaba en nuestro rellano aunque había dejado de recuerdo toda la calderilla que llevaba en los bolsillos. El señor policía informó al churri que la habían encontrado en el portal, supongo que intentando averiguar por qué de repente estaba viviendo en una dimensión paralela.

Yo me volví a la cama ipso facto, aunque tengo que reconocer que ya no dormí mucho más porque una vez que me despierto me cuesta mucho volver a conciliar el sueño así que vaya desde aquí mi agradecimiento al supuesto cartero comercial y a la borrachuza impresentable que vinieron a quebrantar mi sagrado descanso.

Por lo menos me distéis material para un post, y dicen que de bien nacidos es ser agradecidos.

Desde luego, se ve que no se consuela el que no quiere. 

miércoles, 24 de junio de 2015

Anuncios Pesadillescos CXLI: Tiene nombres mil

No lo he visto en la tele, así que no sé de dónde lo sacó Cloe  cuando me mandó el enlace. Supongo que lo vio en Internet porque dura nada menos que 2:25 minutos.

Anuncian una depiladora masculina. Lo primero que vemos es un dibujito hecho con vaho en un espejo. Un dibujito de… bueno, un dibujito de esos que todos hemos visto en los baños públicos. Lo disimulan pintándole después  una sonrisa para que parezca una carita sonriente.

Vemos a un tío haciendo pesas quien, dirigiéndose a sus congéneres, informa que si nunca te has “podado el bosque” te pierdes uno de los mayores placeres de la vida y que, aunque usar una cuchilla “ahí abajo” te inquiete, tengas en cuenta que esto tiene muchísimas ventajas, como un acabado perfecto, higiene y mayor placer (supongo que esto último lo dice presuponiendo que va a ser el único argumento que cale en el público objetivo). Por si acaso lo del mayor placer no es suficiente, nos informa que “sin la maleza, el árbol parece más grande”. No hagáis esto, que le quitáis clientes a los que venden extensores en la teletienda.

A continuación nos enseñan la afeitadora con musiquilla de peli de acción, porque es un anuncio para machotes. Por si acaso los clientes tienen miedo de probarlo, les tranquilizan diciendo que la afeitadora cuenta con un protector de piel que impide el contacto entre las cuchillas y “las joyas de la corona”. No llevamos ni un minuto de anuncio. Me gustaría saber cuántos eufemismos más son capaces de soltar.

Diez segundos más tarde, comienza a despelotarse y dice “tranquilo, no te voy a enseñar mi…” y ponen un pitido censurador. Se ve que no se les ocurrió ninguna genialidad para referirse al miembro viril (que tiene nombres mil, según el poeta Leonardo Dantés). Se mete en la ducha pero sin abrir el grifo porque, al parecer, funciona mejor sobre el vello seco. Comienza afeitándose el pecho y las axilillas pero anima al público masculino a “sujetar el mástil por la punta” y tirar para tensar la piel. Ya estaba faltando otro eufemismo. Recomienda colocar el protector de piel si bajas hacia “las rocas del bosque”. Por favor, que termine esto ya. Explica cómo afeitarse tras un vidrio translúcido, en el que sólo podemos adivinar que está haciendo con su mástil y sus rocas del bosque. Una vez que termina, está muy contento porque ya hay “otro pájaro que vuela libre” y nos guiña un ojo, picarón, con efecto de sonido y todo.

Y ya empieza a ducharse mientras unos rótulos nos resumen las características de la máquina. Parece que se termina. Sí, se termina. Por fin vamos a dejar de oír estupideces. Pensé que el límite de los rodeos chorras lo habíamos alcanzado con la que tenía  picores “ahí” pero siempre se pueden seguir dando más vueltas hasta que al final no sepamos ni de qué estamos hablando.

Cerrando los ojos pensaríamos que habla de una podadora de césped.

lunes, 22 de junio de 2015

Crónicas Felinas CXXXIX: Y, al final, sucedió

Marrameowww!!!

Primero que nada tengo que agradeceros a vosotros, mis fans, el apoyo brindado en mi anterior post, donde os comunicaba que estaba a pocos días de ser sometido a una limpieza de boca.

Seguro que todos estos días no habréis podido dormir, ni comer, ni lameros la pata (no me miréis así; estoy seguro de que os laméis la pata cuando nadie os ve) debido a la ansiedad que os provocaba la espera por este post en el que me había comprometido a traeros novedades y el resultado de la intervención.

El día empezó bastante mal. El consorte se levantó a su hora de siempre, le dio de comer a Munchkin… y a mí nada. Yo lo miré con ojitos de cordero degollado e intenté explicarle que, aunque tarde cuatro horas en terminarme un plato de comida, eso no significa que no pase hambre. Pero nada, se fue a trabajar y ahí me dejó con las tripas rugiéndome.

Cuando se levantó la bruja pensé que ella sí que me daría algo. Pues nada. Yo no hacía más que hacerle carantoñas, ronronearle, saltarle encima y ella impertérrita, haciendo caso omiso de mis súplicas por un mísero grano de pienso que llevarme a las fauces.

No contenta con eso, una hora más tarde me quitó hasta el agua. Habrase visto tamaña desfachatez. No en vano ella es la bruja de la casa. Si el consorte fue capaz de dejarme sin comer, la bruja tenía que ir un paso más allá en cuestiones de maldad retorcida y desproporcionada.

El consorte llegó de trabajar antes de su hora y ahí me temí lo peor. Efectivamente, me metieron entre los dos en el transportín, a pesar de mis ímprobos esfuerzos por zafarme de la garra opresora de la bruja, que me tenía pillado de tal manera que apenas me dejaba movilidad. Parece mentira, lo canija que es y las fuerzas que saca para hacerme la vida imposible. Y ahí que me llevó el consorte.

Los siguientes recuerdos que tengo son bastante difusos. Recuerdo que me tumbaron en la mesa esa de frío acero a la que cada día cojo más manía y, de repente, empezaron a aparecer ratones rosas voladores y ya no recuerdo más hasta que volví a abrir los ojos, que se me había cerrado solos.

El consorte vino poco después a recogerme y me llevó a casa. Yo no daba pie con bola y andaba como un pato, sin tener demasiado control sobre mis extremidades.

No me dieron de comer hasta por la noche. Comida blandita con jeringuilla, eso sí. Espero que les haya dado mucho por saco el tener que darme de comer en la boca. Que se fastidien.

Pero  hay que reconocer que ahora me está costando mucho menos comer y ya no tardo tanto en zamparme el pienso. Eso sí, tampoco me lo como todo de una sentada, porque prefiero tenerlos expectantes, ofreciéndome comida a cada rato y haciendo apuestas entre ellos a ver cuándo termino de una vez.

Prrrrrr.

jueves, 18 de junio de 2015

Fenómenos inexplicables

Hay días en que me pregunto si no hubiera sido mejor no levantarme de la cama por encontrarme más empanada que de costumbre. No es que suela tener demasiados días de esos y tal vez es por ese motivo por el que me da más rabia el no verme lo suficientemente resolutiva, como me sucedió el pasado viernes.

No obstante, si de repente me percato de que todo el mundo está igual que yo, ya me da por pensar que hay una especie de movimiento cósmico que nos afecta como sociedad. Creo que se debe a las tormentas que sufrimos hace una semana (al menos en Madrid) con granizo y todo.

Mi día fue más o menos así: Hasta que tuve que salir a trabajar todo era más o menos normal pero me dio por acercarme al estanco, que me pillaba de camino. Al abrir el bolso para pagar, me percato de que se me ha olvidado el móvil en casa. Como no iba mal de tiempo y tampoco estaba lejos, decidí pegarme la carrerita hasta casa a por el móvil y me dije que, ya que estaba, dejaba allí el tabaco para no andar cargando con él y cogía también las gafas de sol, que me estaba quedando cegata.

Subo en el ascensor, abro la puerta, dejo el tabaco, cojo las gafas, cierro la puerta y me monto en el ascensor para bajar. ¿Eh? Espera, aquí falta algo. Claro, el móvil. Pues nada, a esperar a llegar a la planta baja y volver a subir, abrir la puerta, coger el móvil y cerrar la puerta otra vez.

Total, que llegué algo tarde. Se lo cuento a mi jefa y me dice “Ni me lo digas, a mí hoy me llamado un vecino porque me había dejado las llaves en la puerta de casa”. Vale, pues ya somos dos. Voy a por un café con leche a la cafetería y mi jefa me dice que le traiga un americano sin azúcar.

Le pido los cafés a la chica de la cafetería. Me los pone y le pregunto cuál es el americano. Echo un sobre de azúcar en el que por descarte tiene que ser el café con leche y lo noto como muy aguado, por lo que le pregunto, “¿segura que el americano no era éste?”. Me da la razón y me dice que no me preocupe, que me prepara otro. Prepara un segundo café americano y, por inercia, le echa leche. Mientras preparaba el tercer café me dice “Es que llevo así todo el día, no sé qué me pasa”. Por cierto, el tercero ya fue el bueno, por fin.

Pues lo dicho, que la tormenta esa que inundó las vías de Metro creo que también nos inundó las neuronas, porque esto no es normal.

Aunque, ahora que lo pienso, el día de antes nos había caído un rayo en el edificio donde trabajo. A ver si va a ser eso.

¿Podré pedir una indemnización por haberme quedado alelada?

P.S. Nuestra Mandarica ha escrito su primera novela. Necesita 100 precompras para que su ópera prima vea la luz. Tenéis toda la info pinchando aquí

miércoles, 17 de junio de 2015

Anuncios Pesadillescos CXL: Productos para torpes

Sabéis que me vuelven loca los anuncios de productos de limpieza. Loca de verdad, quiero decir. Parece que han tocado techo (o fondo, según se mire) y que ya no van a poder ir a más pero de repente surge algo que te sorprende.

Se trata, en esta ocasión, de un mousse que parece que sirve para todo: Ropa, suelo, encimeras… y, si lo pillas despistado, lo mismo puedes bañar al perro con él.

En la primera escena vemos un salón repleto de gente que se pone tibia a comer delante de la tele. Al gritar gol, el que está sentado al lado de la protagonista hace que ésta se manche la pechera de la camisa blanca con el helado que portaba en su mano. Ella ni se inmuta y corea el gol mientras nos informa que, los domingos, su casa parece un estadio.

Acto seguido la vemos en el baño, diciendo que cuando se maquilla eso parece el estudio de un pintor. La cámara nos enseña un lavabo lleno de manchas de maquillaje, un bote caído, manchas de rímel por doquier… No sé las que me leéis pero yo me maquillo casi a diario y no la lío tan parda. Y eso que no soy especialmente conocida por mi extrema habilidad.

Luego se ve una escena de un montón de gente cocinando unos espaguetis con salsa y dice esta señorita que cuando sus amigos van a su casa a cenar aquello parece un concurso de cocina. Dudo mucho que uno pueda triunfar en un concurso de cocina presentando unos espaguetis con salsa pero si es su ilusión… Ahí es cuando vemos que, al intentar mezclar los espaguetis con la salsa, la mitad de ella sale despedida de la fuente dejando un manchurrón en la encimera que parece aquello el escenario de una película gore serie B de los años 80.

Pero a ella nada le afecta, porque tiene su súper mousse, que le vale lo mismo para un roto que para un descosido y así ella, sus familiares y amigos, pueden seguir siendo igual de torpes y de cochinos sin que les remuerda la conciencia por ello.

Como bien dice el dicho, no es más limpio el que más limpia sino el que menos ensucia y no parece que en esta casa se hagan mucho eco de la sabiduría popular. Ellos tienen su mousse, por lo que pueden dedicarse a ponerlo todo perdido, dando rienda suelta a su creatividad (y a su falta de atención).

El mensaje intrínseco del anuncio viene a ser algo como “Si eres el ser más torpe que ha parido madre o, directamente, te la trae al pairo tener un poquito de cuidado con lo que haces, tenemos la solución para ti. Con este mousse vas a poder continuar haciendo el guarro a placer y nadie se va a percatar de ello”.

Yo creo que me voy a hacer con un mousse de estos y a dejar de ir con miedo al transportar la sopera.

lunes, 15 de junio de 2015

Crónicas Felinas CXXXVIII: No hay escapatoria

Marrameowww!!!

¿Os acordáis de cuando comía mal porque tenía gingivitis? Pues la semana pasada volví a las andadas. En parte porque sí era cierto que me dolía la boca y en parte porque, de vez en cuando, me mola que me mimoseen y me den comida blandita con jeringuilla (que es lo que me dan cuando ya no como otra cosa). Esa sensación de tenerlo humillados dándome la comida en la boca como si fuera un bebé es como una droga para mí. A la próxima también les pido que me laven los pies con aceites esenciales.

El caso es que me volvieron a llevar al veterinario (qué tirria le tengo a ese hombre, no lo sabéis vosotros bien) y ahí sí que sí hicieron oficial lo de hacerme una limpieza de boca. Como podéis imaginar, puse a trabajar el ingenio al máximo de su capacidad, a ver si tenía alguna manera de engatusarlos a fin de que al final desistieran de su empeño.

El consorte me había comprado un pienso de grano más pequeño, a ver si así comía mejor y, al escuchar lo de la limpieza, comencé a comer de ese. De a poquito, pero lo comía. Más que nada por ver si creían que me había recuperado milagrosamente y desistían de la decisión de llevarme a que me escarben en la boca.

Pero el plan magistral que había ideado no coló (se ve que, de a poco, estos ineptos van espabilando). Y he oído que el miércoles me toca ir a esa tortura infernal. Sí, este mismo miércoles. También he oído algo de que me tienen que dejar sin comer doce horas y ahí sí que cada vez entendí menos. O sea, me montan el pifostio padre porque les preocupa que no coma y ahora me van a tener medio día pasándolas canutas; lampando, en sus dos posibles acepciones, por un granito de pienso (aunque sea de marca blanca) que llevarme a la boca. Desde luego, no hay quien comprenda a estos humanos.

Para colmo, el sábado se fueron por ahí todo el día y ayer domingo la bruja también salió de pingo, como si la cosa no fuera con ella. Con deciros que hasta se compró zapatos podéis llegar a haceros una idea de los grados de insensibilidad que puede llegar a alcanzar esta mujer, que no es capaz de empatizar con mi dolor, mi sufrimiento y mi cabreo monumental por tener que ir una vez más al veterinario.

Como comprenderéis, tengo las gónadas de corbata así que desde aquí os pido apoyo y comprensión, que sé que el miércoles estaréis todos pendientes de mí, sin pensar en otra cosa. Ya la semana que viene os cuento si no he perdido ningún piño y qué tal va mi recuperación bucal.

Si es que soy tan hermoso e inteligente que algún defectillo tenía que tener, aunque más no fueran las encías. La bruja también padece mucho con las suyas pero, en su caso, es un defecto de tantos.

Prrrrrr.

jueves, 11 de junio de 2015

Y, de repente, la musa

Como bien sabéis los que me leéis desde hace un tiempo, suelo programar durante el fin de semana las entradas que se publicarán a la semana siguiente. Pues bien, andaba yo el sábado pasado preocupada porque no se me ocurría nada para publicar hoy.

Pero quiso la divina providencia que el churri y yo decidiéramos ir a una tienda de artículos para el hogar a comprar unas cuantas cosas que ya hacía falta reponer en el nuestro. La cortina de la bañera, un reloj de cocina. Cosas así. Entre estas “cosas así”, se incluía un juego de vasos ya que, entre los que escachuflamos nosotros en el fregadero y los que los gatos precipitan mesa abajo porque deciden que encima les estorban, andábamos bastante escasos de recipientes en los que saciar nuestra sed, que aumenta ahora a las puertas del período estival.

No creo que os importen demasiado mis desgracias en cuanto al estado de la cristalería de mi casa pero lo curioso del caso fue que vimos en una estantería unos vasitos de estos con el fondo de colorines. Cada uno de un color. Muy monos. Un par de estanterías más allá, escondiditas, detectamos unas cajitas con todo el juego completo y sin haber sido manoseados por cuanto dedo curioso había pasado por allí (sí, claro que lavo los vasos antes de usarlos pero cuanto menos manoseados, mejor). El caso es que saco una de las cajitas y la abro en la parte superior de la estantería para comprobar que ninguno esté roto cuando, de repente, una señora se planta al lado mío y dice, “hala, qué bonitos” y sin preguntar ni nada, saca un vaso de dentro de MI caja y se pone a mirarlo. Mi mano comenzó a estirarse en dirección al vaso como si se tratase de la mano de un náufrago intentando desesperadamente alcanzar un mástil flotante. La mujer, impertérrita, me preguntaba “¿cuánto cuestan?”. Yo no lo sabía porque la caja no tenía puesto el precio y el churri había ido a ver cuánto costaba cada vaso suelto a la estantería donde estaban estos.  Luego me preguntó dónde estaban las cajas y le digo “ahí abajo” mientras, por fin, pude recuperar MI vaso, al que me aferré con todas mis fuerzas.

En esto aparece el marido de la señora y ella le dice “Manolo, saca una cajita de vasos de estos de ahí abajo para verlos porque, claro, no vamos a estar viendo los de esta chica”.

A buenas horas me vienes con lecciones de civismo, hija mía. Después que ya me has manoseado los vasos le intentas hacer ver a tu marido que eres un ser civilizado que sabe convivir en sociedad y no resultar invasiva a tus semejantes.

Cuando llegó el churri con el precio de los vasos me preguntó, “¿de qué te ríes?”. A lo que respondí sin dudar “De que ya tengo post para el jueves”.

Es que las musas a veces se camuflan de señoras toca-eggs. Hay que estar atento.

miércoles, 10 de junio de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXXIX: A vuestros pies

Yo pensaba que ya no podía ver cosas de peor gusto en lo que a anuncios se refiere. He visto muñecos representando a mocos, dientes sanguinolentos cayendo en un lavabo, mujeres que aseveran tener picores “ahí” y cosas que mi mente debe haber suprimido por el bien de mi salud psicológica.

Pero cuando Irene me mandó por Facebook el enlace de este anuncio, tengo que decir que mi universo se desmontó y tuve que admitir que siempre hay un peor.

No lo he visto en la tele, así que debo suponer que lo están echando poco o que la campaña tuvo tantos detractores que optaron por retirarla. Irene no tuvo tanta suerte y fue sorprendida por este engendro mientras hacía la digestión.

El anuncio es en blanco y negro, porque parece que cualquier guarrada, por muy guarra que sea, luce más artística si se muestra en blanco y negro. Vemos parejitas de hombre-mujer, hombre-hombre y mujer-mujer, tonteando tímidamente. Por lo que comentan (poco) parece que están dudando si hacer o no hacer algo. Hay una mujer que, mirando hacia abajo, comenta que es un poco grande. Una le propone a su pareja incluir chocolate. Una pareja joven empieza a darse el lote sin ningún miramiento.

Y cuando nos temíamos lo peor… nos quedamos deseando que hubiera sido eso lo que hubiera sucedido. De repente, la que hacía comentarios en cuanto al tamaño, está mirando a un pie justo delante de su cara. Otro, con los ojos vendados, recibe un pie posándose en su hombro. Una chica recibe entre sus manos un pie enjoyado como si de una reliquia etrusca se tratara. La que se daba el lote hace un rato, coge ambos pies del chico y comienza a lamer uno de ellos con fruición, dedito a dedito. La que estaba preocupada por la enormidad, opta por hacer el recorrido inverso y lame desde el talón hacia arriba. La de la reliquia etrusca, da tímidos besitos al empeine mientras mira de reojillo, pensando “no me pagan lo suficiente”. Luego hay otra que se mete medio pie en la boca y, por la posición de los dientes, da la sensación de que se está equivocando con un bocata de mortadela (o de queso, juas, juas). Dos chicos hacen una especie de 69 podal. Ya entendéis lo que digo: Tú chupas mi pie y yo chupo el tuyo. El de los ojos vendados lame como si no hubiera un mañana, sin saber siquiera a quién le está chupando el pie. Vemos un pie untado en chocolate (la de antes se ha salido con la suya) y así vemos unas cuantas escenas más de succiones y lametones. Esto es el paraíso del fetichista.

Finalmente nos preguntan a quién besaríamos los pies. Pues yo a nadie, qué queréis que os diga. Por mucho producto contra el mal olor que usen.

Sí, el anuncio es de eso. ¿Dónde quedó aquella madre preocupada de nuestra infancia diciendo “Chica, tú no sabes la peste que dan las zapatillas”?

lunes, 8 de junio de 2015

Crónicas Felinas CXXXVII: Mensaje a Bruja Madre

Marrameowww!!!

Creo que no peco de soberbio si digo que esta es la sección más exitosa del blog, mal que le pese a la bruja. Si quiere mantener la poca cordura que le va quedando, tendrá que asumir que tengo más talento y que de donde no hay, no se puede sacar.

No obstante, sucedió hace un tiempo una cosa que me hizo tenerle hasta lástima, que uno también tiene sus sentimientos, aunque no lo parezca.

Seguramente recordaréis que la bruja estuvo de vacaciones la semana del 11 de mayo. El caso es que, como el 14 fue su cumpleaños (37 castañas que le cayeron; ya os lo digo yo si ella ha sido tan cobarde como para no confesar), habló por teléfono con la Bruja Madre, allende los mares.

Resulta que en esa conversación, Bruja Madre le dice a la bruja “No sabía si podrías atenderme, porque a estas horas estás en el trabajo, ¿no?”. “No, mamá, estoy de vacaciones”, responde la bruja. Bruja Madre manifestó desconocer este dato aunque confesó que le había sorprendido no ver post de Crónicas Felinas el lunes de esa semana.

La bruja le dijo que ya había avisado de que se iba a tomar unas vacaciones en el post del jueves anterior a lo que, ni corta ni perezosa, Bruja Madre confesó que no lo había leído. Que, en realidad, casi leía en exclusividad esta ilustre sección. Yo estaba echándome la duodécima siesta del día pero aun así pude oír el sonido del orgullo de la bruja haciéndose añicos contra el suelo. A ver Bruja Madre, que sé que me estás leyendo; hasta yo que tengo fama de insensible hubiese tenido un poco más de tacto.  Esas cosas no se hacen. Luego un día la “criatura” se traumatiza y monta una escabechina con una katana y vienen los lamentos y las preguntas retóricas en plan “¿por qué? ¿qué hice mal en esta vida?”.

Comprendo perfectamente tu postura, Bruja Madre. Soy consciente de que mi sección es la única que vale la pena en este blog y que, por muy hija tuya que sea, tener que estar aguantando sus divagues es demasiado para el cuerpo. Todo eso lo sé yo y hasta me sorprende que reciba algún comentario en sus entradas (supongo que por compromiso) pero ten en cuenta que ante estas situaciones se pone muy pesadita y somos nosotros los que la tenemos que aguantar. Tú estás lejos y no te enteras (aunque podrías, con sólo un par de decibelios más) de sus berridos al clamar “a nadie le interesa mi vida; hasta el gato es más interesante que yo; buaaaaa”. Y así durante horas, que ella es muy intensa cuando quiere.

Así que, aunque más no sea por respeto a tus ídolos felinos, a la próxima disimula un poquito, al menos. Que todos viviremos más tranquilos sin escuchar ese “uauaua” constante y eso repercutirá en mejores posts por mi parte, exentos del estrés al que ahora me veo sometido.

Desde ya, muchas gracias.

Prrrrrr.

jueves, 4 de junio de 2015

Siendo sincera…

“Si no te dejo es por pereza”, le dije hace poco al churri.

No os asustéis, nosotros somos así. Nos decimos las cosas sin paños calientes y nos soltamos lindezas del tipo “¿Cuánto me quieres?” – “Lo suficiente para aguantarte” y cosas así.

Así, pinchándonos, es como mantenemos viva la llama. No obstante, si bien no tengo intención de dejar al churri en un futuro próximo (en un futuro lejano ya veremos, según se vaya portando) no es que mi frase no tuviera cierta parte de verdad.

Me dio por pensar que, si por azares del destino yo mañana me volviera a ver soltera, ya así me quedaría. La sola idea de conocer a alguien, quedar para tomar algo y “conocernos” me da un perezón infinito.

Creo sinceramente que la paciencia para aguantar semejantes tostones se pierde a partir de los 25 años. A partir de ahí, si pretendes perder tu condición de soltería, o te buscas uno que ya conocieras de antes (que fue lo que hice yo, básicamente) o ya optas por quedarte como estás, que también se está muy a gustito (o, “tan agustamente”, como escuché hace poco y debo decir que aún me sangran los oídos; de verdad, cada día hablamos peor).

Conocer gente da pereza. Esto es así y no admito discusiones. Y más si es con miras a establecer una relación futura con la persona en cuestión. Los hay que sólo te hablan de sí mismos con todo lujo de detalles (de verdad, no me interesa la discusión que tuviste con tu jefe cuando ni siquiera te conocía ni mucho menos me hace ilusión saber lo que te contó el podólogo cuando te miró los pinreles, de verdad que no, te lo puedes ahorrar, en serio). En el extremo opuesto están aquellos que mantienen su vida en un total ostracismo pero, por el contrario, parecen (o quieren parecer) extremadamente interesados en todos los detalles de la nuestra, por lo que nos someten a un extenso interrogatorio para conocer todos los pormenores que él considera importantes para decidir si eres la princesa de sus sueños, desde qué música escuchamos cuando nos duchamos hasta qué tipo de pijama usamos para dormir, pasando por la regularidad y/o posibles molestias de nuestros ciclos menstruales. También puede interesarles qué tal nos llevamos con nuestra familia.

Supongo que, en cuanto a citas con mujeres, los especímenes serán más o menos parecidos (exceptuando las preguntas acerca de la menstruación) pero como no tengo experiencia en citas con mujeres, pues hablo del género masculino, que es el único que conozco (o intento conocer a diario). Seguro que los representantes de tan digno sexo enriquecéis esta entrada con vuestros comentarios y, ¿por qué no?, también con vuestras experiencias con las féminas.

Pues eso, que viendo el panorama, me niego a volver a pasar por eso, así que sí, si no dejo al churri, es por pereza. No sólo por las citas posteriores sino porque separarme implicaría otra mudanza.

Y las mudanzas son el mal.

miércoles, 3 de junio de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXXVIII: La depiladora mágica

Se acerca el verano y, con él, las falditas cortas y la imperiosa necesidad de deshacernos de los pelos de oso que han poblado nuestras piernas durante el invierno, a modo de leotardos naturales.

La opción más sencilla, claro está, es depilarse. Pero ¿vamos a depilarnos con cualquier cosa? No. Vamos a depilarnos con algo que, aparte de librarnos del indeseado vello corporal, nos haga entrar en un éxtasis tal que veamos ante nuestros ojos cómo nuestro baño se transforma.

La cosa es así. La prota del anuncio (que no tiene un puñetero pelo, dicho sea de paso) está sentada en el baño de su casa sosteniendo entre sus manos lo que a simple vista parece una bola de cristal para adivinar el futuro, tal vez vislumbrando un porvenir de éxito sin fin con las piernas perfectamente depiladas pero, al depositarla sobre una mesita (sí, tiene mesita en el baño. A mí me tocaría apoyarla en la tapa del WC e intentar sentarme en el bidé como buenamente pueda, con un considerable riesgo de luxaciones varias) vemos que es de plasticazo pero con la fantástica característica de que se ilumina en un rojo paliducho, cual farolillo de club nocturno.

Enchufa el aparatejo en cuestión, se queda con cara de alelada y, a su alrededor, el baño muta en un balneario con cascadas de agua, luces modernistas y piscina climatizada. Echa una pastillita en el aparato y es envuelta por la “delicada fragancia”. Tan delicada no será, cuando de repente vuelan pétalos por doquier. Da la sensación de que eso se te mete hasta el fondo de la pituitaria, con lo malita que está la cosa en estas épocas con las alergias. No nos dicen si la delicada fragancia trae también un compuesto de cetirizina, por si las moscas.

El aparato no sólo te depila, parece que también te da un masaje con piedras calientes porque de repente la vemos tumbada boca abajo con tres cantos rodados en la espalda. Es de lo más completo, el bichejo éste. Ya me están dando ganas de hacerme con uno. Te depila, te masajea y te cambia la decoración. Es un tres por uno. Ya que estamos alucinando, yo preferiría depilarme en una playa del Caribe con un daiquiri en la mano. No sé si el aparato tiene diferentes funciones según el grado de viaje astral en el que quieras entrar. Sería un puntazo: Función spa, playa caribeña o cabaña en los Alpes. Si sabes algo de programación puedes montar la flipada a tu gusto, como cuando te dejan experimentar con las pizzas y de ahí sale cualquier cosa con piña, chorizo, pepinillos y salsa barbacoa.

Finalmente, ella acaricia sus piernas perfectamente depiladas (vamos, igual que las tenía al principio del anuncio) y da saltitos de emoción en una especie de puente con tres travesaños que tiene la piscina. Pareciera que fuera a esmoñarse pero, lamentando mucho desilusionaros, tengo que informar que no se esmoña. Ella es grácil cual gacela.

Y no tiene pelos. 

lunes, 1 de junio de 2015

Crónicas Felinas CXXXVI: El bien y el mal

Marrameowww!!!

Parece que a Munchkin le ha salido un hongo en el cuello. Un mini-hongo, más bien, porque con las veinte veces que nos revisan al día nada tiene tiempo a reproducirse demasiado y enseguida nos llevan al veterinario.

Pues estamos apañados, entre la bruja con el ojo en compota y el otro con un hongo, cada cual adolece y se queja de lo suyo.

Para tratar el hongo, al imberbe le están echando dos veces al día un potingue asqueroso que les recetaron en el veterinario. Como era de esperar, cada vez que tocan ungimientos de esos, Munchkin se retuerce y se rebela como si le estuvieran echando ácido sulfúrico. Ellos intentan tranquilizarlo con esa frase tan manida de “es por tu bien”.

Y aquí tengo que salir en defensa del niñato. ¿Por su bien? ¿Por qué todas las cosas que implican algún tipo de sufrimiento o incomodidad se supone que son por nuestro bien? “Voy  cortarte las uñas por tu bien”, “Vamos a dejarte sin cataplines por tu bien”, “Te vamos a pinchar con una aguja mastodóntica por tu bien”, “Tómate esta pastilla asquerosa, que es por tu bien”.

Nunca he visto que nos digan cosas tales como “Voy a darte jamón del bueno por tu bien”, “Te voy a dejar comer polillas por tu bien” o “te dejamos jugar con el maquillaje de la bruja, que seguro que te hace bien”. Está visto que las cosas divertidas o ricas nunca son por nuestro bien. Todo lo que tiene pinta de satisfactorio parece estar rodeado de un halo oscuro de cosa prohibida, mala o de mal gusto. No entiendo yo mucho esta diferenciación entre el bien y el mal. Para mí que hay humano encerrado.

Aunque, siendo franco, creo que a los humanos os pasa más o menos lo mismo. Os venden cosas como que el trabajo es salud o que la pereza es la madre de todos los vicios. Como felino que soy, os diré algo: holgazanear sí es por vuestro bien. No hay nada que se compare a ver pasar las horas muertas sin hacer absolutamente nada, dormitando mientras el sol os acaricia el lomo, o lo que sea que tengáis los humanos. No dejéis que os roben ese momento de vagancia. Exigídselo a vuestros jefes. Si puede ser a jornada completa, mejor. A lo mejor a vuestros jefes les da envidia y también terminan echándose una siestecita, que eso siempre ayuda a reponer fuerzas para seguir haciendo el vago el resto de la jornada.

Así que, para ser felices, ya os digo yo que hay que ser más gatos. Nosotros sí que sabemos lo que es por nuestro bien. De hecho, si por nosotros fuera, no haríamos nada en esta vida que no fuera por nuestro bien. Los términos “altruismo”, “sacrificio” y “esfuerzo” no entran en nuestro vocabulario. Y ya veis qué bien vivimos.

Por si acaso, no me acerco mucho a Munchkin, no sea cosa que también termine con el pelaje pegoteado “por mi bien”.

Prrrrrr.