Quizás os estéis preguntando (o no, porque dudo que me deis
tanta importancia) que qué pasa últimamente conmigo, que a veces publico, a
veces no publico, a veces comento blogs, a veces no comento… Hace un par de
semanas, sinceramente, me habían abandonado las musas. Creo que se debió a
tanta lluvia y tanto frío y tan hasta las narices que estaba ya.
Ahora ha venido el verano. Así, sin avisar ni nada. Que
estoy yo muy contenta porque ya sabéis que, si por mí fuera, no bajaríamos de
los 25 grados nunca pero digo yo que podría avisar, en plan “eh, que voy, soy
el verano” porque esto de estar con paraguas, chaqueta y camiseta de manga
larga a poder dejarse los calcetines en casa y andar luciendo brazos (piernas,
de momento, no he lucido; primero porque estoy muy blanca y segundo porque, si
bien tengo vestiditos nuevos que estrenar, quiero esperar a que sea julio o
agosto, que si no quemo todos los cartuchos en la primera semana) termina
volviendo loco a cualquiera. Sobre todo porque cuando estuve de vacaciones allá
por mayo, tenía yo intenciones de aprovechar un día para hacer el cambio de
armario pero, en vista del panorama invernal que aún estábamos viviendo, no
tenía sentido hacerlo. Ahora, por culpa del cambio brusco, he tenido que
hacerlo un sábado por la mañana, con lo que me gusta a mí hacer el vago los
sábados por la mañana. Y, encima, este año me he esmerado porque me he probado
un montón de ropa de esa que hacía lustros que no usaba y, bajo la premisa “si
parezco una butifarra, lo aparto para donar”, terminé llenando dos bolsas de
ropa que ya no volveré a usar en la vida. Y no me digáis que podía haber
intentado adelgazar para poder volver a entrar en ella porque ese planteamiento
fue el que me hizo llegar a esta situación de Diógenes profundo en la que me encontraba.
Vale, y ahora diréis “pero el calor empezó ya hace una
semana, ¿por qué motivo sigues haciendo apariciones intermitentes, pues?
Pues porque hay Mundial, que todo hay que explicarlo. Mi
vida es un caos desde que se pitó el comienzo del primer partido. Con lo
organizadita que soy yo y ahora tengo que andar haciendo múltiples cambios de
planes para cuadrar mi cotidianeidad con los partidos. Al punto que había
pedido cita en la peluquería para ayer miércoles pero en cuanto colgué con mi
peluquero me di cuenta de que a esa hora jugaba Uruguay y cambié la cita para
el martes, sin importarme pagar más (los miércoles es más barato; se ve que,
aparte del día del espectador, es el día del peinado). He tenido que buscar
hueco para colgar la bandera uruguaya en la ventana (dos veces, porque la
primera la pegamos mal y se cayó, por lo que terminé viendo el partido contra
Egipto con la bandera en el suelo) y hasta vi el partido Rusia-Egipto porque están
en el grupo de Uruguay y hay que hacer cábalas con los puntos. Por suerte, ya
estamos en octavos tras un tediosísimo partido con Arabia Saudí en el que
confieso que me costó no dormirme.
Y, por supuesto, también veo los partidos de España que,
casualmente, coinciden siempre en día con los de Uruguay así que, cuando me
toca fútbol, sé que ya tengo la tarde echada con la tontería.
En fin, que intentaré prodigarme más por aquí si el esférico
lo permite. La entrada me ha quedado más larga de lo habitual pero, ¿quién sabe
cuándo habrá otra?