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jueves, 9 de agosto de 2018

Intrusismo profesional


Hoy vengo como una niña pequeña a enseñar sus juguetes. Me explico. Resulta que mi querida Gladys del blog “Integral Woman” organizó un sorteo para celebrar sus siete añitos de blog.

Y no lo gané. Peeeeero, aparte del sorto “gordo” hizo otro sorteo en secreto donde resulté ser una de las afortunadas. No sabéis qué alegría genera eso de ver que has ganado algo cuando ni siquiera te sabías candidata a ganarlo.

Como el premio era sorpresa, estuve mordiéndome las uñas hasta que, por fin, el lunes de la semana pasada llegó mi paquetito (bueno, le llegó al portero de mi edificio porque el de Correos se lo había dejado a él).

Cuando el churri me hizo entrega del paquete, a su vez entregado por el portero y a su vez entregado por el cartero (la de manos que tocaron mi paquete, qué vulgaridad…) lo abrí rauda y veloz y dentro, aparte de una cartita muy tierna y cariñosa, encontré las siguientes cositas:

Esmalte de uñas, aceite de ducha, máscara de pestañas y labial permanente
La foto no me quedó muy allá. Tengo que mejorar la técnica.

De más está decir que estaba como si fuese Navidad o mi cumple o algo… No voy a hacer una reseña extensa de cada producto porque eso se lo dejo a ella, que es experta en relatarnos con todo lujo de detalles los componentes, los efectos sobre la piel y todo lo demás. Yo voy a hablar desde mi humilde opinión de simple usuaria. Pese a mi política de no nombrar marcas en el blog, esta vez me tocará hacer una excepción…

Esmalte de uñas “Explosiva” de Masglo: Tengo una amiga colombiana (sí, ya lo sé, la nombro mucho) que siempre ha hablado maravillas de esta marca de su tierra natal. Confieso que, pese a las buenas reseñas que había leído en general acerca de estos esmaltes, nunca los había probado. Ahora, gracias a Gladys, me he estrenado con este tono coral de lo más veraniego y he de decir que estoy gratamente sorprendida. Ya lo llevo puesto desde hace más de una semana y ni se mueve, el condenado.

Aceite de ducha “Amande” de L´Occitane: No creo que tenga que hacer mucha introducción sobre la marca porque su fama la precede. En la foto es lo que parece un caramelito (me pareció una monada que viniera envuelto así). Es un aceitito que hace espuma al contacto con el agua, así que te lo embadurnas, te aclaras y sales de la ducha con la piel suavecita y con un olorcito a almendra que pareces un mazapán. Huelga decir que me ha gustado mucho.

Lápiz de labios líquido permanente Vice de Urban Decay en tono Tryst: Lo confieso, me he hecho adicta a los labiales permanentes. Tanto que tengo por ahí un montón de labiales no permanentes que están durmiendo el sueño de los justos en el fondo de mi bolsita de mi maquillaje. Es que no hay comparación con eso de pintarse los morros a las seis de la mañana y volver a las cuatro de la tarde con la boquita intacta, como si no hubieran pasado las horas. Este es un tono coral mate que, he de decir, me probé con cierto recelo porque siempre le he escurrido un poco el bulto a los labiales con tendencia al anaranjado. Creo que era prejuicio porque hice una encuesta entre mis compis de curro y todas coincidieron en que el tono me quedaba bien. Así que, otro acierto por parte de Gladys. Dura muchísimo, no se cuartea, no reseca demasiado y el tono me va bien, ¿qué más puedo pedir?

Máscara de pestañas “Perversion” de Urban Decay: Tengo que decir que este es el único producto que aún no he probado. Estoy esperando a estrenarlo en alguna salida nocturna. ¿El motivo? Suelo usar máscara transparente porque es lo más parecido a no llevar nada (simplemente es algo que te las peina y te las deja colocaditas). Tengo muchas pestañas y muy largas, así que normalmente las máscaras que, como esta, prometen darte mucho volumen (y me da que cumple con lo que promete) hacen que mis pestañas parezcan postizas y me asemeje a Betty Boop, así que, como no es plan de ir así a trabajar, prometo estrenarla para una cena o alguna salida de picos pardos con mis amigotas.

Y eso es todo, que no es poco. Muchas gracias otra vez, Gladys. Y que sepas que no sólo me has hecho unos regalitos estupendos sino que me has regalado un post en esta época de sequía creativa que estoy atravesando. Al final hasta le voy a pillar el gusto a esto de escribir posts de belleza, aun a riesgo de que me acusen de intrusismo…

jueves, 6 de julio de 2017

La paja en el ojo ajeno

Hoy me voy a poner un poco seria, porque sí, porque las risas están muy bien en el diario vivir pero, de vez en cuando, me da por reflexionar.

Veía el otro día en la tele un reportaje sobre víctimas del tocomocho y la estampita, que parece que, pese a ser ya clásicos, siguen dando resultados hoy en día.

Esta clase de estafas se basan en que la víctima crea que una persona supuestamente tonta tiene un montón de billetes que piensa que son estampitas o, en su defecto, que tiene un billete de lotería premiado y no lo sabe. Aparece en escena la persona lista quien convence a la víctima para comprar a medias las “estampitas” o el billete premiado y dividirse las ganancias.

Pues bien, yo a todo esto me preguntaba, ¿la víctima es tan víctima? No es cuestión tampoco de decir que se lo merece pero me indignaba ver cómo salían llamando sinvergüenzas a los estafadores que se aprovechaban de gente de bien. ¿Acaso esa gente de bien no estaba intentando aprovecharse de la ignorancia o la discapacidad psíquica de alguien? Se ve que cuando nos aprovechamos de la coyuntura es porque somos muy listos y cuando se aprovechan de nosotros es que los demás son unos bribones. Una persona de moralidad intachable jamás caería en un timo de estos porque su conciencia sencillamente no se lo permitiría.

Y esto me llevó a pensar en otro tema, la corrupción (porque yo soy así, muy de divagar de un tema a otro). Me paso la vida escuchando a la gente despotricar de lo corruptos que son los políticos, de cómo se quedan con el dinero de la gente, de cómo deberían estar todos en la cárcel y blablablá. No, no voy a defender a los políticos corruptos (no estoy tan loca) pero he escuchado en infinidad de ocasiones a gente decir que si se encontrasen una cartera llena de dinero en la calle no moverían un dedo por intentar localizar a su dueño (también hay gente que sale en las noticias por haberla devuelto, todo sea dicho). Y yo me pregunto ¿qué pasa si quien ha perdido la cartera necesita ese dinero? La respuesta más popular suele ser que a lo mejor el dinero es de un narcotraficante. Pues sí, puede ser. O no. Eso no lo sabemos pero tenemos esa tentación de quedarnos con lo que no es nuestro.

También mucha gente me ha dicho que si en un comercio la cajera le devuelve dinero de más y se dan cuenta de ello, se callan y se quedan el dinero. La excusa suele ser que con el dineral que ganan los grandes comercios, no hacen daño a nadie. Y sí, hacen daño. Hacen daño porque los descuadres de caja suelen cubrirse con el sueldo de la cajera, así que, al quedarnos con dinero que no nos corresponde, estamos perjudicando a una persona que está haciendo su trabajo y que, desde luego, dudo que sea millonaria. Eso sí, si la cajera devuelve de menos bien rápidos que estamos para hacerle percibir su error.

¿Eso no es corrupción? ¿Cuál es la cantidad de dinero que hace que una “travesura”  pase a convertirse en un escándalo? Si todos los que nos quedamos con las vueltas tuviésemos acceso a cantidades mayores de dinero ¿no haríamos lo mismo a mayor escala?

La honestidad empieza en casa y, mientras no cambiemos la mentalidad, la corrupción va a seguir estando a la orden del día.

Me ha quedado un post un poco largo pero qué a gusto me he quedado.

jueves, 15 de junio de 2017

De cómo no tuve Internet y viví para contarlo

De esto ya ha pasado tiempo pero, con esto de que me fui de vacaciones, al final no os lo conté y se me quedó este tema pendiente en la lista de posts futuros.

El viernes previo al puente del 15 de mayo estaba yo trabajando tan alegremente (o no tan alegremente pero es mejor tomarse las cosas con humor) cuando, algo más de una hora antes de terminar nuestra jornada, nos instaron a apagar todos los ordenadores. Desconocíamos el motivo hasta que nos enteramos de que el responsable era el ciberataque que tuvo en jaque al mundo entero.

Nuestra empresa no estaba afectada pero, por seguridad, nos mandaron desconectarlo absolutamente todo hasta nuevo aviso. Nosotros decíamos que vaya forma de perder el tiempo para una hora que quedaba así que, al final, en vistas de que la cosa no tenía visos de solucionarse en breve, nos mandaron a todos para casa una hora antes.

Yo estaba que daba palmas con las orejas. A eso llamo yo empezar un puente por la puerta grande. Iba a tener más tiempo para mí. Genial.

El problema fue que, como todavía no estaba claro qué alcance tenía el ciberataque ni cuáles eran realmente los objetivos, el churri me prohibió terminantemente encender el router de casa ni acceder a nada que tuviera contraseña. Así que desconecté del móvil el Facebook, el Twitter y hasta Bloglovin´ y, por último, desconecté los datos por si acaso.

Y ahí fue cuando me di cuenta de lo extraña que se torna la vida cuando no tienes acceso a redes sociales.  Nunca me he considerado adicta a ellas pero sí debo reconocer que se me hacía muy raro no poder consultar cada cierto tiempo si alguien había actualizado el blog, o qué contaban mis primos desde allende los mares o cuál era la nueva polémica tuitera. Una sensación muy extraña, como de ama de casa de los cincuenta viendo la tele como única vía de información del mundo exterior.

Me di cuenta de que mis manos, por puro instinto, se dirigían al móvil movidos por un acto reflejo de consultar novedades y se detenían a mitad de camino una vez que tomaban consciencia de que no había más tela que cortar. No es que me sintiera desesperada ni ansiosa (no llego a tanto) pero sí me sentía mortalmente aburrida, a lo que debo agradecer el hecho de haber adelantado considerablemente en mis lecturas pendientes.

Y esto me dio que pensar si necesitaré desintoxicarme de tanta tecnología o si simplemente será que las redes sociales ya forman parte de mi vida y estos actos reflejos son ya tan naturales como cuando se va la luz y por instinto pulsamos el interruptor al entrar en una habitación y no hay tanto de lo que preocuparse.

¿Y vosotros como vivisteis el ciberataque? ¿Os atacó la paranoia como a una servidora o pasasteis tres kilos del tema y seguisteis con vuestra vida tecnológica normal? ¿Dependemos demasiado de las aplicaciones?

Hala, empezad a opinar.

jueves, 4 de diciembre de 2014

He fracasado mil veces. ¡¡Ole yo!!

Como ya hemos terminado con las crónicas de mi viaje y la economía no está para dirigirme a un nuevo destino con el que saciar vuestras ansias de cotilleo, toca volver a divagar sobre chorradas varias.

Hace tiempo que le estaba dando vueltas a esto así que, allá vamos, aunque tal vez se abra un foro de debate a raíz de este post. Vaya por delante que, como sabéis, no soy madre ni tengo a mi cargo la educación de ningún ser humano así que voy a dar mi opinión como vulgar ciudadana, que para eso tengo blog y escribo lo que me sale de la punta del peroné. Hoy me voy a poner un poquito seria, para que veáis que a veces también pienso.

Noto últimamente una tendencia generalizada a fomentar la autoestima en formas que no alcanzo a comprender. He sabido de colegios, centros deportivos y demás instituciones encargadas de tratar con cachorros humanos que, cuando las criaturitas participan en una actividad, se les da un premio a todos y cada uno de ellos porque todos han participado y, por ende, todos son ganadores. Así nadie se frustra por perder (cachis, que no debo decir “perder”, eso es muy negativo. Corrijo: Nadie se frustra por… ¿no ganar?, ¿quedar en un puesto diferente al primero? ¿Cuál es la correcta?).

Y a mí que me perdonen pero ni comulgo con esta idea ni la entiendo demasiado. Me da un poco de miedo pensar qué puede suceder con estos niños cuando ya no sean tan niños; cuando se presenten a una entrevista de trabajo y vean que, no sólo no le dan el puesto a todos los que se presentan sino que el gerente no le pone un pin en la solapa con la frase “Tu visita nos ha hecho felices. ¡Enhorabuena!”. ¿Qué pasará cuando vean que la señora que tienen delante en la panadería se lleva la última baguette y nadie le da una bolsita de colines por haber participado?

Dudo que la autoestima se fomente dándote a entender que el fracaso no existe. El fracaso existe. Y fastidia; vaya que si fastidia pero, tal como yo lo veo, nuestra autoestima crece cuando comprendemos que, a pesar de los fracasos, somos lo suficientemente fuertes como para no dejar de luchar por lo que queremos, para intentar mejorar cada día con el fin de alcanzar nuestro objetivo. Y podrán caernos encima, uno, dos, mil fracasos. Tal vez nunca consigamos algo que nos hemos propuesto pero lo importante es mantener la cabeza alta y tirar para adelante porque nosotros lo valemos y no vamos a permitir que un contratiempo (o cuatro millones) nos arruine el día.

Soy muy optimista. Tan optimista que a veces rozo lo naif pero creo que hay que tener los pies en el suelo. No todos somos iguales y eso es lo que hace que la vida mole tanto.

Me está cansando eso de pretender que somos una masa informe donde nadie destaca en nada sobre los demás. 

jueves, 3 de julio de 2014

El aceite consagrado

Una compañera de trabajo me comentó hace unos días que por la calle le habían entregado una revistita que estaba segura que iba a constituir buen material para este humilde blog. Ni corta ni perezosa le pregunté que a qué esperaba para traérmela.

Esperó poco. Al otro día sin falta me la trajo. Es la publicación de una iglesia alternativa de estas que han causado furor en Latinoamérica y que desde hace unos años están comenzando a dejar huella también dentro de las fronteras españolas. No voy a entrar a dar explicaciones de si comulgo o no con tales creencias, que cada cual es muy libre de creer en lo que quiera pero me llamó poderosamente la atención el anuncio de una reunión que parece ser que se celebró la semana pasada (lamento no haber informado antes para que pudierais asistir) en el que tenías que reservar con antelación un frasquito de aceite consagrado (en el propio anuncio especifica que es un frasquito, supongo que para que nadie pueda hacerse la ilusión de que va a poder aliñar las ensaladas con eso, a fin de comer lechuga divina). El aceite en cuestión, por lo que se ve, no tiene fines alimentarios sino que sirve para ser ungido con él y, según dicen, solucionar cuanta movida chunga tengas en tu vida. Y en las movidas chungas en cuestión entra todo: Temas de dinero, de salud, de pareja, de familia, de trabajo, de espíritu… Vamos, que yo no sé lo que tendrá el frasquito en cuestión pero parece ser que hace unos milagros de los de agárrate y no te menees. En el propio anuncio viene el testimonio de una señora que asegura que tenía unos problemas respiratorios tremendos y tenía que vivir yendo al médico y tomando medicación por un tubo. Pues bien, fue ungida con el aceite y, albricias, no ha vuelto a ir al médico ni a medicarse desde entonces porque está como una rosa.

Repito que cada quien es libre de creer en lo que le dé la realísima gana pero llevo media vida leyendo y escuchando testimonios de gente que se ha curado de terribles enfermedades con aceites, cremas, jaboncitos, amuletos, trabajos de santería y hasta bailando la Macarena con un pescado en la cabeza y, digo yo, ¿si existieran estas curas milagrosas no habría habido ya algún listillo que se hubiera dedicado a producirlo en masa? Vamos, es una idea.

Decía al principio que no me iba a mojar pero sí, me mojo. Jugar con la desesperación de la gente ante los problemas que puedan estar sufriendo para ganar feligreses me parece jugar muy sucio. Y me da igual que hablemos de una iglesia o de un adivino de los que salen por la tele. Si te estafan vendiéndote un reloj de marca del que luego te enteras que es Made in China pues oye, has perdido dinero y te fastidias pero la salud de la gente sí es sagrada, no como el aceite de marras. 

jueves, 3 de octubre de 2013

Los cutrerianos

Como ya os relató Forlán, un par de días antes de irnos a la Feria de Albacete con gato y todo, pasaron por casa el hermano del churri y su señora novia, que viven en el Norte de las Españas, para aprovechar a hacer algunas compras en la gran capital antes de partir los cinco (gato incluido) a disfrutar de unos días de descanso y esparcimiento.
Pues bien, llegaron tal que un jueves y optamos por ir a cenar a una conocida cadena de comida, digamos, "americana". Vaya por delante que fuimos bastante tarde, más aún siendo un día entre semana pero considero que si un local tiene un horario, tendrán que atenderte con la misma calidad si vas cuando apenas han abierto que cuando ya no falta tanto para que cierren.
No suelo ser quejica pero lo que allí nos aconteció fue de traca. Al pedir las bebidas, mi cuñado pidió una cerveza de marca Pepito y yo un té frío sin hielo. Pues bien, la cerveza la trajeron de la marca Jaimito y mi té no sólo vino con hielo sino que tuve que andar pidiendo que trajeran un abridor porque la muchacha de las bebidas abrió todas las botellas menos la mía.
Más tarde durante la cena, el churri, que ya se había tomado su cerveza (a él sí se la habían traído bien en un principio) pidió una botella de agua. Le trajeron otra cerveza porque para qué vamos a escuchar lo que nos piden...
Por suerte, los platos sí los trajeron bien y, una vez que habíamos dado cuenta de ellos, vinieron a preguntar si íbamos a querer la carta de postres. El churri, la novia y yo estábamos hasta las patas pero mi cuñado se ve que aún conservaba algo de hueco en el estómago y le dijo que sí, que trajera la carta.
Al medio minuto se ve que se arrepintieron de tanta proactividad y vinieron a decir que, ya que no íbamos a pedir postre, que si nos molestaba que trajeran la cuenta. Sin comentarios.
Para colmo, sobre la mesa nos habían dejado un formulario para pedir la tarjeta de clientes frecuentes. Supongamos que el restaurante en cuestión se llame “Cutre´s”. Pues el folleto rezaba algo así como “Hazte Cutreriano”. Como si de una secta se tratase. A mí ya me dio la risa floja y descubrí también por ahí un cuestionario para evaluar la calidad del restaurante. Porque me frenaron, que si no…
Repito que no suelo quejarme yo mucho pero es que en otros restaurantes de esta cadena ya he visto cosas tales como tirar una bandeja llena de bebidas encima de los comensales o cruzar los pedidos a domicilio de los clientes. Tal vez deberían ponerse un poco las pilas y ofrecer mejores sueldos, que así seguro que pueden exigir más a sus empleados sin sentirse unos tiranos por ello.
Me lo voy a pensar muy mucho antes de volver. Si es que no escarmiento y doy demasiadas oportunidades. 

martes, 3 de septiembre de 2013

Ustedes Dirán LIV: He venido a hablar de su libro (sugerido por Eva)


Dado que Eva andaba quejándose de que nadie hacía reseña de su libro, hoy me lío la manta a la cabeza y procedo a dar mis impresiones sobre “La Verdad de la Sangre”, el libro que ha escrito junto a Pilar Awad Báez y que he tenido el privilegio de leer casi en primicia antes de que estuviera disponible en España. Ventajas de desvirtualizar a la gente…

En un principio me pidió que le endilgase la tarea a Forlán pero él me dijo que lo veía demasiado compromiso para un gato y que él suele leer cosas más ligeritas así que, dado que cuento con el permiso de su coautora para hacerlo yo, ahí vamos.

Para los que no lo sepáis, “La Verdad de la Sangre” trata del asesinato del Teniente Jean Awad y su esposa, Pilar, durante la dictadura trujillista en República Dominicana. Dos crímenes que intentaron camuflarse de accidentes independientes pero que, gracias a la labor de este libro, hoy podemos constatar que efectivamente fueron homicidios.

En un primer momento, sobre todo si no conocemos la historia que se nos va a contar en el libro, podríamos pensar que sendos asesinatos se debieron a motivos políticos, como suele ser habitual en cualquier dictadura. Sin embargo, se trató más bien de un doble crimen pasional, ya que Angelita Trujillo, la hija del dictador, estaba presuntamente enamorada de Jean. Según nos cuentan en el libro, ella se encargó de que la molesta esposa desapareciese de la faz de la tierra y "Pechito", el marido de Angelita, se encargó del supuesto amante de su mujer.

Aun cuando efectivamente los motivos para asesinarlos fueran políticos la historia continuaría siendo espeluznante pero el hecho de que éstos estén provocados por un mero capricho pone los pelos de punta. Suele suceder en las dictaduras que tanto la figura del propio dictador como, en ocasiones, de su propia familia toma una imagen de semidiós por encima del bien y del mal, capaz de llegar a cualquier límite con tal de cumplir sus propósitos. Hay veces en que el cariz político de la dictadura se desdibuja y comienzan a tener más peso las motivaciones personales, como sucedió en este caso.

En cuanto a la parte de investigación, me ha parecido una labor muy exhaustiva. Cómo se nota que nuestra Eva es una criminóloga de pro. Se han analizado todos los elementos y se ha entrevistado a todos aquellos implicados que han querido o han podido dar su versión aportando, además, múltiples documentos que yo, dando rienda suelta a mi vocación de detective frustrada, he analizado de cabo a rabo. Aparte de esto, merece especial mención también la parte más humana; los sentimientos que nos produce leer los sentimientos de Pilar Awad, huérfana de Jean y Pilar. ¿Existe realmente forma de imaginar cómo debe sentirse una persona que no ha tenido oportunidad de conocer a sus padres porque terceras personas decidieron que eso debía ser así?

Es la primera reseña que escribo en mi vida, así que no sé si lo he hecho demasiado bien pero, en resumen, recomiendo fervientemente el libro, que nos hará descubrir una parte de la Historia que, en este lado del mundo, no solemos conocer demasiado.

martes, 10 de abril de 2012

Viajando en el tiempo


Hace algo más de una semana, abrió a la vuelta de mi casa un auténtico American Diner ambientado en los años 50. Con sus jukebox, su tele emitiendo series y programas antiguos, sus sillones de polipiel…

Cuando vi que lo iban a abrir (antes era una tienda de chinos) pensé que sería una genial idea innovadora de un empresario emprendedor en pleno ataque de originalidad. Pero no. Cotilleando en Internet me enteré de que era una cadena. Mi gozo en un pozo.

No obstante, esto no me hizo desistir de mi ansia de conocerlo y la ocasión se presentó el pasado viernes por la noche. Pena que no había tenido yo tiempo de agenciarme una falda acampanada y unas zapatillitas blancas así que opté por ir con ropa de 2012, para sentirme atrapada en un túnel del tiempo.

El primer contacto ya comenzó siendo surrealista. A todo el barrio le había dado por conocer la novedad (si es que soy de un original que no me aguanto, voy constantemente a contracorriente), así que aquello estaba hasta los topes y nos dijeron que tendríamos que esperar como media horita pero que, si había mesa antes, nos llamaban. Dijimos que valía porque, si algo no falta en mi barrio, son bares donde poder tomar un refrigerio mientras haces tiempo. El caso es que le tomaron el nombre a mi churri pero no el teléfono, lo que me hizo abandonar temporalmente el local muerta de risa, preguntándole al churri si le pensaban llamar a voces si había mesa antes de media hora.

Fuimos a tomar un piscolabis y, a la media hora, volvimos al sitio en cuestión. Cinco minutos más tarde, teníamos mesa. La lástima fue que nos tocó una mesa chiquitita que no tenía jukebox. Resulta que la música de fondo la elige la gente (la que sí tiene jukebox en la mesa) y las canciones van sonando por orden de petición. En cuanto a la música, era como un túnel del tiempo desacompasado porque allí sonaban los Beatles, los Rolling… Era como estar en los años cincuenta pero con vistas al futuro. Muy bizarro todo.

Comimos aros de cebolla, ensalada de col y sendos perritos calientes que estaban bastante bien (dentro de lo que cabe esperar de un perrito caliente), regados con una limonada rosa de lo más cuca.

Lo que más me gustó fueron los postres. El churri eligió una New York Cheesecake que estaba muy buena y yo un Apple Crumble (adoro el pastel de manzana), con sus pasas y su salsa de vainilla, que también me gustó mucho.

El último momento curioso fue a la hora de pagar. Mi churri dejó dinero de tal manera que sobraban 1,75 €. No es la gran propina, pero no llevábamos nada suelto. Cuando viene la camarera a recoger el dinero, mi churri le dice que se quede con el cambio y ella pone una cara como si le acabase de tocar el Gordo y exclama “Vaya, muchas gracias!!”. No sé si es que pensó que de la cuenta sobraba más dinero o que en mi barrio la gente se está volviendo cada vez más agarrada y ya nadie deja propina porque, la verdad, no me explico tanto alboroto por menos de dos euros. A lo mejor emplea la misma técnica con todo el mundo, para que la clientela se vaya de allí sintiéndose un pachá.

Luego nos trajeron un bote para que cogiéramos un chicle cada uno. De estos de bola enooormes. El churri cogió uno azul y yo, para no variar, rosa. Como estábamos hasta arriba de comida, optamos por dejarlos para después. Mi chicle rosa terminó rodando debajo del sofá dado que cuando, un rato más tarde y ya en casa, decidí echármelo al gaznate, lo fui a morder y era tan duro que casi me atraganto y lo escupí, así que no puedo daros valoración en cuanto a si estaba bueno o no. El momento penoso del día…

En general, le doy un siete. No es la gran maravilla pero está graciosete y, todo hay que decirlo, muy bien de precio. Si repito experiencia creo que lo preferiré para una merienda que para la comida o la cena.

De todas formas, tienen reparto a domicilio lo cual siempre viene bien para un momento de vagancia, de esos que últimamente abundan por casa. 

domingo, 11 de marzo de 2012

Juventud ¿divino tesoro?


Desde que tengo memoria he estado estudiando, trabajando, o haciendo ambas cosas a la vez. Esto de la generación Ni-ni (que ni estudian ni trabajan) me resulta apabullante. No voy a empezar con eso de que la juventud está perdida, que sé yo que hay mucho joven de provecho, estudiando, trabajando, colaborando con ONG´s y cosas así, pero esta apología que se hace últimamente de “vivir del cuento” me pone un poquito de los nervios.

Ya de por sí, el hecho de que se les haya puesto hasta nombre de tribu urbana, me parece surrealista. Generación Ni-Ni ha habido toda la vida. La diferencia es que antes los llamábamos “vagos” a secas.

Parece que, hoy en día, lo que mola es no tener ilusión por nada. Quejarse de que la sociedad es una m****a pero no hacer nada por cambiarla. No estudian porque les parece una pérdida de tiempo (o porque resulta más cómodo poner la excusa de que son unos burros y por eso no se esfuerzan) y se quejan de que los trabajos que hay, o son una porquería o no hay ninguno porque hay crisis. Es así como entran en un círculo vicioso del que es muy difícil salir. Es decir, quieren que un buen trabajo les llueva del cielo. No estudian pero no quieren un trabajo para el que no se requieran estudios.

En primer lugar, los trabajos donde no se requieren estudios no sólo son igual de importantes. Son necesarios. No todo el mundo tiene por qué tener una carrera. De hecho, si todo el mundo tiene carrera se genera mucho más paro porque no hay mercado para absorber tanto profesional. ¿Qué sucedería si el mundo estuviese lleno de cirujanos pero no hubiese nadie que amasase el pan a las cuatro de la mañana?

En segundo lugar, si piensas que un trabajo para el que no se requieren estudios no es para ti, estudia. No hay más vueltas que darle.

La sociedad ha avanzado mucho y eso es algo bueno pero hay cosas en las que ha involucionado, a mi entender. Hace no tantos años, al que no hacía nada se le daban dos leches bien dadas y espabilaba. Hoy en día, al que no hace nada se le mete en un Reality Show. Pululan los programas de “reinserción en la sociedad” de jovenzuelos a los que se muestra como un caso perdido y, si nos basamos en esos programas, el porcentaje de éxito de la terapia es de un cien por cien. Nunca muestran los casos en los que no se pudo hacer nada. Muy rara vez los muestran seis meses más tarde, para ver si el cambio que dijeron haber experimentado ha perdurado en el tiempo. Llamadme escéptica pero dudo mucho que una persona que tenga el no hacer nada como modus vivendi durante años, comportándose de manera violenta con quienes le rodean y, en ocasiones, hasta cometiendo pequeños delitos, vaya a dar un cambio tan radical en una semana. Lo siento, pero no me lo creo.

¿Por qué no hacen Realities con gente joven que sí hace cosas? Gente que estudia, que trabaja, que aporta algo a la sociedad. Hay muchos y, por culpa de este tipo de programas, la imagen de la juventud se está distorsionando, ya no sólo de cara a la gente más mayor, que los mirará diciendo “Ay, estos jóvenes de hoy en día”, sino de cara a los propios jóvenes. Creo que para un chico que esté un poco perdido en la vida tiene que ser mucho más inspirador ver gente de su edad que se mueve y hace cosas, que ver más gente igual de perdida que él porque el mensaje va a ser “¿Ves? Si es que estamos todos igual…”.

Imagino que este tipo de programas funcionan (y los que yo propongo no funcionarían) porque siempre da más morbo ver a un adolescente pegándole a su madre, fumando cannabis e insultando a todo el que se le ponga por delante que ver a un adolescente ayudando en casa, yendo a trabajar o sentado a su escritorio estudiando.

Dice el dicho “Juventud, divino tesoro” pero hay gente que se ve que prefiere despilfarrar sus riquezas ¿Quién tiene la culpa? ¿Los jovenzuelos descarriados o los que les dan protagonismo?

miércoles, 7 de marzo de 2012

Vuela libre, vuela como el viento


Estábamos hoy comentando en mi trabajo que ciertas compañías de vuelo low-cost pretenden conseguir que la gente pueda volar de pie.

Hace un tiempo ya habían empezado con que querían suprimir al copiloto. Me parece estupendo. Es un gasto tonto. Yo no sé conducir y muchas veces viajo en coche con una sola persona al volante. Si se desvanece o le da un ictus, pues ya se verá. La gente es que es muy finolis. Copiloto… Pijotadas, digo yo.

Yo creo que, ya puestos, sobra hasta el piloto. Si encuentran un pasajero que sepa pilotar, pues a ese le dejan el billete gratis y todos tan contentos, oye, que estamos en crisis y, como dicen muchos gurús de la economía que andan por ahí pululando, las crisis son una fuente inagotable de oportunidades (sí, para los usureros, apunto yo).

Lo de volar de pie, también una idea fantástica digna de todo un genio empresarial. ¿Qué necesidad hay de dejar libres los pasillos? Ninguna, oye. Si hay una emergencia se camina por encima de quien haga falta (y encima, vas pisando en blandito). Todo ventajas.

Había gente que decía que, si hay gente dispuesta a ir de pie con tal de pagar menos, pues ole. Claro que sí. Ole y ole. ¿Si te meten en la bodega de carga te sale todavía más barato? ¿Y qué tal atados a un ala o a la cola? En invierno es un puntazo porque con el calorcito que desprenden las turbinas vas la mar de a gustito. También podrían despacharnos en un avión de transporte de ganado. Se ahorran los asientos y, de paso, nosotros vamos instruyéndonos, aprendiendo las maravillas del reino animal. Es un win-win.

Si la idea prospera, seguro que se lanzan a los vuelos transoceánicos. Ahí también pueden llevar gente haciendo waterskiing. Llegas a tu destino por dos duros y, para colmo, a tope de adrenalina. Es un pack completo de viaje más aventura. Si es que la gente no sabe detectar una buena oferta cuando la tiene delante de sus narices.

¿Comida? ¿Qué es eso? Te la traes de tu casa, que el catering de los aviones es un asco y como el bocadillo de tortilla de tu madre no hay nada igual en el mundo. Dieta mediterránea a tope. Se puede hacer incluso un pic-nic entre los pasajeros y cada cual va sacando que si una tortillita, que si una empanada, que si las croquetillas de mi abuela… Y ya con una buena bota de vino aquello no distaría mucho de los viajes de los emigrantes a las Américas.  Bajo precio y momento Revival. Todo en uno.

De película, mejor ni hablemos. Como mucho unos anuncios para daros ideíllas sobre los regalos que vais a traer de vuelta a los parientes. Mucho mejor. Con la película no piensas. Con los anuncios llevas todos los sentidos alerta mientras vas tomando notas y asintiendo con la cabeza. Luego las azafatas tomarán la lección y, como haya alguien que no se la sepa, le atizarán con una regla y, como castigo, le tocará pilotar un rato.

Eso sí, nosotros, que somos gente buena y solidaria y que, a esas alturas ya estaremos completamente confraternizados con ese señor tan simpático cuya mujer prepara unas torrijas tan ideales, le animaremos desde la puerta a la voz de “Para ser conductor de primera, acelera, acelera…”

Dirán lo que quieran pero yo, a esto, le veo futuro. 

sábado, 11 de febrero de 2012

¿Por qué no soy madre?

Hoy voy a tocar un tema sobre el que me habéis estado preguntando últimamente. Bueno, no todos pero sí algunas personas, y quiero satisfacerles la curiosidad o darles mi punto de vista: La maternidad.

No sé muy bien cómo abordar este tema, ya que por aquí la mayoría sois madres (o padres) y no quiero que se me malinterprete. Lo haré lo mejor que pueda.

Tengo treinta y tres años, creo que ya lo he dicho alguna vez pero, como ni me quito ni me pongo, no recuerdo nunca si ya lo he mencionado. El caso es que estoy en la edad justa para que, la gente que no te conoce te pregunte "¿Tienes niños?" y para que, los que sí te conocen, te pregunten "¿Para cuándo, nena? Se te va a pasar el arroz".

Cuando contestas que no entra en tus planes el ser madre, los ojos de la gente se abren como platos, como si hubiesen visto un extraterrestre. Horror!!! Una mujer que no quiere ser madre!!! y te preguntan cosas como "¿En serio?". Cuando ya por fin se dan cuenta de que no los estás vacilando, abren aún más los ojos y ya se convencen del todo de que no eres normal. Ese tipo de miradas o comentarios me hacen sentir incómoda, antinatural, como si debiera sentirme menos mujer por no tener instinto maternal.

A mí no me da por ir por ahí preguntándoles a las demás mujeres: “¿Piensas ser madre?” “ ¿Te lo has pensado bien?” “Mira que luego no hay vuelta atrás” ni cosas por el estilo. Cada cual es libre de hacer lo que le plazca en esos menesteres, digo yo.

No es que sea "anti-madres", así en general. Soy, más bien, "anti-idea de mi misma haciendo el papel de madre". Considero que el simple hecho de tener dos ovarios y un útero no me convierte en madre potencial. Se requieren muchas otras cosas, de las que yo creo que carezco. Soy caprichosa, inconstante y algo pagada de mí misma. No es un buen expediente para lanzarme a la maternidad. Tengo mis virtudes, claro está, pero considero que, cuando una se plantea ser mamá, tiene que tener más en cuenta los defectos que las bondades.

Admiro sinceramente a quienes se lanzan a esa aventura pero a mí me da muchísimo vértigo. Me planteo tantas cosas que me bloqueo. ¿Sería capaz de hacerlo bien? ¿Los educaría adecuadamente? ¿Me sentiría frustrada al anteponer sus necesidades a las mías?

Cuantas más preguntas me planteo, menos me satisfacen las respuestas. Y la conclusión es que no sirvo. Y así es como llego, una y otra vez, a la misma decisión.

Esto no me hace sentirme peor conmigo misma. Es una decisión pensada y madurada porque la maternidad es una responsabilidad muy grande y yo soy muy feliz como estoy.

Ahora bien, tomar esta clase de decisiones también trae sus inconvenientes. Poco a poco te vas convirtiendo en una especie de apestada social. Tus amigas van teniendo niños y tú te alegras con y por ellas, porque sabes que es algo que las hace felices pero eso no evita que, de a poco, te vayas sintiendo un poco sola, apartada, porque empiezan a tener prioridades y temas de conversación donde tú te pierdes y te vas quedando con la sensación de que, según te pierdes tú, las vas perdiendo a ellas.

La sociedad tampoco apoya a las “no-madres-por-elección”. La Seguridad Social no me liga las trompas porque soy “muy joven” pero no por temas de salud, en la privada te lo hacen, sino porque no se quieren gastar los cuartos en algo que, según ellos, es un capricho. Es decir, que una chica de 16 años puede decidir, sin el consentimiento de sus padres, interrumpir un embarazo y una mujer de 33 no puede decidir sobre su futuro como “no-madre-por-elección”. Parece que lo del consentimiento paterno ahora lo van a cambiar pero, de momento, es lo que hay.

Dedico este post a Porfinyomisma y a Mr. Meeple, que se interesaron por esto. Espero no haber herido susceptibilidades. Este post me ha costado más que ningún otro (y no he tenido oportunidad de soltar ningún chascarrillo ocurrente, será que a veces puedo comportarme como una adulta…) Repito, no estoy en contra de la maternidad sino de MI maternidad.

Besos a las madres, padres, no madres y no padres.