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jueves, 5 de julio de 2018

Sin uñas pero dando señales de vida

Supongo que os lo imagináis pero igualmente os informo que sigo con la fiebre mundialista. El pasado sábado Uruguay se enfrentó a Portugal en el partido de octavos de final y, con gran alegría por mi parte, ganó. He de decir que no pude verlo porque justamente ese día había quedado yo para hacer el pingo con mis amigos y no era plan de dejarlos tirados. Aunque tengo que admitir que hasta último momento tuve un angelito en el hombro derecho repitiendo “Son tus amigos; no puedes hacerles eso y abandonarlos por ver cómo unos que ni conoces dan patadas a un balón” y en el izquierdo un demonio ondeando una bandera al grito de “Soy Celesteeeeee, soy Celesteeeeee. Celesteeee soy yoooo”. Ganó el angelito porque en el fondo soy una buena persona. El sitio al que fuimos no tenía pantalla plana (ni de ninguna otra clase), así que no me quedó otra que poner la radio porque una cosa es estar con mis amigos y otra cosa es no enterarme de lo que pasa con mi Cavani.

El caso es que ganaron (con algunas lágrimas de emoción fugándose de mis ojitos, aunque haya gente que no entienda cómo se puede uno emocionar tanto por algo así; yo sí lo entiendo) y me hizo mucha gracia y mucha ilusión haber recibido tantos mensajes de españoles alegrándose por la victoria. Tengo que decir también que me dio mucha penita que los españoles hayan vuelto ya a casita, aunque un posible encuentro entre España  y Uruguay me diera tanto miedo.

También me dio pena Argentina, porque parte de mi familia es argentina, y Colombia, porque tengo una amiga colombiana. Yo quiero que la copa se quede en América y se van reduciendo las posibilidades. Al día siguiente del partido de Colombia vi que mi vecino de abajo, que es colombiano, había quitado ya su bandera y me dio un dolor de corazón… soy una sentimental en el fondo.

Pero lo que más gracia me hizo fue que ayer me encontré en el trabajo con alguien que es de mi empresa pero no trabaja en mi centro, por lo que lo veo de pascuas a ramos y, según me vio, me dio la enhorabuena. Es curioso cómo alguien puede darte la enhorabuena por algo en lo que no has participado ni has tenido ningún mérito. Iba a decirle que yo no había jugado ni había marcado ningún gol pero me dio miedo que pensase que me había tomado a mal el comentario. Para nada. Fue muy de agradecer pero me pareció gracioso cómo los triunfos futbolísticos tienden a asociarse directamente con los aficionados. También tenemos una cierta tendencia a decir “ganamos” cuando nuestro equipo gana. Debo decir en mi defensa que yo, además, uso el “perdimos”, no como otra gente que en estas circunstancias sí usa la tercera persona del plural.

Mañana toca el partido de cuartos contra Francia. Veremos qué tal “nos” sale el asunto… yo por aquí sigo, comiéndome las uñas.

P.S. Por si os apetece verlo, os dejo un pequeño vídeo de cómo se vivió el triunfo del pasado sábado en la explanada de la Intendencia de Montevideo.



P.S.2. En la vista previa el vídeo se me sale del margen. No sé si luego realmente quedará así pero no he sido capaz de arreglarlo. Si queda así de chapucero, mis disculpas, y si alguien me desasna y me enseña cómo modificar el ancho del vídeo, le estaré eternamente agradecida.

jueves, 21 de junio de 2018

Dando explicaciones


Quizás os estéis preguntando (o no, porque dudo que me deis tanta importancia) que qué pasa últimamente conmigo, que a veces publico, a veces no publico, a veces comento blogs, a veces no comento… Hace un par de semanas, sinceramente, me habían abandonado las musas. Creo que se debió a tanta lluvia y tanto frío y tan hasta las narices que estaba ya.

Ahora ha venido el verano. Así, sin avisar ni nada. Que estoy yo muy contenta porque ya sabéis que, si por mí fuera, no bajaríamos de los 25 grados nunca pero digo yo que podría avisar, en plan “eh, que voy, soy el verano” porque esto de estar con paraguas, chaqueta y camiseta de manga larga a poder dejarse los calcetines en casa y andar luciendo brazos (piernas, de momento, no he lucido; primero porque estoy muy blanca y segundo porque, si bien tengo vestiditos nuevos que estrenar, quiero esperar a que sea julio o agosto, que si no quemo todos los cartuchos en la primera semana) termina volviendo loco a cualquiera. Sobre todo porque cuando estuve de vacaciones allá por mayo, tenía yo intenciones de aprovechar un día para hacer el cambio de armario pero, en vista del panorama invernal que aún estábamos viviendo, no tenía sentido hacerlo. Ahora, por culpa del cambio brusco, he tenido que hacerlo un sábado por la mañana, con lo que me gusta a mí hacer el vago los sábados por la mañana. Y, encima, este año me he esmerado porque me he probado un montón de ropa de esa que hacía lustros que no usaba y, bajo la premisa “si parezco una butifarra, lo aparto para donar”, terminé llenando dos bolsas de ropa que ya no volveré a usar en la vida. Y no me digáis que podía haber intentado adelgazar para poder volver a entrar en ella porque ese planteamiento fue el que me hizo llegar a esta situación de Diógenes profundo en la que me encontraba.

Vale, y ahora diréis “pero el calor empezó ya hace una semana, ¿por qué motivo sigues haciendo apariciones intermitentes, pues?

Pues porque hay Mundial, que todo hay que explicarlo. Mi vida es un caos desde que se pitó el comienzo del primer partido. Con lo organizadita que soy yo y ahora tengo que andar haciendo múltiples cambios de planes para cuadrar mi cotidianeidad con los partidos. Al punto que había pedido cita en la peluquería para ayer miércoles pero en cuanto colgué con mi peluquero me di cuenta de que a esa hora jugaba Uruguay y cambié la cita para el martes, sin importarme pagar más (los miércoles es más barato; se ve que, aparte del día del espectador, es el día del peinado). He tenido que buscar hueco para colgar la bandera uruguaya en la ventana (dos veces, porque la primera la pegamos mal y se cayó, por lo que terminé viendo el partido contra Egipto con la bandera en el suelo) y hasta vi el partido Rusia-Egipto porque están en el grupo de Uruguay y hay que hacer cábalas con los puntos. Por suerte, ya estamos en octavos tras un tediosísimo partido con Arabia Saudí en el que confieso que me costó no dormirme.

Y, por supuesto, también veo los partidos de España que, casualmente, coinciden siempre en día con los de Uruguay así que, cuando me toca fútbol, sé que ya tengo la tarde echada con la tontería.

En fin, que intentaré prodigarme más por aquí si el esférico lo permite. La entrada me ha quedado más larga de lo habitual pero, ¿quién sabe cuándo habrá otra?

martes, 29 de octubre de 2013

Ustedes Dirán LXI: Guía de supervivencia uruguaya (sugerido por Mamá en Camino)

Mamá en camino me pidió que escribiera una entrada sobre palabras o expresiones latinas enfrentadas a las españolas de toda la vida. Como decir “expresiones latinas” es intentar abarcar mucho porque en América Latina no nos entendemos ni entre nosotros, nos vamos a centrar en palabras y expresiones uruguayas (que son las que controlo), para que no tengáis problemas de comunicación si alguna vez os da por conocer mi tierra adoptiva.

Muchas son las palabras y expresiones que difieren de lo que establece la RAE así que os pongo una muestra.

En la categoría “alimentos” podemos encontrar:

Chaucha = Judía verde. Esta causaba particular hilaridad en el churri cuando anduvimos por aquellas tierras. También se puede decir, ante el resultado de un trabajo, que quedó “chaucha”. O sea, un poco fulero.

Choclo = Maíz.

Arveja = Guisante.

Zapallo = Calabaza. Dicho de una persona, que no tiene demasiadas luces. Papafrita y zanahoria también serían sinónimos de esta última acepción. Se ve que consideramos que los vegetales no son demasiado inteligentes.

En la categoría “animales”:

Suele ser bastante similar, si no tenemos en cuenta los animales autóctonos que no se encuentran a este lado del charco, claro está, pero sí que hay cositas. Por ejemplo:

Chancho = Cerdo. De aquí recuerdo las expresiones “Chancho limpio nunca engorda”, que sería como para decirle a alguien que tampoco hay que ser tan escrupuloso y “Difícil que el chancho chifle”. Chiflar es silbar. Y sí, es difícil, así que ésta se usa cuando algo no tiene muchas probabilidades de suceder. Hablando de “chiflar”, hay otra expresión que me gusta mucho: “No se puede chiflar y comer gofio” (el mismo gofio que comen en Canarias, sí) y que significa que no se puede hacer todo a la vez.

Si nos dicen que viene una invasión de aguaciles, no es que nos ataque la benemérita, sino que vienen libélulas a punta pala.

También tenemos “potro” y “yegüa”. Seguramente estaréis diciendo “Pues vaya tontería. En España también tenemos potros y yegüas”. Sí, pero esto se puede aplicar a personas. Un potro es un muchacho que está de muy buen ver. Una yegüa es más bien una mala pécora, aplicado a una mujer.

En la categoría “varios” hay de todo como en botica:

Mate = Bueno, creo que a estas alturas todos sabéis lo que es un mate. Un zapallo (o calabaza) vacío y seco que hace de recipiente para la yerba mate cuya infusión chupamos con una pajita de metal que da en llamarse “bombilla” (La bombilla de la luz se llama “bombita”. Es muy difícil ser uruguayo). Pero también se puede llamar “mate” coloquialmente a la cabeza, por lo que podríamos decir, cuando no entendemos algo, que no nos entra en el mate. El equivalente uruguayo a la expresión “más viejo que la tos” sería “más viejo que el agujero del mate”.

Ta = Vale. Lo usamos para todo, igual que el “vale” español. “¿Nos vemos a las cinco?”, “Ta”. “Llámame por la tarde”, “Ta”. Y así.

Botija = Un niño pequeño. No preguntéis por qué. Tiene masculino y femenino pero sólo en el artículo. Es decir, según el género de la criatura diremos “un botija” o “una botija”.

Bombacha = La braguita femenina. También se puede utilizar la variante lunfarda “chabomba” (del lunfardo podríamos escribir un libro pero resumiendo era el lenguaje que comenzaron a utilizar los maleantes allá a fines del siglo XIX y principios del XX). La bombacha también puede ser el pantalón de trabajo que usan los gauchos pero no tiene variante lunfarda.

Coger = … Bueno, este verbo no lo uséis. Nunca. Está muy feo.

Bueno, es sólo una pequeñísima muestra pero espero que os valga para no volveros locos si alguna vez habláis con un uruguayo de pro.

P.S. Aquí estoy yo. Esperando vuestras sugerencias con ansia. 

jueves, 11 de abril de 2013

Memorias de Uruguay XV: El “hasta pronto”

La semana pasada dejamos la cosa en el 20 de diciembre saliendo del Museo Blanes. Fuimos a casa y compramos algo para comer. A mí se me antojaron canelones y para casa que me los llevé, dispuesta a zampármelos, pero la ración pesaba cerca de medio kilo (eran dos canelones, así que os podéis imaginar el tamañito de cada uno), por lo que sólo me comí uno.

Por la noche habíamos acordado con mi señora madre ir a cenar al Baar Fun Fun (no, no he puesto una “a” de más en “Baar”, así se llama). Es un bar inaugurado en el año 1895, famoso por una bebida llamada “Uvita” (una especie de moscatel que a mí en concreto no me hace mucha gracia pero a la mayor parte de la gente le chifla) y por ofrecer espectáculos de tango y de música folklórica.

El caso es que llegó mi madre de trabajar y le digo “Oye, que me sobró un canelón. Si quieres, cómetelo”. Mi madre, muy comedida ella, dijo que se iba a comer medio, para probarlo. Se comió el medio canelón y acto seguido dijo que estaba muy rico y que se iba a comer el otro medio.

Con el canelón en el gaznate de mi progenitora salimos para el Baar Fun Fun. Al llegar, nos dedicamos a sacar fotitos y a mirar los múltiples objetos que les han ido dejando y las fotos que cuelgan de las paredes dejando constancia de la cantidad de artistas que han desfilado por él.






Pedimos una Uvita y una pizza individual para cada uno. Las pizzas individuales (llamadas pizzetas en mi tierra adoptiva) tienen nombre de tango. Recuerdo que mi madre pidió una “Tinta Roja”, el churri una “Cumparsita” y yo una “Mano a mano”. Estaban muy ricas. A la mitad de su pizzeta, mi madre rogaba que la ayudásemos con un trocito. En un arranque de malicia, yo me resistía porque quería ver cómo la pizzeta se abría paso entre los restos del canelón. Mientras tanto, el churri y yo nos dedicábamos a admirar a la camarera y el camarero, respectivamente. Qué deleite para nuestros ojos.

Disfrutamos de la tanguera Edid Abalos que me impactó mucho porque lo dio todo en el escenario y luego, al bajar, la ayudaban a caminar porque está ya mayor. Es increíble cómo puede sacar tanta energía para cantar y bailar… Ole por ella.




Luego vino Fabián Marquisio, a quien yo no conocía por haberme tirado tantos años fuera… Tiene temas propios y versiona también temas populares uruguayos de todos los tiempos. Dio un espectáculo muy bueno, conectando mucho con el público, que flipaba con esta canción (debe ser su mayor éxito)  


Mientras tanto, el churri intentaba sacarle fotos a mi madre, que como odia las fotos, se movía para todos lados y no dejaba que le sacaran nada.

Lo que tengo al lado no es un espectro. Doy fe de que mi madre era palpable en ese momento.


Aquí es un espectro musulmán.


Recuerdo que el otro día hablé con mi madre y me dijo que había sido muy respetuosa no publicando las fotos de nadie. A ver qué dice ahora…

Agotados, pero satisfechos, volvimos a casita a dormir.

Al día siguiente por la mañana, vino mi tía a despedirnos y a traernos regalitos. Habíamos pedido un coche de alquiler (conocidos allí como “remisse” ) para ir al aeropuerto pero se fastidiaron porque nunca aparecieron así que nos fuimos en taxi, que nos salió mucho más barato y pudimos permitirnos dejarle una buena propina al taxista, que fue de lo más majo.

En el aeropuerto y en varios momentos del vuelo no hice más que llorar y llorar. Me hice la firme promesa de no dejar pasar tanto tiempo hasta la próxima visita a mi terruño.

De recuerdo, me llevé una inflamación de tamaños descomunales al lado de mi rodilla derecha. No tengo ni idea de qué me picó en el avión pero yo cada vez sentía la pierna más hinchada y más caliente. Cuando al fin llegué a mi casita, me bajo el pantalón y descubro que al lado de la rodilla me había salido otra rodilla más. Por si acaso, eché toda la ropa a lavar y fui a darme una buena ducha. Al día siguiente la inflamación fue remitiendo. Nunca sabré con qué clase de alimaña viajamos.

Quiero agradeceros la acogida que le habéis dado a este relato que ha durado nada menos que quince semanas. Gracias a vuestro apoyo, he sido capaz de revivir nuevamente las emociones que sentí durante este viaje. . Como dice la canción “Uruguayo que te has ido, seguís aquí sin saber”.


P.S.  Recordad que estamos eligiendo el anuncio más pesadillesco del año, y hemos dejado una semana más de plazo para votar, así que si no habéis votado, podéis hacerlo aquí 

jueves, 4 de abril de 2013

Memorias de Uruguay XIV: De museos, mosquitos y más museos


El día 19 de diciembre por la mañana estuvimos desayunando con mi amigo V. (el de la radio pirata). Parecía que estábamos todos enfadados porque no hacíamos más que pegarnos tortas ¿Por qué? Pues porque desde la noche anterior nos estaban comiendo los mosquitos. Hubo una invasión de unos mosquitos diminutos, de dimensiones cuasi microscópicas pero que todo lo que tenían de pequeños lo tenían de cabrones. No he tenido más ronchas en mi vida. Así que, por solidaridad, en cuanto veías un chupa sangre de esos posado sobre un ser querido le zampabas una colleja sin piedad.

Luego visitamos el Museo Torres García, del que no tengo fotos porque no nos dejaban sacarlas. A modo informativo, aclaro que Joaquín Torres García, quien vivió muchos años en Barcelona, fue el precursor del Universalismo Constructivo. No sé explicar muy bien estas cosas porque no soy experta en arte pero sería algo así como representar varios dibujos pequeños en un mismo plano, respetando la proporción áurea para que el conjunto se vea como un todo. No sé si he enredado o desenredado así que mejor podéis acceder a la página oficial del museo aquí.

Por la tarde, fuimos a la fiesta de fin de año del trabajo de mi mami, donde comimos, bailamos y cantamos. En el trabajo de mi madre se lo pasan pipa.

El día 20 teníamos pensado ir al barrio del Prado, para visitar el rosedal, el jardín botánico y el Museo Blanes. Decían que habían fumigado por los mosquitos (ya que nuestro principal miedo era morir devorados en el jardín botánico por esos vampiros diminutos) pero el caso es que ni rosedal ni jardín botánico porque había llovido mucho y el tiempo estaba muy feo (se notaba que iba a volver a llover) así que optamos por ir solamente al Museo Blanes.

Hoy por hoy, el barrio de El Prado está dentro del mismo Montevideo pero antiguamente, cuando la ciudad se circunscribía únicamente a la parte que hoy se conoce como Ciudad Vieja, el Prado era donde los ricachones tenían sus casas de veraneo, por lo que hoy por hoy es un barrio precioso, lleno de quintas maravillosas con un aire muy europeo. El Museo Blanes, en concreto, está ubicado en la llamada Quinta de Raffo y, aunque uno no sea aficionado al arte pictórico, vale la pena visitarlo aunque sólo sea por conocer la quinta.
Como llegamos antes de que abrieran, aprovechamos para recorrer primero los jardines del museo y el jardín japonés que está en la parte trasera. A pesar de que habían fumigado, los mosquitos continuaron cebándose con nosotros.

He aquí fotitos:

La entrada.

Con la quinta a mis espaldas.

 La “parcelita”.


En la entrada del jardín japonés. No preguntéis a qué viene la cara de asco…


Fotos del jardín japonés:







El salón de té.
Haciendo el ridículo. Me daba pavor caerme al agua.




Por aquí molaba más cruzar.

Y ahora ya nos adentramos en el museo:

La puerta.

En el museo hay exposición permanente de obras de Pedro Figari y Juan Manuel Blanes (quien le da su nombre al museo). No voy a dar cháchara sobre este tema porque soy muy negada para dar clases de arte pero sólo diré que Blanes fue reconocido por sus obras acerca de acontecimientos históricos importantes aunque, curiosamente, ha sido siempre más admirado por artistas extranjeros que por los propios artistas uruguayos.

Obras de Figari

El Desembarco de los Treinta y Tres Orientales. Una de las obras más famosas de Blanes.

 Prestad atención al piano, que después os cuento cositas.


También había una exposición temporal sobre el Club de Grabado de Montevideo, que me encantó ver porque estoy muy ligada a él por temas familiares, así que conocía a varios de los artistas cuyas obras estaban expuestas en la exposición. Como alguna de éstas:





No. No es un grabado pero tenía que mostraros este invernadero.

Vale, ahora un poco de historias de fantasmas, que sé que estas cosas os molan… ¿Veis la foto de más arriba donde hago hincapié en el piano? Pues bien. Se dice, se cuenta, se rumorea, que ese piano suena solo y que a veces los cuadros se caen de las paredes sin motivo aparente. La culpable, dicen que esta señorita:


Así lucía Clara García de Zúñiga cuando era pequeña. Iba a contar la historia pero la he encontrado tan bien contada aquí que ahí os lo dejo para vuestro disfrute al mejor estilo Cuarto Milenio.

 P.S. Recordad que estamos eligiendo el anuncio más pesadillesco del año, así que si no habéis votado, podéis hacerlo aquí.

P.S.2: Para los que teníais la intriga de qué narices era el premio de mi sorteo, nuestra flamante ganadora nos lo desvela aquí

jueves, 28 de marzo de 2013

Memorias de Uruguay XIII: Que viva el teatro

Prácticamente desde que pusimos un pie en Montevideo, teníamos ganas de realizar la visita guiada por el Teatro Solís (ya habéis visto alguna fotito dese fuera en posts anteriores), que fue el primer teatro construido en la ciudad. Se comenzó a construir en el año 1842 y fue inaugurado en 1856 con la obra “Ernani” de Verdi. No es que hayan tardado tanto en construirlo, es que en el año 1843 hubo que interrumpir las obras por culpa del Sitio a Montevideo por parte del General Manuel Oribe, no pudiendo retomarse hasta el año 1852, una vez terminada la “Guerra Grande”.

Su nombre se eligió como homenaje al navegante Juan Díaz de Solís, descubridor del Río de la Plata. El proyecto estuvo a cargo de accionistas privados, que querían dotar a la ciudad de un lugar donde disfrutar de las artes (hasta entonces sólo existía una sala, conocida como “Casa de Comedias”) y se dedicó fundamentalmente, al género lírico y al teatro, aunque también se ofrecen espectáculos de danza y música.


Cuando dejé Uruguay, allá por el año 2001, el Teatro llevaba cerrado por reformas desde el año 98, y así permaneció hasta 2004. Las reformas estuvieron motivadas por un incendio acontecido en una sala de vestuario que, si bien no fue grave, el sustillo les valió para darse cuenta de que el edificio se estaba quedando anticuado y necesitaba mejoras.

Como decía, no pudimos verlo hasta el día 18 de diciembre porque, si bien tienen estipulados los horarios de visita, si hay ensayo no se puede ver, así que cada vez que teníamos un ratito nos lanzábamos a la aventura a ver si ese día sonaba la flauta. Creíamos que ya no iba a sonar, pero sonó.

Una de las cosas que más me llamó la atención fueron las arañas (de las que iluminan, quiero decir). Son tres, siendo la más espectacular la de Sala, con un diámetro de tres metros, 500 kilos de peso y nada menos que 172 lámparas, ahí es nada. Se construyeron en Birmingham y fueron llevadas pieza a pieza a Montevideo. No me gustaría estar en la piel de aquél  a quien le haya tocado volver a montarlas. Helas aquí:

Araña del vestíbulo.
Dentro de contexto.
Araña de la salita donde salía la gente en el entreacto.
 Ésta es la salita en cuestión.
 Araña de la Sala.

Vamos ahora con imágenes de la Sala:

Los palcos.

Nuestra simpática guía, que se dejó las cuerdas vocales porque se estaban haciendo las pruebas de sonido para los premios de teatro Florencio Sánchez, que iban a entregarse esa noche. Al fondo vemos el escenario, donde también se observa que estaban proyectando los nominados a los premios en la pantalla.

Una imagen del techo.
  
Más palcos. ¿Veis que los de más a la derecha tienen cortinitas? Eso es porque hoy en día no se usan. Antiguamente ahí era donde se ponía la burguesía para que los vieran bien pero realmente son una porquería de palcos porque desde ahí el escenario ni se ve.

Vista general de la Sala.


Y con esto concluimos nuestra visita al Teatro Solís. Si queréis más información, tenéis su página oficial aquí, donde podéis hacer hasta un recorrido virtual.

jueves, 21 de marzo de 2013

Memorias de Uruguay XII: Uruguay is different

Una vez regresados del Este, nos pusimos las pilas para aprovechar lo más que pudiéramos los escasos cinco días que nos quedaban para volver a los Madriles y, por ende, a la rutina.

El día 17 de diciembre le dije al churri que lo llevaba a conocer el Palacio Legislativo. Es un edificio emblemático y representativo de Montevideo donde los haya, no sólo por su preciosa arquitectura (llevan años peleando para que los declaren Patrimonio de la UNESCO, a ver si lo consiguen algún día) sino porque está justo en la parte más alta de una avenida que va toda en subida, por lo que se ve desde muy lejos.

Según habíamos averiguado, la visita guiada era a las tres de la tarde. Como soy una agonías, llegamos un poco pasadas las dos porque me daba pavor llegar tarde. Dado que habíamos llegado muy pronto, empezamos a sacar fotos del exterior, primero por las entradas secundarias:



Perdón por los pelos. El viento en Montevideo nunca perdona.
 
Hasta llegar a la entrada principal:






El edificio se construyó entre los años 1908 y 1925, inaugurándose el 25 de agosto de ese mismo año, aprovechando para conmemorar los cien años de la declaratoria de Independencia del país. Fue declarado monumento histórico nacional en el año 1975. Se construyó un edificio anexo más “moelno” que se inauguró en el año 95. El tema recuerdo que dio que hablar porque los funcionarios que se mudaban de un edificio a otro, hicieron la mudanza ellos mismos y salieron en prensa varias fotos de señoritas muy elegantes enfundadas en sus trajes de chaqueta cruzando la calle con las carpetas, las mesitas con ruedas… Uruguay is different. Me consta que a día de hoy los edificios están intercomunicados por un túnel pero supongo que cuando se inauguró el anexo aún no estaría operativo. O eso quiero creer, porque si no el tema es de un sadismo extremo.

A las tres menos cuarto nos metemos dentro a fin de sacar nuestras entraditas para la visita (no, la visita no es gratuita pero tampoco es muy cara) y nos encontramos con un cartel que nos informa que, a partir del 17 de diciembre, la visita es a las cuatro de la tarde. Mira tú que suerte…

Como teníamos una hora por delante, le digo al churri de ir al mirador de la torre de las Telecomunicaciones (más conocida como Torre Antel) que tiene unas vistas fantásticas de la ciudad y que queda cerquita, como se aprecia aquí:

¿Veis al fondo ese edificio alto con una especie de aleta de tiburón pegoteada a la azotea? Pues ese es.

Pusimos rumbo a la torre y, como veis, llegamos:



Pregunto en recepción y me dicen que hoy no hay visitas, que no se puede subir y que vale más llamar antes, porque a veces surgen hechos inesperados. ¿Hechos inesperados en un mirador? ¿Qué narices tenéis ahí arriba? ¿Un OVNI? Lo dicho, Uruguay is different.

Total, que volvimos a paso tranquilo dispuestos a dedicarnos a dar vueltas hasta las cuatro de la tarde.

Por fin pudimos entrar y la verdad es que mereció la pena la espera. Lo primero que te enseñan es el Salón de los Pasos Perdidos, así llamado porque era donde la gente antes esperaba, así que se dedicaban a andar para un lado y para otro (más o menos como nosotros yendo a la torre de Antel). En este salón están permanentemente  exhibidos los documentos originales de la declaratoria de independencia y la constitución de 1830, siempre salvaguardados por la Guardia de Artigas, cuerpo conocido como “Los Blandengues”, desconozco por qué razón, pobrecicos… No pongo foto porque ahí salgo con el churri.

Puerta de la Cámara de Senadores.
Puerta de la Cámara de Diputados (o Representantes).

Yo, con pelos de loca, en el Salón.

Ahí veis un Blandengue.
No sé si en la foto se aprecia bien, pero me flipa el trabajo que llevaron esas paredes.
Aquí se ve mejor.

Parte del techo de la Cámara de Diputados.

Yo, con gafas, para parecer más intelectual en sitio tan ilustre.

La Biblioteca, que es de acceso público.

La Cámara de Senadores.




La visita, aunque no muy larga, fue de lo más interesante y hasta aprendí que los partidos más tradicionales de Uruguay (el Nacional, también llamado Blanco y el Colorado) son los partidos políticos más antiguos del mundo. En activo, se entiende… Yo había estado más veces de las épocas en que ejercía como periodista. Incluso estuve alguna vez en el despacho de algún Senador entregando sobres, cuando ejercía como pringadilla, pero la verdad es que nunca había hecho la visita guiada y aprendí cosas muy interesantes.

Una visita recomendable, sin duda. Eso sí, hay que tomarse los cambios de planes con paciencia, porque Uruguay is different.