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lunes, 24 de diciembre de 2018

Mensaje navideño (o algo así)


Aprovecho estas fechas tan señaladas para escribir algo en el blog, que eso de cerrar el año con un post hablando de un invento para evitar el olor de las deposiciones le resta bastantes puntos de glamour a este sitio, ya de por sí bastante en decadencia últimamente.

Quienes me conocéis desde hace tiempo sabéis de sobra que no soy muy navideña que se diga. Vaya, no soy nada navideña. Soy el Grinch, básicamente, así que nunca se me ocurre qué decir en estas fechas tan emotivas donde parece que todo el mundo anda con los sentimientos a flor de piel y llora con los anuncios de turrones (y con los precios de las tiendas, que eso sí es para llorar).

Podría hacer una lista de cosas que este año he hecho por primera vez pero tampoco se me ocurren tantas. A ver…

- Visité Patones de Arriba
- Visité Salamanca
- Probé la comida etíope
- Completé con éxito la primera escape room de mi vida
- Eché horas extra en el trabajo
- Me volví una vaga redomada con el blog

Y no se me ocurre más. Caigo en la cuenta de que todas las mencionadas corresponden a la segunda mitad del año, así que, o bien la primera mitad fue un fiasco total o bien me estoy empezando a volver una abuela desmemoriada que sólo recuerda cosas a corto plazo.

También podría hacer una lista de propósitos pero nunca he sido amiga de hacer ninguna porque soy una inconstante y al final nunca cumplo y me frustro y arrastro la lista al año siguiente y entro en un bucle sin fin que dudo yo que sea sano para mi escasa estabilidad mental. Sólo diré que espero superar este bache de sequía creativa y volver al blog con un poco más de asiduidad. Cosas que contar tengo; como mi experiencia en la escape room o en Patones de Arriba, por ejemplo. El tema es sacudirme la pereza y sentarme a darle a la tecla, lo cual está un poco complicado de momento.

Como deseo, podría pedir que en el sorteo de Navidad del año que viene me toque algo… que este año ni un reintegro, oye. Y lo peor es que después del sorteo se me queda grabado a fuego el soniquete de los niños de San Ildefonso y tengo la sensación de que todo lo que digo durante el día lo digo con ese canturreo. “Voy a bajar la basuraaaaaa. Yaaaa vuelvooooo”.

En fin, que lo único que pretendía era dar señales de vida antes de que se me vaya este poco prolífico año y desearos a todos muy felices fiestas. Que las paséis rodeados de gente o de gatos o completamente solos sin nadie que os moleste si ese es vuestro gusto. Vamos, que hagáis lo que os dé la gana, que es la mayor de las felicidades.

¡Feliz 2019 para todos!

martes, 4 de diciembre de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLIX: Sin palabras


Como entre nosotros ya hay cariñito, supongo que sabréis disculpar que venga a romper mi ostracismo “posteril” con una cosa tan escatológica como la que hoy traigo, pero es que vi este anuncio el fin de semana pasado y no podía dejar pasar la oportunidad de compartirlo con vosotros, ya que se supone que debemos estar unidos en las buenas y en las malas; así que aquí os lo traigo para que os unáis a mí en mi vergüenza ajena y mi monumental desagrado.

No sé muy bien ni cómo redactar el post, ya que de por sí el anuncio es bastante soez y no seré yo quien caiga en semejante zafiedad pero allá vamos y que sea lo que tenga que ser.

Lo primero que vemos es el exterior de un cine donde se proyecta la premiere de una película. Todo está rodeado de fotógrafos y vemos a la que, supongo, es la actriz protagonista, muy emperifollada y parada frente al cartel de la película. Hasta aquí todo bien.

El problema viene cuando la rubia protagonista se dirige directamente a cámara diciendo que incluso las estrellas pueden tener un “apretón”. Sí, utiliza esa palabra. Para qué vamos a andar con eufemismos innecesarios.

A continuación vemos  un aseo muy extraño. Las paredes y el suelo están decoradas en dorado y azul y cuenta con una alfombra roja que conduce desde la entrada hasta un inodoro dorado que se encuentra en lo alto de dos escalones. Lo de llamar “trono” al excusado pensé que era un símil pero aquí, al parecer, se lo han tomado al pie de la letra.

Total, que nuestra superestrella de Hollywood saca de su clutch dorado un spray chiquitito, diciendo que siempre que va al baño lo utiliza. ¿Y para qué?, os preguntaréis. Tal vez  sería mejor para vosotros no saber la respuesta pero me debo a mi público, así que ahí voy y que salga el sol por Antequera.

Al parecer, esto lo pulverizas sobre el agua del WC antes de aliviar tus necesidades fisiológicas y el líquido mágico se encargará de atrapar el mal olor de tus deposiciones. Hala, ya está. Ya lo he dicho. Qué no haré yo por vosotros. Por cierto, para representar tales deposiciones han hecho un dibujito de un inodoro donde cae algo parecido a rosquillas de chocolate. Por si acaso la mecánica nos  parecía demasiado complicada y no era suficiente con que nos explicaran para qué se supone que sirve el invento.

La chica sale del aseo con gesto triunfal, informando que así nadie sabrá que ha ido al baño, y se cruza con un señor que luce una gorra de cuero y que, supongo, pretenden hacernos creer que es su empleado de seguridad (o un motero que pasaba por allí, qué sé yo). El señor de la gorra olisquea el aire visiblemente complacido.

Y hasta aquí hasta puede parecer que el anuncio es una parodia o vete a saber qué (de hecho, según lo estaba viendo el otro día estaba pensando que aquello no podía ir en serio). Pero no. Al terminar todo esto, nos enseñan cuatro botellitas (cada una correspondiente a una fragancia diferente) y hasta nos dicen en qué pasillo del supermercado podemos localizarlas.

Aquí entre nos, yo siempre he sido muy vergonzosa para estos menesteres. Así que, si esto en realidad funciona, la idea me parece buena. El tema es la ejecución. Que no han estado finos ahí.

Aunque mejor me callo, porque he visto un anuncio británico de un producto igual pero de otra marca y… no tengo palabras.

En serio, no las tengo. No me obliguéis.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Crónicas Felinas CCLXVII: La Viborosa


Marrameowww!!!

Me acabo de percatar de que desde el pasado 13 de agosto no tenéis noticias mías. Dos meses han pasado y desconozco cómo es posible que hayáis podido sobrevivir sin mí. Confieso que me tiene bastante decepcionado el hecho de que no se hayan creado plataformas exigiendo mi vuelta o que no se haya hecho, al menos, una manifestación en alguna ciudad importante. O en un pueblo, al menos. Nada. Os da igual, parece. Uno aquí dejándose las zarpas en el teclado escribiendo en un idioma que ni siquiera es mi  lengua materna (porque yo sí que soy bilingüe y lo demás son tonterías) y vosotros impasibles. Una vergüenza. Me habéis defraudado más allá de los límites de lo que es capaz de defraudarme un ser humano (y ya hay que esforzarse para ello, porque el listón lo tengo bastante bajito con vosotros, todo sea dicho).

En fin, por contaros algo, aunque no os lo merezcáis ni por asomo, vengo a hablaros de algo que creo que no había mencionado nunca en el blog. ¿Os había hablado alguna vez de la Viborosa? Creo que no.

La Viborosa era una serpiente de peluche que me acompañó en mi crianza. Ya se sabe que no se puede confiar en la bruja en lo que tiene que ver con el instinto maternal. Así que, mientras pasaban un par de semanas para que el ahora difunto Luhay se acostumbrase a mi olor y no me comiese los higadillos, yo pasaba las horas muertas en una habitación, sin más compañía que la de la Viborosa (y visitas esporádicas de la bruja y el consorte para darme de comer y hacerme algún mimo que otro). Tanto cariño le cogí a este ser viperino que me lo llevaba conmigo a dormir y hasta le metía la cabeza en mi platito de  la comida, para que estuviese bien alimentado.

Serpiente de juguete para gatos
Yo, con cuatro meses, y la Viborosa con edad indeterminada
(Foto de archivo)

El caso es que un día, la Viborosa pasó a mejor vida. Bueno, vale, le terminé sacando todo el relleno con las uñas y los dientes. Hay amores que matan, ya sabéis. De recuerdo, sólo quedó un trozo de plástico que se escondía en sus entrañas y que servía para hacer sonido de cascabel. Guardaron el plástico ese y, aunque me avergüence admitirlo, en mí ejercía el mismo efecto que la campana de Pavlov. En cuanto un humano lo sacaba de su escondite y lo hacía sonar, yo acudía presto a la llamada, creyendo que tal vez esta vez sí se tratase de mi Viborosa resucitada.

Me consta (porque es de caballeros reconocer los méritos en esta vida) que ambos humanos se desvivieron por encontrar otra Viborosa, sin obtener resultado alguno en sus pesquisas.

Pero los hados decidieron recompensarme por mi buen hacer gatuno en esta vida y, hace un par de semanas, casi nueve años más tarde de aquella tragedia, mis humanos aparecieron con ella:

Serpiente de juguete para gatos
Yo, hace unos días, con Viborosa 2
Ha cambiado de look y está menos rota de lo que yo la recordaba pero su soniquete interior sigue siendo el mismo. Es mi Viborosa reencarnada.

Y yo no puedo ser un gato más feliz.

Prrrrrr.

lunes, 22 de octubre de 2018

Queridos primos


Vengo hoy con una entrada muy random, con el único propósito de darle un poco de vidilla al blog y no dejarlo agonizar lentamente.

Antes que nada, quiero agradecer la de cosas bonitas que me habéis dicho en el post anterior. Si es que, con gente como vosotros, no se me pasa por la cabeza irme para siembre (Naar me llamó tarada pero sé que lo dice desde el cariño, así que hasta me gusta ser una tarada en su vida).

Tengo pendiente contaros cosillas de las vacaciones que tomé en septiembre. Ahora en noviembre me voy otra semana y todavía tomaré otra más en diciembre. Tengo la sensación de que reparto mal las vacaciones, días de compensación y demás. Siempre me pasa lo mismo. En los primeros seis o siete meses del año me suelo tomar una semanita o así y esto provoca que, a partir de julio, me vea de repente con un montón de días que me caducan por no haberme repartido un poco los descansos. En fin soy un desastre para según qué cosas.

Decía, entonces, que os tengo que contar mis vacaciones de septiembre. El motivo por el que este año vacacioné tan tarde (y no en julio, que es lo que me suele gustar a mí), fue que vino mi Santa Madre a verme. Tres semanitas, ahí es nada. Los billetes costaban mucho más baratos en septiembre y de ahí el desacople de meses, que ya me lleva de cabeza hasta final de año.

Mi madre me trajo yerba mate, dulce de leche, chocolatinas y un cojín de “El Principito” para que pueda echarme la siesta después de empacharme de dulce. También me trajo un libro que le encargué. Estoy deseando que vuelva porque ya casi se me ha terminado el dulce de leche. Y diréis “Pero Álter, se puede conseguir dulce de leche y yerba en casi cualquier sitio”. Ayyyyy, europeos ignorantes… Se pueden conseguir marcas argentinas en cualquier parte. Las marcas uruguayas ya son más peliagudas de encontrar y no os hacéis una idea de la “guerra” que hay entre argentinos y uruguayos sobre qué yerba y qué dulce de leche es mejor.

Viajar, lo que se dice viajar, pues más bien poco. Estuvimos haciendo turismo madrileño (que a mí, de vez en cuando, me viene bien porque soy de salir más bien poco y eso ocasiona que haya muchos sitios de la capital que para mí sean perfectos desconocidos) y de inmediaciones de Madrid. Ya os iré contando, que voy de a poco con la rehabilitación escritora y no se puede forzar la maquinaria. Aparte, los posts de viajes incluyen ver fotos, editar fotos, subir fotos, etiquetar fotos… y, a que no adivináis. Me da pereza. Así que lo dejo para otra ocasión.

Forlán también os contará alguna cosita un día de estos. Por lo demás, todos estamos bien. Yo sigo con mucho trabajo y el sábado pasado también fui a trabajar (cinco horitas, que tampoco hay que matarse haciendo funcionar España). Lo bueno es que por cada cinco horas de sábado, gano nueve horas libres que seguramente se me terminen acumulando para finales del año que viene cuando vea que me va a expirar el plazo para pedirlas, así que no sé si hago tan buen negocio.

Me acabo de dar cuenta de que esto, más que un post, parece una carta a unos primos hipotéticos que vivan en Australia, así que creo que, como puesta al día, ya por hoy vamos sobrados. De paso, ya tengo título para el post.

Me despido hasta una nueva misiva mandándoos mis mejores deseos.

Vuestra prima que os quiere,

Álter

lunes, 8 de octubre de 2018

Y cumplí mi amenaza


Sí, ya lo sé. Antes de que os tiréis a mi cuello con claras intenciones asesinas, aclaro que lo sé. El día 1 pasó hace una semana y yo no volví pero al menos estoy cumpliendo la amenaza que os hice hace ya más de un mes. Juré que volvería y aquí estoy. No sé si vosotros estáis pero yo sí.

El tema es que me está costando volver a la rutina, por lo que me he estado dedicando a vegetar en el sofá la vida contemplativa. Tengo anecdotillas vacacionales que contar y Forlán también tiene por ahí historias que relataros pero es que estoy con tanto trabajo (trabajo del de verdad, del que me pagan, quiero decir) que cuando llego a casa sólo quiero olvidarme del mundo y dejarme morir lentamente. Hasta fui a trabajar el sábado pasado, cosa que mis principios de vagancia me prohíben.

Mi queridísima Naar, publicó hace unas semanas en esta entrada la frase “La blogosfera ha muerto”. Por muy Nietzscheano que suene el concepto, mi niña lleva más razón que un santo. Cada vez desaparecen más blogs y, los que quedamos, estamos en un período de desidia que vergüenza debería darnos. Así que estuve hablando con ella… bueno, más que hablando estuve poniéndole la cabeza como un bombo con mis neuras y mis dramas existenciales blogueriles, confesándole lo que me da miedo confesar por aquí: que estoy un poco desmotivada en cuanto al blog.

En enero este espacio va a cumplir siete años. Y siete años de tu vida son mucha tela. Llega un punto en que, ya por mucho que te persiga el surrealismo, no te da material para tanto. Hasta los publicistas parecen estar portándose mejor (o yo tengo el radar estropeado, que también puede ser) y todo esto hace que últimamente me cueste un mundo sentarme a escribir. Así que estuve planteándole todos estos dramas a Naar, comentándole que no sabía si cerrar, si dejarlo un tiempo o qué hacer.

Y Naar me dijo que tal vez debería espaciar más las entradas. Escribir cuando me apetezca y de lo que me apetezca, que es la forma de mantenerlo vivo sin sentir que esto me pese como una losa. Vamos, que me entregue un poco a la anarquía (como veis, lo estoy poniendo en práctica, porque hoy debería estar escribiendo Forlán y, sin embargo, aquí estoy yo, dándole a la tecla). Soy consciente de que esto me va a pasar factura porque, probablemente, al escribir menos también os visitaré menos y Google me castigará por no publicar tan a menudo, haciendo que mi posicionamiento descienda estrepitosamente pero es mejor eso a dejarlo. Porque no quiero dejarlo; de verdad que no. Os tengo mucho cariño y me lo paso bien por estos lares. Es el rinconcito donde escupo todas mis locuras. A ver qué iba a hacer yo sin mi blog.

Pero, si permito que se me convierta en una obligación, al final lo único que voy a conseguir es cogerle tirria y me van a dar menos ganas de escribir; por lo que voy a seguir el consejo de Naar y voy a ir por la vida blogueril un poco a lo loco. Al menos de momento, hasta que las musas y la motivación vuelvan. O hasta que el aburrimiento me gane y considere que estoy más entretenida escribiendo que mimetizándome con el sofá, lo que suceda antes.

Y, como muestra de la nueva Álter,  voy a programar esto sin haber contado las palabras que llevo escritas, contraviniendo completamente mi superstición de las quinientas palabras.

A lo loco.

jueves, 30 de agosto de 2018

Volveré… es más amenaza que promesa


Vamos hoy con un post cortito para anunciar que, por fin, me voy de vacaciones. Este año me he tirado trabajando todo el verano por razones que ya explicaré a la vuelta (razones buenas, no os preocupéis por mí, que todo funciona bien en mi vida).

Os diría que no me echéis de menos pero, en realidad, dada la escasez de inspiración que me aqueja últimamente, me da que ni siquiera vais a notar mucho la diferencia… hasta Forlán, que presumía de estar manteniendo vivo el blog, se ha dado a la vagancia y la vida contemplativa que provoca la canícula. Y esta es una clara señal de que necesitamos vacaciones.

No voy a salir de Madrid, así que medianamente estaré leyendo y respondiendo comentarios de vez en cuando pero confío en que el descanso veraniego-otoñal me haga volver con las pilas cargadas y con anécdotas para contar. Como ni siquiera la desconexión provoque la vuelta de las musas, no sé yo ya a qué atenerme.

Pues lo dicho, que nos vemos el 1 de octubre… creo. Ya sabéis que yo para eso de las vueltas soy muy laxa porque tengo que entrenar mi cerebro para la vuelta a la rutina. Resulta que es tan vago como yo y enseguida se acostumbra a eso de vivir mirando las musarañas.

Sed buenecitos y espero que a mi vuelta haya alguien todavía por aquí. Al menos para ayudarme a limpiar el polvo y las telarañas.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLVIII: Dudo que sólo sea calcio


De esta marca de leche ya había traído alguno. No de esta modalidad de leche en concreto (o eso creo recordar) pero sí de la misma compañía.

Y no es que me guste cebarme con marcas o productos pero es que a veces no me dejan más remedio. Si estoy delante de la tele medio adormilada (porque, como tengo sueño atrasado desde el 2016, la única forma en que me muevo por la vida es medio adormilada) y, de repente, veo algo que me hace abrir los ojos como platos y disipa completamente mi somnolencia, ¿cómo voy a dejar de compartirlo con vosotros?

El anuncio empieza con una escena bastante normal. En la mesa de la cocina se encuentran desayunando una abuela y su nieto. La madre de la criatura (que desconozco si es hija o nuera o de la abuela) les sirve leche mientras ellos intercambian sonrisas cómplices. Supongo que se ríen porque, en su fuero interno, están pensando “menuda pringada ésta, que viene a servirnos como si fuéramos marqueses mientras nosotros no tenemos que levantar el culo de la silla”. Y tal vez penséis “bueno, a lo mejor la buena señora está muy mayor e impedida para moverse mucho”. Ja. Esperad y veréis.

La voz en off nos pregunta si sabemos por qué esta leche enriquecida con calcio es súper ideal para todos los integrantes de la familia. En vez de deshacerse en explicaciones, prefieren hacernos una demostración visual por lo que, a continuación, vemos al nieto y a la abuela parados frente a los escalones de entrada a la casa. Intercambian una última mirada, asienten con la cabeza al mismo tiempo y, a continuación, bajan las escaleras dando saltitos con los pies juntos, como si fuesen canguros. Como gracia y muestra de complicidad intergeneracional estaría bien. El tema es que continúan calle abajo con sus saltitos de marsupial, pasando junto a una mujer que lleva en sus manos una montaña de cajas, y a la que casi tiran al suelo en clara actitud gamberra.

Desplazándose a saltos, pasan frente al frutero que sonríe y junto a las señoras de la peluquería que los saludan con la mano. Hacen una breve parada en la cancha de baloncesto, donde el niño, sin parar de dar saltitos, encesta de espaldas mientras su abuela lo observa orgullosa.

Finalmente, el niño sube las escaleras de entrada al colegio (sí, habéis adivinado, dando saltos) mientras su abuela lo despide desde abajo. La abuela se ha quedado quieta, finalmente, para alivio del espectador pero esto sólo le dura mientras se despide de su nieto porque, al darse la vuelta para continuar con sus quehaceres matutinos, que vete a saber cuáles serán, da un último saltito chocando los talones en el aire porque encima parece que se quiere chulear.

La última imagen son las cajas de leche dando saltitos sobre la encimera de la cocina. Y ya si hasta los seres inanimados dan saltitos, miedo me da preguntar qué lleva esa leche aparte de calcio.

jueves, 23 de agosto de 2018

Defensa del lepidóptero


Iba en el autobús la otra mañana rumbo al trabajo con una compañera que, aparte de compañera es vecina. Vive en la esquina de mi casa y se sienta a mi lado en el trabajo; así que yo creo que la veo más horas a la semana que al churri.

En fin, el caso es que íbamos hablando de nuestras cosas (de las cosas que medianamente se pueden hilar a las seis y veinte de la mañana) cuando, en la ventana que llevaba yo a mi izquierda, se posó una polilla. Mi compañera casi entra en estado de pánico y me dice “¡¡¡Ay, tienes al lado una polilla!!!”. Confieso que a mí tampoco me gustan demasiado pero no les tengo ese terror que les tiene otra gente y esto me dio que pensar (repito: lo que se puede pensar a las seis y veinte de la mañana).

¿Por qué las polillas nos producen aversión? La respuesta es simple: Porque son feas. La mayor parte de la gente (no digo toda porque sé de personas que se ponen histéricas hasta con las inocentes y cuquísimas mariquitas) ve una mariposa y dice “Ayyyyy,  mira que mariposa tan bonitaaaaa” y se solazan en ese bucólico momento.

Las polillas son el mismo bicho pero con la diferencia de que son nocturnas, no tienen colores vistosos y son más “peluditas”. Pues ahí tenéis un claro caso de discriminación entomológica basándonos en el aspecto del pobre bicho. Las polillas no pican, no hacen mal a nadie y mis gatos las consideran un manjar sólo comparable a que nosotros viéramos patas de jamón de jabugo volando por los aires y chocándose contra las bombillas. Si a eso le sumamos que a todas luces son unas fiesteras porque se pasan toda la noche de picos pardos, deberían parecernos graciosísimas. Total, por las noches se ven muchos seres poco vistosos y, en ocasiones, muy peluditos y no hacemos tanta alharaca. Pasa lo mismo con las babosas, que yo creo que las discriminamos porque son caracoles homeless.

Tendemos a defender más a los animales que nos parecen bonitos. Sobre todo si son mamíferos porque tenemos una cierta sensación de pertenencia de grupo. No se habla de la defensa del besugo ni se ondea una bandera por los camellos, pese a que son los encargados de traernos regalos en enero (o de surtirnos de sustancias estupefacientes, según de qué clase de camellos estemos hablando).

Así que vaya desde aquí mi defensa y mi solidaridad con las polillas, que también merecen su espacio en el mundo y en los medios de transporte público. Aunque no pagan billete y eso sí me cabrea un poco porque tal vez estemos ante un claro caso de discriminación positiva. Ya que van a usar autobuses, metros (y, a veces, hasta taxis) para desplazarse de un lugar a otro en lugar de usar sus alitas que para eso las tienen, qué menos que exigir que paguen su parte.

Si exigimos igualdad, que sea con todas las consecuencias.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLVII: Aprovechando la coyuntura


¿He traído alguna vez un anuncio de agua? La cosa no me suena, sinceramente, pero siempre hay una primera vez para todo.

Se trata de una marca de agua mineral muy conocida. Una cantante también muy conocida comienza a cantar una versión del “A quién le importa” de Alaska que todos hemos cantado en alguna noche de fiesta, totalmente convencidos de que el resto de la humanidad está preocupadísimo por lo que hacemos o dejamos de hacer en la vida, cuando en realidad probablemente a todos se la traiga con viento fresco.

Las imágenes, mientras suena la cancioncita de marras, nos muestran a mujeres en diferentes situaciones: montando en moto, andando por la calle, una embarazada bailando, una chica boxeando, otras rapeando (supongo, por la vestimenta, aunque tal vez me esté dejando llevar por los prejuicios), otra encabezando una manifestación, una niña montando en bicicleta, una chica jugando a los bolos en silla de ruedas, niñas recibiendo medallas de natación, otra que se rapa la cabeza, una que baila en el supermercado (confieso que me siento identificada; más de una vez el hilo musical me ha hecho marcarme un baile en mitad del pasillo de congelados, para deleite, o sorna, de los encargados de vigilar las cámaras), un equipo de fútbol americano femenino, otras dos que se hacen arrumacos, una señora mayor que baila en la calle, una joven que también baila en la calle… y ahí se ve que se quedaron sin presupuesto para más actrices y vuelven a mostrar más o menos a las mismas, aunque también nos enseñan a una madre dándole el pecho a su bebé en un sitio público y a otra que está sentada mientras un hombre pinta un mural.

Y sí, ese es el único hombre que sale en todo el anuncio. Se ve que beber agua es algo que hacen exclusivamente las mujeres. Los hombres pueden hidratarse a base de cerveza mientras ven el fútbol en la tele con sus amigotes, supongo. Lo malo es que el tema del empoderamiento femenino después les falla con el uso del lenguaje. Dicen que debemos liberarnos del qué dirán para ser nosotros mismos. No dicen “nosotros y nosotras” ni “mismos y mismas”. Ni siquiera usan un “nosotres”, que tan de moda está ahora, con la clara intención de que todos los correctores de texto del mundo colapsen y Garcilaso se revuelva en su tumba. Han fallado estrepitosamente ahí.

Y ya rematan diciendo que es un agua 100% libre de impurezas. ¿100% libre de impurezas? ¿Es agua destilada o qué? Cada vez que en un anuncio se afirma algo así, muere un Ingeniero Químico.

Es todo muy confuso. No entiendo qué tiene que ver la liberación femenina con el agua porque, hasta donde sé, hasta las mujeres oprimidas beben agua. Creo que esto es lo que comúnmente se conoce como “aprovechar la coyuntura”. Tomo un tema que esté de actualidad y lo meto con calzador aunque no venga ni a cuento.

Lo que hay que ver.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLVI: Los alimentos acosadores


Recuerdo que, en mis épocas de estudiante, un profesor nos contó que el nacimiento de la figura del superhéroe coincidió aproximadamente con el nacimiento de la burocracia. La idea de poder tomarte la justicia por tu mano sin tener que pasar por interminables trámites previos resultaba de lo más atrayente a la audiencia.

Pero, al parecer, ya nos han metido tantos superhéroes para solucionar nuestros problemas más importantes (como robos, asesinatos, accidentes y demás) que han decidido buscarles tareas más mundanas. De hecho, a día de hoy, según la publicidad, cualquier objeto inanimado puede convertirse en superhéroe. Ya tuvimos un ejemplo hace algunas semanas con un quesito (creo recordar que hemos tenido algún otro pero llevamos ya más de doscientos anuncios, así que no pretenderéis que tenga memoria a tan largo plazo) y hoy vamos con un gel para las llagas de la boca.

Vamos por partes. El anuncio está hecho en base a animación (por suerte, porque ya ver a un ser humano disfrazado de gel para las llagas me  parece demasiada humillación para el pobre actor que debe ganarse el pan). Lo primero que vemos es a una chica sentada a la mesa del desayuno, tocándose un moflete con cara de sufrimiento  y pensando “Tengo una llaga”. Acto seguido, los alimentos y objetos de la mesa cobran vida y vemos cómo una cafetera, una naranja, un limón y una tostada, se levantan y, caminando hacia ella, corean todos “Tiene una llaga, tiene una llaga, tiene una llaga…”, con ese soniquete de niño repelente que todos hemos oído alguna vez (o hemos hecho, si se da el caso de que fuimos niños repelentes). Hay que decir que la cafetera es una torpe porque, en su avance por la mesa, tira una taza que, por suerte, estaba vacía.

Pues bien, como la muchacha necesita una capa protectora sobre su llaga, una mano sin cuerpo deposita una caja de este producto sobre la mesa. Me encantan esas manos en publicidad, que aparecen de la nada trayendo una solución; en mi casa nunca pasan estas cosas. Un momento, que pruebo…

Necesito un bolso caro.

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Nada. ¿Lo veis?

Me he dispersado. Sigo. La caja da vueltas sobre sí misma y se convierte en un superhéroe de capa morada (y protectora, columbro). Demuestra su acción sobre sí mismo, creando una cúpula invisible sobre su cabeza, de manera que los alimentos no puedan hacerle bullying. Porque sí, será muy superhéroe pero tiene el tamaño de la cajita de gel. Vamos, que lo puedes aplastar con un pie por mucha capa protectora que tenga.

Pues eso, que el gel promete proteger nuestra llaga de los ataques alimentarios al tiempo que nos da un chute de ácido hialurónico que hará que cicatrice mejor y más rápido. No sé si os habéis fijado pero, hace unos años, nadie hablaba del ácido hialurónico y ahora no hay producto que se precie que no lo incluya. Vale para todo.

El ácido hialurónico es la nueva agua de Lourdes.

lunes, 13 de agosto de 2018

Crónicas Felinas CCLXVI: Alguien tiene que decirlo


Marrameowww!!!

Me tenía que haber declarado en huelga cuando amenacé con hacerlo porque, sinceramente, me siento explotado. Veo que la bruja está haciendo lo que le da la real gana. A veces publica, a veces no, y anda con una intermitencia impropia de ella pero a todas luces palpable.

Sin embargo, aquí sigo yo dando el callo cada lunes. No me parece justo que, mientras ella se pega la gran vida y se entrega a los placeres de la anarquía y el desenfreno, yo tenga que fichar aquí cada semana. “Es que me han abandonado las musas”, dice ella. ¿Y a mí? ¿Os da la sensación de que esté relatando algo de lo más emocionante? ¿A que no? Pero aquí estoy, no obstante, dándole a la tecla e intentando rellenar este espacio vacío del lunes para que tengáis unas míseras letras felinas que llevaros al gaznate blogueril. Porque, pese a la fama que me dais todos, yo sí pienso en la audiencia y estoy dando muestras de una profesionalidad mucho mayor que la de la bruja.

Para mí que es la crisis de los cuarenta. La bruja se nos ha puesto vieja y ahora quiere andar por la vida a lo loco, como una adolescente sin obligaciones y negarse a dar explicaciones a nadie. Le falta masticar chicle con la boca abierta y poner los pies encima de la mesa. Esto último no lo hace porque, como digo, ya está mayor y teme no poder recuperar su posición original si pone las piernas encima de la mesa. Pero para lo del chicle dadle tiempo.

Mientras tanto, yo me comporto como el único ser adulto de esta santa casa. Con el imberbe no se puede contar para nada que implique cierto grado de responsabilidad porque para eso es el imberbe y el consorte… en fin, el consorte pasa de todo porque creo que ya nos dejó a todos por imposibles hace tiempo. No entiende el sacrificio bloguero. Para él, estar en casa es sinónimo de tumbarse a la bartola y olvidarse del mundanal ruido. Sumar una actividad más a su vida no entra en sus planes.

Así que, la próxima vez que penséis que soy un ser cruel y despiadado, sin un mínimo atisbo de empatía, recapacitad y daos cuenta de que, si este blog sigue vivo, es gracias a mí. Y no vale decir que los anuncios  se siguen publicando religiosamente. Los anuncios ya se los dan hechos. Ella no hace más que sacarse de la manga un par de chistes traídos de los pelos y con eso tiene el trabajo hecho (esto ya se lo dijeron una vez y, según mi opinión, con más razón que un santo). Es en la entrada de los jueves donde se nota que a la bruja ya se le pasó el cuarto de hora, si es que alguna vez tuvo algo superior a cinco minutos.

Creo que tendría que asumir la derrota y dejarme el blog a mí.

Ella ya es un juguete roto.

Prrrrrr.

jueves, 9 de agosto de 2018

Intrusismo profesional


Hoy vengo como una niña pequeña a enseñar sus juguetes. Me explico. Resulta que mi querida Gladys del blog “Integral Woman” organizó un sorteo para celebrar sus siete añitos de blog.

Y no lo gané. Peeeeero, aparte del sorto “gordo” hizo otro sorteo en secreto donde resulté ser una de las afortunadas. No sabéis qué alegría genera eso de ver que has ganado algo cuando ni siquiera te sabías candidata a ganarlo.

Como el premio era sorpresa, estuve mordiéndome las uñas hasta que, por fin, el lunes de la semana pasada llegó mi paquetito (bueno, le llegó al portero de mi edificio porque el de Correos se lo había dejado a él).

Cuando el churri me hizo entrega del paquete, a su vez entregado por el portero y a su vez entregado por el cartero (la de manos que tocaron mi paquete, qué vulgaridad…) lo abrí rauda y veloz y dentro, aparte de una cartita muy tierna y cariñosa, encontré las siguientes cositas:

Esmalte de uñas, aceite de ducha, máscara de pestañas y labial permanente
La foto no me quedó muy allá. Tengo que mejorar la técnica.

De más está decir que estaba como si fuese Navidad o mi cumple o algo… No voy a hacer una reseña extensa de cada producto porque eso se lo dejo a ella, que es experta en relatarnos con todo lujo de detalles los componentes, los efectos sobre la piel y todo lo demás. Yo voy a hablar desde mi humilde opinión de simple usuaria. Pese a mi política de no nombrar marcas en el blog, esta vez me tocará hacer una excepción…

Esmalte de uñas “Explosiva” de Masglo: Tengo una amiga colombiana (sí, ya lo sé, la nombro mucho) que siempre ha hablado maravillas de esta marca de su tierra natal. Confieso que, pese a las buenas reseñas que había leído en general acerca de estos esmaltes, nunca los había probado. Ahora, gracias a Gladys, me he estrenado con este tono coral de lo más veraniego y he de decir que estoy gratamente sorprendida. Ya lo llevo puesto desde hace más de una semana y ni se mueve, el condenado.

Aceite de ducha “Amande” de L´Occitane: No creo que tenga que hacer mucha introducción sobre la marca porque su fama la precede. En la foto es lo que parece un caramelito (me pareció una monada que viniera envuelto así). Es un aceitito que hace espuma al contacto con el agua, así que te lo embadurnas, te aclaras y sales de la ducha con la piel suavecita y con un olorcito a almendra que pareces un mazapán. Huelga decir que me ha gustado mucho.

Lápiz de labios líquido permanente Vice de Urban Decay en tono Tryst: Lo confieso, me he hecho adicta a los labiales permanentes. Tanto que tengo por ahí un montón de labiales no permanentes que están durmiendo el sueño de los justos en el fondo de mi bolsita de mi maquillaje. Es que no hay comparación con eso de pintarse los morros a las seis de la mañana y volver a las cuatro de la tarde con la boquita intacta, como si no hubieran pasado las horas. Este es un tono coral mate que, he de decir, me probé con cierto recelo porque siempre le he escurrido un poco el bulto a los labiales con tendencia al anaranjado. Creo que era prejuicio porque hice una encuesta entre mis compis de curro y todas coincidieron en que el tono me quedaba bien. Así que, otro acierto por parte de Gladys. Dura muchísimo, no se cuartea, no reseca demasiado y el tono me va bien, ¿qué más puedo pedir?

Máscara de pestañas “Perversion” de Urban Decay: Tengo que decir que este es el único producto que aún no he probado. Estoy esperando a estrenarlo en alguna salida nocturna. ¿El motivo? Suelo usar máscara transparente porque es lo más parecido a no llevar nada (simplemente es algo que te las peina y te las deja colocaditas). Tengo muchas pestañas y muy largas, así que normalmente las máscaras que, como esta, prometen darte mucho volumen (y me da que cumple con lo que promete) hacen que mis pestañas parezcan postizas y me asemeje a Betty Boop, así que, como no es plan de ir así a trabajar, prometo estrenarla para una cena o alguna salida de picos pardos con mis amigotas.

Y eso es todo, que no es poco. Muchas gracias otra vez, Gladys. Y que sepas que no sólo me has hecho unos regalitos estupendos sino que me has regalado un post en esta época de sequía creativa que estoy atravesando. Al final hasta le voy a pillar el gusto a esto de escribir posts de belleza, aun a riesgo de que me acusen de intrusismo…

miércoles, 8 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLV: No pasarán (Partes 2 y 3)


Como se ve que os va la marcha y casi todos me dijisteis que queríais continuar con la trilogía de los mosquitos, vamos hoy con el segundo y el tercero.

En el segundo anuncio, también vemos a alguien contemplando a una nube de mosquitos tras la ventana. En esta ocasión, es un niño quien los observa, con ambas manos apoyadas en el cristal y una cara de haber  perdido la fe en la humanidad que dan ganas de decirle que no todo está perdido. A este niño le veo posibilidades para protagonizar la próxima película que se perfile como ganadora absoluta de los Goya.

A lo que iba: la siguiente escena nos sitúa en el interior de la casa. Antes de pasar al diálogo tengo que hacer especial mención a la decoración porque pocas cosas he visto más eclécticas que esta. En ese salón conviven sin complejos un dragón negro, una copa gótica que haría las delicias de Drácula a la hora de tomarse un bloody mary en sentido literal, un conejito de plástico, cochecitos, un pez solitario en una pecera redonda y unos banderines en el techo (que desconozco si se han quedado ahí de algún festejo reciente o si el festejo pasó hace mucho y los banderines se quedaron ahí por pura dejadez). Ahora sí, vayamos al diálogo. La madre les dice a sus tres retoños (se ve que en esta familia todo funciona mediante plenarios) que tienen derecho a jugar sin miedo, como si fuese a soltar un discurso sobre la injusticia que supone que existan niños en situación de guerra pero no, la cosa se banaliza demasiado cuando suelta “recuperemos nuestra piscina”.

La madre decreta que hay que pasar a la acción y hacer frente a los mosquitos. Acto seguido, todos se colocan unas pulseritas (que por los comentarios del post anterior creo que quedó claro que no le funcionan a nadie) y salen todos corriendo al jardín. Uno de ellos ya con las gafas de buceo puestas (no sé yo qué tal se verá con eso para correr) mientras la niña se ha atado al cuello una toalla roja, a modo de capa de superhéroe, porque la hazaña que están realizando al combatir los mosquitos no merece menos.

El tercero es muy cortito pero no por ello menos jugoso. Si eres un despistado o un pasota que ha hecho caso omiso a eso de estar utilizando métodos preventivos contra las picaduras, tampoco pasa nada. Un hombre sentado en una silla en la piscina, ataviado con camisa hawaiana, recibe gustoso el stick que una mano cuyo dueño desconocemos le ofrece. Se lo pasa por su reciente picadura en el brazo y ya puede repantigarse a gusto en la silla, con los brazos detrás de la cabeza y un cóctel sobre la mesita, justo al lado del stick.

Espero que no los confunda porque el cóctel tiene pinta de dulce y no vaya a ser que no sólo atraiga a los mosquitos sino también a las abejas.

lunes, 6 de agosto de 2018

Crónicas Felinas CCLXV: Juegos de verano


Marrameowww!!!

Voy a contaros algo de lo que seguramente no os hayáis enterado porque apenas lo ha comentado nadie: hay ola de calor.

Hasta la bruja, que toda la vida ha sido muy fan del verano, se ha pasado el fin de semana pegadita al ventilador. Sólo salió a la calle por razones de fuerza mayor, dejándose ver en la calle a horas demasiado tempranas para un sábado, a fin de estar recluida en Bruja´s Manor antes de que el calor apretara demasiado.

Nosotros, por supuesto, hemos pasado la mayor parte del tiempo en modo babosa, reptando por el suelo o escondidos debajo de los muebles (porque entendemos que a la sombrita se estará más fresco). No obstante lo anterior, yo he desarrollado una nueva manía que, confieso, está destinada a desorientar a la bruja y acercarla un poquito más a la pérdida del poquito juicio que le queda.

Esto consiste en detectar cuando la bruja está haciendo algo en el portátil (esto puede ir desde escribir alguno de sus posts infames para este blog hasta chatear con algún conocido, pasando por jugar a algo o ver vídeos en TúTubo que nunca confesará haber visto) y, a continuación, tumbarme en el costado izquierdo del mismo. Sí, por donde sale el aire caliente.

Con esto tengo una doble ventaja. Desconcentro a la bruja porque empieza a decirme que me quite de ahí, que me va a dar el sarampión por estar pegado  a esa fuente de calor y, por otra parte, si estiro la cabeza en actitud mimosona fingiendo que me apetece que la bruja me toque con esas manos asquerosas que vete a saber qué habrán tocado, siempre consigo pulsar alguna tecla, lo cual es especialmente molesto para ella si está intentando escribir alguna de sus tonterías.

Así que empieza a empujarme para que me vaya, con la excusa de que me va a dar un golpe de calor, aunque en realidad lo que le pasa es que la estoy molestando sobremanera. Esa es la señal para que yo active el modo lapa, que consiste en hacer fuerza sobre la mesa para que sus empujones no consigan moverme ni un milímetro. Si finalmente se cansa, me coge en volandas y me baja de la mesa, no tengo más que volverme a subir y recuperar el sitio que me acaba de arrebatar.

Y sí, no voy a mentir, paso calor pero os puedo asegurar que merece la pena cuando veo que la bruja empieza a desesperarse porque  no la dejo hacer nada y porque no le apetece salir conmigo al veterinario  a que me traten por un golpe de calor (no os preocupéis que no pienso permitir que me dé realmente uno; a mí tampoco me apetece ir al veterinario pero me gusta coquetear con la  posibilidad para poner de los nervios a la bruja).

¿Y vosotros, animales que me leéis, cómo lleváis la ola de calor? ¿La estáis aprovechando para vuestros oscuros propósitos o estáis permitiendo que la canícula os venza?

Prrrrrr.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLIV: No pasarán (Parte 1)


Madre mía, que me acabo de dar cuenta de que estamos en pleno verano y todavía no os había traído ni un solo anuncio de productos para evitar las picaduras de mosquitos. ¿Cómo es esto posible? Si es que ya no sé ni dónde tengo la cabeza…

Pues eso, que si no os he traído ninguno no ha sido por ausencia de los mismos sino por absoluto despiste por mi parte pero no sufráis que procedo hoy, sin más dilación, a enmendar mi terrible error.

Es una saga de tres anuncios (que yo haya visto), donde la premisa general es armarse como los GEO´s cuando van a desarticular una célula terrorista para evitar que nos ataquen los zancudos.

En el primero de ellos, un hombre mira por la ventana hacia el jardín con cara de estar presenciando un paisaje postapocalíptico. El asunto es que entre los matojos revolotean millones de mosquitos y el hombre sufre ante la perspectiva de no poder disfrutar de su jardín, que sus buenos euros le habrá costado.

Pero, como decían los romanos “Non preocuparum, largum vivirum (est)”, para todo hay solución en esta vida. Convocan una asamblea familiar (porque el asunto a tratar no merece menos) y, una de sus integrantes (que debe ser la “portavoza”), dictamina que no pueden seguir sufriendo. Una de las asistentes a la asamblea, ante estas palabras tan demagógicas, se muerde el labio inferior y niega con la cabeza con una cara de angustia que da hasta ganas de darle un abracito.

A continuación, esta nueva Pasionaria coge a su marido (el hombre aterrado de antes) por la nuca y le dice mirándolo fijamente a los ojos “Recuperemos nuestro jardín”. Ahí ya viene la parte en que arenga a las masas y, diciendo que hay que pasar a la acción, conmina a todos a echarse spray antimosquitos por cuanta parte del cuerpo tengan visible. Grita que hay que hacer frente a esos mosquitos de ahí fuera y salen todos corriendo, con ella a la cabeza, que lleva un spray delante de sí como si fuera un lanzallamas. Se ve que ella  no entendió que el spray es para rociárselo a sí mismo, no para atacar a los bichos directamente; ya me la veo durante toda la barbacoa intentando atinar con el spray a cuanto bicho volador se le acerque. Se ve que como agitadora de masas es muy buena pero como entendedora de prospectos deja bastante que desear. Aunque, bien visto, peores son los otros, que van armados con una ensaladera, una espátula y un bote de kétchup.

No further comments.

Pensaba contaros la trilogía completa pero esto me va a quedar más largo que un día sin pan así que, en base a la acogida que tenga esta primera entrega, ya veo si la semana que viene os traigo el segundo y el tercero (el tercero es muy cortito, así que ese sí que lo puedo ensamblar junto con el otro).

Ya me vais diciendo si os apetece más.

lunes, 30 de julio de 2018

Crónicas Felinas CCLXIV: Que alguien llame a la policía


Marrameowww!!!

Vengo hoy a contaros un relato espeluznante que me tiene preocupado. A ver si vosotros, que me queréis más a mí que a la bruja, me dais la razón y llamáis a la policía o a quien sea que haya que llamar en estos casos.

Recientemente he descubierto una faceta de la bruja que desconocía. Ya sabía que es fea, que no es muy lista que se diga, que es una agarrada y muchas cosas más, todas malas, porque tras más de ocho años de convivencia uno termina conociendo a los humanos que le han tocado en suerte. Lo que no sabía es que también es una psicópata en potencia (o ya psicópata consumada; eso lo juzgaréis vosotros).

Os cuento. El otro día estaba durmiendo apaciblemente una de las múltiples siestas que me echo durante el día (algunas por aburrimiento y otras para evadirme de la realidad que me ha tocado vivir con estos humanos). El imberbe reposaba a mi lado y ahí estábamos, totalmente entregados a los brazos de Morfeo cuando, de repente, fue como que sentí algo. Llamémosle “presencia” o llamémosle “creo que esta cansina está por aquí”. Abrí un ojo y ¿qué me encuentro? Pues a la bruja mirándonos fijamente con esa cara que sólo la gente desquiciada es capaz de poner. La cabeza formando ángulo de cuarenta y cinco grados con su hombro derecho, los ojos brillantes con una mirada ausente y juraría que estaba a punto de dejar escapar un hilillo de baba por la comisura de los labios.

Efectivamente, nos estaba observando mientras dormíamos. Decidme si no es lo más creepy de todas las cosas creepy que habéis visto u oído en vuestras vidas. Imaginaos despertar un día y encontraros a alguien vigilándoos en vuestro sueño. Asusta, ¿verdad que sí? Pues figuraos cómo ando yo, que no sé si dormir con un ojo abierto, si esconderme en algún sitio para echar una cabezadita sin miedo a ser observado o si, directamente, dormir sin hacer uso de la retractilidad de mis zarpas y dejarlas directamente ya sacadas, como si fueran navajas de Albacete. Toda precaución es poca cuando se trata de tu propia seguridad (el imberbe que se ocupe de la suya; no voy a andar yo ejerciendo de guardaespaldas de nadie).

Otra opción sería dormir por turnos y que cada felino vigile que no suceda nada durante el sueño del otro pero esto me supone un doble problema. Primero, no confío en que Munchkin no se vaya a quedar frito en plena guardia, porque él es muy de caer desmayado allí donde le pilla el sueño y, segundo, eso supondría tener dos pares de ojos observándome mientras duermo. Demasiada presión.

¿Huyo de esta casa sin mirar atrás? Y, en caso afirmativo, ¿a dónde? No es cuestión de irme a la calle con una pata delante y otra detrás porque a ver de dónde saco yo el pienso y esas cosas que necesito para tener una vida medianamente confortable.

¿Qué me aconsejáis? Tengo mucho miedo.

Prrrrrr.

jueves, 26 de julio de 2018

¿El surrealismo se toma vacaciones?


Sí, lo sé. El Mundial terminó hace un rato largo y yo sigo a trompicones con el blog. Al final, voy a tener que dejarme de excusas y asumir la triste realidad. Esto es: en mi vida no pasa absolutamente nada interesante y el surrealismo me ha abandonado.

Desconozco si esto me sucede todos los veranos. Por norma general, a estas alturas del año yo debería haber colgado el cartelito de “Cerrado por vacaciones” en el blog y estar disfrutando del dolce far niente hasta que se me ocurriera regresar, en esa actitud anárquica que me caracteriza para los regresos (es que os quiero pillar desprevenidos por si acaso estáis hablando de mí).

Pero este año, por motivos que ya contaré, una servidora no disfrutará de su descanso hasta septiembre, lo que hace que tenga que enfrentarme semana a semana a una página en blanco y un cursor que parpadea, arrogante, desafiándome a llenar el espacio con palabras.

Y en esas ando. No me culparé yo sola, no obstante. Porque, si decimos las cosas como son, tampoco es que pueda afirmarse que el resto de blogs sea a día de hoy un hervidero de producción. Estamos todos como de capa caída. No sé si será el calor aunque, al menos por los Madriles, hay que reconocer que este verano está siendo bastante light en lo que a temperaturas extremas se refiere. No hemos llegado a los cuarenta grados ni un día, y eso es algo que en Madrid debería preocuparnos. Tal vez se deba a que, como este año el verano ha tardado tanto en decidirse a aparecer, quizás en noviembre todavía estemos tomando “relaxing glasses of granizado” en la Plaza Mayor. Qué sé yo. El caso es que nunca se me ocurre de qué escribir y, cuando alguna idea se atreve a revolotear por mi cabecilla, resulta ser una idea como blandurria; inconsistente. Algo que no se puede asir con facilidad y, mucho menos, darle forma. Esto sí debe ser por el calor, que los materiales se reblandecen y no hay manera de que queden como uno quiere. Tengo apuntadas en mi “lista de ideas para el blog” (porque estaré más seca que el Sahara pero sigo siendo organizada) un par de cosas que, en un principio, creo que podrían funcionar pero luego pienso ¿y cómo saco yo quinientas palabras de esta tontada? Y me da un perezónnnnn. Pensar en verano es mucho esfuerzo. Ahora voy entendiendo por qué prefiero cerrar el blog en julio.

Y, claro, liarme a escribir para hacer una mini-entradita de nada, pues me da como cosilla, para qué os voy a mentir. Al final sentiría que os estoy estafando. Como cuando llega un día en que te percatas de que las patatas fritas que siempre comprabas cada vez traen menos cantidad por el mismo precio, y como que paso de que me denunciéis a alguna asociación de consumidores.

Más que nada porque tendría que redactar una carta de alegaciones y, adivinad. Me da pereza.

miércoles, 25 de julio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLIII: Los superquesos


Vamos hoy con un anuncio de quesitos. No de quesitos cortados en triángulo, que ya aparecieron alguna vez por aquí, sino de estos quesos de bola chiquititos tan famosos y que, hasta donde yo recuerdo, nunca han sido protagonistas de esta sección.

Supongo que la idea global de la campaña es conseguir que los niños vean comer queso como algo divertido. Siempre me ha llamado la atención eso de la “diversión” en la comida; la comida es comida y ya, no sé si tiene que considerarse divertida para deglutirla. ¿El entretenimiento está por encima del sabor? ¿Si enseñamos a un plato de lentejas a protagonizar un espectáculo de variedades, los niños se las comerán sin rechistar? A mí hasta me daría pena comerme algo que me ha proporcionado un buen show. Bueno, que me disperso, como es mi costumbre. A lo que iba.

Hace un par de años ya empezaron con esta idea y mostraban un quesito que se transformaba en superhéroe utilizando la cera protectora que lo recubre a modo de capa. Más tarde veíamos a un niño jugando con el quesito, fingiendo que el producto lácteo volaba por los aires al grito de “Soy Superquesoooo”. Dejé pasar el anuncio en su momento porque, aparte de comentar que en estos tiempos de móviles, tablets y consolas portátiles, me extrañaría mucho que un niño encontrase mucha diversión en hacer volar a un queso pero poco más podía añadir, por lo que la cosa me iba a quedar bastante escasa. A la vista está, dado que os he contado ese anuncio en medio párrafo.

Pero este año han vuelto a la carga con los quesos con superpoderes y, retomando aquella idea, han ido un paso más allá y vemos a una madre rebuscando en el mueble de la cocina. Unos quesos espían mediante una cámara desde su cuartel general (no puedo creer siquiera que acabe de escribir esta frase). Se percatan de que la madre no tiene ni idea de qué ponerles de merienda a sus infantes, por lo que los quesos salen volando (literalmente, con el envoltorio convertido en capa) y aterrizan sobre la mesa de la cocina, donde la madre los encuentra y decide que es algo ideal que meter en la mochila de sus hijos. O sea, tú te encuentras comida por arte de magia en la mesa y, sin ningún tipo de duda, se la pones de merienda a tus vástagos, sin dudar ni por un momento que algo surgido de la nada va a ser bueno para ellos.

El quesito va a parar a una bolsita donde vemos, además, una manzana, una botella de agua y un muñequito. Me preguntó quién metería juguetes entre la comida pero no soy madre así que, qué sabré yo.

Los quesos terminan locos de alegría al ver cumplida su misión y vemos a uno de los niños zampándose el quesito en la cocina.

Pues luego para la merienda sólo tendrá agua y una manzana. Que no se ande quejando después.

lunes, 23 de julio de 2018

Crónicas Felinas CCLXIII: La lucha territorial


Como os comentaba en esta entrada la bruja y el consorte se habían decidido a poner algo de mobiliario en el dormitorio (por si estabais siguiendo con interés el devenir de la historia, os adelanto que no, no han puesto todavía el cabecero, aunque ya han comprado los implementos para instalarlo, lo cual es todo un logro).

Dado que ahora tenemos sifoniers, hemos decidido que es un lugar ideal para dormir por las noches. Tiene doble ventaja, ya que, por un lado, quedan justo enfrente de la ventana, por lo que nos da el airecillo nocturno (hay que decir que este verano el tiempo está siendo generoso y, de momento, no hemos sufrido calor asfixiante de ese que nos obliga a estar todo el día arrastrándonos cual babosas por el suelo; la bruja no está tan contenta porque a ella le gusta eso de estar a cuarenta grados. Es lo que tienen los reptiles, que al tener la sangre fría necesitan salir al sol del desierto) y, por otro lado, porque al estar en una posición elevada, nos permite vigilar a los humanos mientras duermen; no sea cosa que se pongan a comer a las tres de la mañana y no inviten a nada, que yo de ellos ya me espero cualquier cosa.

Si bien hay dos sifoniers y debería haber espacio para dormir ambos cómodamente, el sueño nocturno se ha convertido en una disputa territorial en toda regla. Por norma general, el que esté más avispado de los dos, corre al dormitorio media hora antes de la hora humana de dormir (nunca entenderé esa costumbre humana de dormir a ciertas horas que tenéis los humanos; lo suyo es dormirse cuando te pilla el sueño pero una vez le pregunté a la bruja al respecto y me salió con cosas muy raras de que a sus jefes no les hace mucha gracia eso de que se duerma en el trabajo y que, si optan por prescindir de ella, ya me puedo ir despidiendo del pienso de marca) y pillar sitio. Esto no es garantía, no obstante, de que habiendo realizado este hábil movimiento, el gato espabilado vaya a dormir toda la noche en el palco presidencial. Siempre puede venir el gato despistado a morder el cuello de su adversario y sacarlo de malas maneras, haciéndose con el espacio en discordia.

Lo que termina sucediendo finalmente, es que cambiamos de sitio varias veces durante la noche. Uno va y se tumba en los sifoniers, el otro lo echa a mordiscos y arañazos quedándose ahí frito  pero, pasadas unas horas, el gato desterrado ataca por sorpresa al enemigo obligándolo a bajar a la cama (que es algo así como el premio de consuelo, porque en invierno los humanos dan calorcito rico pero en verano dan calorcito asquerosito y sudoroso).

Los humanos, presas del desconcierto, no saben a quién tienen a los pies y tienen miedo de que ese alguien sea Munchkin, con lo amante de arañar pies bajo la sábana que es.

Prrrrrr.

miércoles, 18 de julio de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLII: ¿Pesadillesco o ni tanto?


No sé si éste me resulta taaaaan pesadillesco porque el tipo de producto se presta a hacer el chorra, con lo cual lo disculpo pero, como sé de gente a la que los anuncios de esta marca le producen urticaria, pues yo lo traigo y así juzgáis vosotros mismos.

Se trata de un refresco en su versión “cero”; es decir, sin azúcar y, para mi gusto, sin gracia ninguna.

Por tanto, nos van a cantar una cancioncilla destacando las bondades de poder pasárselo bien con “cero”. Lo primero es un chico que pone una canción en una juke-box en un restaurante cincuentero americano. La camarera canta fingiendo que su mano es un micrófono mientras un compañero toca una guitarra invisible. A pesar de todo, dice que su swag llega hasta Japón. Para demostrarlo, nos enseñas a dos japonesas y un japonés vestidos con ropa estridente. Él lleva una visera sin parte de arriba y ellas como unas orejitas de gato. La imagen no es nada estereotípica, como podéis comprobar. Los tres levantan al aire sus mecheros invisibles.

Vemos a unos chicos con pinta de “malotes” (lo pongo entre comillas porque un malote de verdad podría con estos tres en un abrir y cerrar de ojos), que fingen lanzar billetes por el aire. Aclaran que ningún billete es real y un chico despeinado y con gafas (nuevamente no se han dejado llevar por los prejuicios) dice que, entonces, eso es como las criptomonedas. A continuación, mueven las manitos hacia los lados diciendo que, sin volante, pueden vacilar lo mismo. No, chavales, no. Con el gestito ese del volante invisible y los billetes “virtuales” lo único que conseguís es dar pena y algo de vergüenza ajena pero vosotros veréis lo que hacéis.

Muestran una caravana donde repiten la fórmula de micrófono “de mano” pero le suman un solo de batería en el aire.

Esa escena ahí queda y, de repente, nos vemos en las fiestas de un pueblo, donde una chica hace el consabido pasito de intentar atraer un chico hacia sí con una caña de pescar imaginaria. Hace mucho que no salgo pero eso se hacía en tiempos de mi juventud, por lo que imagino que ese gesto habrá quedado en el baúl de los recuerdos de Karina y los millenials no tendrán ni idea de qué narices es eso. Por aquí se prodiga poca gente tan joven pero, si hay alguno en la sala, que se manifieste y comente si saben de qué va el rollo de la caña.

Un chico hace como que baja una escalera tras un mostrador. Vaaaaaale, confieso que esa tontería la he hecho yo alguna vez. Soy de un original que asusto.

Y ya, por último, pasamos al mundo de los deportes donde unos se juegan el saque a piedra, papel o tijera; sale una que pretende ser la que se apoyaba en una caja invisible y unos futbolistas con arcos imaginarios.

La escena final es un brindis donde fingen que sujetan vasos.

Y ya.

lunes, 16 de julio de 2018

Crónicas Felinas CCLXII: Objetivo conseguido


Marrameowww!!!

El que la sigue, la consigue. A veces tardamos en ver cumplidos nuestros objetivos pero, si algo me ha dejado esta experiencia, es la certeza de que en esta vida hay que ser perseverantes y no cejar en el empeño.

Tras más de un mes de duras negociaciones con la patronal (AKA “los humanos”), donde hubo hasta amenaza de huelga, me complace anunciaros que cuento con nuevo platito (si alguien no sabe a qué viene esto porque sea un humano infiel que campa por otros blogs en vez de estar pendiente de mis aventuras y desventuras, puede enterarse del origen del conflicto pinchando aquí).

Ha sido muy difícil, sí, pero no sabéis la satisfacción que me produjo cuando vi llegar un día al consorte portando en su mano un platito lila con dibujos de raspas de pescado en su canto. No sé por qué a los gatos se nos asocia siempre con las raspas de pescado. Cuando nosotros conseguimos que nos den algo del pescado que están comiendo ellos, no nos dan las raspas, sino la mollita más tierna y rica que encuentran, porque son sabedores de que somos el rey y el príncipe de la casa (creo que no hace falta que aclare quién es quién) y, por ende, tienen que darnos lo mejor de lo mejor. No me conformaría con unas espinas de las que únicamente sacaría un pinchazo en mi delicado morrito.

Pero bueno, con raspas o sin ellas, el caso es que tengo plato nuevo. Eso sí, el consorte tuvo la prudencia de comprarlo metálico, supongo que con vistas a evitar nuevas roturas y sus posibles consecuencias conflictivas.

También tengo que decir que lo compró de un tamaño más pequeño, tal vez con la vana esperanza de engañarme y que yo me crea que está más lleno de lo que en realidad está. De sobra está decir que no me engañan porque mi estómago vuelve a rugir pasada la misma cantidad de horas que antes, lo que significa que la cantidad de alimento ingerido sigue siendo la misma. Se piensan que, como uno es un felino y se supone que no sabemos de matemáticas, no me voy a percatar de ese detalle. Pero en fin, eso sí que ya es una batalla perdida. Tampoco me quejo, porque si me pusieran más comida no tendría hambre a las seis de la mañana de un sábado y no podría dar por saco para que se levanten a alimentarme.

Así que, aquí va un Forlán-consejo. No dejéis de luchar por vuestros sueños y manteneos firmes en vuestras reivindicaciones. Hay que mantenerse en la lucha hasta ver satisfechos nuestros requerimientos. Dar la barrila es una técnica, en mi opinión, infravalorada entre los humanos porque a la vista está que ofrece magníficos resultados. Por lo que a partir de mañana ya podéis empezar a ser cansinos con vuestros jefes, con vuestras parejas, con vuestros hijos y con el vecino del quinto que monta fiestas todos los fines de semana.

Resultados garantizados.

Prrrrrr.