Escríbeme!!!

¿Sugerencias? ¿Comentarios? ¿Quieres venderme algo o cyber-acosarme? Escríbeme a plagiando.a.mi.alter.ego@gmail.com

jueves, 31 de marzo de 2016

¡Cuánto relax!

Hubo un día de estas pasadas vacaciones que el churri y yo decidimos ir a un spa. Para relajarnos, o eso se supone. Bueno, la verdad es que sí, que relajados salimos, aunque a veces me pregunto si no será que este tipo de actividades terminan relajando porque uno ya va con la mentalidad de que va a salir como nuevo porque, en realidad, si nos ponemos a pensar, hay multitud de elementos estresantes en un circuito acuático de esos.

Para empezar, yo soy incapaz de seguir el orden correcto de uso de las instalaciones. Al entrar viene una lista con la secuencia exacta que se supone que hay que seguir para que la experiencia sea de lo más fructífera, con sus tiempos y todo. Vamos a ver, si ya de entrada me tengo que aprender de memoria una secuencia de veinte pasos con sus correspondientes duraciones y, encima, estar pendiente del reloj, pues ya vamos mal. Otra opción sería llevarme una libreta waterproof para tomar notas a la entrada o bien estar volviendo a la entrada al finalizar cada etapa para ver qué es lo que sigue. Nada, pasando y a hacer lo que me dé la gana, como siempre.

Lo primero es la irónicamente llamada “ducha de bienvenida”. No sé si estáis acostumbrados a que os den la bienvenida a los sitios tirándoos agua helada encima pero yo prefiero que me inviten a un refresco y un sándwich de salmón ahumado con cebollino. Luego ya te puedes meter en una piscina de agua calentita que es una gozada, la verdad. Dentro de la piscina hay diversos elementos de tortura como unos chorros que te dan en la espalda a mala leche y unas sillitas con un montón de burbujas que molan un montón si no fuera porque yo peso poco más de cincuenta kilos y me lleva la corriente, como al camarón que se duerme, por lo que lo que puedan relajarme las burbujitas en las lumbares lo compenso con el esfuerzo sobrehumano que hago con el brazo al sujetarme a la barrita para no salir despedida al otro extremo de la piscina. Todo esto mientras cierro los ojos para que no me entre agua con cloro debido a las salpicaduras de los asistentes que están usando los chorros asesinos.

Hay también una mini piscinita con agua congelada donde metí el dedo gordo del pie. A día de hoy lo noto mucho más relajado. En la sauna finlandesa aguanté como cinco minutos pensando que en ese momento estaría más a gusto en Hoover Dam a la una de la tarde en julio (conté mi experiencia aquí). Pero como no sólo de sauna vive el hombre, también está la terma, donde ni siquiera entré porque, al abrir la puerta y ver el vapor hirviendo que salía de ahí dentro, pude comprender lo que siente un spaghetti  a punto de ser lanzado a la olla. Siento mucho más respeto por ellos ahora. Así que, mientras el churri se escaldaba, yo me fui al pediluvio, que consiste en caminar descalza por unas piedras mientras te sueltan chorros de agua fría en las piernas. Vamos, que si por circunstancias de la vida hubiese que caminar por un sitio así, una persona en sus cabales se pondría unas cangrejeras en lugar de ir descalzo pero en este mundo loco nos ponemos las cangrejeras en la naturaleza y luego pagamos por ir a caminar descalzos sobre las piedras.

Y luego llegó el momento del jacuzzi, que eso sí que mola, ahí no hay peros que valgan.

Para ir finalizando, te metes en lo que dan en llamar “ducha de contraste” que es lo mismo que pasa en casa cuando te estás duchando y alguien tira de la cadena. Ahora fría, ahora caliente… Y en casa chillaríamos algo como “¡dejad de fastidiar ya con el agua!” pero en el spa eso mola mucho.

Y ya, por fin, te sacas un té y te vas a una habitación que huele a incienso a tomártelo en una tumbona, preguntándote cuándo será el momento en que puedas volver.

Porque, curiosamente, quieres volver.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXXIII: Cómo vender a través del asco

Desconozco si de este anuncio había visto una versión más reducida o si no le presté demasiada atención cuando lo vi pero no fue hasta que Chema me pasó el enlace vía Facebook que me di cuenta de cuán pesadillesco era el spot que hoy procedemos a destripar.

Se trata del anuncio de un stick para pasarse por las uñas y así evitar morderlas (supongo que tiene que saber a rayos aunque recuerdo que, en mi adolescencia, cuando tenía yo esa mala costumbre probé un producto similar y, por mal que supiera, yo me las mordía igual y allá películas). Bueno, el caso es que el producto es ese y podrían haberse valido de argumentos tales como que es una costumbre fea que nos hace parecer un poco atolondrados y que encima nos dejamos las manos hechas un cristo, han decidido conquistarnos por la vía de la repugnancia. A los hechos me remito:

Lo primero que vemos es una mano masculina rascándose o acomodándose sus partes íntimas antes de lanzar una bola en un partido de tenis. En primer plano, porque para qué vamos a andarnos con sutilezas.

A continuación, un perro rebusca entre la basura para recuperar la pelota de tenis que el anterior jugador de “rasca y gana” ha lanzado ahí demostrando que, aparte de ser un guarro, es nulo jugando al tenis.

Una mano lucha con el perro para quitarle la pelota de la boca y, una vez  que lo ha conseguido, se sacude para eliminar las babas chorreantes que han ensopado dicha extremidad (en serio ¿tanta baba puede dejar un perro en un momento?).

El propietario de la mano babeada se dirige a casa de su amada. Mientras toca el timbre, aprovecha para rascarse el trasero con la misma mano que fue babeada por el perro husmeador de basura que portaba la pelota previamente tocada por el de los picores íntimos. Vais siguiendo la historia, ¿no?

Ya en el salón de la casa, este pobre chico que debe tener lombrices le da la mano a su querida novia, quien, acto seguido, se muerde una uña de la mano con la que ha tocado la mano llena de gérmenes de su adorado partenaire.

Y ya rematan diciendo que, cuando te comes las uñas, no sabes lo que te estás comiendo. Muy agradable todo.

Supongo que todo esto podría evitarse con dos sencillos pasos. Uno, que la gente no sea tan guarra y deje de rascarse según qué partes y de tirar basura en mitad de la calle. Dos, que se laven las manos al llegar de la calle. Mi suegra es muy fan de esto último y podría darles una lección a todos ellos.

Y así la chica se puede morder las uñas todo lo que quiera. Seguirá llevando las manos hechas un desastre pero al menos no morirá de alguna enfermedad infecto-contagiosa. Creo que el problema no es de la chica por morderse las uñas, sino de todos los demás por ser unos cerdos.

He dicho.

Actualización mayo de 2016: Este anuncio ha resultado uno de los ganadores del PAPA (Premio al Anuncio Pesadillesco del Año) edición 2016. Le entregamos su premio para que disfrute:


lunes, 28 de marzo de 2016

Crónicas Felinas CLXXI: ¿Altruismo o egoísmo?

Marrameowww!!!

Un día de estas pasadas vacaciones, la bruja y el consorte llegaron a casa con un nuevo artilugio. Era como una gran caja de plástico con puerta abatible y dibujitos de gatos que plantaron en mitad del salón.

Como soy de naturaleza intrépida, luego de husmearlo un poco decidí abrir la puertecita y meterme dentro. No tenía cojincito ni nada y, la verdad, me pareció un poco cutre para ser una nueva camita. Tenemos una especie de sofá y una casita con su tejado y hasta una bolita dentro para jugar, aparte de nuestro castillito de tres plantas y, por descontado, la cama de nuestros humanos, que es ideal para estirarse a placer y robarles espacio vital en el proceso, por lo que esto me parecía demasiado duro e incómodo pero, por no hacer el feo y no despertar las iras de la bruja, que es capaz de darme pienso de marca blanca en venganza, me eché una siesta dentro mientras Munchkin miraba con desconfianza.

Cuál no sería mi sorpresa cuando, al día siguiente, veo que llenan de arena la misteriosa casita y la colocan en sustitución de nuestro querido y archiconocido arenero. Me quedé un tanto desconcertado preguntándome “¿en serio pretenden que hagamos nuestras cosas ahí?”. Es decir, no tengo nada en contra de la intimidad (de hecho, yo soy el primero que es incapaz de cumplir con la llamada de la naturaleza si hay alguien mirando) pero con este invento tengo que agachar la cabeza para satisfacer mis necesidades fisiológicas y por todos es sabido que un gato no agacha la cabeza ante ninguna circunstancia. La dignidad está ante todo.

Además de esto, se nos complica la tarea de arañar y romper la bolsita que pone la bruja para vaciar el cajón con comodidad y limpieza. Nosotros éramos unos maestros en dejarla hecha un pingajo para que al final aquello fuera como un colador y no cumpliera en modo alguno su cometido.

Tiene un inconveniente añadido y no es otro que el hecho de que con esto no podemos convertir el baño pequeño en una playa pataleando fuera todo el contenido de arena del cajón (igual nos las apañamos y algo conseguimos expulsar fuera pero hay que reconocer que se necesitan ímprobos esfuerzos para una tarea que antes realizábamos sin sudar ni un poquito). No sé si la idea es que hagamos más ejercicio porque me resisto a creer que lo han comprado pensando justamente en que no pataleemos la arena, con lo divertido que es (tanto el hecho de patalearla en sí mismo como verlos después barriendo). No, no pueden ser tan crueles de querer vernos privados de semejante rato de divertimento, ¿o sí?

Total, que no sé muy bien qué pensar de esto. Si lo han comprado por nuestro confort e intimidad pues me parece bien, aun sacrificando algo de diversión en el proceso pero si lo han adquirido por su propia comodidad para no tener que andar barriendo tanto, me parece un acto tremendamente egoísta. 

Prrrrrr.

jueves, 17 de marzo de 2016

No es más que un “hasta luego”

Hoy vengo con una entrada cortita. Muy cortita. Este cuerpecito serrano se va a disfrutar de una semanita de vacaciones y, ante la perspectiva, hasta escribir un post largo me está dando vagancia. Bueno, lo de que el cuerpito serrano se va es un decir porque en realidad pienso quedarme en mi casa haciendo el vago a placer y tal vez salga de vez en cuando por algún plan improvisado (o a comprar comestibles para no morir de inanición).

No sé si comentaré blogs o no, aunque supongo que lo leeré todo pero yo cuando desconecto, desconecto de todo.

Sed buenecitos y secaos esas lagrimillas. Esto no es un adiós; sólo un “hasta luego”.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXXII: El lago de los pavos

Para los que no lo sepáis, os informo que me gusta mucho la danza, por lo que este anuncio se supone que debería gustarme. O tal vez me horripile justamente el hecho de que tan noble arte se banalice de semejante manera. Mis procesos mentales son incomprensibles hasta para mí.

El caso es que vemos un bailarín en medio de un escenario sosteniendo con delicadeza en su mano una rebanada de pan cubierta con jamón curado de pavo. Mira la rebanada con veneración y vemos aparecer tres bailarinas con más rodajas de pan en sus manos. Al ver al chico, se quedan estáticas, víctimas del shock más profundo ante lo que tienen delante de sí. Una de ellas se acerca al maromo en forma desafiante y comprobamos que la rebanada de pan de ella está cubierta por tristes lonchas de pavo del de toda la vida que, en comparación con la suculenta rebanada del bailarín, no tienen nada que hacer.

Y aquí comienza lo que podríamos llamar la representación del Lago de los Pavos. Él la sujeta por la cintura y dan unas cuantas vueltas consiguiendo mantener las lonchas de jamón de pavo en perfecto equilibrio. No se le cae ni una, por suerte para el resto de bailarinas que así no terminan resbalando y descalabrándose. Todas bailotean alrededor de su nuevo objeto de deseo, queriendo hacerse con el delicioso jamón de pavo.

Él sostiene su rebanada en alto y hasta da un salto para alejarla de las garras avariciosas de estas mujeres consumidas por la gula (la del norte y la del sur).

Pero con lo que él no contaba era con la astucia de una de las bailarinas que, dando un grácil y majestuoso salto (o “jeté” para que veáis que de algo me acuerdo de las épocas en que yo también daba saltitos) se apodera sin piedad de la codiciada tapa, ya pensando en lo bien que le vendría una cervecita para acompañar y que no se le haga bola.

El bailarín cae  de rodillas al suelo, frustrado, quebrado de dolor. Extendiendo sus brazos hacia la ladronzuela, no sé si suplicando que le devuelva su rebanada o que, al menos, no sea rata y le permita darle al menos un mordisquito para probarlo. Pero ella se aleja y vemos cómo le hinca el diente con ojos de evidente placer. Qué mala pécora.

Y ahí la voz en off nos informa que ha llegado la sofisticación al mundo del pavo. ¿La sofisticación al mundo del pavo? Eso me suena a ponerle un logotipo de Chanel a una camiseta de los chinos. No tengo yo muy claro que comer jamón curado de pavo sea algo muy sofisticado pero qué sabré yo, una humilde chica de clase trabajadora. Lo mismo lo más cool del momento es comer tapas de jamón de pavo y yo aquí, como una tonta, soñando con caviar o, al menos, con anchoas del Cantábrico.

Debe ser que soy una pava y no me entero de nada. 

Actualización mayo de 2016: Este anuncio ha resultado uno de los ganadores del PAPA (Premio al Anuncio Pesadillesco del Año) edición 2016. Le entregamos su premio para que disfrute:


lunes, 14 de marzo de 2016

Crónicas Felinas CLXX: Esa píldora que os dan…

Marrameowww!!!

Hace como una semana llevaron a Munchkin al veterinario a desparasitar. A mí no me llevan porque me tomo la pastillita en casa estupendamente ya que sé de buena tinta que, después de la pastilla, hay latita de premio así que la ganancia es doble: Como algo rico y, como bonus track, me ahorro la visita al veterinario.

Pero Munchkin es otro cantar. No hay forma humana (ni felina) de que se tome la pastilla. Cierra la boca como si se la hubiera pegado con superglue y tira unos zarpazos que harían temblar a cualquiera. Por si alguien pretende sugerir que se incluya la pastilla machacada en algo que le guste mucho ya os voy diciendo que os podéis ahorrar el consejo. Está probado y descartado; el imberbe no parece muy listo a simple vista pero para la comida tiene un auténtico don. La vez que intentaron camuflarle la pastilla en una latita se quedó mirando a los humanos con cara de “eso os lo vais a comer vosotros”. Me consta que la bruja ha dado pastillas a muchos gatos en esta vida y ninguno se le ha resistido tanto como él así que, hartos de luchar, nuestros humanos decidieron llevarlo al veterinario cada tres meses a que le pinchen en el culete porque ni siquiera el más avezado de los profesionales fue capaz de conseguir que el imberbe se tragara la pastilla.

Y si la cosa se quedara ahí, pues bueno, estrés y pinchazo que se ha llevado habiéndolo podido evitar pero no, el tema va más allá porque el hecho de ir al veterinario implica que éste, para demostrar su profesionalidad, te eche un vistacillo general para comprobar tu estado de salud y que lo tienes todo en su sitio (a mí, siempre que voy, me miran los ojos y las orejas como si les sorprendiera encontrarlos emplazados ahí) y, en esto que estaba el veterinario revisando, y va y se topa con su chichota colgante. Se supone que todos los gatos debemos tener un poco de barriguilla que, según parece, se llama “bolsa primordial” pero el problema es que Munchkin la tiene primordial y secundaria. Es una barbaridad lo que se menea eso cuando corre. Parece que llevara una riñonera rellena de flan.

En conclusión, que lo han puesto a dieta. No es que tenga que comer pienso especial pero sí les han dicho a los humanos que le bajen la ración de comida y yo me troncho, claro está. Si se hubiera tomado la pastilla sin hacer tanto escándalo no tendría ahora que andar pasando hambre porque le seguirían dando la ración de siempre. Al menos, hasta que le hubiese tocado la vacuna, que de esa visita sí que no se libra nadie.

Por suerte yo tengo un cuerpo envidiable y sé que nadie me va a recortar la manduca. Mi bolsa primordial está en un tamaño ideal y seguro que podría desfilar en la próxima pasarela gatuna o salir en la portada de “Cat´s Health”.

Prrrrrr.

jueves, 10 de marzo de 2016

Se busca inmortal con miedo a lo paranormal (razón aquí)

El sábado pasado, mientras yo hacía el indio en Internet, el churri veía “Los Inmortales”. Sí, el churri es casi igual de moderno que yo; vivimos estancados en los 80.

A pesar de la banalidad suprema que planeaba sobre nuestro salón, a mí el tema me dio que pensar (porque yo con cualquier cosita me apaño para ponerme a filosofar; es lo que tiene tener una vida poco interesante, que todo te llama la atención y te proporciona horas de profunda reflexión) y le comenté al churri que eso de tener una pareja inmortal tiene que tener muchas ventajas. Y él, pobrecito que no escarmienta, cometió la imprudencia de preguntarme por qué.

Mi respuesta fue que, cuando tienes una pareja inmortal, sabes con seguridad que el primero en morirte vas a ser tú, así que le dejas a él/ella el marrón del papeleo, el velatorio, el entierro y el lloriqueo. A mí eso me parece un chollo, qué queréis que os diga. Yo firmaría ya mismo por ser la primera en morirme. Es una mezcla de egoísmo, vagancia y espíritu gótico. Aparte, me molaría convertirme en fantasma para cambiarle las cosas de sitio y darle sustos a media noche. Sin duda, me pido “prímer” para morirme.

El churri replicó que ser inmortal es muy aburrido y yo le dije que yo no quería ser inmortal sino tener una pareja inmortal. Entonces él me dijo que estar con una persona inmortal es un rollo, que es alguien que ya lo ha visto todo en esta vida, que lo mismo lleva vivo desde 1523 y que ya estaría de vuelta y media de todo.

Yo eso lo solucioné rápido, decidí emparejarme con un inmortal reciente, que digo yo que estará con todo el subidón de sus primeros momentos de inmortalidad en plan “¡¡Mira cómo me doy cabezazos contra la pared, esto es una cañaaaaaa!!!”. Si lo mandase a bajar la basura no tendría ni que esperar el ascensor. Se tiraría por la ventana, directamente. Así no hay quien se aburra, oye. Una visita al parque de atracciones con un inmortal tiene que ser una fiesta porque le daría igual saltarse toda la normativa de seguridad de los cacharros. Incluso, si se aburre, puede tirarse del carricoche en marcha para irse a buscar un helado o algo.

Así que mi nuevo plan para el 2016 es buscarme una pareja inmortal para librarme de complicaciones varias y practicar para fantasmearle una vez que me muera. Aparte, otra ventaja sería que nunca me sentiría culpable por fantasmearle  a un inmortal. Sería imposible matarlo del susto, así que podría manifestarme en plan poltergeist haciendo volar la cubertería por los aires y hasta clavarle un cuchillo en un ojo sólo por diversión.

No me diréis que no es un planazo. Si alguien conoce a algún inmortal que esté de buen ver y que no haga demasiado tiempo que esté en dicha condición, que me deje aquí abajo sus datos.

Si le asustan los fantasmas, mejor que mejor.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXXI: Unos pican y otros non

Este anuncio me desconcertó más por el contexto que por el mensaje. Va así:

Alrededor de la mesa de un sórdido, oscuro y frío sótano se sientan un chico, una chica, un koala, un conejo y creo que un pato (lo veo de espaldas y no está entre mis habilidades distinguir de espaldas muñecos de peluche gigantes y semovientes).

Juegan a un juego peligroso. Pasarse una bolsa de aperitivos en forma de triangulito (los aperitivos; la bolsa tiene forma de bolsa), probando un triangulito cada uno. ¿Dónde está la gracia?, os preguntaréis. Pues en que estos triangulitos son como los pimientos de Padrón, que unos pican y otros “non”.

Una vez terminado su turno, el koala le acerca la bolsa a la chica quien con cara de profundo terror, coge un triangulito y se lo lleva a la boca ateniéndose a las consecuencias mientras el conejo la observa meneando la naricilla. Tiene suerte y parece que ha pillado uno que no pica.

Le pasa la bolsa a su compañero humano, sentado a su derecha. Éste coge el triangulito y se lo piensa mucho. Por cierto, en este plano he conseguido ver la cara del tercer bicho al que al principio veía de espaldas y… no sé lo que es ¿Una foca? ¿Un oso? ¿Una nueva especie aún por descubrir? Ni idea. Volvamos al muchacho. En cuanto está por meterse el triangulito al buche, se arrepiente y comenta con voz agónica “No puedo”. Ipso facto, se convierte en gallina que cacarea y todo.

Y por eso digo que entiendo el mensaje pero no el contexto. Es comprensible que se convierta en gallina por no atreverse a comer el triangulito pero ¿y los otros animales? ¿Alguien os ha tildado alguna vez de cobardes llamándoos koalas, conejos o… seres indeterminados? ¿Qué pintan todos esos bichos de peluche ahí? ¿Debemos presuponer que antes también eran humanos pero se han ido transformando en peluches a medida que avanzaba el juego, como nuestro amigo-gallina? ¿O siempre fueron la chica y el chico pero les faltaban tres más para la partida y decidieron llevarse a unos que estaban sacándose fotos con los turistas en la Puerta del Sol? Yo quiero saber qué vienen a representar el koala, el conejo y la otra cosa rara (por lo que más queráis, si alguien sabe qué animal es ese, que me despeje esta incógnita).

Y, ya que estamos con las dudas, ¿cuál es la gracia de comprar algo que no sabes si va a picar o no? ¿Reírte de tus colegas cuando pillan uno que pica y terminan aullando? ¿O es para gente a la que le van las emociones fuertes pero prefiere que sea una sorpresa? Recuerdo que el churri y yo una vez compramos unas patatas fritas con wasabi. Picaban una barbaridad pero uno ya sabe a lo que se enfrenta. Eso de andar cogiendo la comida con miedo  no sé yo si será bueno para la digestión.

Aunque luego te tomas un yogur con bífidus y solucionado. 

lunes, 7 de marzo de 2016

Crónicas Felinas CLXIX: A falta de pies, buenas son manos

Marrameowww!!!

Supongo que recordaréis, porque mis entradas son inolvidables, no como las de la bruja que son flor de un día y pasan sin pena ni gloria, cuando os contaba que Munchkin era muy aficionado a clavar su uña en el pie de la bruja mientras duerme plácidamente (por si es la primera vez que me lees o tienes memoria de pez, me refiero a esta entrada).

Pues eso, que Munchkin era muy feliz clavando uñas en los pinreles de la bruja hasta que llegó el frío invierno y, con él, las mantas, edredones, calcetines y demás implementos que utiliza la bruja para no morir de hipotermia (es de sangre fría, como los reptiles). Sólo le falta cavar un hoyo en el suelo y meterse ahí dentro como los topos. Luego dicen que los gatos somos frioleros. Es la primera humana que conozco que busca arrimarse a los felinos para quitarse el frío en lugar de a la inversa.

Confieso que el imberbe me daba algo de penita, el pobre. Lo veía yo desorientado, sin saber muy bien qué hacer con sus garras porque, para él, utilizarlas para algo que no sea fastidiar al personal, es perder el tiempo y un esfuerzo vano. Pero bien dicen que la necesidad es la madre del ingenio, por lo que no tardó nuestro jovenzuelo en buscar una solución alternativa. ¿Que no hay pies disponibles?, pues a por las manos.

Así que la bruja ahora duerme hasta con miedo, porque en cuanto saca una mano fuera del edredón, se encuentra con una uña clavada en la palma (sobre todo en la parte gordita que hay debajo del pulgar y que desconozco cómo se llama) o, lo que es peor, en la yema de un dedo. Otra cosa no sé, pero puntería tiene un rato largo este bicho. Creo que está practicando a ver si un día de estos es capaz de ensartar la uña entre la ídem de la bruja y su dedo, que me han dicho que eso duele un horror. Estoy deseando ver si lo consigue y así me echo unas risas a su costa, que últimamente pasan pocas cosas emocionantes en nuestro hogar.

Si no fuera porque me cae mal y le tengo bastante asquito, por lo que me alegro de que Munchkin le haga la vida y el sueño imposibles, yo le recomendaría que se ponga unos guantes de jardinero o de estibador del puerto, a ver si así, por lo menos, consigue mantener sus manos a buen recaudo. Otra opción sería embadurnárselas en mejunje verde del que usa cuando tiene tos, que eso huele a rayos y no hay quien se acerque. Estoy seguro de que hay más alternativas para evitar el ataque del felino pero, como me cae mal y le tengo asquito (incido en el tema por si hubiese quedado alguna duda al respecto), no le digo nada y así me divierto cada vez que la veo despertarse sobresaltada porque el niñato le ha interrumpido su placentero sueño.

Prrrrrr.

jueves, 3 de marzo de 2016

Que viva el romanticismo

Tal vez este post debería haberlo publicado en Anuncios Pesadillescos pero la verdad es que el anuncio en sí mismo tampoco es que me haya llamado poderosamente la atención (ni para bien ni para mal). Lo que me llamó la atención fue el producto.

Poco antes de San Valentín, una cadena de reparto de pizza a domicilio nos sorprendía ofreciéndonos una pizza en forma de corazón. Y yo flipé, claro está. No soy de celebrar San Valentín y tengo que reconocer que toda esa parafernalia me produce un poco de urticaria pero me imaginé en la situación de que el consorte quisiera sorprenderme en ese día con una cuatro quesos en forma de corazón y me entró la risa tonta.

Poneos en situación. Vuestra pareja, que os quiere mucho, quiere sorprenderos el día de San Valentín. De repente, suena el timbre y os dice “Ve a abrir, que es para ti”. Tú esperas encontrarte un repartidor de flores, cuarenta kilos de bombones (a los que no diría yo que no, sea o no sea San Valentín) o, en el colmo de la locura, unos mariachis que vienen a cantarte lo que pasaría si Adelita se fuera con otro. Pero no, nada de eso. Te encuentras una pizza. ¿Qué dices a esto, por mucha forma de corazón que tenga el alimento? Es obvio que la intención ha sido buena pero que te demuestren amor con una pizza es como si te dieran un Triskys a modo de anillo de compromiso. Vamos, que no me hace falta un pedrolo del tamaño de Saturno pero cúrratelo un poquito que, aunque no lo parezca, yo también soy una princesita (o quiero parecerlo, de vez en cuando).

Pues eso, que no sabría qué decir en semejante momento. No es cuestión de cebarme con mi pobre hombre, que ha querido tener un detalle (y, de paso, cenar pizza y no tener que cocinar) pero es que a mí el disimule se me da muy mal y no sé si me saldría lo de poner ojitos de ilusión a la vez que exclamo “Ay, pero qué rico eres. Me compras comida basura porque sabes que me encanta ponerme gocha. Cómo me conoces, pillín”. Yo seguro que diría algo como “¿Y esto?”. Porque yo soy así, espontánea y natural y, claro, ahí vería al pobre escondiendo sospechosamente un estuche negro tras la espalda, pensando que tal vez lo del Triskys no era tan buena idea, al final, por muy original que pareciera en un primer momento.

Me gustaría saber si es que yo soy una siesa que no necesita este tipo de pruebas de amor para saber que quiero estar con alguien. ¿De verdad hay por ahí alguna persona que se derrita cual mozzarella caliente al ver aparecer un pizzero con una pizza en forma de corazón?

Yo no necesito ni pizzas ni viajes a Roma para comerla en la Fontana di Trevi. A mí con que me digan que me quieran, cualquier día del año, me vale. 

miércoles, 2 de marzo de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXX: Bella a la par que siniestra

Confieso que esta semana estaba un poco perdida con el tema de los anuncios. He visto un par de horrores por ahí pero no he sido capaz de localizarlos en Internet y, como no me los sé de memoria, no podía proceder a una adecuada disección de los mismos. Seguiremos intentándolo, no obstante.

Pero, que no cunda el pánico, siempre estará la Teletienda para venir al rescate de esta sección y, en esta ocasión, os presento un producto que os hará plantearos cómo habéis podido vivir hasta ahora sin él.

Se trata de una máscara que te da descargas eléctricas en la cara. No hablan de la intensidad pero sí se indica que debe usarse durante quince minutos de tres a cuatro veces por semana. Así que, mientras una contempla su serie favorita, puede aprovechar para electrocutarse a gusto y notar cómo la piel va quedando más tersa y firme por momentos.

La máscara recuerda sospechosamente a la de Jason (el de Viernes 13), aunque sin los agujeritos. Sea como fuere, te da un aspecto de asesina en serie de lo más favorecedor. De hecho, es bastante inquietante el primer plano que observamos en el anuncio de un ojo azul clarito observándonos fijamente desde detrás de esa máscara sin ningún tipo de expresión. Hay que aclarar aquí que el párpado del ojo en cuestión tiembla sospechosamente, supongo que debido a la electrocución a la que está siendo sometida su propietaria. Estoy por comprármela sólo para ver la cara del churri cuando me encuentre por sorpresa sentada en el sofá con eso en el gepeto. Ahora que lo pienso, se podrían sacar diferentes modelos en función de lo creepy que quieras parecer. Por ejemplo: Modelo Payaso Asesino, Modelo Scream o Modelo Político (a elegir). Creo que esto aumentaría mucho la franja de potenciales compradores. En Halloween se aumentarían considerablemente las ventas y podríamos aprovechar para lucir un cutis envidiable a la vez que asustamos a propios y ajenos.

Pero no tenemos que limitar su uso a la intimidad de nuestro hogar. Pensad en las múltiples ventajas que podría reportarnos enchufarnos a eso en el trabajo. Para pedir un aumento de sueldo es ideal. A ver quién tiene narices a decirte que no viéndote lucir de semejante guisa. También he sabido que últimamente en los autobuses están poniendo enchufes para cargar los móviles. ¿Por qué no aprovechar el viaje para conectarnos a nuestro taser particular? Ya de paso grabamos la reacción del resto de pasajeros y nos sacamos unos eurillos en Tú Tubo.

Agujeritos, como digo, no tiene. Lo que sí tiene son unos pinchitos en su parte interior (supongo que serán los encargados de darte tus correspondientes calambrazos). Pena que en la Edad Media no tuvieran electricidad porque imagino que como instrumento de tortura le podrían haber sacado mucho provecho; todo es cuestión de aumentar el voltaje a conveniencia.

Como veis, todo son ventajas. Sólo hay que saber echar mano de la imaginación y a disfrutar de nuestro recién adquirido producto.