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jueves, 15 de septiembre de 2016

Sí, otra vez

Vengo brevemente a informaros que me voy de vacaciones. Y diréis ¿otra vez? Bueno, sí y no. Como bien sabéis, en verano sólo hice parón de blog para acoplarme a todos mis cambios laborales. Ahora me voy de verdad de la buena, que ya tocaba desconectar un poco de todo.

Oficialmente, en mi trabajo me tomaré dos semanas. Así que volveré en tres o cuatro porque ya sabéis que yo después necesito un período de adaptación, como los niños pequeños con la vuelta al cole.

Sed buenecitos sin mí y no os enfadéis, que este año ha sido un poco raruno pero ya veréis cómo para el próximo os devuelvo todas las entradas que os debo.

martes, 13 de septiembre de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXXXVI: Yo no quiero esa evolución

Y seguimos con colaboraciones. En esta ocasión el anuncio nos llega desde México, de la mano de Avecilla .

La cosa es así: Una voz en off nos informa que nos va a presentar la evolución del hombre. Lo primero que vemos es a un cavernícola persiguiendo mamuts. Pone cara de salvaje fuera de sí mientras blande su lanza en pos de tan preciada carne (¿a qué sabría la carne de mamut?).  Da un salto tremendo a cámara lenta y, en pleno salto, nuestro protagonista se convierte en un espartano luchando por… bueno, lo digo: ¡por Espartaaaaaaa! El hombre suelta espadazos y puñetazos como si no hubiera un mañana mientras luce sus pectorales y mira desafiante a la cámara. Mientras el ejército avanza, por arte de birlibirloque nos encontramos en plena revolución zapatista. Aguerridos mexicanotes de tupido mostacho disparan al aire sus pistolas en clara actitud belicosa y revolucionaria. Lo curioso es que no tienen enemigos delante, por lo que todo es más bien un desperdicio de balas sin sentido pero ellos tienen cara de estar en el pleno fragor de la batalla.

Y ya, por fin, vemos a un… ¿chico moderno? No sé cómo describir a este ser. Lleva mallas azules, chaleco amarillo, unos cascos verdes más grandes que su cabeza para escuchar música y se para a hacerse un selfie con el móvil mientras hace “running” (lo que antes era “footing”, antes era “correr” y antes era “me persigue alguien”). Está muy concentrado poniendo una cara como de pantera salvaje frente a la cámara del móvil cuando, de repente, aparecen frente a sí los tres personajes antedichos. El zapatista, indignado, pregunta si ha valido la pena tanta evolución de sus ancestros para llegar a este punto y le enseña un desodorante.

Acto seguido vemos al chico moderno poniéndose desodorante en el baño mientras la voz en off nos habla de lo bien que huele volver a ser hombre. Miedo me da plantearme a qué se refiere exactamente con el olor de volver a ser hombre porque hay cosas en las que, sinceramente, no me gustaría involucionar. El maravilloso desodorante ofrece 48 horas de protección, lo que me hace preguntarme si es que este personajillo piensa pasarse dos días sin ducharse y, textualmente, también brinda “aromas intensos masculinos” e insta a los hombres a volver a ser hombres. Oh, my God. Qué pavor me está dando todo esto. ¿Con volver a ser hombres y oler con intensos aromas masculinos quieren decir que los representantes XY del género humano van a volver a oler como cavernarios o espartanos tras la batalla o zapatistas en plena campaña? Porque lo de las feromonas está muy bien pero, al menos yo en lo personal, no me ofendo si las camuflan un poquito.

Y, ya que estoy aquí, quiero incidir en el tema de la protección durante 48 horas. Que no hagan esto, de verdad, que luego hay gente que se lo cree y se monta en agosto en el Metro.

Hay que ducharse diariamente.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Crónicas Felinas CLXXXIX: Mi estreno como escritor

Marrameowww!!!

Hoy vengo con una entrada cortita para anunciaros que vuestro felino preferido ha escrito su primer relato. Si es que hay que ver las múltiples habilidades que tengo y lo adorable que soy.

Para leerlo sólo tenéis que pinchar aquí. Ya veis que os lo pongo fácil porque conozco vuestras limitaciones. Y, ya que estáis por ahí, podéis leer el resto de relatos que han participado y el blog así, en general, porque los cojines también saben escribir, aunque no lo parezca.

Acepto todo tipo de críticas siempre que sean para elogiarme.

Prrrrrr.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Mi condena

Creo que, a estas alturas de la película, todos sabéis que soy muy de letras. Y creo que también alguna vez os he comentado que mi madre es bióloga, lo que me llevó a tener una infancia muy traumática donde mi madre hablaba, para mí, extraños dialectos repletos de latinajos que mi mente pueril no alcanzaba a comprender.

Pero el destino es cruel (porque es cruel y aquí no hay defensa posible) y quiso que me viera emparejada con otro científico, de tal manera que no tenga escapatoria y deba vivir todos los días de mi vida escuchando cosas raras. Desde que se conocieron es peor, porque debaten por Skype cosas que a mí me suenan a chino o peor, porque siempre he tenido facilidad para los idiomas y al chino le terminaría encontrando el truco.

El churri es muy freaky, así, en general. La prueba más fehaciente de ello la obtuve el otro día, cuando compramos un nuevo pienso para Forlán y estábamos viendo cuántos gramos diarios tenía que comer (en este sentido somos los dos igual de histéricos y les pesamos la comida antes de echársela en el plato, lo cual está visto que tampoco nos ha funcionado mucho en vista de que hemos tenido que poner a Munchkin a dieta, pero nos hace ilusión eso de sentir que somos buenos padres). Mi modus operandi fue tal que así: En el paquete pone que de 3 a 5 kilos de peso del gato hay que dar de 35 a 65 gramos de  pienso. Forlán pesa cuatro kilos, de 35 a 65 van 30 gramos así que la medida intermedia serían 35+(30/2)=50 gramos. Y ya. A mí las cuentas de vieja me han funcionado siempre estupendamente, aunque tenga que utilizar los deditos para sumar y restar.

Lo que cuento a continuación es verídico. El churri sacó una calculadora y se puso a hacer números como un contable de los de antes de Excel (ya sólo le faltaba un ábaco) y empezó a mascullar para sí “es que debería hacer una interpolación pero con esta calculadora no sé cómo se hace, así que estoy tardando más porque estoy haciendo una regresión lineal”. Un rato más tarde anunció que el resultado de sus cálculos (oh, sorpresa) había sido de 50 gramos. Lo confirmó posteriormente, cuando dio con la función de la interpolación en la calculadora. Yo, mientras tanto, alucinaba y le decía “Claro que sí, cariño, todo el mundo hace regresiones lineales e interpolaciones para dar de comer a sus mascotas. De hecho, no te permiten tener animales en casa si no tienes una o dos ingenierías”. ¿Veis a lo que llevo condenada toda mi vida? Entre mi madre nombrando a los animales por su nombre científico y el churri rizando el rizo para cualquier sencillo cálculo, cualquier día de estos me sacan en parihuela, con los brazos sujetos por una camisa de fuerza y mascullando entre espumarajos de saliva “Yo sólo quería darles de comer. Sólo quería darles de comer…”

P.S. Le dedico este post a Chema, que sé que va a salir en defensa del churri. 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXXXV: Risky Mattress

Venimos hoy con un anuncio muy especial. Como sabéis quienes seguís esta sección desde hace tiempo, en ocasiones tengo colaboraciones internacionales de lectores que residen más allá de nuestras fronteras.

Lo que nunca había tenido (hasta hoy, y espero de corazón que se abra la veda porque la cosa promete) son anuncios de canales autonómicos. A juzgar por el que me mandó nuestra querida Sugus, esto es un filón que hay que exprimir como fruta madura.

En esta ocasión, el que me hace llegar Sugucilla trata de las rebajas de una colchonería. ¿Recordáis la escena  de Risky Business donde un jovencísimo Tom Cruise bailaba “Old Time Rock and Roll” sin más vestimenta que una camisa y unos calcetines? Hay quien dice que esa escena era graciosa y hay quien, incluso, opina que es sexy.

Imaginemos ahora que para promocionar las rebajas de la colchonería ponemos de protagonista a un señor de unos cuarenta años, más bien entradito en carnes, con camisa rosa y calcetines negros (en cierto momento del anuncio nos deja ver hasta sus calzoncillos), intentando emular los movimientos de la mítica escena y cantando con la misma melodía “Ven a las rebajas de Colchones XXXX”. Simula que toca la guitarra con una almohada y da saltitos encima de la cama (supongo que para demostrar la resistencia del colchón).

Ni siquiera falta el homenaje al momento en que Tom se tumba boca abajo en el sofá y da pataditas en el aire (confieso que nunca entendí bien ese movimiento), sólo que, en esta ocasión, el buen señor da pataditas encima de la cama porque no vende sofás, claro está. Me juego lo que sea a que el protagonista del anuncio es el Señor XXXX in person. No sé qué opinarán de esto sus amigos y familiares ni si tendrá niños pequeños; porque yo me imagino a las pobres criaturas teniendo que escuchar en el colegio cosas como “He visto a tu  padre dando pataditas en un colchón, jijijiji”, “Y se le veían los gayumbos, jijijiji”. Se me abren las carnes de pensar en el bochorno que tiene que suponer para estos niños, que hasta intentarán esquivar el tema diciendo “No es nuestro padre, es un señor que se le parece”, a lo que siempre habrá algún listillo que responderá “Anda ya, si lo vemos siempre en la tienda de colchones”. Y hala, trauma para toda la vida. Los pobrecitos ya no podrán volver a dormir en un colchón jamás de los jamases. Se volverán eremitas que pasarán sus noches en sacos de dormir con una piedra como almohada con tal de no revivir ese momento. El padre pasará las noches en vela pese a la extraordinaria calidad de sus colchones porque querrá dar marcha atrás en el tiempo y evitar el aciago momento en que accedió a semejante locura, la cual lo condujo a esta tragedia familiar.

Y todo por querer vender colchones. Muy triste todo. Pondría el vídeo pero ¿es que nadie va a pensar en los niños?

lunes, 5 de septiembre de 2016

Crónicas Felinas CLXXXVIII: Ahora le toca a ella

Marrameowww!!!

Ya os contó la bruja que, con el cambio de horario en su trabajo, ahora se levanta a las cinco y cuarto de la mañana, por lo que es ella, con cara de zombi en rehabilitación, la encargada de ponernos el desayuno. Estoy esperando el día en que nos ponga un café con leche y ella intente masticar el pienso sin terminar de dilucidar qué narices está pasando.

Lamentablemente, ese día aún no ha llegado pero, dado que ahora los viernes y sábados cae muerta en la cama a las doce y media de la noche como tarde, esto nos ha dado carta blanca para poder levantarla los sábados, domingos y fiestas de guardar a las ocho y media de la mañana. Si pensaba que los fines de semana iba a poder dormir hasta tarde como antaño, va lista. Ya nos hemos enterado de que ahora la encargada del desayuno es ella, por lo que hasta tiene que agradecer que le permitamos dormir hasta después de la salida del sol.

Lo que más me divierte del todo es que, una vez que ya hemos conseguido que se levante (el servicio de despertador comienza a funcionar a las ocho pero ella consigue snoozearnos media hora más utilizando técnicas de bruja malvada), nos pone el pienso, comemos cuatro granos y nos tumbamos a la bartola en el sofá para seguir durmiendo. La cara de cólera de la bruja es algo indescriptible “¿Para esto me levantáis de la cama, con lo a gusto que estaba? No tenéis corazón. Bla, bla, bla…”. Total, que se resigna y se pone a desayunar mientras lee vuestros blogs y redacta las tonterías que tenga pensado contaros la semana que entra.

Pero como nos gusta fastidiar, esto tampoco dejamos que lo haga tranquilamente. Una vez que coloca sus posaderas en la silla frente al portátil, la hacemos levantarse cada quince minutos para que nos vuelva a poner el platito, comamos otros cuatro granos y repitamos el proceso hasta que sendos platos estén terminados o a la bruja se le haya agotado la paciencia y pase de nosotros, cosa que sucede con poca frecuencia porque, a insistentes, no nos gana nadie. Mientras tanto, el consorte duerme a pierna suelta hasta el mediodía, totalmente ajeno al sufrimiento de la bruja. Antes lo despertábamos a él, porque era el primero en levantarse entre semana pero ahora la china le ha tocado a la bruja y tendrá que apechugar.

Y cualquier persona normal diría “pues me echo después una siestecilla para estar más descansada” pero la bruja no. La bruja pugna contra el sueño porque dice que le da rabia desaprovechar el tiempo en dormir (con lo saludable y placentero que es). Si no gana la batalla y cae rendida en el sofá, se levanta de un humor de perros, diciendo que ha estado perdiendo el tiempo tontamente.

Así que no nos echéis la culpa; la que es una pava es ella, que no sabe disfrutar de los placeres de la vida.

Prrrrrr.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Un hecho espeluznante

El otro día vi en el rellano de mi edificio una carta que me dejó patidifusa. Iba a fotografiarla para transcribirla pero al final he pasado porque lo único que me falta es que me reclamen derechos de autor.

En la carta se rogaba a los señores vecinos que, ante robos acontecidos en el edificio, tuviesen mucho cuidado con a quién se permitía el acceso al inmueble, teniendo especial precaución con el cartero comercial (que siempre se sabe que tiene aviesas intenciones y a la mínima oportunidad que tiene te roba del buzón el panfleto de la competencia) y vigilando que el portal quedase siempre convenientemente cerrado. En esto no podría estar yo más de acuerdo. Siempre me ha puesto de los nervios llegar por la noche de trabajar (cuando llegaba por la noche) y encontrarme la puerta abierta, invitando a cualquier facineroso a esconderse en las escaleras y atacar por sorpresa o a alguna borrachuza que quisiese abrir tu puerta con su llave. Esto ha sucedido y, si no os acordáis, podéis comprobarlo pinchando aquí (ahora que releo el post, veo que también había un supuesto cartero comercial implicado en la trama; estoy teniendo un déjà vu de los chungos).

Pues bien, el asunto es que continué leyendo la carta (que era más larga que un día sin pan y contenía miles de consejos para velar por la seguridad del edificio) y ya por fin me enteré de qué era lo que había sido sustraído. Al principio pensé que habrían forzado alguna puerta y desvalijado un piso, aprovechando la ausencia de sus dueños en período estival pero no, lo que se echaba a faltar era un felpudo de goma, hasta ese entonces propiedad de la señora vicepresidenta de esta nuestra comunidad. Una pérdida irreparable; una tragedia sin parangón en los anales de la historia delictiva de este país; un mazazo terrible a la seguridad ciudadana.

Me da a mí que alguien salió cabreado de la última junta y le ha dado por confiscar felpudos, como a Antonio Recio (pinchad aquí quienes no sepáis quién es este señor).

Por otra parte, me surge otra duda, pongamos por caso (improbable) que el felpudo desaparecido realmente hubiese sido robado por un amigo de lo ajeno y no hubiese pertenecido a la señora vicepresidenta. Imaginemos que el objeto afanado hubiese sido mío, simple y mortal alquilada. ¿Si yo me hubiese quejado alguien se hubiese tomado la molestia de insistir en la seguridad del edificio? O, incluso, ¿si yo misma hubiese redactado un tochazo infumable dando rienda suelta a mi prosa para manifestar mi indignación y mi preocupación por la propiedad privada, me hubiesen permitido poner eso en el rellano? Seamos francos; la respuesta más lógica es un no rotundo. Está claro que hay escala jerárquica incluso a la hora de ser víctima. Encadenaré el felpudo, no sea cosa que tengamos un disgusto y ni siquiera se me vaya a permitir el derecho al pataleo.

Aunque siempre me quedará este blog. Chúpate esa, vicepresidenta.