Feliz Navidad

Como ya os contaba en este post, no me gusta nada el invierno. Hasta ahora, se estaba portando divinamente, la verdad sea dicha pero llevamos dos semanitas en las que está haciendo el frío de diciembre y de enero todo junto.

Esto me da miedito por dos razones. La primera, que temo morir congelada o que se me entumezcan los dedos y no sea capaz de seguir escribiendo mis sandeces vespertinas. La segunda, que el invierno se eternice y lleguemos  a abril con un deseo irrefrenable de comer turrón y tocar la pandereta.

La pandereta, instrumento básico donde los haya. No me extraña que sea tan popular, no hace falta pertenecer a una Filarmónica para saber tocarlo aunque, existen, claro está, los virtuosos de la pandereta. Esos que saben hacer aquello de mojarse el dedo en salivilla y pasarlo por su superficie para lograr un repiqueteo allegro ma non troppo que hace las delicias de propios y ajenos. También existe el ritmillo a tres compases (hombro-codo-mano). Eso ya es la repera y sólo apto para gente con un elevado conocimiento del instrumento y sin problemas de osteoporosis.

Otro instrumento navideño digno de mención es la botella de Anís del Simio. Yo fui solista en el colegio. Veintinueve niñas tocando la flauta (que hay que tener mala leche para obligar a los padres a escuchar semejante despropósito musical) y yo ahí, sola frente al mundo, con mi botella y mi cucharica. Yo era una artista. Tenía que destacar aunque fuese restregando un adminículo de metal contra una superficie de vidrio rugoso. Y se me oía entre las flautas, vaya si se me oía. Hay que reconocer que la que salvó la función fue mi madre, ya que la dichosa botella se me rompió justo una hora antes del des-concierto y mi Santa Madre tuvo que ir a toda prisa a comprar otra y vaciarla en el medio de la calle, muerta de vergüenza por si la veía algún conocido. Qué no hará una madre por sus hijos. Eso sí, la trajo con un olorcillo que alimentaba.

Y ya el culmen, el instrumento navideño por antonomasia: La zambomba. Si los anteriores eran simples, éste es el agujero negro de la técnica. Hace un sonido indescriptible, monótono, no admite ninguna clase de variante y seguro que la inventó un onanista. Si no fuera por su antigüedad, podríamos llegar a pensar que para su fabricación se inspiraron en los vasos de refresco de los locales de comida rápida porque no me negaréis que, el que más, el que menos, todos hemos hecho alguna vez el chorra con el vasito del refresco de un local de comida rápida.

Como veis, mi capacidad de irme por las ramas me ha permitido convertir un post sobre la ola de frío en un post navideño. Qué narices, las divas celebramos la Navidad cuando nos da la gana.

Feliz Navidad a todos!!!

P.D. Si no lo digo, reviento. Estoy tope happy porque este humilde blog ya ha superado las mil visitas. Gracias, people!!!!