Como me he quedado traumatizada con esto de que todo el mundo recuerda sus excursiones escolares menos yo, apelo a mi memoria para percibir que hay otra serie de tonterías que sí siguen ahí, indelebles.
Uno de los juguetes que más recuerdo de mi infancia es una pelota de estas gigantes que se pusieron de moda en los 80. Tenían como unos cuernitos en la parte superior a modo de manillar y toda la gracia del juego consistía en sentarse encima e ir botando cual batracio enloquecido.
La mía era verde y no le daba resuello. No comía sentada encima dando saltos supongo que porque me lo prohibían.
Tenía una costumbre (divertidísima para mí aunque dudo que mi Santa Madre esté de acuerdo) de saltar al jardín directamente desde la parte de arriba del porche. No veas como rebotaba aquello cuando tocaba el césped, haciendo su correspondiente desconchón en el césped. Yo, feliz. Santa Madre, no tanto. Tuve que dejarlo cuando el problema de alopecia del jardín delantero comenzó a ser preocupante.
Hubo una vez en particular en que estaba yo sentada por la noche sobre mi bola en la terraza de mi dormitorio. En determinado momento, me da por mirar la pared y veo, perfectamente recortada sobre mi cabeza, la silueta de un murciélago. Me faltaron piernas para correr hacia el interior, dejando la bola abandonada a su suerte porque mi vida importaba más, al grito de "Mamaaaaaa. Un vampirooooo".
La desventaja de tener una madre bióloga es que te expones a una ristra interminable de carcajadas, chistecitos y comentarios sarcásticos hasta bien entrada la treintena cada vez que te asustas con algo así. Nada de mimitos ni de "Ya pasó, nena. Tu mami que es una superheroína ha espantado al vampiro malo". Es más bien algo como una Wikimadre abierta "Ay, nena, eso era un murciélago. No te va a hacer nada porque la mayoría de las especies son insectívoras o frugívoras. Hay muy poquitas especies hematófagas y no existen en Europa". Vale, madre. Ahora tengo miedo de ti ¿qué te pasa en la boca?. Madre, por Dios, que tengo ocho años...
¡Qué risa! Yo también tenía y recuerdo con especial cariño un gusano gigante verde que me regaló mi abuelo xD
ResponderEliminarCreo que, según pasan los años, uno recuerda más los juguetes más simples. No los que tenían tanto chirimbolo sino aquellos que dejaban más a la imaginación y que podíamos utilizar para maquinar trastadas... Besos.
EliminarRecuerdo esas pelotas aunque yo nunca tuve ninguna, creo que ya me pilló mas grandecita, o eso o que como eramos tres hermanas lo de comprar tres no salía rentable... ;)
ResponderEliminarMe quedo por tu blog con tu permiso
Lo tienes, Yaneth. Y bienvenida!!! Un beso.
EliminarHola!!!! Se me fue el comentario pero te decía que llevo desde ayer leyendo post antiguos y me río mucho. Yo también tuve una bola de estas pero de lo mejor que he leído es lo de la nevera diccionario, te lo voy a copiar y a buscar una palabra inusual a la semana. Un besito.
ResponderEliminarJajajaja. Gracias por recordarme estas entradas antiguas. Me gusta cuando recibo comentarios en las entradas más viejunas.
EliminarLo de la nevera diccionario tuvo mucho éxito. Si es que mi madre es un genio de la pedagogía. Jajajaja. Besotes!!!!