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viernes, 3 de agosto de 2012

Recuerdos infantiles: Hip hip ¡Aro!

Mi lado narcisista a veces me impulsa a releer mis propias entradas y solazarme en mi prosa. Es por este motivo que hace unos días releí esto y me acordé de otro juguete que hizo mis delicias en mi infancia y que hoy, por ser viernes, paso a compartir con vosotros a fin de que todos pasemos un momento lúdico y ameno. Soy un alma generosa, a pesar de la egolatría.

El juguete que me dio por recordar fue el archiconocido aro de hula hop. Los que seáis más o menos de mi quinta recordaréis cómo se puso de moda eso de andar con el aro, que no tenía más divertimento que hacerlo dar vueltas pero del que debo admitir que me proporcionó horas y horas de sano entretenimiento. Sano para mí. La planta del ático, a la que arreé más de una vez con el dichoso arito, no opinaba lo mismo. Era un poto, aún lo recuerdo.

La historia había comenzado como quince días antes. Lo típico. Ves a una niña con aro, dos niñas con aro, tres niñas con aro y, a continuación, una caterva de niñas con aro. Ya me habían creado una necesidad. Yo quería un aro. No sólo lo quería. No podía subsistir un día más sin aro. No me explicaba cómo había sobrevivido en el mundo tantos años sin aro. Así que, tras varias semanas de “Mamacomprameunaro, mamacomprameunaro, mamacomprameunaro”, mamá cedió (por no oírme, supongo) y me compró el aro.

Al principio no me hacía yo con aquello. Me lo ponía en la cinturita de avispa y la fuerza de la gravedad hacía el resto mientras yo luchaba en vano por mantener el cacharro en movimiento. Pero, como una no será muy lista pero sí persistente, al final le pillé el truco. Y tanto que se lo pillé. Ya no sólo le daba vueltas en la cinturilla de avispa en posición estática. Andaba todo el día caminando por la casa con el aro girando y girando… Mi madre me llamaba a comer y allá que iba yo con aro semoviente y todo. Lo soltaba cuando mi progenitora ya ponía cara de “Espero por tu integridad física que no pienses comer con el remeneo que te traes”. Esa cara, ya sabéis lo que os digo; se aplica a múltiples circunstancias.

Cuando me cansé de dar paseos moviendo la caderita, aprendí a bajarlo hasta los tobillos y volverlo a subir, subirlo hasta el cuello y volverlo a bajar, lanzarlo en modo boomerang para que volviera donde yo estaba, desencajarlo para saltar con él a la comba (sí, tenía comba pero mola mucho más utilizar los objetos con fines para los que no fueron ideados) y demás habilidades circenses que, de haberlas explotado, podría andar ahora de gira con el Cirque du Soleil en vez de estar contando mis batallitas infantiles. ¿Será que me estoy volviendo vieja y por eso últimamente no hago más que rememorar y rememorar?

Desconozco cuál fue la moda pasajera que me haya sacado de mi ensimismamiento “arístico” pero tiene que haber sido algo super-mega-híper alucinante para que yo decidiera dejar de lado mi aro y, un día, deshacerme de él como si nunca hubiese existido (suspiro). Qué triste es la vida del juguete.

20 comentarios:

  1. estoy de acuerdisimo, que triste y pasajera es la vida del juguete, ahi acompañandonos en la infancia y viendo con tristeza como los abandonamos (suspiro yo también). El caso es que el aro a mi también me encantaba aunque no llegue a tanto nivel como tu claro está jaja de mi cintura no pasaba y eso de tirarlo y que volviera a mi era lo más de lo más, me encantaba!!!! Y yo no iba a comer con el aro, iba en patines que creo que es peor... Besitos linda, que tengas buen finde.

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    1. Jajajaja. También tuve mi época de patines. Cuando nos da por algo... Jajajaja. Besotes!!!

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  2. Ehhhhh....ya estoy aquí!!!! Qué grande el aro, como me molaba.....jajajajjajaa, me meo con la cantidad de cosas que hacíamos con él, lo del boomerang y saltar a la comba es de traca....todo un clásico!!!

    Al leerte me has recordado un juguete que tuve, que se enganchaba a un tobillo, llevaba un contador, y con el otro pie lo saltabas....y cuando terminabas te decía las vueltas que habías hecho....este fue el sustituto del aro para mí :-P

    Besotes!!!!

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    1. Ayyy, no lo tuve pero me acuerdo de eso... No me acuerdo de cómo se llamaba... Qué rabia. Bestotes!!!!

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    2. La boti-bota!! jajaj. Bueno, esa era la del 1,2,3, pero no tenía contador. Abandoné el hulahop por ella, jajaj.

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    3. ¿Tú también abandonaste el aro por eso? Jo, vaya par de traidoras. Jajajaja. Besotes!!!

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  3. Neni...de aquí al circo...
    Yo jamás conseguí hacerlo girar en mi oronda figura y mi nula destreza.
    Es más, me he acordado de la Botilde que giraba en los pues y tenías que saltarla...me la cargué en el primer salto, con lo que me costó que me lo compraran, snif, y lo poco que me duró. Ese día nació en mi el ingenio, y a la Botilde le até una cuerda y a saltar...lo malo es que la cuerda hacia rozaduras...

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    1. Jajajaja. Pues ya sois dos las que os estáis acordando de la Botilde (aunque el juguete en sí debe de tener otro nombre, supongo). El de Jeza tenía contador y todo, qué moderna... Yo no tuve de eso. Ahora me estáis dando envidia... Besotes!!!!

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  4. Qué buenos recuerdos con el aro! Nunca me cansé de él, mi madre sí y por eso acabé sin él, que sino a día de hoy creo que seguiría girándolo jajaja.

    Además de lo que cuentas aprendí a ponerme de rodillas y volver a levantarme mientras lo giraba, otra de mis tareas con él era intentar girarlo a diferentes velocidades, ahora leeeento, ahora más rápido y ahora parece que me está dando un ataque raro. Lo mismo mi madre me lo quitó por eso...

    Besotes!

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    1. Jajajaja. Sí!!! Eso también lo hacía yo. Lo de las velocidades y lo de ponerme de rodillas. Qué buena dupla hubiésemos hecho de habernos conocido... Besotes!!!

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  5. Yo también sucumbí a los encantos del hula pop, pero lo abandoné rápidamente porque nunca pude lograr niveles como los que describes, que digo ya tus niveles, lograr moverlo con la cintura. Pero tal vez, habríamos coincidido en el Cirque du Soleil, porque yo soñaba con ser trapecista,jajaja.

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    1. Es que eso de ser trapecista tiene que molar mil... Un besote!!!!

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  6. Yo tuve mi hula hop, niños y niñas le tenían, así que no se veía raro en un chico, pero me cansé rápido. ¡Feliz cumpleaños! con unos días de retraso y gracias por esa magnifica recomendación de la Cripta mágica, he tomado nota. Tus artículos sobre los anuncios me encantan, me fastidian mucho, bastantes, parecen hechos por retrasados mentales, y lo digo con todos mis respetos. Sobre el reto, gracias por elegirme, pero esta vez lo dejo pasar, ya sabes, yo soy así. Un abrazo.

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    1. Y aunque se vea raro, conque uno se lo pase bien ya sobra... Gracias por las felicitaciones y me alegro de que te haya gustado la recomendación y de que te gusten los anuncios pesadillescos. Están escritos con todo el amor (y bastante mala leche también).

      No te preocupes por lo del reto. Es voluntario, evidentemente. Besotes!!!

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  7. Ahhhhhhhhhhhhhh!!! Me encantaba el aro!!! Si lo prácticáramos ahora con las ganas de entonces, nos ahorraríamos mucho en cremas anticelulíticas ;)

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    1. Pues sí. Tendríamos todas unos glúteos envidiables. Bienvenida y ahora me paso a conocerte. Besos.

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  8. Jo, nena, sí que le pillaste el punto al aro! Yo fui muy patosilla (creo que todo por timidez) de pequeña y no le di mucho a esas cosas, pero lo probé ya de mayorcita y no se me daba mal la cosa...
    Besos!

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    1. La verdad es que no sé por qué dejamos de hacerlo. Se te tiene que quedar una cinturita con eso... Besotes!!!

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  9. A mi lo del aro se me daba fatal y reconozco que tampoco le dediqué mucho tiempo. Me aburría y allá que me iba a jugar al brilé. Menos mal que había gustos para todos, ahí mientras unas cuantas jugábamos con la pelota habían otras tantas con el aro y saltando a la cuerda ;)
    Besos

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    1. A la cuerda también le dediqué mucho tiempo (y a la goma). La pelota nunca me entusiasmó demasiado, menos cuando se puso de moda "Julia" una serie de volleyball japonesa que nos puso a todas a jugar como si no hubiese mañana. Jajaja. Besotes.

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