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jueves, 31 de mayo de 2012

La Mudanza VI: El principio del fin


Sí, lo sé. Ayer no publiqué. Mal rayo me parta pero, antes de que intentéis lincharme en plan turba enfurecida dadme el derecho a réplica.

Ayer esta vuestra sierva se levantó a las siete de la mañana (me destemplo sólo con recordarlo). Sé que muchos de vosotros os levantaréis incluso antes a diario pero, teniendo en cuenta que llego a casa todos los días cerca de las doce de la noche y, a lo tonto a lo tonto, soy incapaz de irme a la cama antes de las dos de la mañana, coincidiréis conmigo en que fue toda una proeza.

Pues eso, que me levanté, me adecenté y salimos de casa el churri y yo a las ocho de la mañana (me sorprendió ver que las calles ya estaban puestas). Desayunamos en el bar y nos fuimos al banco a sacar el dinero para ir por la tarde, finalmente a firmar el piso.

Teníamos la firma a las seis de la tarde. Dado que mi horario de trabajo es de tres de la tarde a once de la noche tenía cuatro opciones:

a) Entrar a la hora de siempre,  irme a las cinco y recuperar seis horas en días posteriores (no me molaba nada eso de tener que estar alargando mis jornadas laborales por semejante tontería)

b) Pedirme el día libre (tampoco me molaba nada perder un día de vacaciones para hacer trámites)

c) Entrar a la hora de siempre, irme a las cinco y luego volver, para no tener que devolver tantas horas (me aburría sólo de pensar en tanto viaje para arriba y para abajo)

d) Fastidiarme y meterme el madrugón para entrar a trabajar a las nueve, salir a las cinco y aquí paz y después gloria. Opté por fastidiarme.

Miedo me da lo que puedo haber hecho yo en el trabajo en ese estado semi comatoso en el que pasé la jornada. Respiraba porque eso no hay que pensarlo y por puro instinto de supervivencia.

A las cinco nos fuimos como almas llevadas por el diablo a la firma del piso. Nos dieron ochocientos papelitos para firmar (entre ellos, una autorización para consultar en el ASNEF si somos morosos, después de que ya lo habían consultado. Sin palabras), hicimos entrega del dinerillo y, a cambio, nos dieron las llaves. Qué momento de júbilo ese de la entrega.

Volvimos a casa y metimos algo de ropa en dos maletas (por ir moviendo algo, porque la mudanza va a tener tela. Ya os contaré en capítulos posteriores) y partimos a visitar nuestro nuevo y flamante piso sin la presencia de Comercial Lacónico. Comprobamos que hay que limpiar a fondo porque lo han dejado todo lleno de salpicones de pintura y tierrecilla de obras y que hay que avisar a la inmobiliaria para que a su vez avise al casero para que vaya a recoger todos los trastos que dejaron metidos en los armarios. Por lo demás, todo perfecto y estupendo. Dejamos colgadas nuestras primeras prendas en el armario en plan colonizador, volvimos a casa a dejar las maletitas (en un Metro atestado de gente donde acabamos pensando que nos íbamos a tener que meter dentro de las maletas) y nos fuimos  a cenar fuera porque el churri no andaba con ánimo de cocinar.

Total, que llegamos a casa a las once y cuarto de la noche. Estoy escribiendo esto a las doce y media de la madrugada del miércoles 30 al jueves 31, o sea, que os hablo desde el pasado. Si no contesto los comentarios es porque no sobreviví a la noche…

Sé que me estoy retrasando con vuestras entradas. Tenedme paciencia, las leeré todas en cuanto recupere un poco mi vida. De a poquito y con buena letra.

Os dejo que mañana me quiero levantar a una hora decente para embalar cositas. Mi vida es una fiesta. 

martes, 29 de mayo de 2012

Crónica de una desvirtualización (Segunda parte)


Hoy relato la segunda y última parte de la desvirtualización del sábado.

Retomemos la pregunta que quedó ayer en el aire: "¿Qué hace cualquier españolito de pro cuando hace buen tiempo y quiere socializar?"

La respuesta, aunque supongo que ya la sabéis porque habéis tenido veinticuatro horas para pensar, es ésta: “Irse a una terracita”

De manera que allí nos encaminamos. Todos menos las hermanas de Yolandica que se habían ido a comprar cosillas. Llamaron para preguntar dónde estábamos. Se lo dijimos. Mal. Las pobres se recorrieron todo el parque hasta dar con nosotros.

Perdí la cuenta del tiempo que estuvimos allí en distendida charla. El tiempo vuela cuando estás a gusto. A la vuelta, le comentaría al churri lo curioso que me parecía haber conocido tanta gente maja de golpe y coincidió conmigo. Estábamos flipando.

Cuando terminó el rollo cañitas, algunos se dispersaron por obligaciones familiares varias. Nos despedimos esperando repetir experiencia algún día y, el churri y yo, nos fuimos con la familia Babia a comer a este local que nos recomendó Mamá Gremlin en su Saturday Morning Plan (y también en persona, por ser nosotras). El local es de lo más pintoresco, con peinetas decorando los techos y tapas de diseño. Supongo que, cuando fue Mamá Gremlin, la habrán sentado en una mesa como a las personas normales. Como iba yo, algo surrealista tenía que pasar, así que nos sentaron en una especie de vitrina con cebollinos (Yolandica dixit) en su interior, nos pusieron unas banquetas y hala, ahí que nos apañamos. Era tan de diseño todo que Yolandica se dedicó a twittear fotos de las patatas bravas (tengo que hacerme una cuenta de Twitter ya. El juego que da eso, madre mía). Tomamos ahí el aperitivo y nos fuimos a un sitio mucho menos fashion y más de pueblo llano (que en esta vida hay que darle a todo) correspondiente a la cadena por la que me preguntaba mi admirador francés aquí. La idea era tomar el postre. Mi churri se zampó una hamburguesa. Es un machote.

Mientras estábamos de sobremesa, se nos volvió a unir Mamá Ninja de “Sin más palabras”. Aquello era un no parar y nos fuimos a tomar café a otro sitio de la misma cadena pero especializado en dicha infusión. Ya sabéis cuál digo, éste dónde os preguntan el nombre para personalizar el vaso… No comments. Nos tomamos el café, hablamos otro rato largo más con la familia Ninja y la familia Babia (ahora que lo pienso, en la cafetería teníamos que haber dado los nicks, a ver qué cara ponían al escribirlo en el vasito).

Con la tontería, cuando nos quisimos dar cuenta ya eran casi las ocho de la tarde. Llevábamos ocho horas de desvirtualización y ni nos habíamos enterado, oye. El tren a Elche iba a partir, así que pusimos todos rumbo a Atocha, nos despedimos y todos nos encaminamos hacia nuestros hogares, cansados pero felices.

Deseo, de corazón, que haya más encuentros en un futuro, porque lo disfruté como una enana pero, aunque haya más días que longanizas, sé que este en particular se me va a quedar grabado a fuego en la memoria (y en el blog). Gracias  a todos por un día tan maravilloso. 

lunes, 28 de mayo de 2012

Crónica de una desvirtualización (Primera parte)


El pasado sábado 26 fue un día muy especial para esta que sus escribe suscribe.

Me levanté a las 9:30 de la mañana, cosa que en mí es toda una hazaña y, ya de por sí, convierte al día en reseñable.

Me duché (sí, me duché, no es cosa de espantar a nadie), me fui a desayunar con el churri y partimos juntos hacia el Parque del Retiro.

¿El motivo? Había quedado con Mi gremlin no me come y Yolandica de Babia para asistir a la firma del libro “Cómo no ser una drama mamá”, de Amaya Ascunce, alias “La Nena”. Como recordaréis (y, si no, os lo recuerdo aquí), las tres somos las protagonistas indiscutibles de la página 357 del libro, por lo que planeábamos acosarla vilmente a la voz (o grito) de “¡¡Somos las de la 357!!”

Llegamos el churri y yo, nos ponemos a esperar en la puerta y, al ratito, aparece Yolandica a la que no pude reconocer porque iba de incógnito, sin el pañuelo y el clavel reventón. Venía desde Elche escoltada acompañada por sus dos hermanas, a las que había enredado con malas artes.

Besos, presentaciones, emoción, nervios, parloteo… De todo. Mientras charlábamos animadamente, nos fuimos encaminando a las casetas donde iba a firmar La Nena. Dado que el libro está agotadísimo en todas partes, queríamos llegar antes que Amaya para comprar allí los nuestros y el de la Madre del Gremlin que se había retrasado un poquito. Llegamos a las casetitas y ¿a que no sabéis cuántos libros quedaban? ¡Tres! No digáis que no es cosa de la providencia. Fue como una epifanía. A los tres libros sólo les faltaba un rayo de luz celestial cayendo directamente sobre ellos (el rayo no estaba porque había un toldo, que si no…).  Le digo a Yolandica, “Oye, que hay tres”, a lo que, ni corta ni perezosa me dijo “Pilla, pilla”. Peor que adolescentes en la barra libre de Nochevieja. Por cierto, vi en las fotos de Facebook oficiales de La Nena, una foto de esos mismos tres libros. Nos van a sacar en Cuarto Milenio. 

Al rato llegó otra invitada a la fiesta: “Sin más palabras”. Más presentaciones, más parloteo. Comenta que ha ido a informarse sobre el tema de la escasez de libros y que le han dicho que está controlado, que van a traer más y que no cunda el pánico (esta gente tenía que tener mucho miedo).

A la dulce espera estábamos cuando llegó la familia Gremlin al completo. Más besos, más ilusión, más de todo.

Traen los libros. Llega Amaya. ¡Llega Amaya!

Nos ponemos las tres juntitas a la cola para que nos firme nuestros libritos y, mientras esperamos, sucede el momento freaky-groupie-trendy del día. Yolandica se había currado acreditaciones y todo!!! He aquí la mía (y podéis ver las tres juntitas aquí y, de paso, leer el post que las acompaña, que no tiene desperdicio). 



Nos ponemos, felices, nuestras acreditaciones y nos plantamos las tres delante de Amaya, luciéndolas orgullosas (flipó tanto con el tema de las acreditaciones que hasta lo comentó en su Twitter). Nos firmó nuestra página, of course, a nosotras no nos iba a firmar en la primera página, como a cualquier ciudadano de a pie. Fotitos, saluditos, sonrisitas. Yo estaba alucinando con la situación, con lo maja que era Amaya, con lo bien recogidito que tenía el pelo y lo bien que se le veía la cara... Con todo. 

Cuando terminamos de comportarnos como quinceañeras (bueno, eso Yolandica y yo. La Madre del Gremlin denotó una madurez encomiable) llegó Vaninasblog. Otra vez besuqueos y presentaciones.

Tan contentas estábamos las tres con nuestros libros y nuestras firmas, que así de orgullosas lucimos: 



Al terminar de montar el número en las escaleras (a la próxima me llevo un sombrero a ver si nos echan algo) llegaron Paparracho y Mamanatas, a los que también saludamos con fervor.

Y ¿qué hace cualquier españolito de pro cuando hace buen tiempo y quiere socializar?

La respuesta, mañana, que tengo tanto que contar que esto se va a hacer más largo que un día sin pan. 

domingo, 27 de mayo de 2012

Anuncios pesadillescos VIII: Empieza el día con energía


Estupefacta me deja el anuncio que paso a analizar hoy. Lleva ya algún tiempo en antena, por lo que columbro que lo habréis visto todos.

En localizaciones se han gastado dos duros, porque todo sucede en un baño. Quizás el actor tuvo que ofrecer el propio baño de su casa, que es particular, para que le diesen el papel.

El actor en cuestión aparece bostezando, resacoso y ojeroso entrando en el baño. Se mete a la ducha, se lava el pelo con el champú publicitado y todos sus males se van por el sumidero (a saber qué le echan al champú).

Es tal el chute de energía que, una vez frente al espejo, menea la cabeza, hace la grulla de Karate Kid, bate palmas, boxea con un contrincante invisible, toca una guitarra imaginaria, imita a un orangután y bailotea. Desconocía que un champú podía obrar semejantes milagros, o que era capaz de provocarte alucinaciones pero el efecto que causa en nuestro protagonista el potingue referido es digno de mención.

He de reconocer, aun a riesgo de perder la poca dignidad que me va quedando, que a mí me encanta bailar y cantar en el baño. Es donde doy rienda suelta a mis innumerables talentos (ejem) y me siento estrella por un rato pero una cosa es hacerlo en la intimidad de tu baño (y luego comentarlo públicamente en un blog, vaya tela conmigo) y otra muy distinta es televisarlo. Este chico es carne de Reality.

Intentan justificar el ataque de locura transitoria diciendo que este despliegue de artes varias se debe a la sensación de frescor que le ha dejado el producto en la cabeza pero qué queréis que os diga, yo no me lo creo. Eso debe tener alguna sustancia psicotrópica porque, si no, no me lo explico. Yo me pregunto si los actores de algunos anuncios informan previamente a sus seres queridos de que van a aparecer en un spot de similares características para que la cosa no les pille por sorpresa o si, por el contrario, cruzan los dedos y encienden velas para que nunca les vea un conocido haciendo el chorra en la pequeña pantalla. Tiene que ser una decisión muy difícil de tomar, en cualquier caso.

Así que, ya sabéis, para quienes vayáis a asistir a la desvirtualización del 15J (a estas alturas dudo que alguien no sepa a qué me refiero pero, para más información, podéis acudir aquí), el día 16 por la mañana os laváis el pelo con este champú mágico y, frescos como lechugas, podéis acudir a cualquier evento social, cultural o laboral que tuvieseis planificado.

No me agradezcáis el consejo. Me debo a mi público. 

sábado, 26 de mayo de 2012

Decimocuarto, decimoquinto y decimosexto premio: De todo un poco


En este sábado de premios, publico tres juntos, que el pasado 2 de mayo, Irene de Mis Tortuguitas estaba tirando la casa por la ventana. Recibió tres y pasó los tres juntos, en plan magnámimo.

El primero es este, que no lleva penitencia.



Un pedazo de banquete que ya lo quisiese Asterix para sí (para banquetes estoy yo hoy, que he comido como una vaca. Ya os contaré).

El segundo es el Liebster Blog (que me faltaba también en la colección)



Las normas son:

1) Copiar y pegar el premio en el blog enlazándolo con el blogger que te lo ha otorgado.

Hecho

2) Premiar a tus 5 blogs favoritos con la condición de que tengan menos de 200 seguidores y dejarles un comentario en sus entradas para notificarles que han ganado el premio.

OK.  Pues son estos:


- Yolandica, de Bienvenido a Babia




Todos sabéis por qué pero no voy a spoilear mis propias entradas…

3) Confiar en que continúen la cadena premiando a su vez a sus 5 blogs preferidos.

Vale, yo cruzo los dedos y ya veremos lo que pasa.

El tercer premio es el premio “Gracias por estar ahí”. 



Este ya lo tenía pero, como es mutante, contesto las nuevas preguntitas:

1.- Un libro que me aconsejas.

“La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera. Sí, lo sé, soy una cansina con este libro pero es que lo adoro.
Y, por supuesto, si no lo habéis leído ya “Cómo no ser una drama mamá” de Amaya Ascunce.

2.- El juego, juguete o actividad que no falla en tus nanicos.

Un latiguillo con tiritas de cuero, para que lo persigan y le den caza (mis nanicos son felinos, aclaro, por si las flies).

3.- Una canción infantil.

Así, a bote pronto, se me ocurren las de Rosa León (compuestas por María Elena Walsh). En concreto, “El reino del revés”. Crecí con esas canciones.

4.- Un buen plan.

El que he tenido hoy y que ya contaré. No desesperéis.

5. Una canción.

“Save a Prayer” de Duran Duran. Me ha venido de repente a la cabeza y me encanta esa canción.

Este no lo paso porque ya lo pasé en su día.

Besotes y volveré con más premios el sábado que viene.