De esta gente creo que ya escribí en alguna ocasión pero es
que no dejan de sorprenderme; cada vez que sacan un anuncio es más raro que el
anterior y así no hay quien pare con ellos.
Se trata de anuncios de ambientadores. Cada uno forma parte
de una serie donde se tratan diversos “valores” o sensaciones o no sé muy bien
cómo describirlo. Para muestra, dos botones.
En uno de ellos, vemos a una mujer colocando con mimo sobre
una mesa un marco con una foto. En la foto, se aprecia a una pareja de unos
sesenta años. A continuación, regula la intensidad de la fragancia del ambientador
que tiene enchufado. Viene la pareja de la mujer en cuestión, se toman de las manos
y él parece infundirle ánimos. La voz en off nos habla de expectativas por que
todo salga bien y que hay que respirar profundamente y mantenerse unidos. En
esto, suena el timbre, los dos se acercan a abrir la puerta y en el descansillo
está la pareja de la foto de antes. Todos se abrazan y, en la pantalla, vemos
sobreimpresa la palabra “valor” y nos informan que la marca de ambientadores
tiene una fragancia para eso.
Ehhhhh. No entiendo nada. Columbro que los señores mayores
son los suegros de la chica y que ese día se van a conocer. Por la escena
inicial, me da a mí que esa foto de los papis del muchacho no suele estar ahí
en esa mesita. La ponen para hacer el paripé y estoy segura de que piensan
retirarla una vez que salgan por la puerta. Sea como fuere, ¿tanto miedo por
conocer a los suegros? ¿En serio es necesario respirar profundamente y tomarse
de las manos para armarse de valor? Como no sea porque los suegros sean unos
conocidos asesinos en serie, no sé a qué viene tanto alboroto. Y que el
ambientador vaya a influir en algo en todo ese proceso ya me parece todavía más
increíble.
Os cuento otro, no os preocupéis. En éste, una mujer le da
un toquecito al ambientador del baño y se queda ahí, oliendo su aroma con cara
de alelada. Nos enseñan un flashback, donde ella se recuerda paseando de la
mano con su maridito mientras lleva un ramo de flores en la mano. El maridito
en cuestión entra al baño mientras ella se mira el espejo. Va sin afeitar y en
pijama y, tras él, entran dos niños alborotando y dando saltitos. Pero nos
recuerdan esa sensación de seguir sintiéndote en tu luna de miel diez años
después. Es la complicidad y, cómo no, tienen una fragancia para eso también. No
sé vosotros pero a mí el ambientador del baño nunca me ha traído maravillosos
recuerdos de paseos con el churri. Mucho menos si después lo veo recién
levantado porque nadie (absolutamente nadie) está guapo recién levantado.
Lo
mismo en el hotel donde pasaron la luna de miel usaban el mismo ambientador de
baño porque no me lo explico.