Escríbeme!!!

¿Sugerencias? ¿Comentarios? ¿Quieres venderme algo o cyber-acosarme? Escríbeme a plagiando.a.mi.alter.ego@gmail.com

jueves, 31 de mayo de 2018

De trámites y odiseas (parte 2)


Como decía la semana pasada, hoy vamos a continuar hablando de la maravillosa odisea que viví en la comisaría.

Cuando ya por fin está buena mujer ha revisado todos mis papeles me pregunta dónde tengo el impreso de las tasas para pagar. Le digo que no lo tengo y me dice que en el papel con los requisitos pone muy claro que lo tiene que aportar el solicitante. No es cuestión de ponerse a discutir en una comisaría, sobre todo porque la gente va a armada y tal, pero os puedo asegurar que tan, tan, tan claro no venía. Es más, decía algo así como que ni se te ocurriera pagar la tasa antes de que ellos te dijeran que la pagaras,  por lo que di por sentado que no tenía que imprimirla hasta que me dijeran el importe a pagar. Pero no. Tenía que llevarla.

Me dijo que, como estaban hasta la una de la tarde, tenía tiempo de ir a descargar la tasa e imprimirla para llevarla y que me dijeran ese importe misterioso que no me podían decir hasta tener el papel impreso.

En un mundo ideal sí tenía tiempo de sobra pero en un mundo donde no te funciona la impresora primero tenía que pasar por mi casa a descargar y completar el formulario y después irme al locutorio que está junto a la comisaría con un pen drive para imprimirlo.

Elegir la opción correcta en el formulario fue toda una aventura porque había una que no me daba ningún importe y otra que sí. Y no me habían dado pistas, así que elegí la que tenía importe guiándome por la técnica del “pinto-pinto gorgorito”.

La señora del locutorio, al verlo, dijo que creía que tenía que haber elegido el otro. A esas alturas yo ya estaba dispuesta a fiarme más de la señora del locutorio, que debe estar harta a ya de imprimir cosas de esas pero me la jugué y me fui con mi elección inicial y la lengua fuera nuevamente a esperar al banco incómodo de la comisaría.

Cuando me hicieron subir nuevamente, me atendió otro chico (bastante más solícito, todo hay que decirlo) que me confirmó que le tenía que haber hecho caso a la señora del locutorio. Pero nada que un poco de tippex no pudiera arreglar. Tanta tecnología para esto... en fin. Para entonces ya era la una menos diez pero, para mi sorpresa, me dijo que me esperaba hasta la una y media para que me diera tiempo a ir al banco a pagar.  Le hice notar que había puesto mi número de cuenta en el apartado destinado a tal fin para que pudieran pasar el cargo directamente pero me dijo que eso no valía. No sé para qué ponen el apartado, entonces. Total, que fui corriendo al banco no sin correr antes hasta el cajero. Aguanté estoicamente la cola mientras veía impotente cómo pasaban los minutos y me atendió el empleado bancario más simpático y gracioso del mundo. No es que tenga nada en contra de los empleados bancarios simpáticos y graciosos. En circunstancias normales hasta es de agradecer pero cuando llevas prisa lo que buscas es alguien expeditivo.

Finalmente, llegué a la comisaría como a la una y veintisiete al borde del infarto y con una deposición de paloma en el bolso (no era mi día, desde luego) y el chico agradable me dijo que en dos semanas o veinte días me llamarían para avisarme de que podía pasar a buscarla.

A los 17 días más o menos, como no tengo noticias, llamo para informarme. Me dicen que es imposible que me hayan dicho 20 días porque el trámite tarda un mes. Imposible no es porque es lo que me dijeron pero vale, si es un mes, será un mes.

Me llamaron cuatro días más tarde.

Contando el fin de semana.

P.S.  Sé que me he pasado de extensión pero creo que no os haría gracia una tercera parte.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Los PAPA 2018: Desvelamos al ganador (o no)


Bueeeenas, bueeeeenas. Pues, como lo prometido es deuda, venimos hoy a desvelar al ganador de esta edición 2018 del Premio al Anuncio más Pesadillesco del Año.

Como ya comenté la semana pasada (y, por lo que veo releyendo, también el año pasado, la cosa en cuanto a votos está flojita. ¿Es que ya no me queréis? Me duele el corazoncito sólo de pensar que estéis votando en otros blogs y no en el mío, ¡infieles!, así que prefiero pensar que es sólo vagancia y no cuernos virtuales.

Bueno, a lo que iba. Hoy toca hacer recuento de votos y la cosa ha estado fácil porque sólo diez personitas habéis votado por el ganador, que pasamos a anunciar ipso facto.

And the winner is…



De app de restaurantes: Cliqui cliqui

De comida rápida: El pollo como nuevo fetiche

No,  no me he equivocado al copiar y pegar. Cada uno de ellos ha obtenido cinco votos, así que esta edición debe dejarse en tablas y anunciar dos ganadores (o dos que no han llegado a ganar, en realidad, eso depende de vuestra actitud filosófica ante la vida).

Procedo a colgar el premio en ambos y ya veremos si el año que viene repetimos entrega de premios, que me da que estáis un poco cansados (lo someteré a votación, no obstante, porque me gusta que os pronunciéis).

A ser felices y comer perdices… o pollo a domicilio.

lunes, 28 de mayo de 2018

Crónicas Felinas CCLV: Renovarse o morir


Marrameowww!!!

Otra de las cosas que hicieron mis humanos las pasadas vacaciones fue comprar un juego de dormitorio. Por si estáis pensando que he elegido incorrectamente las palabras y que lo que quiero decir es que renovaron el juego de dormitorio, debo informaros que las palabras están perfectamente bien escogidas.

Estos dos dejados, pese a que llevan seis años viviendo en el mismo piso, nunca habían comprado juego de dormitorio porque lo iban dejando, lo iban dejando… y así se han tirado más de un lustro con una cama, un bloque de madera pintada que hacía de mesita para sujetar la lamparilla que usa la bruja para leer y un armario (porque es empotrado, que si no ya la veo guardando la ropa en cajas). Vamos, que vivían al borde de la indigencia.

Como el aburrimiento es un gran aliciente, un día se pusieron las pilas, se acercaron a la tienda de muebles, compraron el juego de dormitorio y se dispusieron a esperar pacientemente veinte días a que llegara.

Los muebles llegaron el pasado jueves pero hasta el viernes no les dio por revisarlos porque, si son dejados para comprar, os podéis imaginar para desembalar. La cosa les ha salido bien a medias, porque resulta que una de las mesitas vino con un golpe importante pero con una protección de cartón sobre el golpe (no sabemos si lo embalaron ya sabiendo que el golpe estaba ahí pero lo taparon con la protección para evitarse la bronca o si estaban tan orgullosos de la leche propinada a la mesita que querían salvaguardarla de todo mal). Llamaron para informar y les dijeron que se la cambian sin problema pero supongo que ahora tendrán que esperar otros veinte días para que el consorte pueda tener mesita (la bruja, rápida ella, ya se ha encargado de agenciarse la que estaba intacta).

Pero lo más divertido de todo no es esto sino que, como son así de torpes, al encargar el juego de dormitorio no tuvieron en cuenta que el cabecero mide más que la distancia existente entre los enchufes de ambos lados de la cama, por lo que ahora van a tener que mover los enchufes si quieren tener cabecero. Yo es que me parto. Como podréis imaginar, el cabecero está ahora escondido tras el sofá del cuarto de invitados y calculo que de aquí a dos años ya estará puesto porque dicen que les corre un poco de prisa.

Los sifonieres (que son como cómodas pero más pequeñas, según me han explicado) sí están ya puestos y, aprovechando que su superficie es blanquita, no perdí tiempo en subirme a dormir encima, intentando pisar lo más posible con las patas llenas de arena del arenero.

A Munchkin lo terminó subiendo el consorte porque, como veis en este documento gráfico, no se atrevía a subir mientras que yo, que soy un valiente, ya estaba echándome una siesta encima.

Gatos estrenando un sifonier
Era un saltito de nada pero a él le pesan las posaderas.

La maderita de atrás parece fácil de arrancar a arañazos.  Me pondré a ello cuando pongan el cabecero.

Prrrrrr.

jueves, 24 de mayo de 2018

De trámites y odiseas (parte 1)

Hacía mucho que no os traía un post donde relatase mis enfrentamientos con la burocracia. Supongo que seguramente será porque he tenido la suerte de no tener que hacer ningún trámite pero la vida no es perfecta y siempre, en algún momento de nuestra vida, nos va a tocar pasar por el aro y enfrentarnos al aparato administrativo estatal.

Hace un par de semanas tuve que ir a la Comisaría de mi zona a pedir un papel (no, no es un certificado de buena conducta, por si acaso os lo estáis preguntando, que os conozco; aunque no lo parezca, soy una ciudadana ejemplar). Fui un día a preguntar qué necesitaba y me dieron una lista de papeles que debía llevar.

Como sólo atienden de diez de la mañana a una de la tarde y una trabaja toda la mañana, aproveché uno de los días de vacaciones para dejar resuelto el asunto. Me levanté tempranito y arrastré al churri para no tener que ir sola (para eso somos  una pareja bien avenida). Lo primero era ir a la Junta de Distrito a buscar mi certificado de empadronamiento, que era el único de los papelajos que no tenía en casa. Ahí tardé muy poquito. Me atendieron enseguida y me lo dieron ipso facto, así que me las prometí muy felices pensando que me iba a quitar el trámite de encima temprano.

Iba con tiempo de sobra (o eso creía), así que fuimos a tomar un café y estuvimos un rato hablando con nuestro peluquero, a quien nos encontramos en la puerta del local. Una vez cumplidas las obligaciones estomacales y sociales, nos encaminamos a casa para sacar copias e imprimir todos los documentos. Pues la primera en la frente. La impresora no quiso funcionar. Decidí que podía sacar fotocopias en la copistería que hay frente a la comisaría (siempre hay una copistería frente a las comisarías). Pero tenían estropeada la fotocopiadora. Maravilloso. Me fui a otra que queda un poco más lejos y, ahí sí, conseguí sacar copias de todo.

Ya con todos los papeluchos convenientemente ordenados en una carpetita, fuimos a la comisaría donde me dijeron “espera en ese banco y ahora te llaman”. El banco era muy incómodo. De a ratos tenía la sensación de que me habían llevado detenida y estaba esperando a que me interrogaran. Estuvimos como media hora sentaditos en el banco portándonos bien hasta que vino un policía a decir que lo que estuviésemos para ese trámite podíamos subir.

Subimos y, como era yo la primera, pasé a hablar con una señora que me hizo mil preguntas (mi sensación de que iba a ser interrogada no era tan desacertada) y revisó todos los papeles que llevaba. Cuando ya pensé que sólo faltaba que me dijera cuánto tenía que pagar, resulta que mi odisea no había hecho más que empezar. Pero os lo termino de contar la semana que viene, que esto me está quedando muy largo.

Hala, a comeros el tarro una semanita (qué mala soy).

P.S. Ya podéis votar por el ganador del PAPA 2018 pinchando aquí (tenéis tiempo hasta el martes 29 a las 23:59). 

miércoles, 23 de mayo de 2018

Los PAPA 2018: Segunda Fase


A las buenas noches. Como os prometí la semana pasada, hoy vengo a traeros los finalistas que optan al Premio al Anuncio más Pesadillesco del Año, edición 2018.

Debo decir que este año habéis estado de lo más vaguetes.  He recibido un total de siete votos, lo cual dista mucho de la participación masiva (bueno, tampoco masiva, para qué nos vamos a engañar) de hace años. No sé si es que ya estáis cansados de tanto PAPA (que si lo estáis lo podéis decir con total libertad y hacemos de ésta la última entrega) o si es parte de la desidia general que noto en los blogs últimamente. Ya ni de lejos tengo tantas entradas diarias para leer como tenía antes. Hasta yo me cojo más vacaciones de lo que solía hacer. O nos estamos volviendo viejos o nos estamos volviendo unos dejados, una de dos.

Bueno, a lo que iba. De los siete votos hay dos anuncios que han empatado con un total de dos votos cada uno y, pese a que lo suyo en una final es que haya tres finalistas. Pues lo vamos a dejar en dos y que se maten entre ellos.

Y los finalistas son…

De app de restaurantes: Cliqui cliqui

De comida rápida: El pollo como nuevo fetiche

En vuestras manos está que desvelemos cuál de los dos se alzará con la victoria. Podéis votar en esta misma entrada desde ya mismito hasta el próximo martes 29 de mayo a las 23:59 (hora española peninsular).

No seáis vagos, que la pereza es la madre de todos los vicios (y de todos los Pérez).