Lo que hoy traigo no es tanto un anuncio sino… ¿un spin-off?
No sé muy bien cómo describirlo. Había visto en la tele un anuncio de unas
galletitas donde un pollo gigante que me recuerda en cierta forma a la Gallina
Caponata se presenta en una fiesta de cumpleaños para amenizar el cotarro.
Esto, de por sí, ya era material destripable pero, cuando me puse a investigar
en las redes, descubrí (no sin cierto horror) que el pollo en cuestión tiene
tema musical y un videoclip de unos dos minutos de duración donde apenas
aparecen las susodichas galletas en algún momento. Y me dije “Álter, has dado
con un filón”. Así que paso del minianuncio de veinte segundos y hablaré del
videoclip, porque hasta lo más surrealista que pueda uno encontrarse en la tele
es capaz de superarse a sí mismo.
En la primera escena tenemos a un chaval durmiendo, evidentemente
tras una noche de fiesta. Su móvil no le deja dormir la mona en paz porque no
hacen más que entrar mensajitos de amigos comentando la jugada. Creo que al lado del móvil está el paquete de
galletitas pero no podría jurarlo. A continuación comienza a sonar un…
¿techno-reggaeton? y el asombrado resacoso se encuentra frente a frente con el
pollo que, a los pies de su cama, juega con una pelotita. No es que le haga mucho
caso, tampoco. Se cubre la cabeza con el edredón y sigue durmiendo.
La escena cambia y nos encontramos en un despacho. Un jefe
mal encarado acumula montones de papeles sobre la mesa de una chica con gafas
de pasta. Al lado de los papeles, descansa un paquete de galletitas. Hay que
estar atento porque, si no, te lo pierdes. Me da que esto es publicidad
subliminal. El jefe amenaza a la muchacha con el dedo pero el pollo viene en su
rescate y, apuntando el ventilador de pie hacia la cabeza del jefe, consigue
volarle un peluquín, provocando su vergüenza.
Ya por la noche, el pollo se acerca a una discoteca de estas
con cordón de terciopelo. El de la puerta no deja pasar a un chico y el pollo,
en una hábil maniobra disuasoria, se pone un vestido de lentejuelas y pestañas
postizas para así aprovechar el encandilamiento del de seguridad para que se
cuele todo el mundo. Una vez cumplido su objetivo, el pollo se aleja con su
vestido, meneando las caderas cual corista de Las Vegas venida a menos.
Y este despropósito culmina en la azotea de un edificio,
donde se ha montado un fiestón padre y todo el mundo, incluidos el pollo y el
de la puerta de la discoteca anterior, bailan como poseídos al ritmo de… lo que
sea eso. Hay que aclarar que la parte del bailoteo dura un minuto de los dos
minutos que dura el vídeo. Se ve que ya no se les ocurrían más situaciones en
las que un pollo gigante pudiese hacer su aparición.
Si es que alguna vez existió alguna.