Pues vamos hoy con el tercer anuncio de los que conforman
esta trilogía. Para mí es el más surrealista de todos, aunque cada uno juzgará una
vez que cuente con todos los elementos. Yo os los traigo todos (o todos los que
encontré) y cada cual que saque sus propias conclusiones.
Lo que vemos es a un señor que se sube a una estructura
metálica de la que desconocemos su propósito. El hombre se arrastra por la
parte superior de la estructura, sujetando con la boca algo que, de momento, no
alcanzamos a ver muy bien qué es (de hecho, una vez que se pone de pie sobre la
estructura, yo pensaba que era un boomerang, pero es que yo hago asociaciones
muy extrañas, así que no me hagáis mucho caso).
El plano se abre y vemos a nuestro protagonista saltando
acrobáticamente al suelo. Es en este momento cuando sabemos que la famosa
estructura metálica sobre la que él reptaba como una lagartija al sol, no era
otra cosa que un remolque que, a su vez está enganchado a un coche. Comprendemos
también que el extraño objeto que portaba en sus fauces era la boquilla de una
aspiradora, con la que se dispone a limpiar el vehículo.
El buen hombre aspira con fruición desde el maletero hasta
los asientos, aspirando incluso manchas húmedas cuya procedencia me niego a
intentar adivinar. Cuando culmina su tarea, sopla la boquilla de la aspiradora
como si la máquina fuese una Mágnum y acabase de abatir a todo un ejército
enemigo, posando finalmente frente al coche con las piernas semiabiertas porque
esa es la posición de cualquier machote de pro.
Supongo que ya os habréis dado cuenta de por qué éste me
parece el más surrealista pero, por si acaso no ha quedado claro únicamente con
el análisis, yo os lo explico: Puedo llegar a entender (medianamente) que la
gente se cuelgue del techo para limpiar cristales porque de alguna manera hay
que llegar a las partes altas (digo “medianamente” porque, desde que existen
las escaleras, la vida es mucho más fácil), aunque luego se dediquen a pisotear
lo que acaban de limpiar. De alguna manera hay que meter la alusión a Misión
Imposible. Pero ya que una persona repte por un remolque para llegar al coche
que lo sujeta escapa completamente a mi comprensión. El coche no está bloqueado
con nada. Está aparcado enfrente de la casa y nuestro protagonista tiene
muchísimo espacio para llegar al vehículo caminando tranquilamente. Es decir,
no hay ninguna razón que justifique que este hombre tenga que trepar por la caravana
y dar saltos como una vulgar cabra montesa.
Vamos, que si los anteriores me parecieron traídos de los pelos, este ya se
lleva la palma pero, repito, tal vez en los comentarios me sorprendáis y me
digáis que os pareció peor alguno de los anteriores, porque con los gustos y
las opiniones de la gente nunca se sabe.
Y si hablamos de lectores de este blog, todavía menos.