Marrameowww!!!
Se me hace muy raro esto de estar publicando un jueves, como
si mis entradas no merecieran inaugurar la semana pero como la bruja insistió
tanto en publicar el día de su cumpleaños (y me sobornó con una latita), opté
por transigir, aun sabiendo que, quienes la felicitaseis, no sería más que por
educación o cierta condescendencia.
No obstante, me ha gustado esto de publicar hoy porque el
lunes volveré a publicar, lo que hará que disfrutéis de ración doble de mis
entradas. Me viene muy bien para mis fines de lavado de cerebro humano.
Os contaré que la bruja y el consorte, dado que se quedaron en
Madrid haciendo el menso todas las vacaciones, se dedicaron a comprar cosas y
hacer trámites de esos que se postergan por aquello de no tener tiempo y/o
ganas para llevar a cabo. El tema es que decidieron que el colchón de su lecho
conyugal (no es conyugal porque viven en pecado y van a ir de cabeza al
infierno pero ya me entendéis) estaba muy viejo y había que cambiarlo, por lo
que fueron a comprar otro. Hasta aquí no habría mayor problema porque siempre
es bien recibida una nueva pieza de mobiliario que arañar a gusto, con todo su
olorcito a nuevo.
El problema viene a continuación: Nosotros, como sabéis,
salimos huyendo cada vez que suena el timbre y nos escondemos debajo de la cama
hasta que la visita indeseada se ha ido con viento fresco. El día en que
trajeron el colchón, la bruja intentó que, al sonar el timbre, nos quedásemos
en el salón. Así lo hice yo (no por obediencia sino porque el placaje de la
bruja fue extremadamente efectivo; está mejorando la técnica, la condenada)
pero Munchkin consiguió escapar y esconderse en su sitio preferido. No contaba con
que, de repente, iban a aparecer ahí dos hombres grandotes (bueno, sólo era
grandote uno pero a nosotros cualquier humano nos parece grande) que, de
repente, retiraron el colchón que cumplía la función de techo sobre su cabeza,
dejándolo indefenso, a la vista de todos. Le faltaron patas para correr en
busca de otro escondite, el cual encontró en el baño pequeñito, donde tenemos
nuestro cajón de arena. Podía haberse escondido detrás del WC o, ya puestos,
dentro del propio cajón, que para eso tiene una puertecita pero, en lugar de
eso, optó por subirse al lavabo y hacerse una rosquilla ahí, con las patas
apoyadas en el alféizar de la ventana. Luego se pregunta por qué siempre pierde
jugando al escondite.
Al final los hombres se fueron pero él se quedó ahí durante
aproximadamente una hora, sin hacer caso a los intentos de la bruja de
tranquilizarlo, diciendo cosas como “No pasa nada, ya se han ido”. No se bajó
de ahí hasta que me vio a mí, que me aparecí en el baño con la intención de
hacer pis tras haberme echado una siesta, ajeno al drama personal que estaba
viviendo el imberbe.
Soy todo un referente.
Prrrrrr.
P.S. Dice la bruja que os recuerde que ya podéis votar por el Anuncio más Pesadillesco del Año en su entrada de ayer. Lo que me falta. Ser su recadero...