Si estabais esperando que hoy terminase el relato de los
diversos envíos de paquetes, os vais a quedar con la intriga hasta la semana
que viene. Soy lo peor, lo sé, pero veréis que la causa está más que
justificada.
A principios del mes pasado, nuestra querida “Soñadora” del
blog “Soñar es gratis” tuvo a bien realizar un sorteo para celebrar su primer añito en la blogosfera.
El premio era muy especial, ya que era un imán de Leprechaun comprado en
Irlanda que tenía toda una historia detrás (podéis leer la historia aquí). Dado que, tal como contaba, ese Leprechaun lo había tenido guardado para
ella, me apunté al sorteo con un poco de recelo y hete aquí que gané. Este año
voy a jugar a la lotería con recelo, a ver qué tal.
Pues eso, que me dijo Soñadora que, cuando lo tuviera en mi
poder, os mostrara qué tal había quedado en mi nevera. El resultado sería este:
Y vosotros, avezados lectores, os preguntaréis ¿por qué
utiliza mal los tiempos verbales esta insigne escritora? ¿Por qué dice “el
resultado sería este” en lugar de “ha sido este” o “es este”?
Pues porque ahí no se va a quedar el Leprechaun. Las garras
felinas asesinas que rondan por mi casa harían que el pobre duendecillo
terminase hecho añicos en el suelo (lo sé por experiencia; ya ha habido que
entonar un Réquiem por más de un imán en esta casa) por lo que ahora en la nevera
sólo pongo porquerías de publicidad y otros imanes que no son porquerías pero
no corren riesgo de quebrarse.
Por tanto, el sitio definitivo de mi Leprechaun ha sido
este:
Ahí, entre los vasos de chupito, que es una cosa como muy
irlandesa.
De más está decir que estoy contentísima con mi bichillo y
que pienso cuidarlo mucho, sabiendo todo el significado que tiene. ¡Muchísimas
gracias, guapetona! Me consta que también me entregaste un premio pero, como
dije, estoy muyyyy vaga para el tema premios, aunque agradezco también los que
me habéis entregado y no he publicado. Aprovecho la oportunidad que este medio
me brinda para avisar que, al menos de momento, suspendo la recogida de premios
porque me saturaron un poco, la verdad. Si reabro la veda en algún momento, os
lo haré saber. No me lo toméis a mal, es que son muchos ya y llega un punto en
que ya ni te apetece ponerte a cumplir penitencias. Espero que nadie se ofenda,
no quiero parecer desagradecida ni nada.
Y para rematar os cuento que la semana pasada tuve la
maravillosa oportunidad de conocer a nuestro mallorquín favorito, David Orell. Morid de envidia, mortales. Quedamos a desayunar porque somos muy guays.
Bueno, no, quedamos a desayunar porque no había otro momento del día en que
pudiésemos quedar pero tengo que decir que, a pesar de que tuve que levantarme
una hora antes de la habitual, disfruté muchísimo de su compañía (y de la de su
acompañante). Nos reímos un montón y fue como hablar con amigos de toda la
vida. Hay documentos gráficos en Twitter si queréis ver lo guapísimos que
somos.
¡Muchísimas gracias, David, por sacar un ratillo en tu viaje
para verme!
Hoy me he pasado con la extensión pero sabréis perdonar. Es
la emoción que me embarga. La semana que viene continuamos con la historia de los
paquetes, palabrita de Álter.
¡Muy buen fin de semana a todos!