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jueves, 9 de julio de 2015

De olores y sabores

En casa somos grandes amantes del queso. Me refiero al producto lácteo, no a que seamos fetichistas de los pies. Por eso, con una buena tabla de quesos, podemos apañar una cena en un momento y nos sabe a manjar de los dioses.

Pero hay que reconocer que hay quesos que, por muy ricos que estén, huelen a mil demonios. Y uno los prueba y los come porque están muy buenos pero el otro día me dio por pensar que uno los prueba porque ya alguien te ha dicho que está muy bueno y que lo pruebes pero, ¿qué pasa cuando cierto tipo de queso se elabora por primera vez?

Los que alguna vez hayáis probado el Appenzeller, coincidiréis conmigo en que tiene un olor que tira para atrás y te hace pensar en cualquier cosa menos en algo apetecible. Vamos, que dan ganas de salir corriendo sin mirar atrás. Pues me imagino que, la primera vez que hicieron ese queso, o bien estaban intentando hacer otra cosa y el resultado no fue el esperado, o bien sí intentaban hacer un queso nuevo pero no contaban con que el olor fuese a ser tan “intenso”, por decirlo de alguna manera. Pues ya hay que echarle huevos para ir a comprobar tu creación, ver que huele a pies de troll putrefacto y decir “voy a probarlo, a ver qué tal sabe”. Ole ahí, qué valor. Esos son los auténticos pioneros que necesita la historia de la humanidad.

Ni qué decir tiene de los quesos que presentan larvas, gusanos o demás fauna. O sea, tú elaboras un queso y de repente dices “Uy, se me ha llenado de gusanos. Venga, para adentro que lo que no mata, engorda”. Vamos, que no lo veo. Y encima te deleitas con tu queso agusanado y le llevas un trozo a tus vecinos, conminándoles a probarlo bajo la premisa “No os dejéis amilanar por los seres vivos que habitan en su interior. Eso es proteína pura” y ahí que se dan todos el gran banquete, sacando unas aceitunitas y un vinito de la región no sé si para acompañar o para ponerse de vino hasta las trancas y que ya les den igual los gusanos, los olores y las invasiones extraterrestres.

De más está decir que el amor por el queso no me ha llevado a probar estas variedades; que una tiene sus escrúpulos y siempre se puede comer con una pinza en la nariz para evitar los malos olores pero no sé de dónde sacaría valor para meterme larvas vivas en la boca. Todo tiene un límite.

En resumen, que estas cosas me desconciertan. Supongo que un día a alguien se le cayó al fuego un grano de maíz y así tuvimos la primera palomita. Pero es que una palomita es esponjosita, blanquita y prácticamente inodora; no me extraña que quien las descubriera las probara. Pero el tema de los quesos es un misterio para mí.

Y sobre esto meditaré todo el fin de semana. 

miércoles, 8 de julio de 2015

Anuncios Pesadillescos CXLIII: El detonante de traumas

El de hoy no es que sea pesadillesco en sí mismo. No quiero decir con esto que sea una obra de arte, que tampoco es cuestión de exagerar pero, si tenemos en cuenta que se trata del anuncio de un juego para móvil, pues el surrealismo está bastante justificado. Os lo cuento y ahora os explico por qué lo incluyo como “pesadillesco”.

Estamos en un supermercado y vemos lo que se ve normalmente en los supermercados: Gente haciendo la compra y productos estratégicamente colocados en estanterías.

De repente, una señora escucha unos grititos aterradores que vienen de su cesta. Se trata de las zanahorias, que tienen ojos y aúllan y tiemblan, presas del pánico.  El causante de tanto alboroto vegetal es un mapache que se pasea a sus anchas por los pasillos (como al dueño de ese supermercado lo pille una inspección de sanidad, verás).  La gente mira al mapache con recelo; el mapache gruñe, amenazador; las cebollas y las zanahorias están al borde del infarto pero, como no podía ser de otra manera, aparece el superhéroe de turno. ¡El reponedor! Sale de detrás de una cortina plástica y, tras mirar de mala manera al mapache, le atiza en el morro con una enredadera mágica que le sale del dedo, provocando su huida. Las fresas y las manzanas festejan el triunfo, de lo más contentas.

Y con esto termina el anuncio. Repito que, al tratarse de un juego, se lo podría perdonar pero hete aquí que me recordó un doloroso trance de mi vida que paso a relatar para ver si logro la tan ansiada catarsis y puedo pasar página de una buena vez.

 ¿Recordáis cuando estaba de moda el Tetris? Sí, así de vieja soy. Recuerdo que jugaba a eso día y noche y, cuando me iba a dormir, cerraba los ojos y seguía viendo piezas que bajaban sin piedad y que mi mente iba ordenando de la mejor manera posible a fin de que no se me amontonaran hasta arriba del todo, lo cual me obligaría a volver a empezar. Todo ello amenizado con un midi ruso que se metía en la cabeza y no te soltaba (todavía soy capaz de tararear la musiquilla). En fin, muchas noches de infierno con la mente alienada por ese invento del demonio. Seguro que la KGB estaba intentando mandarnos algún mensaje cifrado y nosotros ahí, apilando fichas inocentemente. Años tardé en desintoxicarme y, por miedo a las recaídas, no he vuelto a acercarme a un Tetris, por muy de moda que esté lo retro.

Pues eso. Que este anuncio me ha recordado este trauma que ya creía enterrado y olvidado para siempre y es por ello que lo tildo de pesadillesco. De más está decir que me he negado a instalar en el móvil nada que tenga que ver con alinear caramelitos ni frutas ni nada parecido. Soy consciente de que tengo que evitar la tentación o volveré a ser abducida y también veré mapaches y zanahorias chillonas en el supermercado. 

lunes, 6 de julio de 2015

Crónicas Felinas CXLI: Así, sí

Marrameowww!!!

El otro día estuvo el consorte muy misterioso largo rato encerrado en el salón. No nos dejaba entrar ni aunque pusiéramos nuestra mejor cara de gato con botas, lo cual nos extrañó porque suele ser una cara muy efectiva.

Cuando la bruja volvió de trabajar (o de hacer el paripé y poner cara de mujer ocupada para que le paguen), seguían sin dejarnos entrar. Ambos entraban y salían del salón haciendo unas poses muy extrañas para evitar que nos colásemos en un despiste.

Por fin, la puerta se abrió y pudimos acceder al interior. Lo primero que nos llamó la atención fue que nuestra casita, que solía estar al final del salón, estaba a la entrada, junto a la puerta. Esto nos asombró sobremanera y es por este motivo por el que estuvimos un rato largo oliendo la casita, a ver si era la misma de siempre o si nos la habían cambiado. De tanto interés que poníamos en la tarea de investigación, no nos dábamos cuenta de que lo que realmente había cambiado estaba en el antiguo emplazamiento de la casita.

En resumen, tenemos juguete nuevo. Uno muy grande. Al principio me quedé patidifuso al ver semejante cosa en el salón pero enseguida me dio por ponerme a investigar. A Muchkin, que parece que no pero es más receloso, le costó más, aunque tengo que reconocer que a estas alturas ya ha empezado a usar sus técnicas mafiosas para echarme de todas partes. Si me meto en la cuevita, viene y me echa obligándome a saltar a la camita que está más abajo. Logrado esto, repite operación hasta que me echa también de la camita. Vamos, que le cuesta adaptarse pero, una vez que lo consigue, vuelve a ser el macarra de siempre. No obstante, he de admitir que estoy  muy contento. Por una vez en la vida estos parecen haber acertado. Lo que más me gusta es que ocupa como medio salón y todo lo que sea robarles parte de su espacio vital, es bienvenido.

Hoy me enrollo poco porque sé que preferís verme haciendo monerías. Tengo que decir que el castillito contaba con tres ratoncitos colgantes en total. Digo, “contaba” porque a estas alturas ya me he encargado de arrancar uno de cuajo. Así que me quedan dos de tres tareas pendientes.

Iba a poneros un  vídeo que ilustra estos momentos a la perfección para que dijerais “ohhhhh” un rato largo pero no ha podido ser porque salió oscurísimo y apenas ibais a distinguir nada.

Os dejo unas fotos que nos hizo la bruja al día siguiente con el móvil. La bruja no es precisamente Man Ray, así que las fotos no son la gran maravilla, pero supongo que valdrán para un breve “ohhh”. De propina, otra que ha sacado al cacharro entero para que lo contempléis en todo su esplendor.


Prrrrrr.





jueves, 2 de julio de 2015

Premio (he perdido la cuenta ya): Blogueras con buen rollo

De verdad, que me está dando miedo esto. Siempre pienso que nos ha pasado la tontería con tanto premio para arriba y para abajo pero no, ahí siguen, impertérritos ellos.

En esta ocasión debo “agradecérselo” a Soñadora, del blog “Soñar es gratis” , a quien a su vez se lo había pasado Eva y que yo aviso que no voy a pasar para detener en cierta forma la viralidad y el  sistema piramidal del que parecen nutrirse estos premios.

Dicha esta sarta de borderías, me van a retirar el premio a bloguera con buen rollo (que no tiene dibujito, ni nada). Soy un poco asquerosilla cuando quiero, ¿a que sí? Pero es todo fachada. Ya sabéis que mucho quejarme pero en el fondo me mola que os acordéis de mí, aunque sea porque me veáis como un blanco fácil.

Dicen que hay que pasarlo a diez blogueras pero, como ya he dicho, paso de todo. Así que cogedlo si queréis. Por cierto, ¿por qué a diez blogueras? ¿No hay blogueros masculinos que también tengan buen rollo? Esto es una discriminación. En fin, voy a responder las preguntitas, que ya que esta semana no han venido borrachos a la puerta de mi casa ni nadie me ha manoseado los vasos nuevos, estaba yo sin tema de conversación para hoy.

*¿Por qué decidiste crear un blog? ¿De qué trata?

Nunca me habían hecho esta pregunta, oye… El porqué, pues porque me apetecía escribir, como expliqué en la primera entrada y porque me aburría mucho, para qué vamos a negarlo.

De qué trata aún estoy por averiguarlo. Como es un blog personal, se supone que eso da licencia para que esto sea una especie de cajón desastre donde entra todo. Hasta mi gato dando la barrila.

*¿Te costó mucho decidir el nombre de blog?

Pues creo recordar que no. Me surgió así, de repente. Está claro que las prisas no son buenas consejeras.

*¿Cada cuánto publicas un post?

Pues empecé con uno diario; bajé a cinco semanales y ahora estoy con tres. Ya no soy lo que era.

*Recomiéndame un libro para leer y reseñar

Siempre recomiendo el mismo: “La insoportable levedad del ser”, así que hoy voy a recomendar otro porque estoy en plan rompedor. Si no lo habéis hecho, echadle un ojo a “La Historia Interminable”.

Lo de reseñarlo pues ya si os apetece. No seré yo quien os ponga deberes.

*¿Compartes tus publicaciones en redes sociales? ¿En cuáles?

Pues sí. Las comparto en Twitter, Facebook, Bloglovin y Google Plus. Aunque estas dos últimas no tienen mérito porque se publican solitas.

*Si eres escritora. ¿En qué te inspiras al crear tus historias?; Si eres bloguera ¿Cómo decides el tema del día?

No soy escritora, aunque si hay por ahí algún editor aburrido que me mire con buenos ojos, que me lo haga saber. Escucho ofertas.

Forlán escribe en su sección lo que quiere él (generalmente alguna excusa para ponerme verde) así que eso me alivia el proceso creativo.  Para los Anuncios Pesadillescos también me dan la mitad del trabajo hecho así que podría decirse que soy una blogger de lo más vaga. Y para los jueves, que es entrada aleatoria, suelo contar alguna cosa rara que me haya pasado (me pasan muchas, así que suelo tener material) o bien me dedico a responder preguntitas, como hoy.

*¿Tienes diferentes secciones en tu blog? ¿Cuál es tu favorita?

Fijas, tengo dos. “Crónicas Felinas y Anuncios Pesadillescos”. La de los jueves no la puedo considerar una sección per se.

En Crónicas Felinas no aporto nada. Es todo obra de Forlán, así que me quedaré con los anuncios.
Aprovecho la oportunidad que este medio me brinda para recordar que supe tener una sección llamada “Ustedes Dirán”, donde eráis los lectores los que me proponíais el tema. Pero os pusisteis en plan vago y murió solita. Esa sección me encantaba.

*¿Qué nos recomiendas de tu blog?

Ya dije un día que el blogroll que tenéis ahí a la derecha. Los comentarios también están muy bien.

*Cuando reseñas un libro ¿qué criterios usas?

He reseñado poquitos, la verdad. Supongo que uso el criterio de cualquier lector: si la historia me gustó y que esté bien escrito. Poco más, la verdad.

*Si escribes, ¿cuáles de todos tus personajes son tus favoritos? Si no eres escritora ¿Qué personaje es tu favorito ya sea en libros, series o películas?

Que no, que no escribo. Pues os voy a dar dos. Por un lado, El Principito porque es taaaan tierno. Por otro lado, Grenouille de “El perfume” porque es taaaaan… Grenouille.

*Solo si eres escritora, ¿Qué libro de los que has escrito es el que más aprecias y por qué?

No contesto por motivos obvios.

*Recomiéndame una canción e inserta un vídeo de youtube

Iba a recomendar algo medio serio pero como todos los que habéis recibido este premio os habéis tomado esta pregunta a cachondeo y con la clara intención de hacer sufrir a los demás, pues aquí os va mi aporte, que para algo tenemos buen rollo. A ver quién lo aguanta hasta el final...



¡¡¡Feliz fin de semana!!!

miércoles, 1 de julio de 2015

Anuncios Pesadillescos CXLII: Qué decepción, Sara

El de hoy es tan cortito (apenas dura diez segundos) que estuve hasta planteándome si publicarlo o no, porque me temía que el post se me fuera a quedar escaso pero es que me quedé tan ojiplática al verlo que no puedo negarle su derecho ganado por méritos propios a estar en esta sección.

Vemos a una mujer con taconazos sentada en el banquito de una sala de exposiciones. Bueno, en realidad vemos a una mujer con un taconazo. Su fiel compañero está abandonado a su suerte al lado de su pie desnudo, el cual ella se mira con cara de indudable sufrimiento mientras se masajea la pantorrilla. El porqué de ese masaje en la pantorrilla es un misterio para mí, porque al parecer lo que le duele es el dedo pequeñito (¿el dedo pequeñito del pie también se llama meñique?), al que vemos adornado con un callo que tiene pinta de doloroso. Nos la presentan como “Sara: Víctima de un callo recurrente”. Eso es una carta de presentación y, lo demás, tonterías. Debería hacerse tarjetas de visita con esa máxima y utilizar ese dato en su perfil de “Caralibro”. “Hola, soy Sara.  Víctima de un callo recurrente y, ante todo, persona”.

Me pregunto si habrá alguna asociación de apoyo a las víctimas de callos recurrentes. ¿Organizarán colectas y crowdfundings de estos que ahora están tan de moda? Desconozco si saldrán anuncios en la tele pidiéndote que mandes un SMS mientras vemos la imagen de una mujer con el rímel corrido de tanto sufrir (la imagen en cuestión tiene que dar pena, mucha pena. Cuanto más sucia tenga la cara, mejor).

Otra opción para Sara sería incluir esa información en el currículum. Tal vez la empresa en cuestión la contrate pensando que podrá desgravar impuestos por tener en plantilla a la víctima de un callo recurrente.

Pero Sara parece no haberse percatado de las múltiples ventajas que le puede reportar ser víctima de un callo recurrente, porque decide ponerse una especie de tirita que, según dicen, alivia el dolor y elimina el callo. Se vuelve a plantar su taconazo y sube unas escaleras dando saltitos. Ay, Sara. Acabas de renunciar a una vida de privilegios. Habrá quien te vea como una heroína por haber superado  tus inmensas dificultades pero yo no. Yo te veo como una persona que no sabe ver las oportunidades que tiene en la vida. ¿Qué vas a poner ahora en tu perfil de “Caralibro” y en tu currículum? Acabas de cerrarte puertas, Sara. Reconócelo, tu vida no es tan interesante como para poder prescindir de ese callo tan alegremente.

Llevar taconazos está muy bien pero cuando los llevas con dolor es cuando demuestras que realmente estás hecha de otra pasta y que no temes a las adversidades. Todos podemos ponernos un parchecito y seguir adelante.  Lo verdaderamente valiente es mirar al dolor a los ojos y gritarle al mundo “Sí, soy víctima de un callo recurrente”.

Menudo chasco me he llevado contigo. Tú antes molabas, Sara.