Marrameowww!!!
A pesar de que a la bruja se la llevan los demonios cada vez
que lee de algún twittero levantino que a ver si se va ya de una vez el calor y
que están deseando que llegue el invierno de una buena vez, ya que aquí por los
Madriles ya se empieza a notar el fresquito, he de confesar que yo estoy
encantado.
Y es que tengo que reconocer que, cuando viene el frío, yo
estoy más feliz. Ya no tengo que dormir despatarrado en el suelo y puedo
hacerme una rosquillita sobre el sofá, tapándome la nariz con el rabo a modo de
echarpe de angora. Ésta es una pose que me hace ganar muchos piropos y caritas
ñoñas por parte de mis compañeros de piso humanos, que se ponen a babear a
chorros cada vez que me ven durmiendo así, cosa que no sucede cuando parezco
una babosa arrastrándome por los suelos muerto de calor.
Otra opción, si el frío ya aprieta bastante, es acercarme a
un humano y tumbarme encima de ellos, lo que también me hace recibir un sinnúmero
de momentos empalagosos, porque los muy tontos se piensan que lo hago porque
soy así de cariñoso. Se ve que no se ha dado cuenta que no tiene mucho sentido
que mis niveles de cariño se comporten de forma inversamente proporcional a la
temperatura ambiente. Si es que no tienen ni idea de nada.
Para dormir, tres cuartos de lo mismo. La temperatura que
otrora me hiciera dormir en mi cojín o en una caja vieja para no tener que
soportar el calor humano, hoy me invita a meterme en la cama con ellos (a veces,
incluso, debajo de las mantas). Esto tiene el añadido de que, a la postre,
molesto bastante. Porque ellos son tan pavos que, con tal de no perturbar mi
sueño felino, son capaces de levantarse por la mañana con la espalda hecha una
maraña de nudos que ni el mismísimo Houdini sería capaz de desenredar. Ellos
son así de bobos. Anda que voy a estar yo incómodo para que otro duerma a
gusto. Aquí, cada palo que aguante su vela y que cada cual se acomode para
dormir como mejor pueda. Si el compañero de cama se fastidia, que se fastidie.
Por suerte, como soy el más pequeñito, con poco espacio me apaño, aunque
intento estirarme lo máximo posible para ocupar más o, si prefiero dormir
enroscado, por lo menos tumbarme encima de la pierna de alguno, que así ya sé que
no se va a menear en toda la noche. La víctima ideal para esto suele ser la
bruja ya que, por un lado es más pusilánime y, por otro, tiene el sueño menos
inquieto que el consorte, que hay veces que creo que sueña que está en una Rave
o algo, de tanto que se mueve.
Y mientras la bruja continúa despotricando en Twitter, yo no
puedo más que compadecerme por los felinos de la zona Este del país.
Prrrrrr.