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viernes, 5 de octubre de 2012

Cuadragésimo tercer premio: Que la fuerza me acompañe




Las amigas de Vaya Telita me han hecho entrega este 28 de septiembre de este premio, que agradezco infinitamente. Si no conocéis a estas chicas, tenéis que pasaros ya por su blog para morir de deseo con sus diseños estupendos de ropita para todo tipo de seres humanos, desde los más peques hasta los que ya estamos más talluditos. Además, están patrocinando el premio del concurso de los 100 seguidores del blog de Trax que pienso ganar, así que, aquellas que os hayáis apuntado, abandonad toda esperanza, la camiseta con el zapato será míaaaaa.

Las normas de este premio son las siguientes:

1. El que recibe el premio deberá escribir 11 cosas de sí mismos (de cualquier tema). Qué raro. No sé de qué me suena a mí esto de contar cositas de uno mismo…

2. El que recibe el premio deberá responder las 11 preguntas que le ha enviado quien los ha nominado. Vaaaale.

3. El que recibe el premio deberá crear 11 preguntas más para que las respondan sus nominados. ¿También? Esto me va a llevar mucho curro. No sé yo si estoy tan contenta…

4. Los nominados deberán confirmar que han recibido la nominación. Vale, pues confirmo que la he recibido. ¿Tengo que firmar un albarán o algo? No entiendo muy bien esta norma pero bueno…

5. La nominación no puede repetirse, es decir, los nominados no podrán enviar de vuelta la nominación a quien ya los ha nominado anteriormente. Jo, y yo que quería iniciar un ping-pong de premios.

Venga, al lío. A ver de dónde me saco once cosas sobre mí que no haya contado ya:

1) No lo tengo demostrado genealógicamente pero hay sospechas de que tengo ascendencia indígena.

2) Nunca en mi vida he tenido una caries.

3) Un esguince sí que tuve. Me esguincé la pata derecha subiendo las escaleras de mi casa. Poco después me tuvieron que poner en cabestrillo el dedo gordo de la mano izquierda porque me dolía sin razón aparente.

4) Soy muy casera y suele ser bastante complicado convencerme para salir de casa. Sobre todo en invierno (y si llueve ya ni os cuento).

5) Soy fan de Pearl Jam (¿quién dijo que era imposible ser fan de Pearl Jam y de OBK al mismo tiempo?).

6) De adolescente tuve una obsesión cuasi enfermiza con Edgar Allan Poe.

7) Hablando de adolescencia, nunca tuve acné.

8) Como me dé por interesarme por un tema, leeré todo lo que pille al respecto hasta convertirme en una erudita en la materia.

9) Puedo llegar a agobiarme acumulando tareas sólo por no tener que admitir que no soy capaz de asumir tanto.

10) Mi número preferido es el 8.

11) Adoro los macarrones al horno que cocina mi churri.

Bien, ahora toca responder las once preguntas de rigor:

1- Si pudieras ser otra persona durante 15 minutos, quién serias y para qué?

No quiero ser otra persona. Me encanta ser yo, con todo lo que ello implica. No sé para qué. Supongo que el mundo no sería el mismo sin mí. Je je je.

2-¿Clásica o rompedora?

Pues depende para qué. Suelo llevar una vida muy tranquilita así que se me podría considerar clásica pero, por otra parte, no vivo según los estándares sociales que se supone debería asumir a mi edad así que no sé si en ese sentido me puedo considerar rompedora.

3-¿Cuál es tu prenda favorita?

¿De las que tengo en el armario o así en general? En general diría que los vaqueros. No concibo mi vida sin ellos. En el armario tengo una cazadora de cuero desde los dieciocho años  la que le tengo que cambiar el forro porque está para el arrastre pero el cuero está impecable y la cazadora me queda como un guante, así que no me deshago de ella ni a palos.

4-Una anécdota curiosa.

No sé si curiosa o vergonzosa. Este verano, al salir del metro con una falda de vuelo, me pilló el rebufo del tren y se me subió la falda hasta las orejas. Todo el andén vio mi ropa interior.

5-¿Cuál es tu vocación?

He tenido muchísimas a lo largo de mi vida. No sabría decantarme por una.

6-Un hecho a destacar de tu vida.

Toda mi vida en general. No cambiaría nada.

7-Tu película favorita.

La Naranja Mecánica.

8- Si hubieses vivido en otra epoca...cual sería?

Supongo que el siglo XVIII porque me encantan los trajes. Eso sí, siendo rica, que los pobres lo pasaban muy mal…

9- ¿Lees revistas de moda? ¿Cuáles?

Sí, leo revistas de moda pero no soy especialmente fiel a ninguna. Voy cambiando según me dé.

10- ¿Compras por internet o prefieres tienda física?

Prefiero tienda física. Me da mucho miedo comprar por Internet y, además, me gusta poder tocar lo que compro.

11- El viaje que siempre recordarás.

Los recuerdo todos porque viajar mola mucho pero recuerdo con especial cariño un viaje de trabajo que hice a Chile. En los tres meses que estuve allí me llevé amigos para toda la vida.

Vale, y ahora me toca formular once preguntas.

1) ¿Quiénes somos?

2) ¿De dónde venimos?

3) ¿A dónde vamos?

4) ¿Hay vida después de la muerte?

5) ¿Existe la reencarnación?

6) ¿Volverá a subir el transporte público?

7) Si pudieras inventar un sabor de helado, ¿cuál sería?

8) ¿Qué prohibirías por ley?

9) ¿Te gusta conducir?

10) ¿Qué te gusta más del lugar en el que vives? (puede ser la ciudad, el país o tu casa, al gusto)

11) ¿Te parezco una cabrona por las pregunticas que he formulado? No mientas…

Vaya y Telita lo han pasado a cuatro blogs y yo hago lo propio. A ver cómo contestan…

Yolandica, de Bienvenido a Babia




Ea. Ahí os dejo el encarguito. A ver qué tal. Sé que no me vais a defraudar… ¡¡¡Buen finde!!!

P.S. Mi mami leyó vuestras felicitaciones del día de su cumple y quiere que os traslade por este medio su infinito agradecimiento. Pues trasladado queda. 

jueves, 4 de octubre de 2012

La Conopsis


No, no me he vuelto loca (o, al menos, no me he vuelto más loca). Utilizo este término porque, definitivamente, algunas películas tienen unas sinopsis tan espantosas que no merecen siquiera llamarse así. Son la antítesis de la sinopsis. Son conopsis.

Una conopsis es fácilmente reconocible. Con ella pueden suceder varias cosas:

1) Es tan mala que te va a parecer que la película es una bazofia y tal vez termines perdiéndote una obra maestra (me ha pasado con unas cuantas hasta que ya vi que mucha gente hablaba bien de la película en cuestión).

2) El que la escribió vio sólo los primeros cinco minutos de la película, por lo que te pueden contar que el film va de una pastelera que se pasa el día entre fogones decidiendo cuál puede ser el ingrediente secreto que la lance al estrellato, cuando en realidad la cosa va de espías moldavos.

3) Es tan pretenciosa que, literalmente, te engaña y hace que pienses que si no ves esa película no vas a ser nadie y no vas a poder codearte con los gafa-pasta de tu entorno, si es que eso es de tu interés. La película, en este caso, será un rollo infumable que no ha entendido ni el guionista.

4) Es una conopsis estándar. Esto es: se escribió para una TV movie de sobremesa de domingo. Como son todas iguales, tanto da la conopsis que escribas. ¿Que no? Os pongo un ejemplo. Voy a crear una conopsis de sobremesa ahora mismo:

“Lorraine lo tiene todo. Un marido ejemplar, un hijo precioso y un trabajo envidiable. Su vida da un vuelco cuando conoce a Sarah, su nueva compañera con la que pronto hace buenas migas. Todo parece perfecto hasta que Lorraine se da cuenta de que su nueva amiga guarda un oscuro secreto”.

Cambiando los nombres de los protas (o ni eso, que total nadie se fija) ya tienes conopsis hecha para una docena de TV movies de sobremesa. 

miércoles, 3 de octubre de 2012

Anuncios Pesadillescos XXIII: No, si yo lo limpio pero…


Al final va a tener razón mi amigo Big Blue y voy a tener que establecer una subcategoría dentro de esta sección que se llame, “Tu casa es una mierda. Te he traído esto”.

En esta ocasión, una popular presentadora de televisión (se ve que da más confianza ver una cara conocida que a una Álter Ego cualquiera) anda dando vueltas por un supermercado pidiendo voluntarios para que le muestren en qué estado lamentable se encuentra el baño de sus casas. Una intrépida señora dice que ella misma; se ve que porque no tiene vergüenza ni la ha conocido.

Se dirigen al baño de esta buena mujer y la presentadora entra en el recinto al recibir la cordial invitación del ama de casa, quien le dice: “Pasa, B., hija”, como si la conociera de toda la vida.

La señora nos enseña una mampara de baño y una bañera que no han visto una bayeta ni de lejos en todo su tiempo de existencia, aunque la señora se excusa diciendo que, por mucho que lo limpie, al rato vuelven a aparecer las manchas. Sí. Ya.

La popular presentadora y la señora prueban el producto milagroso que va a acabar de una vez por todas con ese calvario. ¿Agua? No. Un producto de limpieza híper revolucionario que, al mínimo contacto con la roña hace que ésta se bata en retirada (qué expresión curiosa esa de “batirse en retirada” ¿el que se retira se bate? En fin, dejo de divagar).

La señora, al borde del orgasmo ante tanta emoción de ver, por fin, que su mampara es transparente, dice que eso es otra cosa y que así, sí. Vamos, que te puedes tirar una vida sin limpiar el baño de tu casa que con enseñarle el bote de producto milagroso, la mugre se acojona y sale por patas.

Recordemos que la buena mujer nos explicaba que limpiaba la mampara pero al ratito la porquería volvía por donde se había ido. Supongamos que le creemos. ¿Quién nos garantiza que con el producto milagroso el resultado no va a ser el mismo? Porque aquí sólo nos muestran cómo la suciedad se disuelve como atacada por ácido sulfúrico pero no nos vuelven a mostrar la mampara una hora más tarde ¿Y si continúa la pesadilla de esta señora? ¿Y si sigue ahí luchando contra la inmundicia en un bucle infinito de “te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te retengo”?

Temo mucho por la salud mental de esta persona (o por la presencia de entes en su hogar, dulce hogar), si es que dice la verdad.

Si no la dice, temo por las condiciones de salubridad de su casa. 

P.S. Hoy es el cumple de mi mami, que siempre tuvo la mampara como los chorros del oro y de mi tía, cuyas condiciones de higiene también son encomiables ¡¡¡Feliz cumple, "mazre"!!! ¡¡¡Feliz cumple, tía C.!!!

martes, 2 de octubre de 2012

Ustedes Dirán XI: Me los tocó, y bien (sugerido por Inma)


A ver. La petición de hoy se las trae. Inma, de “Inma y sumundo” me ha mandado un correo sugiriéndome que hablase de alguien que me hubiese tocado mucho las narices en esta vida (ella no se refirió precisamente a las narices sino a otra parte de la anatomía humana que yo ni siquiera tengo pero ya sabéis cómo soy yo…).

Es un tema complejo porque no soy lo que en mi tierra adoptiva se conoce como “calderita de lata”. Esto es, que no es fácil hacerme entrar en ebullición. Suelo ser de naturaleza más bien tranquila y tengo mucha paciencia con la gente, así que no suelo considerar que me estén tocando las narices.

No obstante, sí recuerdo una persona de hace muchos, muchos años, allá en Montevideo, que considero que no se portó conmigo como se debía haber portado.

Yo era una pipiola. Debía tener unos quince o dieciséis años y ella entró nueva a mi instituto. Nos empezamos a llevar bien y forjamos una amistad de esas que sólo se tienen en la adolescencia. Esas amistades que van a resistir todas las tempestades del mundo, indestructibles, ignífugas, a prueba de cualquier catástrofe natural que pueda llegar a acontecer.

La cosa iba muy bien, o al menos así lo veía yo. Pasábamos casi todas las tardes juntas en su casa, veíamos el culebrón adolescente de turno estableciendo el conveniente debate posterior y yo la acompañaba al dentista, la acompañaba a hacer sus recados, le hacía los trabajos de dibujo técnico (dibujo fatal pero el dibujo técnico se me daba bien, cosa rara) y hacía por mi princesita lo que se terciara.

El problema es que la cosa no era recíproca. Todo eran buenas palabras y cariño infinito pero, al menor favor que le pedía yo, salía con mil excusas para no hacerlo. Como ya he dicho, tengo mucha paciencia y no le daba demasiada importancia pero, gota a gota, el vaso se fue llenando y nos fuimos distanciando un poco aunque yo (y remarco el YO) seguía considerándola mi amiga.

Con el tiempo, los caminos de la vida nos llevaron a institutos diferentes y fuimos perdiendo el contacto. Tenía noticias de ella por una amiga en común, S., a la que estoy deseando ver cuando vaya en diciembre y que el otro día me dio la feliz noticia de que está embarazada. El caso es que esta muchacha (que no amiga, como ahora podréis comprobar), se mudó y mi amiga S. me dio su número de teléfono nuevo, por si quería llamarla. A todo esto, teníamos otro amigo en común, G., que, cuando le conté que la muchacha “no amiga” se había mudado me pidió su número para ver qué tal le iba la vida. No sé que problema tendría la muchacha “no amiga” con G. porque el caso es que, cuando él la llamó, ipso facto se puso en contacto con mi amiga S. poniéndola a caer de un burro por haberme dado su número y diciendo que ella no me consideraba su amiga y nunca me había considerado así… ¿Mande? Sé que S. no me mintió al contármelo. S. es tan buena que es incapaz de mentir, así que me quedé a cuadros…

De más está decir que ahí corté toda posible relación y nunca más intenté ponerme en contacto con la “no amiga” (con S. también se distanciaron por algo parecido) pero hete aquí que hace un par de años se abrió una cuenta de Facebook y me localizó. Como tampoco soy tan rencorosa y de esto ya habían pasado como quince años, la acepté. Me tuvo en el chat como una hora diciéndome que me echaba mucho de menos y que a ver si algún día iba a Uruguay y podíamos reencontrarnos. Me contó mil tragedias. La vida no le estaba yendo demasiado bien y, por supuesto, no me alegro por ello pero no me parece nada bien que pases de mí durante años, que hayas dicho cosas tan feas de mí y, de repente, cuando te ves sola, me uses de paño de lágrimas. Luego me enteré que había llamado a S. por teléfono y la había tenido al teléfono como dos horas también con la misma cantinela.

Al par de días vi que había alguien con una identidad falsa en Facebook haciéndose pasar por mí y agregando a mis amigos (no voy a aseverar que haya sido cosa de ella pero la cercanía temporal de los acontecimientos no pueden hacerme más que sospechar). Conseguí dar de baja la identidad falsa, no porque yo sea una gran hacker sino porque la forma en que se dio de alta la identidad fue bastante torpona, y “no amiga” también desapareció de Facebook. Volvió al par de meses, lanzándome una nueva solicitud que, por supuesto, rechacé.

Así que ya veis, por mucha paciencia que una tenga siempre hay alguien capaz de tocarnos mucho, pero mucho, mucho, hasta partes del cuerpo que no tenemos.

P.S. Si todavía no has mandado tu propuesta para esta sección, ya la estás mandando. 

lunes, 1 de octubre de 2012

Crónicas Felinas XIV: Ya llegó, ya está aquí


Meowww a todos!!!

Varias son las cosas que han vuelto.

Ha vuelto el otoño, lo cual me llena de algarabía porque ya no ando rebozándome por los suelos intentando sofocar el calor de mil y una formas distintas. Forlán y yo ya corremos por la casa y nos sentimos liberados. Perdemos menos pelo y estamos empezando a echar el pelaje de invierno. Apuesto a que los humanos envidiáis esto infinitamente. ¿O me negaréis que preferiríais hacer el cambio de estación en automático, como nosotros, antes que estar haciendo trasvase de armarios para sustituir la ropa de verano por la de invierno? No sé vosotros pero, a juzgar por la bruja que anda poniendo todas las excusas del mundo para no abocarse a la titánica tarea, apostaría mi zarpa izquierda a que ahora mismo morís de celos.

Pero no es esto lo único que ha regresado. Aunque no se le echaba de menos, y contra todo pronóstico, ha vuelto mi hongo cutáneo. En verano, con esto de que pierdo pelo y me ando rascando constantemente, me suele aparecer algún honguito en la piel. La bruja, como es una asquerosa, anda siempre pendiente, iodo en mano, esperando a ver si aparece.

Sin embargo, este verano el honguito brilló por su ausencia. Ya pensaba yo que me iba a librar de él cuando el otro día la bruja y el consorte detectaron que tenía una costrita en el cuello. Pensaron que era fruto de que soy bastante brutito rascándome (porque soy un machote y paso de delicadezas) pero el caso es que ahora ven que parece que me está faltando pelo donde tengo la costrita y se estaba abultando un poco.

Dicen que tienen alguna duda de si será realmente el honguito, que ha llegado este año con retraso pero, ante la duda, ahí andan untándome el blanco e inmaculado pechito con iodo rebajado en agua y salpicándome con algo que creo que llaman “clotrimazol”. No os creáis que acepto de buena gana este trato vejatorio. En cuanto veo el bote amarillo voy corriendo a agazaparme en el primer rincón que encuentro porque me dejan el pelo pringoso y a mí, que soy muy limpito, eso no me gusta nada.

Pero siempre me pillan. Tienen una habilidad los muy perros que no os imagináis. Sí, es cierto que, de haber honguito, en un par de días me habré visto libre de él pero es que me desespera el ungimiento con iodo y el posterior salpicón de clotrimazol así que pienso elevar mis quejas hasta el infinito y más allá.

Prrrrrr.