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lunes, 5 de marzo de 2012

Aferrándome a las viejas costumbres


Debo parecer una antigua pero me resisto a dar el salto al e-book. 

Cierto es que les veo muchas ventajas como que pesan menos, son más ecológicos y se puede tener doscientos libros ocupando el espacio que ocuparía un cuaderno pero yo estoy segura de que, si transigiera, ya no sería lo mismo.

Me gusta la sensación reconfortante que da sentir el peso de un libro entre las manos. Sentir el olor a libro nuevo (si es olor a libro viejo ya, directamente, entro en éxtasis), escuchar el ruidito de las páginas al pasarse… Es decir, que al leer un libro “de los de verdad”, intervienen prácticamente los cinco sentidos (el gusto no, de momento no me ha dado por chuparlos, aunque seguramente de pequeña también lo habré hecho) pero con un e-book sólo utilizas la vista. Leer un e-book no mantendría ocupados al resto de mis sentidos y seguramente un día se sentirían celosos y poco estimulados y se rebelarían diciéndome “Tenemos que hablar. Hace un tiempo que te notamos distante. Sabemos que nos engañas con un e-book”.

Al margen de esto, hay que tener también en cuenta el dilema decorativo que esto supone. La mayoría de la gente apaña una gran superficie del salón con una librería. Y lo monos que quedan ahí todos los libros en fila, como soldaditos… ¿Qué pasaría si, de repente, todos tuviésemos libros electrónicos y dejásemos de comprar libros de papel? ¿Qué mueble vamos a poner en el salón?

Más razones que me tiran para atrás. A la pelu siempre me llevo un libro porque las revistas del corazón me ponen nerviosita perdida. Por suerte, en mi peluquería ya me conocen y, a estas alturas, ni se les ocurre ofrecerme revistas. Si, en una de estas, por fuerza de la costumbre, la chica de recepción (que se llama Sandra pero a quien llamaremos María para mantener su anonimato) me pregunta “¿Quieres una revista?” en seguida mi mirada asesina la saca de su error y rápidamente añade “Ah, no, no, que te has traído tu libro”. Qué maja es María.

Bueno, a lo que iba, que me voy por las ramas. El caso es que, mientras espero a que me suba el tinte (qué expresión tan curiosa esa de que los tintes “suben”, más bien se fijan. Si subiesen se evaporarían) estoy yo sentadita en el lavabo con mi libro. El problema está en que, siempre salpica algo de agua de los lavados de cabeza que tengo a mi alrededor o se escurre alguna gota traicionera de mi propio tinte, dando de lleno en mi libro. Da un poco de rabia tener luego un libro con una mancha roja, o negra, o morada (yo soy muy discretita para los tintes) pero si cae algo húmedo y con componentes químicos sobre un aparato electrónico carísimo, eso ya tiene que ser para infartar. Empezaría yo a rayarme pensando “¿y si a esto ahora le pasa algo? ¿Tendrá arreglo? ¿Veré las letras de colorines?”

En resumen, que me quedo con mis libros de toda la vida. Me destroza la espalda llevarlos en el bolso pero me dan muchas más satisfacciones que un aparatito. Lo mismo que nos pasa cuando nos planteamos cambiar a nuestro churri por un vibrador. 

domingo, 4 de marzo de 2012

Patas arriba

¿Nunca os ha dado por preguntaros por qué no vivimos cabeza abajo? Ah, no, que vosotros sois normales. Yo sí me lo he preguntado y estas son mis conclusiones, que estoy segura que os van a aclarar mucho el panorama y veréis la vida con otra perspectiva a partir de hoy.

¿Qué pasaría si viviésemos cabeza abajo?:

1- Habría que coser los bolsillos al revés. En caso contrario, todo se nos caería y no habría forma de recuperarlo porque caería hacia el cielo.

2- Como consecuencia del punto 1, volar en avión sería un peligro mortal porque los pilotos tendrían que andar esquivando monedas, llaves, sonajeros y mil cosas más. El espacio aéreo estaría aún más contaminado de lo que ya está.

3- Habría que tenerlos muy bien puestos para usar una falda acampanada. O eso, o lencería muy cara que nos apetezca lucir.

4- Llevaríamos siempre los pelos como si nos acabaran de dar un susto o como si nos hubiésemos quedado estancados en la etapa punky de los 80.

5- La sangre se nos bajaría a la cabeza y andaríamos todo el día colorados, como si nos fuera a dar un soponcio o estuviésemos muertos de vergüenza.

6- La ventaja que le veo es que, todo aquello que la gravedad se empeña en hacer que se nos baje, nos subiría y nos sentiríamos super jóvenes y lozanas.

7- Los toboganes serían el nuevo bungee-jumping .

8 – El bungee jumping sería la nueva tirolina.

9 – La tirolina perdería toda la gracia.

10- Caerse supondría precipitarse al vacío.

Nota: Partimos del supuesto de que el campo gravitacional se mantendría como hasta ahora y caminaríamos por el techo o calles puestas al revés simplemente porque estaríamos dotados de ventosas en los pies. Echadle un poco de imaginación, que este no es un blog científico y, si nos ponemos rigurosos, la entrada pierde todo su encanto surrealista. 

sábado, 3 de marzo de 2012

Soy mi mayor fan

En la madrugada del pasado 29 de febrero (adiós, 29 de febrero, te volveremos a ver en cuatro años, como las Olimpiadas) a 1 de marzo (a ti no te digo nada, que te vemos mucho y no tienes nada de especial) casi me da un pasmo.

Resulta que, con esto de los cambios que los amigos de Google hacían en cuanto a política de privacidad y demás historias, encontrábame yo comentando en mis blogs amigos (estos que tengo aquí, a la derechita, en mi blogroll, que no es un tipo de Sushi sino una lista de blogs que leo. Pinchad aleatoriamente, pinchad sin miedo) y, hete aquí, que me empezó aquello a hacer cosas muy raras. Para empezar, no reconocía mi nick como “Mi álter ego”, que es como suelen aparecer mis comentarios, sino como “Álter”, así a secas. Pensé que sería porque, como ya llevo casi dos mesecitos de blog habríamos entrado en confianza con los amigos de Blogger y decidí comenzar a llamarle “Blo”.

Como la cosa me sorprendía, pinché en mi propio nombre (más bien en el diminutivo que tan cariñosamente me habían puesto) y me decía que no se veía mi perfil porque no lo había compartido. Había un enlace para compartirlo y pensé que eran cosas extrañas con lo del cambio ese que hacían, así que pinché en el enlace. Me daba un error muy raro y me decía que entrase en el enlace de solución de problemas al error raro. Entro en el enlace y el enlace no existe. Todo muy bien organizado, sí.

Por si acaso, vuelvo a cargar la página de mi blog y me dice, tan pancho, que el blog se ha eliminado. Ahí ya casi colapso. Vuelvo a cargar lo de publicar el perfil y me pide que inicie sesión. Inicio sesión (yo soy muy mandada) y me pide que ponga mi teléfono para que me manden el código de confirmación porque han notado actividad sospechosa en mi cuenta (sí, lumbreras, la mía intentando comunicarme con vosotros). Les doy mi teléfono, introduzco el código que me mandan y,  maravilla de las maravillas, recupero mi blog (Nota mental: Hacerme un back-up de las entradas como que ya).

Me pongo a mirar y veo que tengo 25 seguidores y digo para mis adentros “Ay, qué ilu, si hace un momento tenía 24. Voy a ver quién es el nuevo”. Miro en la esquina superior izquierda, que es donde suele estar el más nuevito y es Casigata en el zaguán (pasaos a leerla, que es muy maja). Entonces me rayo, porque a Casigata ya la tenía y era mi número 24. Despliego todo y me pongo a buscar. ¿A que no adivináis quién era la número 25? Yo. No he podido borrarme ni quitarme ni nada, así que ahí estoy. Se ve que se tomaron al pie de la letra eso de que soy algo narcisista y decidieron convertirme en fan de mí misma.

Voy a empezar a auto-comentarme en plan “Me troncho conmigo” “Qué genial soy” “Esto me quedó bordado”

De a ratos me haré de troll también, publicando 27 veces la misma tontería, escribiendo en mayúsculas, entrando en polémicas absurdas o discutiendo conmigo misma para dar rienda suelta a mi ciclotimia.

Gracias, “Blo”. Me has dado material para un post enterito. Qué genial soy. Me troncho conmigo. 

viernes, 2 de marzo de 2012

Por fin me cyber-acosan!!!

Creía que no había dejado yo claro el mensaje que aparece debajo del título de mi blog, donde facilito un mail de contacto para sugerencias, comentarios, ventas o cyber-acoso. Hasta ahora todos los mails que había recibido eran o bien amables comentarios de gente tímida que lee pero no comenta o bien aportaciones interesantes como una de Mr. Meeple, recomendándome tiendas de juegos en Madrid.

Pero alguien (probablemente en Nigeria) ha entendido mi solicitud de cyber-acoso y me ha mandado un correo ofreciéndome un negocio de casi veinte millones de dólares. No me extraña que me lo ofrezcan, dada mi vasta experiencia en transacciones de tamaña magnitud. No me daban más detalles. Sólo me contaba que era el gerente de un banco (con cuenta de Yahoo, que ya tiene que ser cutre el banco para no tener ni dominio) y que me ofrecía ese chollo pero que me daría más detalles si le contestaba. A estas alturas ya me han ofrecido negocios, herencias, me ha tocado la lotería en Irlanda y me han elegido para utilizar un dineral en promulgar la palabra de Dios. Soy súper afortunada.

Para quienes no lo sepáis, este tipo de correos se conocen como “Scam”, “Estafa Nigeriana” (porque la mayoría de mails se emiten desde cyber-cafés en dicho país) o ”Estafa 419” (porque este es el número del artículo que castiga este tipo de actividades en Nigeria).

Seguramente alguna vez habréis recibido algún correo similar (aunque tal vez, al considerarlo correo basura, ni siquiera hayáis reparado en él o se os haya filtrado al correo no deseado). Básicamente son correos donde te cuentan alguna historieta increíble de una herencia que por algún motivo no pueden cobrar directamente y quieren hacerte depositario del dinero para poder cobrarlo a través de ti, pagándote una muy suculenta comisión; premios de lotería declarados desiertos que hay que entregar por narices y cosas similares. Si picas y muestras algo de interés, te ofrecen el oro y el moro, te mandan documentos “oficiales” y todo tipo de cosas para que parezca que la cosa va en serio. Cuando, de repente, oh, sorpresa! el negocio (o como se le pueda llamar a eso) se trunca y se necesita que desembolses algo de tu dinero para cualquier tipo de trámite, sello oficial, sobornos, materiales retenidos en aduana o para la operación de cataratas de la abuela del scammer. Cualquier excusa es buena. Nunca te piden una cantidad muy grande para no levantar sospechas. La víctima, que a estas alturas ya tiene las pupilas como las del Tío Gilito (Tío Rico, para quienes leéis desde Sudamérica), piensa que qué importa una cantidad tan ridícula comparada con la millonada que le han prometido. Y manda dinero. Si los scammers ven que has picado y has mandado dinero, continuarán pidiéndote diferentes cantidades hasta que te canses o hasta que te arruinen. Parece mentira pero la codicia de la gente hace que estas estafas, que a simple vista parecen inverosímiles, funcionen. Y muevan mucho, pero mucho dinero.

No siempre es la codicia. A veces es el amor. Últimamente, aparte de los típicos scammers nigerianos se han puesto de moda las scammers rusas. Estas son chicas (o gente con fotos de chicas muy guapas) que se inscriben en páginas de contactos y mandan correos a hombres diciéndoles que se han enamorado de ellos. Tras unos cuantos mails escritos con traductor de Google, donde el amor va creciendo hasta alcanzar límites insospechados, la chica toma la decisión trascendental, contra viento y marea, de viajar a conocer a su amado pero… una vez más el cruel destino se cierne sobre ella y necesita dinero para el pasaporte o para el visado o para comprar ropa o para sacar a su hermano de la cárcel. Tanto da. El mecanismo, a partir de aquí, es el mismo que el anterior.

En respuesta a estas estafas, han surgido, cual paladines de la justicia, los llamados “Scam Baiters”. Es gente que se dedica a “picar” contestando los correos que les mandan y, mayormente, hacer perder el tiempo al estafador. Ponen mil excusas, se hacen los tontos, piden fotos de los estafadores con pescados en la cabeza, se inventan historias rocambolescas… El fin de esto, según dicen, es que, mientras el estafador pierde el tiempo con ellos, no pueden estar timando a otro mientras tanto. No sé si lo conseguirán pero el caso es que algunas historias son buenísimas (hay muchas en la red, podéis buscar si os interesa el tema). Tanto las transcripciones de los mails como la fotos y  las conversaciones telefónicas no tienen desperdicio. Cuenta la leyenda que, en ocasiones, hasta han llegado a sacarles dinero a los estafadores pero hasta ahora no se han localizado pruebas de que esto haya sucedido en realidad.

En resumen, que ya sólo me falta que me vendan algo. Os informaré en cuanto suceda. 

jueves, 1 de marzo de 2012

Mi cuarto premio: El sin nombre




Jesús, de Instantes me ha concedido este premio del que juro que he intentado, sin éxito, localizar el nombre.

Dado que no lo he encontrado, lo bautizaré “Premio Paquete” porque ese sí me lo merezco. Muchas gracias, Jesús, por haber pensado en mí al ver el paquete!!!

Tengo que contestar a sus cinco preguntas y formular otras cinco que pasaré a otros cinco blogs (como siempre, sin compromiso de participación).

Aquí van mis respuestas:

1. ¿Qué sientes cuando ves sonreir a tu hij@/tus niñ@s/tu sobrin@...?

Dado que hay muy pocos niños en mi entorno, es una pregunta algo difícil de responder. Cuando veo sonreír a las niñas de mis amigas, veo que son felices y eso me hace también feliz a mí porque sé que mis amigas serán, a su vez, felices por ver a sus hijas felices. Cuánta felicidad!!!

2. ¿Qué es lo que sueles hacer para relajarte después de un día estresante?

Tumbarme como  un sapo delante de la tele y ver una peli o una serie abrazada a mis gatos mientras me inflo a patatas o cualquier otro producto repleto de grasas saturadas.

3. Tu libro favorito

“La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera.

4. ¿A qué sitio te gustaría viajar?

A Montevideo por amor. A Maldivas porque sería un sueño cumplido.

5. ¿Qué cualidades, según tu criterio, debe tener un profesor/a?

Ante todo, como en cualquier trabajo, que ame su trabajo. Cuando uno hace las cosas con cariño y vocación, lo demás viene rodado.

Plasmo, a continuación, mis cinco preguntitas:

1. ¿Cuál es tu sabor favorito de helado?

2. ¿Cómo te hubiera gustado llamarte?

3. ¿Te gustaría ser famoso/a?

4. ¿Qué harías si te encontrases un maletín lleno de dinero y por qué?

5. ¿Cuál sería tu plan ideal para una noche romántica?

Y mis premiados son:

Nuria, de Nurinotas

Nota: Yo lo bauticé “Premio paquete” para mí. Cada cual que lo bautice como quiera y que nadie se dé por aludida ;)