Hay veces en que me planteo qué pasaría si realmente
existiese la reencarnación. Porque yo soy así, muy de plantearme cosas que no
me llevan a ninguna parte.
Por un lado, me pregunto por qué será que cuando a una
persona le dicen que es la reencarnación de otra, resulta que en su vida
anterior siempre fue Cleopatra o Atila, el Rey de los Hunos (y de los Hotros).
Nunca te dicen “Pues oye, fuiste un pobre hombre que se deslomó a trabajar en
algo que no le gustaba y que pasó por la vida sin pena ni gloria”. No, parece
que sólo se reencarna la gente que ha sido poderosa. Y digo yo que, si tan poderoso
eras en tu vida anterior, a santo de qué te reencarnas en un mindundi. ¿Es para
expiar tus pecados de vanidad y descubrir qué se siente siendo un Don Nadie? Porque
anda que no me fastidiaría haber tenido una vida de lujo y confort o haber sido
seguida por masas enfervorizadas y de repente verme en una oficina pasando el
tiempo entre hojas de cálculo y cafés artificiales fabricados a base de
polvillos de dudosa procedencia.
Y luego está la reencarnación animal. Por un lado, la
perspectiva de reencarnarme en gato casero me pierde. Eso de poder hacer el
vago todo el día, calentita en casa aunque en la calle estén cayendo chuzos de
punta y que me den de comer y me mimoseen para mí es el no va más de la
evolución pero pregunto yo ¿eso se puede elegir o te toca lo que te toca?
Porque, con la suerte que tengo en los juegos de azar ya me veo yo reencarnada
en cucaracha y sintiendo asco de mí misma. ¿Qué méritos hay que hacer en la
vida para ser un gato casero? Porque, si te reencarnas en lo opuesto a lo que
eras, pienso convertirme en un ser hiperactivo y workaholic, que bien vale la pena el esfuerzo si luego voy poder
disfrutar de una larga vida de tener esclavos humanos. Si, por el contrario, te
reencarnas en un ser parecido a lo que fuiste en tu vida humana, pues diría que
voy por buen camino. No hay nada que me guste más que tumbarme en el sofá y
esperar a que me traigan las cosas. Si por mí fuera, hasta que me dieran de
comer en la boca, oye. Pena que no lo consigo nunca y no pasa de ser una mera
ensoñación, porque luego veo las cosas sin hacer, me desespero y termino
haciéndolo yo. Así no hay manera de sumar puntos en el carnet reencarnatorio.
Así que tengo que enterarme como sea de cómo va el asunto
con el tema de las reencarnaciones, no sea cosa que al final sea yo la pardilla
que se quede con el peldaño más bajo de la cadena evolutiva. ¿Existe alguna
asociación que asesore en esta materia? ¿Algún cursillo online para asegurarse
una reencarnación feliz?
Me tiene preocupada el tema.