Comparto hoy con vosotros una inquietud que me ha surgido a
ver si mis recuerdos son reales o si ya me he vuelto loca definitivamente y
creo recordar cosas que nunca existieron; que todo puede ser, y si de pequeña
tenía institutriz imaginaria pues perfectamente podía tener también prendas de
ropa imaginarias.
El otro día hablaba con el churri de cosas de nuestra
infancia. Somos los dos de la misma quinta así que siempre resulta divertido
rememorar nuestros momentos de niñez. Los de adolescencia no, porque yo la pasé
allende los mares y me frustra cuando me hablan de programas de televisión,
anuncios o canciones chorras que no he conocido en mi vida.
Pues bien, en uno de estos momentos remember, me dio por traer a la conversación unas camisetas que yo
tenía (o eso creo, porque ya me han hecho dudar) a los cuatro años, más o
menos. Nací en el 78, así que echad cuentas. Las camisetas de la polémica tenían
el dibujo de una fruta (una fresa, una pera, una naranja… ah, vale, que sabéis
lo que es una fruta; qué cultos sois) con una textura algo rugosa. Al rascar el
dibujo, se notaba un aroma artificial que recordaba vagamente a la fruta en
cuestión. Por lo que recuerdo, tenían el auto-definitorio nombre de “Camisetas
Rasca-Huele”. A lo mejor tampoco se llamaban así y ese es el nombre que les
puso mi madre, muy dada a bautizar toda clase de objetos que se cruzaron en
nuestra vida por azares del destino.
Se llamasen como se llamasen, el caso es que el churri me
miró como si fuera de otro planeta y me informó no sin cierta sorna que en la
vida había tenido nada llamado “Rasca-Huele”. Al final, cuando vio tanta
insistencia por mi parte y cómo le explicaba yo el dibujo de frutitas, terminó
diciendo que de algo le sonaba. Creo que esta respuesta puede obedecer a alguna de estas tres posibilidades:
1) Lo dijo porque es buena persona y no quiso hacerme sentir
mal, el pobre.
2) Le pareció más sensato seguirme la corriente, que con la
gente que desvaría nunca se sabe por dónde te van a salir y es mejor darles la
razón en aras de conservar la integridad física.
3) O tal vez prefiriera directamente creer que esas
camisetas sí existieron antes que contemplar la posibilidad de que no esté yo
en mis cabales y tenga que ingresarme en un centro, con la de gastos que eso
supone. Mientras consiga ocultárselo a la Servicios Sociales, eso que se
ahorra.
Y es por esto por lo que hoy recurro a vosotros, a ver si a
alguien le suena. Ya sé que podría haber hecho esta misma encuesta entre mis
amigos y conocidos pero me daba vergüenza que se rieran de mí en mi cara, así
que he preferido exponerme a quedar como
una chiflada en la red donde, al menos, no os veré reíros a mandíbula batiente.
Son las incongruencias del ser humano.