El de hoy es un anuncio-musical de Broadway. Sale una mujer
de un portal cantando “No me gustan los clichés”. Quedaos con esa frase.
Grabadla a fuego en vuestros cerebros.
La cancioncilla sigue, con una comiéndose un yogur en la
oficina diciendo que no le gusta renunciar, otra en la piscina demostrando su
repulsa a que la juzguen (y luciendo tipazo) y una señora con pinta de
ejecutiva a la que no le gusta no llegar (a tiempo, supongo).
Luego sale otra en el salón de su casa con los niños
liándola parda mientras nos informa que es madre, amiga, currante y amante. A
continuación, vemos a otra con intenciones de comerse el mundo mientras se
observa en el espejo ataviada con sus mejores galas.
Ahí la cosa ya se va desmadrando y sale una dando saltitos
por la calle mientras dice que no se complica y que vive su vida. Otra nos
informa que lo que le importa es sentirse bien, mientras saca un cartón de
leche sin lactosa de la nevera. Otra fémina elige un vestidito en una tienda
instándonos a sentirnos libres y vivir ligeras (en femenino). Sale una más, que
bailotea en la sección de lácteos del súper (confieso que esto lo he hecho yo
también con el hilo musical) y nos dice que demos el paso y cambiemos.
En la segunda estrofa, una chica en una oficina se queja porque
cobra menos y otra, también en su puesto de trabajo y embarazada se niega a
esforzarse el doble para ser igual que “tú”, dice. Supongo que se refiere al
género masculino.
Repiten el estribillo mientras bailan nuevamente en el
pasillo del supermercado, en la oficina, en la cocina, en la calle… Al final ya
salen todas en plan manifestación por mitad de la calle.
Y todo esto para vendernos producto sin lactosa.
Por si no lo habéis notado, en el anuncio no sale un solo
hombre. Ni uno. Se ve que si ellos son alérgicos a la lactosa, que se
fastidien, que para eso nosotras somos mujeres y ya sufrimos demasiado en la
vida.
De verdad, no es que esté en contra del feminismo así, de
plano. Pero ¿alguien me puede explicar qué tiene que ver la intolerancia a la
lactosa con las reivindicaciones laborales femeninas? Es que me parece un burdo
intento por apelar a nuestra dignidad como mujeres y que salgamos como dulces y
mansas borreguitas a comprar yogures y leche como si temiéramos la escasez
mundial.
Pero no les gustan los clichés.
Por eso se ve que la madre-amiga-currante-amante no tiene a
nadie que le eche una mano en casa. Dan por sentado que todo el peso del hogar
recae sobre ella. ¿En qué cabeza cabe que su marido, amante o lo que sea va a
ponerse después a bañar niños o a preparar la cena? Eso no lo hace nadie,
hombre.
Por eso hay que ser una buena profesional y, al tiempo,
estar divina de la muerte.
Ole esas ideas rompedoras.