Marrameowww!!!
Como veis, la bruja me ha vuelto a liar. Al irse de
vacaciones optó por usurparme vilmente mi sección semanal pero, a la vuelta, se
ve que las reglas no son las mismas. Pensaba yo, ingenuo de mí, que ya que
volvía por lo menos tendría la decencia de dar la cara y currarse ella misma un
post de apertura de la nueva temporada pero no, ella es así de perversa. Me ha
mirado fijamente y me ha dicho que ya iba siendo horita de retomar el blog y
que me pusiera a ello. De nada valieron mis alegaciones en cuanto a que lo suyo
sería que la que se encargase de dicha tarea fuera ella misma, que para eso
siempre que habla de este espacio en la red no dice “nuestro blog” sino “mi
blog” y para eso también hay fotos de su gepeto por doquier. Nada, oídos
sordos.
Su excusa ha sido que, el día que volvió de vacaciones (hace
ya más de una semana, para que veáis a qué clase de ser irresponsable nos
enfrentamos), llegó con fiebre y se sentía muy mal y que luego empezó a toser
como un perro con tuberculosis y que luego se le quedó voz de camionero (como
si esto último tuviera algo que ver, digo yo; no me parece a mí que para
teclear sea necesario tener una prístina voz de diva del bel canto). Pues eso,
que ponía carita de cordero degollado y decía “es que yo estoy muy pachucha;
ocúpate tú”.
Como si no tuviera yo mis propias preocupaciones, que me han
tenido dos semanas abandonado en una especie de reformatorio para gatos. Dice
ella que no, que es un hotel felino. Vale, es cierto que me cepillaban y me
cortaban las uñitas y me daban juguetitos y mimitos y de todo pero a mí no me
engaña. Eso era un centro de rehabilitación felina, fijo. Mientras tanto, ella
y el consorte muy felices allende los mares y uno en su particular cárcel
pasando las de Caín para que luego venga a hacerse la víctima argumentando lo
malísima que está. No estaba tan malísima para andar por ahí de pingo y, ya que
estamos, os hago partícipes de la indignante noticia de que no me ha traído ni
un mísero souvenir del otro lado del charco. Tampoco es que pida yo mucho pero,
qué sé yo, un ratoncito con sabor a hot dog o a pollo a la barbacoa. ¿Es mucho
pedir? Pues nada, ni acordarse. Dicen que han estado llamando al
hotel-spa-cárcel en el que yo me alojaba pero ¿cómo puedo comprobar eso? A ver
si se creen que al final del día me dejaban una notita con los mensajes
recibidos; que aquello era como Guantánamo y no me dejaban tener contacto
alguno con el exterior. Como en la casa de Gran Hermano pero sin derecho a
premio final.
Bueno, pues eso, que ya estamos aquí de nuevo. La bruja
relajada y yo, cabreado.
Lo normal, vaya.
Prrrrrr.