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miércoles, 14 de marzo de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXXXIX: ¿Pero esto qué es?


El de hoy es muy corto y no tiene prácticamente imágenes que describir pero me quedé tan estupefacta al verlo que lo apunté ipso facto para traerlo a esta sección porque debía compartirlo. No sé si me parece absurdo, ofensivo o ambas cosas a la vez pero yo aquí os lo dejo y vosotros ya vais opinando.

En pantalla, lo único que vemos es un portátil con la imagen de una tragaperras online. A su lado hay un ovillo de lana con unas agujas de tejer clavadas en ella y las manos de una señora que van dándole al botoncito para que las ruedecillas vayan girando, con la esperanza de obtener una combinación ganadora. Esto es lo único que veremos durante el anuncio, así que el presupuesto no parece haber sido un inconveniente para el rodaje.

Escuchamos la voz de una señora diciendo que, cada vez que gana, le dan ganas de hacer pis y hay veces que no llega a tiempo. Pero, desde que puede jugarse los dineros desde casa, ya no le preocupan las pequeñas pérdidas sino las grandes ganancias.

Os juro que esto es cierto. Tengo el anuncio delante de mí en este momento y lo he visto en la tele, que luego me andáis preguntando que de dónde me saco los anuncios. No me invento nada nunca; esto es real, queridos míos. Ni qué decir tiene lo anonadada que me quedé al escuchar esto. O sea, la señora es una ludópata de manual a la que no le importa hacerse pis encima con tal de seguirle dando al botoncito para jugarse la pensión y nos hacen ver esto como algo deseable. Pues no sé yo si me gustaría andar presumiendo de este tipo de perfil de cliente.

Mención aparte merece el cartelito que vemos debajo donde pone “Juega con responsabilidad”. Pues no será por el ejemplo que están poniendo, que es un claro ejemplo de “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. A lo mejor la responsabilidad radica sólo en ponerse unos pañales para la incontinencia para no manchar la silla y poder seguir jugando y miccionando a gusto.

Repito, no sé si el anuncio me parece ridículo sin más o directamente ofensivo. No es que yo me caracterice por tener la piel especialmente fina. No suelo ofenderme con facilidad y, aunque a veces no lo comparta, defiendo todo tipo de humor pero una cosa son ciertas publicaciones que puedes optar por no ver/oír y otras son las que te meten a traición en la tele cuando no tienes escapatoria.

Creo que el post de hoy me está quedando más serio de lo que pretendía pero es que me quedé tan ojiplática cuando lo vi que ya no sé ni qué opinar. Por un lado me indigna pero por otro me dan ganas de empezar a reírme hoy y no parar hasta mañana.

Optaré por lo segundo, porque motivos para indignarse ya hay suficientes en este mundo y la indignación avejenta mucho.

lunes, 12 de marzo de 2018

Crónicas Felinas CCXLVI: Algo de mí que no sabíais


Marrameowww!!!

Hoy vengo con una confesión. Algo sin precedentes en este blog y que, pese a la vergüenza y el bochorno que me supone, merece ser relatado como parte del anecdotario de este vuestro humilde ídolo ya que considero que, como fans míos que sois, merecéis tener más información y, antes de que la bruja publique una biografía no autorizada y gane dinero a costa de mis desgracias, pues vengo y os lo cuento yo para chafarle los planes porque es bastante tonta pero a veces sorprende. Es mejor adelantarse a los posibles planes que pudiera tener tras una improbable pero posible conexión neuronal.

Como sabéis, la bruja y el consorte me adoptaron en una asociación. Fueron a buscarme a una casa de acogida y me trajeron a este infierno en el que vivo desde hace casi ocho años. Bueno, al principio era un infierno en otro barrio distinto al infierno del barrio en que vivo ahora pero eso sólo me ha servido para darme cuenta de que el infierno tiene sucursales y no seré capaz de escapar de él mientras viva; tal vez acumulé mal karma en una encarnación anterior, porque de otra manera no me explico por qué tuve que venir a parar a las manos de esta loca; se ve que en la asociación en cuestión no investigaban demasiado a los posibles adoptantes.

El día que me adoptaron, me bautizaron con el nombre de Forlán porque la bruja estaba imbuida de espíritu patrio tras el mundial de Sudáfrica.

Hasta aquí, como veis, ninguna novedad, pero la tremenda revelación viene ahora. Cuando ellos me bautizaron como Forlán, en realidad ya venía bautizado desde la asociación, donde habían tenido la feliz idea de llamarme… Carioco.

Sí, señores. Mi nombre original fue Carioco, el cual ostenté durante los primeros cuatro meses de mi vida. Pocas veces le he dado a la bruja la razón en algo pero esta sería una de esas escasas ocasiones. La bruja consideró que Carioco era un nombre espantoso y me lo cambió. No digo yo que Forlán sea la panacea de los nombres porque hubiese sido mejor ponerme algo más acorde a mi personalidad: “P**o amo”, “Dueño del mundo”, “Monarca”, “Líder supremo” o algo así pero, si sólo puede elegir entre esos dos, pues me quedo con el que me eligió la bruja, que al menos hace alusión a una leyenda del deporte y no da la sensación de que me acaban de sacar de una Escola de Samba.

Así que aquí os dejo mi confesión. También es cierto que muchos famosos han tenido que cambiarse el nombre porque el suyo no era demasiado comercial. Tal vez la bruja ya vio en mí el potencial para ganar visitas a mi costa y, cual ambiciosa productora de Hollywood, eligió otro que tuviese más “punch”. Y pasaré a la historia como Forlán. Como Madonna, como Cher, como Yurena.

Tal vez un día haga un quiz con preguntas sobre mí. A ver si detecto quiénes sois los verdaderos fans.

Prrrrrr.

miércoles, 7 de marzo de 2018

Anuncios Pesadillescos CCXXXVIII: La caída más falsa del mundo


Hoy vengo con la sensación de haber ido en busca de carbón y haber encontrado diamantes. Os cuento: estaba yo buceando en las redes en busca de un anuncio que no tengo forma de encontrar (Señores anunciantes: ¿qué os cuesta colgar los anuncios en las redes sociales para facilitarme la labor?) cuando así, de casualidad, encontré otro. Uno que confieso no haber visto nunca en la televisión, así que probablemente vosotros no lo hayáis visto tampoco. Desconozco de qué año es pero el vídeo tiene dos años de antigüedad, así que contad de ahí para atrás.

Recuerdo que cuando éramos pequeños y nos hacíamos una herida, nuestras madres nos echaban un mejunje rojo que nos encantaba lucir porque, a mayor cantidad de mejunje rojo, mayor gravedad revestía la herida. Luego parece que el rojo dejó de estar de moda y nos pasamos al color marrón, gracias a las bondades de la povidona yodada. Pero, de repente, lo que molaba era que aquello fuese transparente (lo cual a los niños no les haría mucha gracia porque no podían lucir cuánta cantidad de producto coloreado había sido necesario).  Bueno, pues de este último va este anuncio que nos sitúa en lo que parece ser una tienda de chuches (no está muy claro pero eso parece). Un grupo de niños baila una coreografía y cantan algo donde juro que lo único que se entiende es la marca comercial. El resto son palabras ininteligibles. Dan saltos y, de repente, la tragedia. Una de ellos se cae de rodillas. Repito: Se cae de rodillas. Acerca la mano al suelo sin tocarlo (repito: sin tocarlo) mientras el resto de niños se quedan estáticos mirando con caras de pavor. A todo esto, el plano se ha abierto y vemos a los supuestos directores del anuncio sentaditos en sus sillas de director (como su propio nombre indica) que observan impasibles el reciente descalabre.

La niña grita “Mamáaaaa” y ella acude presta con el spray transparente este, que rocía sobre una herida enorme en la palma de la mano de su hijita que yo no me explico de dónde ha salido (la herida, quiero decir; la mano sale del brazo y la niña salió de… su casa para ir a rodar el anuncio). Según le rocían eso, la niña pone una carita de ilusión que es para verla y siguen bailoteando. La madre se queda detrás, apoyada en el mostrador, con el bote en la mano por si su hija sufre otro percance y se vuelve a herir con… ¿el aire? Nadie le dice nada a la madre de que debe salir del plano. Será que tienen miedo a que, ante una nueva caída, la niña no obtenga asistencia sanitaria inmediata. Vemos que los directores siguen el ritmillo sentados en sus sillas, moviendo cabeza y pies como si estuvieran ante una obra maestra musical que es imposible escuchar sin bailar.

Y ya. Si alguien llegó a verlo en televisión le agradecería me lo comente porque no conocía esta maravilla.

lunes, 5 de marzo de 2018

Crónicas Felinas CCXLV: El empoderamiento

Marrameowww!!!

La semana pasada la bruja y el consorte fueron a unos conocidos grandes almacenes a comprar cosas que tenían que comprar (no me pidáis más información porque no pude sacar más datos mediante el correspondiente husmeo de bolsas). Aprovechando que estaban allí, decidieron pasar por la sección de mascotas para comprar alguna cosa para nosotros.

Nos compraron unas chuches y unas latitas. A mí no me engañan. Sé perfectamente que no las compran por simple bondad o generosidad sino que les gusta tener cosas a mano para cuando nos hacen alguna trastada, así que me huelo que en cualquier momento se viene visita al veterinario, pastilla o alguna otra porquería.

En fin, a lo que vamos. Compraron unas chuches (para ambos), cuatro bolsitas para mí y una latita para Munchkin. Y os preguntaréis por qué al imberbe sólo le toca una. Pues porque, como es muy “especialito”, no le gustan las latas. Al menos, no las latas que me gustan a mí con sus trocitos de carne y sus verduritas y… mmmmmm. Se me hace agua la boca sólo de pensarlo. Por tanto, decidieron llevar una latita de mousse porque el imberbe nunca las ha probado, a ver si estas sí que le gustan y pueden darle un premio cuando se lo merezca (que es en pocas ocasiones), ya que normalmente le ponen la latita, él chupa la salsa y después maúlla porque quiere pienso, dejando las maravillosas mollitas de carne abandonadas a su suerte.

Y  no os penséis que me trajeron cualquier bolsita, no. Me trajeron bolsitas delicatesen. A saber: Pollo y guarnición de espinacas y perlas de pasta; buey a la primavera; trucha y verduras a la juliana y una cuarta bolsita con pescado blanco a la florentina. Vamos, que voy a comer mejor que los humanos. Casi me dan ganas de que me hagan algo si luego voy a poder degustar estos manjares.

Pues el caso es que el imberbe se ha puesto celoso. Dice que soy un consentido, que cómo se nota que a mí me miman más que a él y no sé cuántas cosas más. No le vale la explicación de que a él después estas cosas no le gustan porque es demasiado clásico. Argumenta que nos tienen que dar lo mismo a los dos y que, si después se deja la bolsita entera en el plato, pues será problema suyo pero que no tienen que andar haciendo distinciones ya desde el primer momento. Que si a él le apetece que los humanos se gasten los cuartos en latitas para que después él sólo se tome la salsa pues que se fastidien y que se gasten los cuartos. Que encima la mousse es más barata y que seguro que lo hacen porque lo consideran un miembro de segunda categoría en el núcleo familiar y que él debe tener los mismos derechos que el resto y que… yo qué sé.

No me hagáis mucho caso pero me da la sensación de que se ha empoderado.

Prrrrrr.

jueves, 1 de marzo de 2018

He leído: “Los libros no se escriben solos”, de Eva Álvarez

Libro de Eva Álvarez: Los libros no se escriben solos.
Pese a que mi querida Eva ha sacado nuevo libro (el tercero ya, menudo carrerón me lleva), yo hoy vengo con la reseña del segundo porque soy más lenta que el caballo del malo. Podéis leer aquí la reseña del primero, por si os la perdisteis.

Como Eva es polifacética, el primer libro era sobre investigación de  un hecho histórico y este es autobiográfico, porque ella es así.

Confieso que muchas veces había oído hablar de la depresión posparto pero jamás de los jamases había escuchado nada acerca de la depresión preparto. Pues esto es, ni más ni menos, lo que le pasó a ella y, tras darse cuenta de que se daba poca o ninguna visibilidad a este tema, decidió remangarse y contarnos su experiencia. Ahí, con un par.

En cuanto al libro, el primer adjetivo que me viene a la cabeza es que es honesto, aunque supongo que lo mínimo que se puede esperar de un relato autobiográfico es que sea honesto, así que añadiré que es un libro valiente. Debe ser difícil desnudarse así ante los lectores para intentar hacernos entender qué se siente en este tipo de situaciones y estoy segura de que muchas mujeres van a agradecer que exista un libro con el que puedan sentirse identificadas. En cuanto a los que, por un motivo u otro, no nos vamos a sentir directamente identificados, al menos nos sirve para comprender el daño que podemos llegar a causar con según qué comentarios, aun cuando en un principio nos parezcan bienintencionados o “que no son para tanto”. Yo me considero una persona bastante prudente en cuanto a lo que comento a embarazadas o mamás pero tengo que decir que, incluso así, desde que leí el libro tengo mucho más cuidado con mis palabras.

Eso sí, tengo que decir (porque tengo que decirlo) que el formato me ha parecido extrañísimo pero al menos queda original en mi estantería y, cuando lo busco, lo encuentro a la primera.

Poco más que añadir, ya que prefiero que lo leáis y saquéis vuestras propias conclusiones.

Podéis adquirirlo pinchando aquí. Yo lo compré en papel porque soy más clásica que un piano de cola pero tenéis también disponible la versión Kindle, si es que sois más modernos que yo (que a poco modernos que seáis, lo seréis más que yo).