Marrameowww!!!
Pese a que hace poco os contaba que estábamos un poco de
capa caída en lo que a ejecución de maldades se refiere, debo deciros con
orgullo que en las últimas semanas de 2016 conseguimos equilibrar la balanza a
nuestro favor, haciendo que el saldo resultase ampliamente favorable en cuanto
a la consecución de nuestros objetivos anuales. No, nos dan comisión ni nada
pero ¿acaso existe mayor satisfacción en este mundo que la de un trabajo bien
hecho? Ante todo, somos unos profesionales y muy perfeccionistas, por lo que no
íbamos a dejar que un simple bache en nuestra carrera delictiva diese por
tierra con el arduo trabajo de todo un año.
De las últimas tres trastadas del año ha habido para todos
los gustos; Munchkin fue el único brazo ejecutor de la primera; la segunda
también fue idea suya pero yo fui colaborador necesario y la tercera fue un
trabajo en equipo en toda regla.
Comenzaremos hoy a relatar la primera y, en consecutivas
semanas, os contaré las otras dos. Está muy de moda esto de las trilogías y,
como buen gato moderno que soy, no quiero que pase el 2017 sin haber publicado
ninguna. Por lo que vamos hoy con la primera parte de la saga.
La primera:
No se
debe morder la mano que te da de comer pero nadie dijo nada de los cabezazos.
He comentado en varias ocasiones que Munchkin es un agonías
en lo que a alimentarse se refiere.
Cualquiera que lo vea pensaría que lo tienen muerto de hambre. Hay que
decir que la bruja, si bien es mala persona en general, nos da de comer
religiosamente tres veces al día pero, si por Munchkin fuera, tendría que estar
poniéndole un plato de comida cada dos horas. Pues bien, tal es su ansia, que
un día estaba la bruja sirviéndole en el platito y, cuando fue a depositarlo en
el suelo, el imberbe le pegó un cabezazo en la mano (enloquecido por el hambre
como estaba en ese momento) que propició que el platito, y todo su contenido de
granitos de pienso, saliera volando por los aires. La bruja tuvo que
arrodillarse en la cocina, como buena esclava que es, a recoger el pienso
desparramado. Suerte para ella que Munchkin, en ese sentido, es muy colaborador
y la ayudó activando el “modo aspiradora”. Esto debido, una vez más, a que el
hambre le puede y no iba a estar él esperando a que le volvieran a poner la
comida en el plato. Si hay que comer del suelo, se come y ya.
Lo que más me ha gustado de esta trastada es la perfecta
combinación de emociones que provocó en la bruja. Sorpresa al ver cómo todo
salía volando. Ira al comprobar que todo el contenido del plato yacía sobre el
suelo de la cocina y, finalmente y para rematar con un toque dramático,
humillación por tener que estar arrodillada en el suelo recogiendo granitos.
Sin duda, fue un golpe (o cabezazo) maestro.
Prrrrrr.