Anuncios Pesadillescos XXXII: ¡¡¡En mi tierra adoptiva también los hay!!!

Como estoy recién llegada, me complace anunciar que en mi terruño también existen los anuncios pesadillescos.

Cabe aclarar que  mi madre no tiene tele porque detesta sentirse idiotizada por dicho aparatejo. Esto ha hecho que viva bastante desconectada del chupete eléctrico y  creo que, de propina, he ganado alguna neurona.

No obstante, mi amigo V. me informó que, ya que me dedico a destripar anuncios en mi humilde blog, no podía pasar por alto esta obra maestra del absurdo.

Se trata del anuncio de una bebida alcohólica muy popular en el paisito. La grappamiel es una mezcla de grappa (una especie de orujo) con agua y miel. Vamos, que es una bebida más bien de invierno, motivo por el que, ya nada más comenzado el anuncio, sorprende que veamos una chica en bikini cabalgando por la playa a lomos de un corcel que, dicho sea de paso, es el que mejor representa su papel en el anuncio.

Pues eso, que la chica cabalga con su melena al viento mientras un surfista sale del agua portando su tabla bajo el brazo. Las olas rompen en las rocas, la chica cabalga, el chico la ve. La chica estaciona el equino junto a las rocas y se sube a las mismas. Se sienta en el acantilado y de un recoveco saca una botella de grappamiel y un vaso… Lo que cualquiera espera encontrarse en las rocas de la playa. Se sirve un culín y se lo bebe mientras contempla la bahía a lo lejos. La expresión en su cara es como de fastidio. No me queda muy claro el motivo de ese careto pero en fin…

El surfista llega también a las rocas y estaciona la tabla (el equino ha desaparecido, seguramente en pos de una mejor oferta de trabajo), sube a las rocas y ve el sol tatuado con la marca de la grappamiel poniéndose a velocidad de vértigo en el horizonte (la bahía también ha desaparecido. Esto deben haberlo rodado en el triángulo de las Bermudas).

De repente, la escena cambia sin venir a cuento y vemos a la chica del bikini, sin caballo y más vestida en una especie de desfile de modelos. Al fondo de la pasarela observamos un cartel que publicita una marca de vodka que no tiene nada que ver con la grappamiel. Esto ya empieza a tomar un cariz demasiado surrealista hasta para el material que solemos manejar en esta sección.

La chica pasea por la pasarela y dirige una mirada cómplice al surfista, que la observa sentadito en una mesa y alza su vaso de grappamiel en honor a la muchacha.

Volvemos a ver a la chica en bikini en la playa, montada en el corcel que ha reaparecido misteriosamente y aquí termina el tormento… Si alguien entiende el argumento, le imploro que me lo explique.

Y no os preocupéis, que no voy a dejar que os perdáis esta perla… Poneos cómodos y a disfutar: