El que os traigo hoy tiene todos los ingredientes para
formar parte de esta sección: Es cutre, ridículo y da vergüenza ajena. Lo digo
así, sin paños calientes para que luego no haya sorpresas y nadie se lleve un
disgusto si luego le da por buscarlo en las redes, que ya voy sintiéndome un
poco responsable de vuestra salud mental y debo avisar de los efectos
secundarios.
La cosa empieza en una cocina, suponemos. Digo “suponemos”
porque en realidad es un plató vacío (y de un verde de lo más desagradable)
donde sólo hay una mesa con un frutero y una taza, un par de sillas y una
lámpara de techo que parecen flotar en el vacío porque son del mismo tono de
verde que el resto del plató. Aparte de este impresionante decorado, también
tenemos a un hombre y una mujer quienes, por suerte, no van vestidos de verde o
veríamos una cabecitas y unas manos en suspensión, lo cual sería (aun si cabe)
más grimoso. Eso sí, cabe destacar que
al hombre le queda grande la ropa. Me da que tenían pensado que el anuncio lo
protagonizase otro que lo superaba en un par de tallas.
Ella revisa unos papeles con cara de preocupación y él
comenta con voz consternada que han llegado los recibos. Ella lo mira esperando
que él sea el héroe que la libre de todo mal y le pregunta qué van a hacer. Él
dirige la vista hacia la cámara con los brazos en jarras y, por la cara que
pone, le falta decir “Oh, y ahora ¿quién podrá defendernos?”.
Pero, en lugar de aparecer el Chapulín Colorado, lo que
aparece es un cartel luminoso con la palabra “Calma” y un tío ataviado con
pantalón negro, zapatos que juraría que son marrones pero que espero que no por
mantener un poco el buen gusto y, atención, una camisa estilo Elvis Presley de
purpurina aguamarina con flecos en las mangas y cuello levantado. Este hombre
tan elegante contonea las caderas y canta una versión de una canción de…
¿Elvis? No. De Sergio Dalma. De verdad, esto de los covers en la publicidad se
les está yendo de las manos.
Canta una oda a un microcrédito rápido de hasta tres mil
euros mientras debajo te ponen las condiciones bien pequeñitas para que no veas,
tan embobado como estás viendo el movimiento de pelvis de este señor, que para
un préstamo de mil euros terminas devolviendo casi dos mil al cabo de 24 meses
gracias a un maravilloso TAE del 79,38% ¿79,38%? ¿Estamos locos? Vamos, que si tenías problemas para pagar los
recibos ahora le vas a sumar un recibo más. Pero esto no te lo cuentan, claro
está. Es mucho mejor pensar que el hombre de las caderas bamboleantes viene a
solucionarnos la vida como si de un hada madrina hortera se tratase.
Pues lo dicho, cutre, ridículo, hortera y, si nos da por
leer la letra pequeña, hasta un poco indignante.
En qué mundo vivimos…