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jueves, 31 de enero de 2013

Memorias de Uruguay V: Yo, india. Yo, aristócrata francesa. Yo, jovencita irresponsable

En el capítulo anterior os informé que el día 6 de diciembre había venido un temporal que nos obligó a recluirnos por la tarde en casa y cruzar los dedos para que al día siguiente la meteorología estuviese de nuestro lado.

Y lo estuvo. Había refrescado algo pero no caía ni gota, por lo que había que aprovechar para disfrutar el día.

Para comenzar la jornada, queríamos ir al Museo Histórico Nacional y el Museo Romántico (están en el mismo edificio). Lo habíamos intentado el día anterior, antes de ir al Museo del Carnaval, pero no habíamos podido porque nos dijeron que ese día lo tenían cerrado porque había no sé qué evento raro.

Este segundo intento también fue infructuoso. (Curiosa palabra en este caso porque el Museo es conocido como casa del General Fructuoso Rivera). El motivo, esta vez, era que había muchos funcionarios de vacaciones y no tenían personal suficiente porque hay crisis. Me imaginé a la gente del Museo del Prado dando esa excusa y me dio la risa. Entre los del Ministerio de Turismo y éstos yo seguía dándome cabezazos contra la burocracia uruguaya. Por si os lo estáis preguntando, no conseguimos ver el Museo Histórico ni un solo día.

Total, que nos fuimos al MAPI (Museo de Arte Precolombino e Indígena), donde hay una amplia muestra… pues de eso mismo. El nombre lo dice todo.

Aquí me veis con la representación de un antepasado

En la segunda planta también había una exposición de fotografía muy interesante, aunque a mí la parte que más me gustó fue la de instrumentos musicales indígenas. Me pareció chulísima.

El Museo en sí está emplazado en una típica casa antigua de la Ciudad Vieja, lo que hace que el interior del mismo sea así de espectacular:



De ahí nos fuimos al Palacio Taranco, que perteneció en los albores de Montevideo a una familia aristocrática y que constituye el Museo de Artes Decorativas.

El semisótano está dedicado a objetos decorativos de la antigua Europa y Asia. A esa parte le echamos un vistazo por encima porque esas cosas las tenemos ya muy vistas, aunque tiene piezas interesantes. No obstante, no resistí la tentación de fotografiarme junto a mi bandera adoptiva:



La parte que a mí siempre me ha gustado más, desde pequeña, son la planta baja y la primera planta, donde nos muestran la “casita” de estos señores:

El salón de baile. No, no bailé.

Tengo las manos así porque se supone que soy Sissi Emperatriz apoyándome en el miriñaque. Echadle un poco de imaginación…


Una salita.

El balcón.

Por la tarde me esperaban más reencuentros. Esta vez, con mis compañeras de piso de cuando yo tenía veinte años. Anda que no ha llovido. A pesar de que ya todas son madres, conseguimos cuadrar agendas para quedar todas en la casa de una de ellas. Volví a disfrutar del mate cebado por K., nos contamos nuestras vidas, nos reímos, hablaron de sus hijos (yo hablé de mis gatos) y tuve que dar la eterna explicación de qué hago yo que no me decido a ser madre de una vez, que se me pasa el arroz y que bla bla bla. Pero bueno, una vez hechas las aclaraciones pertinentes, me lo pasé muy bien y fue muy divertido volver a experimentar esa sensación de estar las cuatro sentadas en un salón tomando mate y riéndonos. M. decía que echaba eso de menos. Yo le dije que no se puede tener veinte años toda la vida, que la gente crece y cada cual hace su vida. No se puede pretender vivir como jovenzuelas alocadas toda la vida, ¿no?

En fin, fue un encuentro muy bonito y estaban todas muy guapas. Somos como el vino. Mejoramos con los años. 

miércoles, 30 de enero de 2013

Anuncios Pesadillescos XXXVI: De dolores, picores y otros horrores


Hoy tenemos anuncio futbolístico. Bueno, creo. No he visto nunca que algo así suceda en un partido de fútbol pero como no soy lo que puede considerarse normalmente una forofa pues a lo mejor es que no me he enterado.

Nuestro Iker Casillas aparece tirado en el campo agarrándose la cabeza y retorciéndose de dolor. Tiene una cara de sufrimiento que dan ganas de ir a hacerle un mimito y prepararle un caldito de pollo. Se revuelca por el césped en un padecimiento agudo. El comentarista deportivo, que es muy listo y se ha percatado de la situación dice “Atención a Iker. Parece que le pasa algo en la cabeza. Qué mala pinta, parece grave”. Ahí, dándole dramatismo a la situación, que eso siempre sube puntos de rating.

Se acerca un hombre de estos que siempre van cuando se lesiona un jugador (no sé cómo se llaman. Soy toda una experta en el balompié, como podéis comprobar) pero no le da agüita, ni le hace un masaje ni le echa un spray de esos que primero te dan frío, frío, frío y después calor, calor, calor… No. Nada de eso. Saca un bote de shampoo anticaspa del bolso y se dispone a lavarle la cabeza delante de todos los espectadores.

Ah, que no era dolor, era picor. Pues no le he visto rascarse en ningún momento. Cómo se nota que los futbolistas están acostumbrados a fingir dolores pero lo de los picores no lo llevan tan bien; tendrán que trabajar el personaje.

A todo esto, yo me pregunto, si a pesar de que la interpretación no nos daba muchas pistas sobre qué era lo que le pasaba en la cabeza y aun así han sido capaces de discernir que lo que tenía era picor en el cuero cabelludo ¿qué es lo que les hace llegar a la conclusión de que el picor es producido por la caspa?

¿No puede ser que le haya picado algún bichito?

Me refiero a alguna arañita que anduviese por el césped, hombre. No me miréis así. 

martes, 29 de enero de 2013

Ustedes Dirán XXIV: La Terminal (sugerido por Amagic Mother)

Amagic Mother, muy formalita ella, me mandó un mail preguntándome que propuestas se me ocurren para eliminar o, al menos, intentar suavizar todos los trámites que hay que hacer para poder montar a un avión.

La idea me ha gustado, entre otras cosas, porque me suena un poco a secuela de este post que escribí allá por marzo del pasado año (y con el que me lo pasé muy bien, por cierto).

Pues bien, ¿qué haría Álter para facilitaros la vida en los aeropuertos?

Propuesta de mejora número 1: Facturación del equipaje.

¿No os da mucho dolor de corazón depositar vuestra maletita tan mona en esa cinta transportadora y ver cómo se aleja dando tumbos, perdiéndose en un maremágnum de cintas que la llevan vete a saber dónde, dando más tumbos para terminar cayendo en un carrito donde un operario la llevará dando más tumbos y la lanzará cual jabalina a la bodega de un avión que vete a saber si es el tuyo?

Terminemos con el estrés (el humano y el producido por desgaste de los materiales). Yo eliminaría directamente el mostrador de Facturación y dejaría solamente a una persona en el acceso a la pista. El trámite sería tal que así:

- Buenos días. Voy a Singapur. ¿Cuál es mi avión?

- Ése.

- Vale.

Y ya está. Tú te vas con tu maletita y la depositas en la bodega tomando especial precaución en no golpearla con nada y no colocarle un par de esquís encima. También es ganancia para el aeropuerto y/o la compañía aérea. Si el equipaje termina en Puerto Rico, la culpa es tuya por torpón, así que se ahorran la indemnización.

Propuesta de mejora número 2: El control de seguridad.

¿Para qué tanto escáner, tanta cajita donde depositar tus enseres y tanta gaita? Nos revisamos entre nosotros y listo (me pido al tío bueno, que os veo venir).

- A ver, tío bueno, que tienes pinta de sospechoso, ven aquí que te cacheo.

Diez minutos después (que una se toma muy en serio el tema de la seguridad):

- Muy bien, parece que no llevas nada peligroso. A ver qué llevas en el equipaje de mano. Bien, a simple vista no hay nada que atente contra la seguridad del avión aunque voy a confiscar este reloj de oro, que nunca se sabe si puede ser una bomba. Toma mi número. Cuando lleguemos a destino me llamas y quedamos para que te haga entrega del mismo.

Y él respondería:

- Y tú, ¿qué llevas en los zapatos? Que los tacones los carga el diablo. Trae acá. Vale, parece que no llevas nada, te los puedes poner.

-Pónmelos tú, Príncipe Azul.

El control de pasaportes se lo dejamos a los de siempre, que el papeleo es muy aburrido.

P.S. Si queréis participar en esta insigne sección, ya sabéis lo que tenéis que hacer…

lunes, 28 de enero de 2013

Crónicas Felinas XXVII: Magnetismo Felino


Marrameowww!!!

Los que compartís vuestra vida con gatos, lo sabréis. Para los que no, os informo que los gatos desarrollamos hobbies. Eso sí, somos inconstantes. Nos da una temporada con algo y un buen día ese algo pierde el interés y nos vamos a por uno nuevo.

Mi último hobby son los imanes de la nevera. He desarrollado una especial afición a subirme encima de la nevera y tirar los que están más altos, subirme a la encimera y tirar los que están un poco más bajos y así. Algunos aún no los pillo pero me dedico a pensar estrategias, que eso también hace mucho.

La primera víctima fue una ovejita que trajo la bruja de Montevideo. Planeé minuciosamente mi crimen. Una mañana, en cuanto el consorte salió por la puerta a trabajar, aprovechando que la bruja dormía, me abalancé sobre la incauta muestra de ganado lanar, que fue a dar al suelo. Eso sí, tuve un fallo estratégico. En mi ataque arrastré como víctima colateral un alce traído de Canadá que hizo más ruido al caer. Esto provocó que la bruja se levantase cual resorte de la cama y viniese por el pasillo gritando qué burrada había hecho ahora.

Cuando contempló mi obra, se quedó helada. La oveja había perdido una oreja en su caída. Tuve suerte de que como estaba muerta de sueño no tuvo fuerzas para montar la de San Quintín, por lo que optó por recoger oveja, oreja y alce y llevárselos a buen recaudo, diciendo que ya vería cómo devolver el pabellón auricular nuevamente a su sitio.

Según se dio la vuelta, no pude resistir la tentación de lanzarme sobre una brujita que me recordaba cosa mala a la bruja mayor. De la leche que se metió, se le desprendió  hasta el imán. La bruja (la no magnética, quiero decir) resopló, recogió a su prima del suelo y la guardó en el mismo sitio que el alce y la ovejita. No quiero imaginarme la que se habrá  montado ahí.

El caso es que, de a poco, han ido desapareciendo más imanes de la nevera. Cada vez está más diáfana y yo continúo luchando contra los que permanecen invictos.

Tal vez un día de estos me aburra pero de momento me hace gracia verlos rescatar imanes del suelo.

Prrrrrr.

P.S. Por cierto, la bruja es muy torpe y no sería capaz de dar tres puntadas sin coserse un dedo pero, si os interesa un curso de corte y confección a distancia por un eurito la clase, aquí tenéis toda la información. Animaos, que Cintia es muy maja y cose como los ángeles. 

viernes, 25 de enero de 2013

Quincuagésimo cuarto premio: Fúndete conmigo



El pasado 5 de noviembre, nuestra amiga Amagic Mother, optó por agasajarme con este premio que bien podría ser el slogan de una chocolatería o de una industria metalúrgica. Muchas gracias, Amagic!!!

Veamos de qué va esto:

1) Indicar de qué blog partió el premio: A mí me llega de la mano de Amagic. De qué blog partió, así históricamente, pues no lo sé. No llego a tanto. Ustedes sabrán disculpar.

2) Los blogs que recojan el premio y quieran ser unidos a "BLOGS FUNDIDOS" deben pasar por el blog de origen (http://podemos-juntos.blogspot.com.es/) para ser apuntados en la lista de amigos fundidos, para ello tendrán que hacerse seguidores y dejar un comentario con la dirección de su blog: Vale, pues supongo que históricamente el premio surgió de ese blog. Me pasaré a conocerlos.

3) Se contestarán las preguntas que componen la palabra FÚNDETE

Las preguntas que me plantea Amagic son:

Formarías una asociación... ¿de qué?: Si tuviera tiempo, dinero (y no fuese una vaga integral, que eso también hace) me gustaría trabajar con animales.

Untas mermelada ¿de qué sabor?: Me gustan casi todas pero creo que mi preferida es de frutos del bosque.

¿Notas cuando a alguien le caes mal?: Síiii. Cuando eso sucede, suele ser mutuo, así que tampoco me preocupa demasiado…

¿Donarías algo de tu cuerpo?: Depende ¿en vida o después de muerta? Si es en vida y puedo continuar viviendo sin aquello que dono, pues sí. Si es después de muerta, pues todo ¿para qué lo quiero ya?

¿Estás segura de querer contestar a la siguiente pregunta? Pues no.

¿Tenías cuántos años cuando perdiste la virginidad? Decía Amagic que esta se podía borrar si no querías contestarla. No la borro porque la palabra “Fúndete” se nos queda trunca pero no la contesto, que esto lo lee mi mami…

Estás en el ascensor con tu vecino, ¿de qué habláis?: Más bien de nada. Me enferman las conversaciones de besugo.

4) Al pasar el premio a otro blog, se crearan unas nuevas preguntas con la palabra FÚNDETE.

Vale, pues se lo voy a pasar a… “Por fin, yo misma” que anda muy vaga para escribir, así le damos un empujoncito.

Y mis preguntas con la palabra FÚNDETE son:

¿Fabricaste (o intentaste fabricar) algo alguna vez?

Una canción que no te canses de escuchar…

Nadie lo sabe pero…

Dime algo que te ponga de mal humor

¿Eres más de tacones o de playeras?

Tu juguete preferido en la infancia era…

¿En qué año dirías que se va a terminar el mundo? (Es que desde la decepción de los mayas ando como sin rumbo…)

¡¡¡Buen finde y a ser felices!!!

jueves, 24 de enero de 2013

Memorias de Uruguay IV: De museos, más reencuentros y temporales


Como recordaréis por el capítulo anterior, mi amiga S., muy sabiamente, me había recomendado adelantar nuestra cena porque se venía una tormenta de esas que hacen historia. Eso fue el día 3 de diciembre.

El día 4 no llovió, aunque se cernían unas nubes sospechosas sobre la cabeza de nuestro prócer José Gervasio Artigas, como comprobamos aquí:




El día 5 tampoco llovió. La prueba es que, en esta foto donde estoy en la entrada de la casa de Gobierno (en la parte del museo no dejan sacar fotos), luzco los deditos de mis pies. Jamás saldría en sandalias con lluvia. Me da mucho asco ir ensuciándome mis delicados piececillos.



Para el día 6 había hecho planes con mi amigo V. para comer ese día en el mercado del puerto.

Decidimos primero aprovechar la mañana y fuimos al museo del Gaucho y la Moneda. (Más bien sólo del Gaucho, porque la parte de la moneda la estaban reformando). No obstante, como nunca hemos sido muy aficionados a la numismática, este hecho no nos causó demasiado trastorno.

Más allá de las cosas interesantes que tiene el museo, la casa en sí vale la pena ser visitada, ya que fue construida hacia 1896 y luce así de bonita:



En el museo pueden observarse toda clase de objetos ligados al gaucho y la vida en el campo.

El mate que estoy medio tapando con el lado derecho de mi cara me llamó especialmente la atención. Era casi igual al de mi abuelo

El campo estuvo muy ligado a las revoluciones sociales y políticas del país, por lo que aquí observamos antiguas divisas de los partidos Blanco y Colorado que, según nos contaron en una visita al Palacio Legislativo que ya relataré, son los partidos políticos vigentes más antiguos del mundo. (En la foto no se aprecia muy bien pero la leyenda de la divisa blanca de abajo reza “Salvajes, aquí vengo”. Me mató esa frase).



Decidimos ir poniendo rumbo a la Ciudad Vieja para visitar algún otro museo y ya estar cerca del Mercado del Puerto para la comida. Al pasar por el prócer, las nubes eran estas:



Bastante más preocupantes que las de hacía dos días, como podréis observar. Empezaba a chispear, por lo que optamos por darnos prisita. Para cuando llegamos al Museo del Carnaval, que está en el mismo puerto, ya llovía como si tirasen agua con cubos (y a mala leche).

El Museo del Carnaval es relativamente reciente. Fue galardonado con el premio Reina Sofía de conservación y restauración del patrimonio cultural en la categoría de patrimonio inmaterial  y en él se muestran elementos, trajes y curiosidades acerca del carnaval uruguayo, que es el más largo del mundo. Les gusta más la fiesta que a un tonto un lápiz rojo.



Salimos del museo y seguía lloviendo. Como si no hubiese un mañana. Menos mal que el Mercado del Puerto nos pillaba a dos minutos, que bastaron para mojarnos bastante.

Yo frente a los manjares cárnicos

Por fin llegó mi amigo V., a quien tampoco había vuelto a ver desde hacía tantos años. Comimos un rico asado, tomamos una botellita de vino. Hablamos, reímos, recordamos viejos tiempos de cuando hacíamos radio pirata (yo es que he hecho de todo en esta vida) y, tres horas más tarde, decidimos que ya era hora de volver cada uno a su casa.

Adivinad qué sucedía fuera. Pues que llovía. Llovía. Llovía. Llegamos a casa ensopados.

Por la noche seguía lloviendo:

Esas cositas blancas no son espectros. Son gotas de lluvia.


Para cenar pedimos unas empanadas que tardaron cinco años en llegar pero estaban buenas (o nos lo pareció por el hambre que habíamos acumulado durante la espera) y a dormir, con la esperanza de que al día siguiente hiciera bueno. 

miércoles, 23 de enero de 2013

Anuncios Pesadillescos XXXV: Ya ni en los tomates se puede confiar

¿Recordáis aquella canción de Alaska y los Pegamoides que hablaba de terror en el hipermercado y horror en el ultramarinos? Esa misma sensación experimentaría yo si tuviese que enfrentarme a los fenómenos paranormales que acontecen en la verdulería a la que va esta señora.

Ella anda tan tranquila paseándose entre los pimientos cuando de repente un tomate con boca pero sin ojos le chista desde una estantería y comienza a cantarle una cancioncilla pregonando las bondades de su especie. A la cantinela se unen otros cuatro tomates conformando así un quinteto vocal que ya lo quisieran para sí muchos programas de talento.

Alaban lo intensísimos en sabor que son, lo dulces, lo naturales. El vocalista principal le pide a la señora que los elija, que le van a gustar.

¿Qué hace ella? ¿Sale huyendo despavorida? ¿Recoge pruebas gráficas para enviarlas a Cuarto Milenio? ¿Le pone una demanda al verdulero por traer productos tan verdes que hasta cantan? No. Se pone a bailotear meneando seductoramente los hombros y haciéndoles caritas a los tomates.  Todo de lo más habitual en una verdulería.

El caso es que coge el paquete de tomates y se lo lleva con cara de satisfacción a su casa, sin ningún tipo de cargo de conciencia por estar alimentando a su familia con tomates endemoniados. Su marido y su hija se miran entre sí con actitud embelesada, absolutamente desconocedores de lo que puede llegar a suceder una vez ingeridos los tomates cantarines.

No sé a vosotros, pero a mí el argumento me daría para escribir el guión de una película de terror de Serie B. Si la cosa va bien, hasta se puede hacer una secuela con rabanitos. También se podría escribir un spin-off. Un inquietante drama sobre lo deprimidos que se sienten los tomates de otras clases, sin dotes para el canto, que quieren triunfar en el mundo del espectáculo pero se ven opacados por el talento de los protagonistas de la primera película. Se sentirán tan mal que terminarán dándose a la mala vida, esnifando sal e inyectándose vinagre de Módena. Se me están ocurriendo un par de directores que hasta podrían estar interesados en esto. Voy a escribirles y ya os cuento. 

P.S. Así con la tontería, hemos alcanzado los 100 seguidores, cifra mágica donde las haya. Estoy que no quepo en mí de gozo. Muchas gracias a todos. No esperaba yo que fuera a haber cien personas interesadas en mis paridas. Por si os lo estáis preguntando, interesadillos y codiciosos seres, sí habrá sorteo. Dejadme unos días para que piense qué sortear, que pensé que todavía iba a tardar cerca de una semana más en llegar a los cien y me lo estaba tomando con mucha calma... Haberlo, lo habrá, pero tenedme un poco de paciencia. ¡¡¡Besotes!!!

martes, 22 de enero de 2013

Ustedes Dirán XXIII: Un churro de instrucciones (sugerido por Mandarica)


¿No conocéis a Mandarica? Para mí ha sido un descubrimiento relativamente reciente y he de confesar que me tiene embelesada así que fiaros de mi palabra e id a conocerla pinchando  aquí.

El caso es que, como ella está un poco mal de lo suyo, decidió sumarse a este destripamiento masivo que hemos hecho sobre manuales de instrucciones y no se le ocurrió mejor cosa que sugerirme las instrucciones de una churrera. Ahí, algo facilito de encontrar. Luego de dar unas cuantas vueltas infructuosas por la red, topé con estas:

Características de la Churrera.

Recipiente desmontable 100%: Como un mueble del Ikea pero en churrera. Nunca he sido muy aficionada al Lego (ni a los muebles del Ikea, por el mismo motivo). A mí que las cosas me las den de una pieza, que luego sudo la gota gorda para montarlas otra vez.

Exclusiva boca de salida curva de 50mm: Menos mal que el adjetivo “exclusiva” lo colocan al principio de la descripción. Supongo que harán referencia a que esa boca la tiene ésta churrera y sólo esta. Si la frase estuviese estructurada tal que así “Boca curva de 50 mm de salida exclusiva” ya andaríamos pensando que más de uno le ha intentado dar a la churrera un uso demasiado personalizado. Sabéis construir bien las frases, señores fabricantes de churreras. Punto positivo.

Mayor rendimiento con menor esfuerzo: Ideal para el público español.

Pistón con retén siliconado y válvula superior de escape lo cual minimiza el paso de aire al embutido. Manija con mariposa de ajuste: Lo del embutido tiene su lógica. Es que también es embutidora, además de churrera. Tanto no se les va la pinza. Tiene una válvula superior de escape, como los ferrocarriles antiguos, esto mola. Lo de la mariposa me ha hecho ponerme de un ñoño…

Provista con cuatro medidas de embudo de Plástico y estrella de Acero Inoxidable para la producción de churros: Hala, qué de posibilidades churreriles… Podemos estar comiendo churros de todas las formas y tamaños sin cansarnos. Siempre van a saber a churro pero el cambio de formita le da un je ne sais quoi… Ojo, que tiene una estrella de acero. Como las estrellas ninja. Si alguien te dice que no le gustan tus churros la puedes usar como arma arrojadiza.

INSTRUCCIONES DE USO:

Limpie bien toda la máquina y accesorios de acuerdo a las instrucciones más adelante detalladas: Pues para eso ya contádmelo ahora. ¿Queréis mantener la tensión hasta el final? Estos señores han sido poseídos por el espíritu de Agatha Christie…

Apoye la máquina sobre una superficie, nivelada y firme y en lugares con condiciones de temperatura y humedad normales: O sea, que nada de poner la churrera en el tejado a dos aguas, ni en una escalera, ni en el Himalaya. Queda también descartado hacer churros en el polo norte o en el medio de la jungla.

IMPORTANTE: No desmonte el conjunto de la estructura y la base: ¿No era desmontable? Lo hacéis desmontable y luego no nos dejáis desmontarlo. Sois unos sádicos.

Si desea fijar la embutidora a una superficie de trabajo retire las patas de goma de la parte inferior y utilice esos agujeros para colocar los tornillos con tuerca necesarios (no provistos): Pues barata, lo que se dice barata, no es. Ya podríais regalar los tornillos, ratillas…

Procedimiento:

1 Coloque y ajuste la manija. Coloque el embudo: Manija ajustada, embudo colocado, Capitán.

2 Levante el pistón girando la manija en sentido anti horario: Uy uy uy, ya estamos con actitudes reaccionarias. Pues nada, yo la giraré en sentido horario. Odio vivir en el pasado.

4 Destrabe y vuelque levemente el tacho: Tacho destrabado y volcado, aunque no me indican exactamente el ángulo de inclinación que debe tener. “Levemente” es muy subjetivo. Por cierto ¿no os habéis saltado el paso 3? Ahora no podré hacer bien los churros. Me falta una pieza del puzzle.

5 Llene el tacho con el producto a embutir y vuelva a colocarlo en la estructura, asegurando el encastre correcto: El producto a embutir puede ser cualquier cosa. No os cortéis. Mermelada embutida, gazpacho embutido, coles de Bruselas embutidas… Hay que tener inventiva.

6 Coloque la "envoltura" o "piel" del embutido en el embudo de acuerdo a las instrucciones del fabricante: ¿Del fabricante de la churrera-embutidora o de la piel? La piel la fabricó un cerdito. Dudo que sepa darme instrucciones.

7 Comience a girar la manija en sentido horario y el pistón comenzará a descender, empujando el relleno del tacho a través de la boca de salida y embudo al interior de la envoltura del embutido: Ah, ¿ahora sí vamos hacia adelante? ¿Ahora sí? Así va el país…

Una vez terminado el contenido del tacho retome a partir del paso 3 hasta concluir todo el producto a embutir: ¿Desde qué paso, perdona? Ah, desde ése que no me habéis dicho para que jamás haga un chorizo (o un churro) en condiciones…

Al terminar, si es necesario, retire todo el sobrante del interior del tacho: No, lo voy a dejar ahí de recuerdo, no te fastidia…

No deje o almacene restos del producto en el mismo: Más que nada porque se echan a perder y luego es una porquería.

LIMPIEZA, MANTENIMIENTO Y CONSIDERACIONES FINALES: Ya llegamos al momento álgido de esta pieza literaria. Qué tensión… Por cierto, lo de las “consideraciones finales” me intriga, ni que fuera esto una tésis.

Antes y después de cada uso limpie cuidadosamente la máquina y accesorios utilizando un paño o esponja suave y agua jabonosa tibia. Para ello desarme el conjunto y limpie bien cada parte por separado: ¿Que lo desarme? ¿No me decíais antes que no lo desarmase? Me robáis un paso, me confundís con el tema del armado y el desarmado… Estáis buscando mi ruina.

Seque bien cada parte después de la limpieza: Pero ¿al aire, con un trapo, con un bastoncillo de algodón o a soplidos directamente?

Esta guía tiene como objetivo explicar el funcionamiento del artefacto y no constituye un explicativo sobre la manera de elaborar embutidos: Eso ya se ve. ¿Estas eran las consideraciones finales? De los churros no me habéis contado gran cosa. Lo dicho, un churro de instrucciones.

P.S.: Seguro que de vuestras cabecitas están saliendo las propuestas como churros así que, ya sabéis.

lunes, 21 de enero de 2013

Crónicas Felinas XXVI: Si es que es tonta…


Marrameowww!!!

El sábado por la tarde la bruja y el consorte salieron y al rato volvieron. Ella traía una bolsita en su mano  y se la veía radiante de felicidad.

Al verla tan contenta, supuse que habría comprado algo que provocase una dicha extrema: Un jamón, un salmón ahumado, un almohadón de plumas… Se sienta en el sofá y empieza a depositar su adquisiciones sobre la mesita de centro (se llama “de centro” porque va en el medio del salón. Yo al principio pensaba que se llamaba así porque era muy comedida en cuestiones políticas pero luego me explicaron que no).

Cuando vi lo que iba sacando, no daba crédito. A saber:

1) Un cilindro metálico al que daba vueltecitas y de dentro salía un palito de color malva. El palito se pasa por los labios y le quedan del mismo color pero no se come ni nada. Dice que le ha costado 25 euros. Yo alucino.

2) Un bote de tamaño mediano con un líquido que no se bebe. Lo unta en un algodoncito y se lo pasa por la cara. Yo la veo igual pero ella salta en una pata de lo contenta que está. 22 euros. Sigo alucinando.

3) Otro bote con un líquido espeso marroncito que parece malta para que no se le hagan bolas de pelo pero que tampoco se ingiere. Con una brocha se lo pasa por toda la cara para parecer más morena. Igual de fea, pero más morena. Otros 16 euros, toma del frasco, Carrasco.

4) Esto ya es para morir. Un botecito con otro líquido que, según cuenta ella, la va a ayudar a deshacerse de unas manchitas que tiene en el cuello desde que era adolescente. A estas alturas ya tenía que haberse acostumbrado a convivir con ellas pero no, ella sigue terne en sus trece con que hay que hacerlas desaparecer. Aquí ya casi me desmayo. Ochenta euros y encima dice con toda su cara que cuesta 107, así que ha hecho un buen negocio, según ella.

Vale, sumemos: 25 + 22 + 16 + 80 = 143 eurazos. Con un par.

Vamos a ver, bruja de mis entretelas:

a) Eres fea. Asúmelo. Puedes gastarte tu escaso capital en todos los potingues que encuentres a tu alrededor y vas a seguir siendo fea. Encima, más pobre. La vida no te llamó a ti por los derroteros de las buenas inversiones.

b) ¿Eres consciente de la cantidad de latitas, barritas, juguetes y demás cosas importantes en las que podías haber invertido ese dinero para hacer feliz a este felino que suscribe?

c) La bomba ya fue cuando sacaste dos frasquitos diminutos, cuasi microscópicos, de otros liquidillos que creo que ni tú sabes para lo que valen y comentaste muy ufana que esos te los habían regalado. Eres un genio de las finanzas. Donald Trump te tiene pavor.

Y ahí andas tú, tan contenta, deseando que llegue la hora de los potingues para echar mano a tus nuevas adquisiciones.

Si es que está tonta. Lo que yo os diga…

Prrrrrr.

viernes, 18 de enero de 2013

Quincuagésimo tercer premio: ¿Qué es el arte?




El 28 de octubre, mi querido amigo Sheol del blog “Solo memolesta a mí… y otros cuentos” me hizo entrega de este premio especial a la par que interesante.

Las premisas para hacerse merecedor del mismo son dos:

1) Definir el arte.

2) Pasarlo a diez blogs.

A ver al tema.

¿Qué es arte? Dices mientras clavas
En mis seguidores tu perfil
¿Qué es arte? ¿Y tú me lo preguntas?
Arte… eres tú.

¿Por qué me ha salido esta chorrada? Pues ni idea. Intentaré ser un poco más seria. Arte es cualquier cosa que provoque en nosotros deliberadamente una emoción. Risa, llanto, asco (no es de mis favoritos pero oye, hay gustos para todo). El hecho de si el arte es bueno o malo es de lo más subjetivo. No sé si hay arte bueno o malo. Creo que, con que se cumpla el objetivo al menos en una persona, la prueba está superada. El arte es la forma más intangible de expresarse, aunque no siempre la más bonita; eso dependerá de nuestro grado de talento pero, por suerte, hace muchos años que pasamos la censura así que me molesta bastante la gente que va por ahí criticándolo todo y diciendo que tal o cual cosa no es arte. Vale que no te guste, vale que hayas visto cosas a tu parecer mejores pero el arte vive por sí mismo y no va a dejar de serlo porque ciertos culturetas se empeñen en denostarlo. No sé ni lo que he dicho pero dicho queda. Ea.

Vale, y ahora me toca pasarlo a diez blogs. Vienen siendo estos:











A ver qué opináis del arte… ¡¡¡Un beso y hasta el lunes!!!

jueves, 17 de enero de 2013

Memorias de Uruguay III: De caminatas y reencuentros


El día tres de diciembre el churri y yo decidimos ir a pedir información turística para no perdernos nada. Parece un poco absurdo que yo haya tenido que ir a pedir información turística pero, primero, nadie es profeta en su tierra. Cuando uno vive mucho tiempo en algún sitio, es difícil que recorra los típicos lugares turísticos simplemente por placer, por lo que había muchos sitios donde yo nunca había estado; segundo, once años son mucha tela. La esencia de un lugar puede seguir siendo la misma pero las cosas cambian, y mucho.

Me dijo mi mami que fuésemos a la explanada de la Intendencia (Intendencia = Ayuntamiento), que ahí había un local de información y que, ya que estábamos, pidiésemos información sobre Colonia del Sacramento, una ciudad preciosa que queda al oeste del país. Como lo de Colonia me llamó un poco la atención le pregunto a mi madre “Ah, pero el local ¿no es de la Intendencia? ¿Es del Ministerio?”. “Sí, sí, es del Ministerio”. Me dice ella, muy sabihonda.

Total, que como la Intendencia no queda demasiado lejos de casa de mi madre, decidimos ir andando. Cuando llegamos, vemos que efectivamente el local era… de la Intendencia. Un muchacho muy simpático nos empezó a sacar información de toda índole acerca de los museos, los espectáculos de tango y demás cosas de interés. Pregunté tímidamente si tenían algo de Colonia del Sacramento y me dijo que, como efectivamente eran de la Intendencia, no tenían mucha cosa de fuera de Montevideo. No obstante, me consiguió un mapa y nos conminó a visitar un punto de información del Ministerio, con quienes se notaba a todas luces que los de la Intendencia no se llevan nada bien. Según nos contó, los turistas de habla inglesa que visitaban su local se quedaban encantados de que él sí hablase inglés ya que, al parecer, en el Ministerio no lo hablan. El chico decía, presa de la indignación y la sorpresa “Hello, es el Ministerio…” y ponía los ojillos en blanco. Un puntazo de chico.

Cuando salimos de visitar a quien ya habíamos bautizado como “Hello”, decidimos dar un paseo por 18 de julio (la Avenida principal de Montevideo) hasta el Obelisco. Contemos con que ya veníamos caminando desde la casa de mi madre y hasta el Obelisco debe haber unos tres kilómetros, más o menos. Bien, para allá que fuimos.

Habíamos quedado a cenar con mi amiga S. al día siguiente pero, a mitad de camino, me llamó al móvil para decirme que parecía que iba a haber tormenta y que casi mejor que quedábamos esa misma noche porque a la siguiente seguramente caerían pingüinos de punta. Le dije que estupendo, sin problema. Estaba que no cabía en mí de gozo.

Seguimos andando hasta que, finalmente, allí estaba el Obelisco, monumento a los constituyentes de 1.830.

Yo, con los pelos volando al viento de Montevideo

Ya que estábamos allí, le digo al churri que estamos cerquita del famoso local del Ministerio, que quedaba dentro de la terminal de autobuses de Montevideo (Tres Cruces) y allá que fuimos, también caminando.

Los prejuicios de nuestro amigo “Hello” no eran infundados. Según entramos al local, había un funcionario tomando mate que no nos dijo ni hola y una mujer con cara de malas pulgas que nos preguntó secamente qué queríamos. Le preguntamos si tenía información de Colonia del Sacramento. “Tengo un mapa”, nos dijo. Nos dio el mismo mapa que nos había conseguido nuestro colega de la Intendencia y siguió en sus ¿quehaceres? sin decirnos nada más. Fantástica la atención del Ministerio, sí.

Aprovechamos para comer allí mismo en la terminal y, para bajar el pedazo de milanesa a la napolitana que nos habíamos zampado  (algo así como un filete empanado con mozzarella, jamón de york, ensalada, patatas fritas y ensaladilla rusa), decidimos que nos volvíamos andando a casa de mi madre. Total, algo más de seis kilómetros en un solo día para gente que no hace nada de ejercicio físico y con un calor que andaban las ranas con cantimplora. Llegamos “derrengaos”.

Nos dimos una duchita y me dediqué a llamar a mis antiguas compañeras de piso para quedar y recordar las épocas en que éramos solteras, alocadas y sin responsabilidades. Quedamos en llamarnos para concretar fecha y me fui con el churri a coger el autobús para ir a visitar a mi amiga S.

En veinte minutillos llegamos a su barrio. Cuando me puse de pie en el autobús, casi me caigo del latigazo que me metió un tendón del pie. Los seis kilómetros me estaban pasando factura y de qué manera. Apenas podía andar. Bonita imagen de tullida le iba a dar a mi amiga después de once años sin vernos.

Total, que subimos a su piso (por el ascensor, no estaba yo ya para estar dando muestras de resistencia física). Según abrió la puerta, nos abrazamos como por dos minutos seguidos sin soltarnos. Ella lloraba. Yo me hacía la fuerte, “as usual”. Le di el regalito que le había llevado, nos contamos un poco nuestras vidas y fuimos hasta el Punta Carretas Shopping para que el churri lo conociera. ¿Qué puede tener de interesante llevar a alguien a conocer un centro comercial?, diréis. Pues bien, este centro comercial se construyó reaprovechando una antigua cárcel que fue utilizada durante los años de la dictadura y donde estuvo preso, entre otros, el actual presidente del gobierno, José Mujica.

Y de ahí que nos fuimos a cenar. Andando ellos, cojeando yo. Nos perdimos. Yo seguía cojeando. Encontramos el sitio. Yo me senté y ya no cojeaba. Nos pusimos hasta las patas de asado (ideal para bajar la milanesa de antes). Hablamos, hablamos, hablamos…

A la vuelta, tomamos un taxi que nos llevó en tiempo récord a casa. Creí honestamente que no llegábamos vivos. No sé por qué tenía tanta prisa ese señor… Hello, no nos persigue nadie. 

miércoles, 16 de enero de 2013

Anuncios Pesadillescos XXXIV: ¿De quién será?

Adoro las colaboraciones internacionales. Son mi perdición. Esta nos viene desde la tierra de los charros y los mariachis, de la mano de mi querida Sofía de “El mundo de Sofía”  (ex Valeria de ex “La vida que me invento”, ex “Mi voz en off”, ex “Esa chica azul frente al espejo”, me va a volver loca esta chiquilla).

La cosa va tal que así.

Una madre metomentodo está revisando la habitación de su hijo. De debajo de un cojín, y mientras suena una musiquilla al mejor estilo Jessica Fletcher, saca un sujetador que sujeta con los dedos colocados como si se tratase de una pinza de la ropa, bien alejadito de su cuerpo, presa del asco.

Muy decidida ella, cruza las calles de su pueblo, sujetador en mano, y entra en un bar donde está el interfecto junto con una muchacha. La madre, ante el estupor de empleados y parroquianos, le dice que vale que su “noviecita” vaya a su casa pero que por lo menos se tome la molestia de estar limpia. Vamos, que es una sucia. Le pregunta a la chica, con cara de arpía de telenovela, si sabe que el percudido del sujetador viene de su propio sudor y suciedad. La suegra que toda nuera quisiera tener… (bueno, y la nuera que toda suegra quisiera tener también, en caso de que las conjeturas de la señora sean ciertas).

Como en el fondo la madre metomentodo tiene buen corazón, le dice que la culpa es del detergente que usa, que es malísimo. De debajo de la mesa saca el detergente que su futura nuera debe usar (ignoro quién puso ahí el detergente porque, por la calle, nuestra protagonista sólo traía el sujetador, inefable prueba del delito), compara el sujetador con su propia camisa y se nota a la legua que, efectivamente, la dueña del sujetador es una sucia que no lava bien sus prendas íntimas. Qué vergüenza…

El problema está en que, según cuenta la muchacha, ofendida, el sujetador no es suyo, lo que genera todo tipo de reacciones entre las féminas presentes en el local. ¿Qué ocultan? ¿Quién será la dueña de esa prenda inmunda? ¿Quizá la chica finge una infidelidad de su novio para ocultar que su ropa interior está para tirar a la basura? No puedo con esta intriga… Estoy deseando que salga la segunda parte.

Como viene siendo mi costumbre, al tratarse de un anuncio internacional, aquí os lo dejo para que disfrutéis con su belleza.




Editamos a fecha 23 de abril de 2013: Este anuncio ha sido el flamante ganador de la I Edición del Premio Anuncio más Pesadillesco del Año con este galardón:

Foto: Jonas Tana. Fuente: Flickr (http://www.flickr.com/photos/jonastana/5274451294/)