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lunes, 24 de diciembre de 2018

Mensaje navideño (o algo así)


Aprovecho estas fechas tan señaladas para escribir algo en el blog, que eso de cerrar el año con un post hablando de un invento para evitar el olor de las deposiciones le resta bastantes puntos de glamour a este sitio, ya de por sí bastante en decadencia últimamente.

Quienes me conocéis desde hace tiempo sabéis de sobra que no soy muy navideña que se diga. Vaya, no soy nada navideña. Soy el Grinch, básicamente, así que nunca se me ocurre qué decir en estas fechas tan emotivas donde parece que todo el mundo anda con los sentimientos a flor de piel y llora con los anuncios de turrones (y con los precios de las tiendas, que eso sí es para llorar).

Podría hacer una lista de cosas que este año he hecho por primera vez pero tampoco se me ocurren tantas. A ver…

- Visité Patones de Arriba
- Visité Salamanca
- Probé la comida etíope
- Completé con éxito la primera escape room de mi vida
- Eché horas extra en el trabajo
- Me volví una vaga redomada con el blog

Y no se me ocurre más. Caigo en la cuenta de que todas las mencionadas corresponden a la segunda mitad del año, así que, o bien la primera mitad fue un fiasco total o bien me estoy empezando a volver una abuela desmemoriada que sólo recuerda cosas a corto plazo.

También podría hacer una lista de propósitos pero nunca he sido amiga de hacer ninguna porque soy una inconstante y al final nunca cumplo y me frustro y arrastro la lista al año siguiente y entro en un bucle sin fin que dudo yo que sea sano para mi escasa estabilidad mental. Sólo diré que espero superar este bache de sequía creativa y volver al blog con un poco más de asiduidad. Cosas que contar tengo; como mi experiencia en la escape room o en Patones de Arriba, por ejemplo. El tema es sacudirme la pereza y sentarme a darle a la tecla, lo cual está un poco complicado de momento.

Como deseo, podría pedir que en el sorteo de Navidad del año que viene me toque algo… que este año ni un reintegro, oye. Y lo peor es que después del sorteo se me queda grabado a fuego el soniquete de los niños de San Ildefonso y tengo la sensación de que todo lo que digo durante el día lo digo con ese canturreo. “Voy a bajar la basuraaaaaa. Yaaaa vuelvooooo”.

En fin, que lo único que pretendía era dar señales de vida antes de que se me vaya este poco prolífico año y desearos a todos muy felices fiestas. Que las paséis rodeados de gente o de gatos o completamente solos sin nadie que os moleste si ese es vuestro gusto. Vamos, que hagáis lo que os dé la gana, que es la mayor de las felicidades.

¡Feliz 2019 para todos!

martes, 4 de diciembre de 2018

Anuncios Pesadillescos CCLIX: Sin palabras


Como entre nosotros ya hay cariñito, supongo que sabréis disculpar que venga a romper mi ostracismo “posteril” con una cosa tan escatológica como la que hoy traigo, pero es que vi este anuncio el fin de semana pasado y no podía dejar pasar la oportunidad de compartirlo con vosotros, ya que se supone que debemos estar unidos en las buenas y en las malas; así que aquí os lo traigo para que os unáis a mí en mi vergüenza ajena y mi monumental desagrado.

No sé muy bien ni cómo redactar el post, ya que de por sí el anuncio es bastante soez y no seré yo quien caiga en semejante zafiedad pero allá vamos y que sea lo que tenga que ser.

Lo primero que vemos es el exterior de un cine donde se proyecta la premiere de una película. Todo está rodeado de fotógrafos y vemos a la que, supongo, es la actriz protagonista, muy emperifollada y parada frente al cartel de la película. Hasta aquí todo bien.

El problema viene cuando la rubia protagonista se dirige directamente a cámara diciendo que incluso las estrellas pueden tener un “apretón”. Sí, utiliza esa palabra. Para qué vamos a andar con eufemismos innecesarios.

A continuación vemos  un aseo muy extraño. Las paredes y el suelo están decoradas en dorado y azul y cuenta con una alfombra roja que conduce desde la entrada hasta un inodoro dorado que se encuentra en lo alto de dos escalones. Lo de llamar “trono” al excusado pensé que era un símil pero aquí, al parecer, se lo han tomado al pie de la letra.

Total, que nuestra superestrella de Hollywood saca de su clutch dorado un spray chiquitito, diciendo que siempre que va al baño lo utiliza. ¿Y para qué?, os preguntaréis. Tal vez  sería mejor para vosotros no saber la respuesta pero me debo a mi público, así que ahí voy y que salga el sol por Antequera.

Al parecer, esto lo pulverizas sobre el agua del WC antes de aliviar tus necesidades fisiológicas y el líquido mágico se encargará de atrapar el mal olor de tus deposiciones. Hala, ya está. Ya lo he dicho. Qué no haré yo por vosotros. Por cierto, para representar tales deposiciones han hecho un dibujito de un inodoro donde cae algo parecido a rosquillas de chocolate. Por si acaso la mecánica nos  parecía demasiado complicada y no era suficiente con que nos explicaran para qué se supone que sirve el invento.

La chica sale del aseo con gesto triunfal, informando que así nadie sabrá que ha ido al baño, y se cruza con un señor que luce una gorra de cuero y que, supongo, pretenden hacernos creer que es su empleado de seguridad (o un motero que pasaba por allí, qué sé yo). El señor de la gorra olisquea el aire visiblemente complacido.

Y hasta aquí hasta puede parecer que el anuncio es una parodia o vete a saber qué (de hecho, según lo estaba viendo el otro día estaba pensando que aquello no podía ir en serio). Pero no. Al terminar todo esto, nos enseñan cuatro botellitas (cada una correspondiente a una fragancia diferente) y hasta nos dicen en qué pasillo del supermercado podemos localizarlas.

Aquí entre nos, yo siempre he sido muy vergonzosa para estos menesteres. Así que, si esto en realidad funciona, la idea me parece buena. El tema es la ejecución. Que no han estado finos ahí.

Aunque mejor me callo, porque he visto un anuncio británico de un producto igual pero de otra marca y… no tengo palabras.

En serio, no las tengo. No me obliguéis.