Vengo hoy con una entrada muy random, con el único propósito
de darle un poco de vidilla al blog y no dejarlo agonizar lentamente.
Antes que nada, quiero agradecer la de cosas bonitas que me
habéis dicho en el post anterior. Si es que, con gente como vosotros, no se me
pasa por la cabeza irme para siembre (Naar me llamó tarada pero sé que lo dice desde el cariño, así que hasta me gusta ser
una tarada en su vida).
Tengo pendiente contaros cosillas de las vacaciones que tomé
en septiembre. Ahora en noviembre me voy otra semana y todavía tomaré otra más
en diciembre. Tengo la sensación de que reparto mal las vacaciones, días de
compensación y demás. Siempre me pasa lo mismo. En los primeros seis o siete
meses del año me suelo tomar una semanita o así y esto provoca que, a partir de
julio, me vea de repente con un montón de días que me caducan por no haberme
repartido un poco los descansos. En fin soy un desastre para según qué cosas.
Decía, entonces, que os tengo que contar mis vacaciones de
septiembre. El motivo por el que este año vacacioné tan tarde (y no en julio,
que es lo que me suele gustar a mí), fue que vino mi Santa Madre a verme. Tres
semanitas, ahí es nada. Los billetes costaban mucho más baratos en septiembre y
de ahí el desacople de meses, que ya me lleva de cabeza hasta final de año.
Mi madre me trajo yerba mate, dulce de leche, chocolatinas y
un cojín de “El Principito” para que pueda echarme la siesta después de
empacharme de dulce. También me trajo un libro que le encargué. Estoy deseando
que vuelva porque ya casi se me ha terminado el dulce de leche. Y diréis “Pero
Álter, se puede conseguir dulce de leche y yerba en casi cualquier sitio”.
Ayyyyy, europeos ignorantes… Se pueden conseguir marcas argentinas en cualquier
parte. Las marcas uruguayas ya son más peliagudas de encontrar y no os hacéis
una idea de la “guerra” que hay entre argentinos y uruguayos sobre qué yerba y
qué dulce de leche es mejor.
Viajar, lo que se dice viajar, pues más bien poco. Estuvimos
haciendo turismo madrileño (que a mí, de vez en cuando, me viene bien porque
soy de salir más bien poco y eso ocasiona que haya muchos sitios de la capital
que para mí sean perfectos desconocidos) y de inmediaciones de Madrid. Ya os
iré contando, que voy de a poco con la rehabilitación escritora y no se puede
forzar la maquinaria. Aparte, los posts de viajes incluyen ver fotos, editar
fotos, subir fotos, etiquetar fotos… y, a que no adivináis. Me da pereza. Así
que lo dejo para otra ocasión.
Forlán también os contará alguna cosita un día de estos. Por
lo demás, todos estamos bien. Yo sigo con mucho trabajo y el sábado pasado
también fui a trabajar (cinco horitas, que tampoco hay que matarse haciendo
funcionar España). Lo bueno es que por cada cinco horas de sábado, gano nueve
horas libres que seguramente se me terminen acumulando para finales del año que
viene cuando vea que me va a expirar el plazo para pedirlas, así que no sé si
hago tan buen negocio.
Me acabo de dar cuenta de que esto, más que un post, parece
una carta a unos primos hipotéticos que vivan en Australia, así que creo que,
como puesta al día, ya por hoy vamos sobrados. De paso, ya tengo título para el
post.
Me despido hasta una nueva misiva mandándoos mis mejores
deseos.
Vuestra prima que os quiere,
Álter