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lunes, 30 de septiembre de 2013

Crónicas Felinas LXI: De mis sanos entretenimientos

Marrameowww!!!

Una de mis mayores aficiones es tocarle las narices al personal. Esto creo que ya lo sabéis más que de sobra pero, por si acaso,  lo reitero.

Una buena forma de lograr este propósito la encuentro en el sofá. No pongáis caras raras, que paso a explicaros, tranquilos, soy consciente de que los humanos sois algo cortitos de entendederas y hay que daros todo tipo de detalles para que captéis una idea.

Como soy un gato mimado (se piensan que así va a mejorar algo la mala percepción que tengo de la bruja y el consorte) tengo muchos juguetitos. Pelotitas, ratoncitos de peluche, ratoncitos de cuerda, ratoncitos de cuero y un sinfín de otras cosas pequeñas con las que entretenerme dándoles con la pata y persiguiéndolas hasta la extenuación.

La bruja o el consorte, indistintamente, me arrojan uno de estos artículos al pasillo y ahí comienzan mis carreras y mi desesperación. Podría dedicarme a mover el juguete pasillo arriba y pasillo abajo, o llevármelo al dormitorio o a la cocina, donde podría jugar a mis anchas pero yo prefiero llevármelo al salón. ¿Por qué? Pues porque ahí puedo ir dándole tutes hasta que cuelo el objeto de mi divertimento debajo del sofá. Nada de un golpecito suave, no. Cuanto más fuerte, mejor, para así asegurarme de que la pelota, ratón o lo que fuere va a parar justo en el medio, donde no hay extremo posible desde donde cogerlo como no sea moviendo el mueble.

Y la cosa va así: Me tiran el juguete al pasillo, corro, lo recupero, lo llevo al salón y treinta segundos más tarde lo cuelo bajo el sofá. Lo miro, miro al humano que tenga más cerca, maúllo, pongo ojitos de gato bueno, vuelvo a mirar el juguete, vuelvo a maullar y espero pacientemente a que vengan a mover el mueble. Y así hasta el infinito.

A la quinta vez en diez minutos, cuando ya están bastante hartos de mover el sofá  y veo que van a pasar de mí, me tumbo al lado y empiezo a arañar con las patas traseras esa área de descanso tan querida para ellos. Y, claro, exasperados por el ruido y la grima de oír un constante “crsh, crsh, crsh”, al final ceden y vienen a moverlo una vez más. Yo me “rescojono”, como dice el amigo Ferny.

Los días que estoy más inspirado, incluso llego a meterle otro zarpazo al juguete en cuanto lo veo asomar por un extremo del sofá, así tienen que seguir moviéndolo porque, el objeto antes visible, ha vuelto a quedar sepultado bajo esa mole roja, negra y pesada.

Sí, lo sé. Soy muy perverso y blablablá. Pero es que es muy divertido, leñe. Tendríais que ver lo que me río cuando veo a la bruja intentando contestar vuestros comentarios en el blog, teniéndose que levantar cada tres minutos para ejercer de estibadora. Si es que es la monda, oye. Voy a ver dónde habrá quedado mi ratoncito, que ya me han dado ganas.


 Prrrrrr.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Octogésimo séptimo premio: Me ha caído otro Liebster, por bocazas



El pasado lunes, andaba yo leyendo el blog de Dessjuest, que es lo que debe hacer cualquier persona con dos dedos de frente, cuando me encuentro que le han dado un premio. Un liebster de tantos liebster que andan pululando por los blogs (esta versión en concreto ya la tenía yo). Pues bien, como siempre, él debía responder once preguntas, redactar otras once y pasarlo a once blogs.
Leyendo las preguntas planteadas por él, lancé un suspiro de alivio al comprobar que mi nombre no estaba entre los nominados, por lo que le agradecí infinitamente no habérmelo pasado. Una vez publicado esto, me arrepentí, temiéndome lo peor.
Y lo peor sucedió. Me dejó un comentario en el blog diciendo que volviera a leerme el post con atención. Y sí, lo había editado añadiendo la siguiente frase:
"Alterita, la única obligada a contestar el test además"

Él es así de majo. Nótese que encima me llama “Alterita”. Ahí, con recochineo…
Como ya lo tengo y ya lo pasé en su día no lo voy a pasar y no voy a dar rienda suelta a mi sed de venganza redactando once preguntas absolutamente retorcidas. Podéis respirar tranquilos porque yo no soy tan mala persona como algunos…
Pero como una tiene buen perder y sabe aceptar una penitencia cuando se la imponen, paso a responder las preguntejas:
-¿Eres de los que pegan mocos en los botones del ascensor?: Pues no, y no imaginé que fuese una costumbre tan extendida como para que pueda establecerse una categoría para esta clase de gente. Miedo me da.
-¿Tour de Francia o París-Roubaix?, no vale decir que no te gusta el ciclismo, que te da igual, que prefieres la rubia…: Pues voy a decir Tour de Francia porque, sinceramente, el otro ni sé lo que es…

-¿Por qué crees que ha ganado Merkel las elecciones?: Porque hace brujería. Está clarísimo que tiene conexiones con el más allá.
-¿No está la mona más mona vestida de seda?: Según el modelito. Si es de estos “repolludos” que digo yo no hay quien esté más mona con eso, por muy mona que seas por naturaleza.
-¿Eres de los que a los bebés feos les dice “qué monada”?: ¿Monada de la de la seda o monada de cosa mona? Es lo bueno de jugar con la ambigüedad de los términos…

-¿Estarías dispuesto/a a manifestarte por los derechos de los topillos?: ¿Por qué no? Cualquier excusa es buena para hacer el chorra. Máxime si es una causa inútil y bastante ridícula. ¿Dónde hay que firmar?

-¿Qué pena impondrías a quien deja la puta piedra para que tropecemos dos veces?: Reducir a pedruscos con una cucharilla una montaña entera para que nunca le falte material o directamente lapidarlo con los pedruscos. Dejo elegir y todo.

-Si piensas en tu padre piensas ¿en qué cosas?: Que de algún lado tenía que sacar yo esta nariz.

-¿Eres de los que va apretando las cosas en la bolsa de la basura para no tener que bajarla?: Pues no mucho porque el encargado de bajarla es el churri. Ya se encarga él de apretujar.

-¿Por qué todo junto se escribe separado y separado todo junto?: Es una de las grandes dudas filosóficas de la humanidad. Mi intelecto no da para responder cuestiones tan profundas, sepa usted disculpar.

-Explícame por qué si hay otra vida nos empeñamos en seguir viviendo esta y además el suicidio es, o al menos era, pecado: Pues tampoco puedo responder porque no estoy muy segura de que haya otra vida. De todas formas; de haberla, ¿quién nos garantiza que va a ser mejor que ésta? Lo mismo nos empeñamos en seguir aquí porque más vale malo conocido…

Hala, que no quede mi honor en entredicho. Me andaré con ojo con mis comentarios a la próxima.

Buen finde a todos menos a Dessjuest. 

jueves, 26 de septiembre de 2013

Sapos y culebras

No suelo decir palabrotas, tacos o como queráis llamarlo. En mi época de temprana juventud sí, porque ahí había que ser transgresor pero con los años me fui adecentando, aunque sea un poquito y a día de hoy raro es que salga alguna palabra malsonante de mi boca.

Sin embargo, hay que admitir que los tacos tienen un efecto catártico y liberador que no se equipara al de ninguna otra expresión lingüística a la hora de manifestar nuestro descontento. Cuando te han hecho una pifia en el trabajo, cuando has perdido el transporte público o cuando te has golpeado el dedo pequeñito del pie con la pata de la cama. Ahí no te vale con un “uy, vaya” o con un “repámpanos”. Ahí hay que soltar sapos y culebras por la boca a fin de liberar la tensión contenida y hacer al mundo entero partícipe de nuestra desgracia.  

Por tanto, considero que si bien no se debe abusar del taco, es una parte necesaria de nuestro rico (y, en ocasiones, tremendamente gráfico) idioma español. Los hay de carácter religioso, sexual o abiertamente escatológico. Incluso hay mezclas de estas tres variantes para dejar patente la creatividad de nuestro idioma a la hora de inventar imprecaciones.

Y cuando aprendemos un nuevo idioma, ¿quién no ha preguntado, una vez establecida la correspondiente confianza con el profesor, cuáles son los peores improperios en la recién adquirida lengua? Parece que uno no domina suficientemente un idioma hasta que es capaz de mandar a alguien a Parla. Los exámenes de nivel deberían contemplar esto, que para algo estos términos se incluyen en el diccionario de cualquier idioma.

El diccionario. Ésa es otra. Fuente inagotable en la que saciar nuestra sed de términos procaces. No conozco un solo niño que no haya buscado alguna palabra “prohibida” la primera vez que ha tenido contacto con uno de estos libros plagados de cultura. A nadie le da por buscar “paz”, “amor” o “estreptococo”, no. Aún recuerdo las risitas por lo bajini con las compañeras de colegio diciendo “Busca culo, jijiji”, “Busca puta, jijiji” y sorprendernos al descubrir el auténtico significado de esa palabra de cuatro letras, ya pensando que para la próxima tendríamos mucha más propiedad a la hora de insultar a alguien porque ahora sí sabíamos lo que estábamos queriendo decir. Adiós inocencia. Los diccionarios son el mal y deberían venir con una advertencia de “El lenguaje utilizado en esta obra puede herir su sensibilidad. Recomendamos su lectura en compañía de un adulto responsable” pero no, ahí nos dejaban, sin vigilancia alguna, buscando zafiedades y palabritas soeces mientras nuestros profesores, padres y/o tutores legales sonreían de pura satisfacción viendo lo mayores que nos hacíamos y lo mucho que estábamos creciendo al aumentar de forma tan considerable nuestro vocabulario.

Así que, a las madres que me leéis, recomiendo dejar el diccionario fuera del alcance de vuestros niños y dejárselo leer solamente cuando se hayan golpeado el dedo pequeñito del pie con la pata de la cama. Ahí es necesario. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Anuncios Pesadillescos LXVIII: Te lo vas a tomar igual

Hoy no traigo anuncio sino anuncios, en plural y a lo loco, tirando la casa por la ventana, que cuando yo me pongo generosa no hay quién me pare.

Sin embargo, a pesar de tratarse de tres anuncios, pertenecen al mismo producto y están en la misma línea de estupidez, así que tampoco podría decirse que se trata de una oferta tres por uno en toda regla. Ah, nadie dijo que fuera TAN generosa.

La cosa va de niños gamberros. Niños gamberros en diferentes escenarios. Uno de los anuncios se desarrolla en un avión, donde una azafata con acento y pinta de ser hija de un duro régimen soviético, por lo que no debe estar para muchas tonterías, informa a los padres del vándalo que su tesorete ha atascado un baño con un chaleco salvavidas y les conmina a tomar cartas en el asunto con la pregunta “¿Qué piensan hacer al respecto?”.

La misma pregunta realiza el director de un colegio a los padres de otro mini-delincuente que ha realizado toda clase de fechorías en el centro educativo (por ejemplo: volver loco al psicólogo, subastar los trofeos y suspender más asignaturas de las que existen)

Recientemente también he visto otro, donde una niña aspirante a Girl Scout tiene atemorizado al monitor por haber hundido las canoas, matado al oso (supongo que sería la mascota del grupo) y haber hecho la colada dejando los uniformes con unos sospechosos manchurrones de color rosa. El monitor también pregunta al padre de la niña qué castigo tiene pensado imponerle.

Por lo que vemos, tres situaciones diferentes y una pregunta. La respuesta, la misma en todos los casos. Los irresponsables padres, lejos de decir que lo van a mandar de cabeza a “Hermano Mayor” o a un reformatorio o a picar piedra bajo el sol abrasador o a un internado o, por lo menos, a casa de la abuela para perderlo de vista de una buena vez, optan por responder que le van a dar un zumo que ni es zumo ni es “ná”. Ya sabéis a qué producto me refiero. Ese líquido naranja que dice tener mucho zumo natural pero en realidad es una porquería edulcorada con más agua que otra cosa y un sabor artificial que tira para atrás. Sí. Esa bebida.

Y claro, llegados a este punto, cabe preguntarse por qué los padres quieren dar eso al trasto de su hijo. En un primer momento podría parecer que por venganza. Ya que te portas mal, en vez de comprarte zumo con sabor a zumo, te compramos este jugo de paraguas. Pero no. El motivo parece ser que, dado el precio irrisorio al que tenemos este producto actualmente en el mercado, tu hijo ya puede ser la reencarnación de Jason o de Freddy Kruegger o tener pretensiones de presentarse como candidato electoral en un futuro, que se lo vas a dar igual. Vamos, no como premio tampoco sino porque es barato y en esta casa se toma lo que se compra y punto en boca, hombre ya.

martes, 24 de septiembre de 2013

Ustedes Dirán LVI: Culitos besables (sugerido por Mukali)

Allá por el mes de julio (se me acumula el trabajo), Mukali del blog “Mi Camino BuscandoT” me pasó el enlace a este anuncio, que es de las cosas más bizarras que he visto últimamente.

He tenido la inmensa suerte de no tener que verlo en la pantalla de mi televisor. Más suerte aún de no haber tenido que verlo mientras comía porque sospecho que se me hubiese atragantado lo que fuera que estuviese deglutiendo en ese momento.

Se trata de un anuncio de toallitas húmedas para limpiarse el culete. Ya sabéis, éstas que se han puesto ahora de moda y que pretenden hacernos sentir unos desgraciaditos por seguir usando papel higiénico de toda la vida, que se ve que eso ya no mola.

Pues bien, el anuncio es en blanco y negro para darle un aire más retro, a pesar de la “modernidad” del invento. Un tío cañón se pasea en calzoncillos por un dormitorio, buscando cosas en los cajones mientras menea el traserín de lado a lado, que es lo que hacemos todos cuando buscamos cosas en los cajones. El mío es prácticamente semoviente y se menea por voluntad propia. Una chica lo observa sentada en la cama y, sin poder resistir sus más bajos instintos, le baja la parte trasera del calzoncillo ante la cara de pavor del interfecto, que debe estar preguntándose qué intenciones aviesas tiene su partenaire femenina.

Las intenciones, sin embargo, son bastante inocentonas dentro de lo que cabría esperar. La zagala le planta un besito en la nalga derecha. ¿Por qué? Pues porque, según nos cuentan, gracias a estas toallitas conseguimos tener un “culito besable”. No me preguntéis por qué. Se supone que esto es para limpiarse el… Bueno, ya me entendéis. Si fuera una crema hidratante lo entendería más pero ¿qué hace la gente con las toallitas esas? ¿Se las pasa por toda la superficie de sus redondeces? De verdad que debo ser muy parda pero no lo pillo.

También he de decir que, si me pongo en la situación de un publicista que deba idear una campaña para unas toallitas de este estilo, me las vería y me las desearía. ¿Qué leches haces? ¿Un anuncio testimonial? ¿Os imagináis haciendo una encuesta por la calle preguntándole a la gente qué tal siente ahora sus esfínteres a nivel de higiene una vez probado el producto? ¿Recordáis aquél anuncio de detergente de cuando aún existían los dinosaurios donde un pseudo-reportero intentaba cambiar a toda costa el detergente que llevaba la gente en sus carros y se liaba ahí en un tira y afloja con la maruja de turno? ¿Qué pasaría si hiciéramos lo mismo con los consumidores de papel higiénico? ¿Ahorcarían al reportero con un rollo ultrarresistente?

Lo dicho. Que el anuncio es de lo más extraño pero dada la particularidad del producto anunciado, por una vez me voy a compadecer del creativo al que le tocó la china en el reparto. Seguro que el guay de la agencia se quedó con un anuncio de perfume y esto se lo encasquetaron al que nunca paga los cafés. Como si lo estuviera viendo.


P.S. No olvidéis enviarme vuestras sugerencias, que sin ellas me quedo sin sección. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Crónicas Felinas LX: La bruja ha vuelto a desvirtualizar

Marrameowww!!!

La bruja y el consorte suelen pasar los sábados en casa, hechos unas piltrafas y marmoteando todo el día. Sin embargo, el sábado pasado, se emperifollaron (tampoco es que hayan conseguido milagros pero parecían un poco más decentes) y salieron por la tarde.

Los muy pendones volvieron cerca de las dos de la mañana y, como soy un cotilla y me debían una explicación convincente por haberme dejado abandonado a mi suerte toda la tarde y parte de la noche, conseguí arrancarles una confesión.

Resulta que estos seres desalmados e irresponsables que dicen estar encargados de mi crianza, se habían ido a una desvirtualización de éstas que hacen los blogueros. Los asistentes, aparte de la bruja y el consorte, fueron: Vaya Telita, Abril, la Terapeuta Temprana y, de fuera de las fronteras madrileñas… Mukali y Trax.

La bruja volvió en un estado de exaltación impropio de ella, con lo sosa que suele ser. Comentando lo majísimas que eran todas y las risas que se habían echado buscando un lugar donde tomar algo (en un sitio en la Plaza de Santa Ana con nombre de onomatopeya felina hasta les echaron la bronca por haber juntado dos mesas. Les preguntaron si iban a cenar y, ante la respuesta negativa, mandaron a las autoras de la fechoría _ Vaya y la bruja_ a colocar la mesa otra vez en su sitio y a irse con con viento fresco. No estuvieron rápidas ahí. Tenían que haber dicho que sí iban a cenar y luego, al abandonar el lugar, excusarse diciendo “es que no preguntaste si íbamos a cenar aquí”. Les falta astucia felina). Por fin encontraron un lugar donde pudieron tomar algo refrescante mientras le daban a la sin hueso, aunque a duras penas conseguían escucharse entre ellos ya que, según me contaron, los decibelios alcanzados por la concurrencia podían competir fácilmente con los de una fiesta rave.

La Terapeuta Temprana y Abril debieron partir pronto a sus hogares mientras el resto de los asistentes comenzaban un nuevo periplo por el centro capitalino para localizar un sitio dispuesto a dar de comer a sus hambrientas bocas. Al pasar frente al único local que encontraron con mesas suficientes para acogerlos, fueron literalmente abducidos por un camarero que no dejó escapar a las presas y, antes de que pudieran dar siquiera réplica, ya les había montado una mesa. Todo el afán del camarero era que probaran el entrecot pero no hubo quorum y pidieron picoteo variado. Sobre todo un plato de sepia que se le había emperejilado a Mukali. A pesar de la insistencia del camarero por suprimir la sepia y pedir el entrecot, no se atrevieron a que Mukali tuviera que sufrir por la pérdida de su molusco cefalópodo, por lo que el camarero intentó que pidieran también unos chipirones. Se ve que caducaban al día siguiente o algo. Tampoco coló y al final pidieron lo que les salió de las narices aunque no sin dificultades porque estas cosas siempre empiezan con un “a mí me gusta todo” pero terminan con frases como “patatas alioli no, que me sienta mal el ajo”, “pues bravas tampoco, que pican”, “no pidáis morcilla, qué asco”, “huevos rotos, no, que no me gusta el huevo”. Mukali no protestaba. Ella ya tenía su sepia.

El camarero, que, además del tatuaje de un hipocampo en el cuello, tenía unos radares que hubieran sido la envidia de un submarino alemán, escuchó que hablaban de películas de miedo y no dudó en relatarles las fotos que tomó en su casa poco después del fallecimiento de su abuelo donde, según explicó, se veía claramente el rostro del difunto. A pesar de las reticencias, accedieron a que éste hombre con conexiones con el más allá les sacara un par de fotos para inmortalizar el momento. Se veía una luz sospechosa pero concluyeron que era el foco de un coche que tenían justo detrás. O eso quisieron creer por la salud mental de todos.

La una de la mañana les dio con la tontería. Se fueron a acompañar a Trax a su hotel y tras muchos abracitos y cuasi lagrimitas de emoción, cada mochuelo voló a su olivo.

Al día siguiente, la bruja tenía reservadas más sorpresas. Mukali había llevado de regalo unas botellitas de aceite de su tierra junto con unos bombones en forma de aceituna. Son estos:




A mí esto no me interesaba demasiado, aunque la bruja parece estar encantada y dice que le da hasta pena darles uso, pero vi que Trax, mi querida suegra, se había acordado de mí y me había traído un nuevo juguete:



La bruja, como mala suegra que es, no le llevó nada a mi querida novia y ahora habré quedado fatal por su culpa. Si es que es un desastre. No se la puede sacar de casa.

Conclusión, que en esta desvirtualización hemos ganado todos menos mi pobre gatita, por culpa de la desconsiderada de la bruja. Ma chérie, si te sirve de consuelo, que sepas que estoy destrozando el ratoncito con muchísimo amor.

Localizando el objetivo


Metiéndole el primer tute

Sujetándolo del rabo, no se vaya a escapar


Que no se me vaya, el condenado

Prrrrrr.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Encuentros en la Tercera Fase

Estooooo. A ver cómo os cuento esta historia sin perder seguidores por el camino.

Como recordaréis, hace unas semanas os contaba de mi tendencia a hablar sola (y si no os acordáis es que os falta fósforo. A comer más pescadito rico). Pues omití algo en ese relato. Hoy paso a contarlo y que salga el sol por Antequera.

Cuando yo era pequeña me sucedía algo muy curioso. Todas las mañanas, en el lapso de tiempo que transcurría entre que mi madre me despertaba y yo me vestía y bajaba a desayunar, oía la voz de una mujer en mi cabeza. Sólo una, así que no vale andar diciendo que oía voces.

Puede parecer que sí pero prometo que no me invento nada de lo que estoy contando. Como digo, era una voz femenina. No era una voz para nada atemorizante sino que, por el contrario, era una voz pausada y tranquilizadora… Vamos, que daban ganas de acostarse a dormir otra vez.

No me preguntéis qué corchos me decía porque no lo sé. Nunca supe discernir en qué idioma, dialecto o código binario me hablaba. Sonaba como si pusiésemos un disco al revés. Un vinilo, quiero decir (esas piezas arcaicas que en cualquier momento sólo vamos a poder admirar en los museos), pero no debía tener ningún mensaje subliminal diabólico oculto, como se rumoreaba a menudo con respecto a las grabaciones de un montón de artistas porque, como digo, no daba nadita de miedo.

La charleta duraba justo hasta que bajaba a desayunar y ahí ya se callaba hasta el día siguiente, momento en que volvería con la cantinela a darme vete a saber qué instrucciones para salvar al mundo de la destrucción (o para destruirlo, qué se yo…).

Lo curioso del caso… bueno, perdón, corrijo: Lo MÁS curioso del caso fue que una noche estaba viendo la tele con mi madre y en un programa de supuestos ufólogos decían que muchas veces los extraterrestres se comunicaban por telepatía, enviando mensajes a gente que estaba en la Tierra.

Hasta ese momento nunca le había dado importancia a aquello que me sucedía porque, como me llevaba pasando toda la vida, supongo que pensaba que era normal y que eso lo vivía todo el mundo a diario pero claro, en ese momento vi que, lo mismo, tan normal no era y exclamé “Anda, eso me pasa a mí”.

Nunca más me volvió a pasar. ¿Mi extraterrestre se habrá enfadado conmigo por chivata? ¿Cómo iba a saber yo que aquello era secreto si me hablaba en vete a saber qué? Así no hay comunicación ni hay nada, hombre ya… El caso es que me dejó para siempre y nunca más supe de ella. A lo mejor se fue con la Señorita Kengsingpop y andan las dos de juerga por ahí. Todos mis seres extraños de la infancia me abandonaron…

Jamás sabré qué era aquello realmente. Siempre supe que la Señorita Kengsingpop era alguien imaginario pero esto era algo muy real. A lo mejor porque estaba loquísima o endemoniada pero oye, era muy real. Se lo comentaré a Iker Jiménez.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Anuncios Pesadillescos LXVII: Da un poco de miedo

El tema de las clínicas dentales ya me está empezando a preocupar. Alguna que otra vez he destripado en esta sección anuncios de una popular cadena de clínicas que no he tenido el gusto de probar pero que, si por algo se caracterizan, es por tener unos anuncios de lo más surrealistas.

Pues bien, ha surgido otra cadena que no sólo intenta competir con ellos en precio sino también en lo bizarro de sus spots televisivos. Empiezo a sospechar que todos los ha hecho la misma agencia que, total, ya tiene experiencia en el ramo.

Salen varios “dentistas”, hombres y mujeres. A cuál más guapo. A cuál más perfecto. Todos con el uniforme impecable y un aspecto de profesionalidad que tira para atrás. Nos dicen que éstos son algunos de los odontólogos que trabajan en las clínicas (lo de “algunos” ya me mosquea, a ver si va a ser que en el anuncio sólo nos sacan a los guapetones para que nos confiemos) pero lo desconcertante viene a continuación.

Aparece un señor con pelos de científico loco, ataviado con un traje que le queda grande, montado en un monociclo y portando en sus manos un maletín marrón de ante (“de ante de la guerra”, quiero decir) y un montón de tickets. Nos lo presentan como el financiero que pone los precios. Dudo mucho que ése sea el financiero. Más bien sería propensa a pensar que ése el creativo que ideó la campaña. Da más el perfil. También prefiero pensar esto porque, si es el contable, no sé cuánto tardará la cadena de clínicas en irse a la quiebra y lo mismo te quedas con el tratamiento a medias, que eso tiene que ser un infierno.

Al final del anuncio, para rematar el sinsentido, el hombre que nos indica el teléfono al que hay que llamar para aprovecharse de la megaoferta va muy trajeado y muy mono con la salvedad de que, en lugar de cabeza, lleva una bola morada donde se aprecia el coste del implante dental en enormes letras blancas. Creatividad en estado puro. Yo sufro por el hombre de traje. No tanto porque no pueda respirar con eso en la cabeza que, a fin de cuentas, ni lo conozco. No voy a dármelas aquí de ser tan altruista. Más bien porque me lo imagino poniendo en el currículum que ha participado en ese anuncio y casi visualizo al director de casting diciéndole “Claro, majete, a ver cómo lo demuestras”.

Qué dura es la vida del actor de anuncios. 

martes, 17 de septiembre de 2013

Ustedes Dirán LV: Manda huevos (sugerido por La Alpaca)

No suelo hablar de temas tan picantones en este blog (ni en ningún otro) pero hace ya un tiempo mi querídisima Alpaca que, dicho sea de paso, está más desaparecida que el alambre del pan Bimbo, me mandó un mail con esta propuesta y, como yo no me resisto a un “porfa, porfa” de nadie (y el producto me pareció de lo más surrealista), aquí paso a desgranar su anuncio promocional.

En el centro de la pantalla hay un huevito con una pegatina verde al que se acerca una gallina desconfiada. Le da un par de picotazos y la cáscara del huevo se separa en dos, saliendo de dentro una especie de huevo duro que mete un bote asustando a la pobre gallina y volviendo a meterse en la cáscara… La cosa ya empieza a ser raruna.

Y es que resulta que el huevo en cuestión, no es un huevo de verdad. Al abrir la cáscara, vemos que el huevo está hecho de una especie de sustancia gelatinosa parecida al blandi blub pero en tono más color huevo duro. El huevo tiene un agujero y dentro hay una bolsa de lubricante. Ya veis por donde va la cosa, ¿no? Hay que meter el lubricante dentro del huevo y, si eres hombre, ¡¡¡a disfrutar!!! Nos hacen una demostración con un consolador de cristal de un tamaño bastante considerable para que apreciemos que no se rompe aun cuando tus proporciones sean para alquilar balcones.

Nos cuentan que hay seis estilos diferentes que en el anuncio no nos explican cuáles son pero como una es de naturaleza curiosona ya me he encargado de hacer el trabajo de investigación por vosotros. Los tenemos en estos diferentes modelos, todos en relieve:

Interior de Rizos Ondulado.

Interior de Nódulos y Protuberancias.

Interior tela de Araña.

Interior de Torbellino de Espirales.

Interior Nervudo combinado con Circunferencias.

Filamentos de Seda.

Como vemos, todo para dar una sensación de la mayor naturalidad posible. Por todos es sabido que el interior del aparato reproductor femenino viene en estas seis modalidades. Del modelo Tela de Araña se me ocurren unos cuantos ejemplos visto el carácter de algunas… En cuanto al resto, mejor ni imaginar nada.

Si estáis interesados, tengo buenas noticias. Los venden por separado o, si no podéis resistir la tentación de probarlos todos, también está a la venta una práctica huevera de media docena con los seis modelos (no sé si habrá que guardarlos en la nevera o no). De ser así, mejor no comprarlos si vivís en un piso compartido, no sea que alguien se confunda y a saber qué puede salir de ahí. Ya me imagino la conversación a la hora de la cena: 

- ¿Qué tal la tortilla?

- Gomosa pero cosas peores has cocinado.

Al final del anuncio, vemos un montón de pollitos corriendo despavoridos tras haber salido de sus cascarones y otro cascarón que permanece en el medio y del que de repente salta uno de estos huevitos juguetones.

A todo esto, me pregunto qué andaría viendo la Alpaca en Internet para dar con este anuncio… ¡¡Te hemos pillado, Alpaquilla!!


P.S. Aquí me quedo esperando vuestras propuestas, pero no seáis tan crueles…

lunes, 16 de septiembre de 2013

Crónicas Felinas LIX: Soy un gato viajero

Marrameowww!!!

El pasado jueves cinco de septiembre tuve que soportar visitas en casa. Y de las peores. De las que se quedan a dormir y disparan al máximo mis valores de estrés y me sacan de mi rutina y de mis casillas al mismo tiempo. Se trataba del hermano del consorte y su señora novia. Ella me cae mejor pero él se ríe muy fuerte y me pone de los nervios cosa mala.

El viernes allí que siguieron y también se quedaron a dormir. Ya me estaba yo temiendo que se quedaran a vivir allí para siempre pero no. La cosa era todavía peor. El sábado por la mañana vi a la bruja y el consorte preparar maletas, muy nerviosos y pensé que me iban a dejar solito en casa. Esto tiene de bueno que puedo hacer las trastadas que se me ocurran sin nadie que coarte mi creatividad destructiva pero, al mismo tiempo, es un rollo espantoso.

Una vez que terminaron de hacer las maletas, me meten en un transportín nuevo. No era mi típica cajita-jaula azul, a la que yo ya estoy acostumbrado. Era como un bolsito bandolera. En color rosa, para aumentar mi vergüenza y facilitar el escarnio público.

Cuando me vi dentro del transportín me dije “Uy. Maletas y transportín. Esto me huele a que me llevan a la residencia, donde me tratan bien pero no es lo mismo que estar en casita”. Pero no. Nos montamos los cinco en un vehículo. Pocas veces he viajado yo en coche y no me gusta nada. Para peor, este trayecto no fue cortito como los demás, no. Este fue un señor viaje. Yo iba asustadísimo y se me revolvió mi pobre estómago. No llegué a vomitar porque compartía el habitáculo del transportín con mi peluche preferido y no era plan de hacerle pagar a él los platos rotos.

Por fin, el viaje terminó y, según mis informaciones, estábamos en Albacete. Allí estaban Madre y Padre de consorte, que no me caen mal porque siempre me dan jamón. Abrieron el transportín y ahí pude yo salir a explorar Albacete, que creo que es más grande que Madrid y tiene más muebles. Tardé como dos días en explorar Albacete y probé una nueva agua, que en vez de salir de un tubo metálico como habitualmente, salía de una botella transparente. Me gustó mucho así que a partir de ahora sólo exigiré agua de ésa.

Con la gente, bien. Aunque los primeros días me costó mucho meterme en habitaciones donde estuviera toda la gente reunida, al final conseguí integrarme medianamente y, sobre todo, intentar destrozar la planta del salón cuando nadie me vigilaba. Lamentablemente, no lo conseguí y lo más que logré fue meterle un par de bocados a alguna hoja. Lo que sí logré fue esconderme en un armario aprovechando que la bruja y el consorte habían salido de compras y disfrutar viendo cómo los padres del consorte se volvían locos buscándome.

Para la vuelta me drogaron y me metieron en una oruga metálica enorme que hacía tracatracatra. Iba más gente en la oruga pero pude mantener el tipo gracias a la pastillita milagrosa.

Por suerte, la noche del pasado viernes ya la pasé en casita. No hay nada como el hogar…

Prrrrrr.

jueves, 5 de septiembre de 2013

El misterio de un éxito

Hoy os cuento algo que desde hace tiempo provoca en mí una sensación de total descoloque.

Cuando nos dicen que alguien es rebelde nos imaginamos un rockero con pelo largo tocando heavy-metal, rompiendo guitarras y destrozando habitaciones de hotel. Tal vez podríamos imaginar un hiphopero con más oro que el Vaticano, yendo de malote por la calle y amenazando a la gente con cantarle algo. Como mucho, como mucho, se nos puede venir a la mente la imagen cincuentera de James Dean, con su moto, su tupé, su cigarrillo de medio lado y su chupa de cuero.

Vamos, que todos más o menos tenemos una imagen preconcebida de lo que viene siendo un rebelde. Dicho esto, vamos al tema que me inquieta.

Si todos tenemos medianamente claro la imagen que debería tener un rebelde, ¿por qué narices Jeanette, una muchachita descalza con el pelo lacio cual si lo hubiese lamido una vaca y una vocecita que en lugar de cantar, susurraba, se hizo famosa cantando “Soy rebelde”? Eso le pegaba a una tía como Anouk. Vale, Anouk cantaba en inglés pero ya me entendéis, alguien de ese palo en versión española. Esta niñita tenía pinta de acabar de volver del bosque de recoger florecillas para luego llevárselas a su abuela en un cestito. No es que se le anduviese saliendo la rebeldía por los poros o que diera mucha imagen de chica alocada y salvaje, la verdad. Más bien me la imagino bajándose del escenario, poniéndose su uniforme del colegio y haciéndose un par de coletas en el pelo sujetas con gomas de esas de bolitas.

Yo es que cada vez que la veo en algún vídeo antiguo, ahí moviéndose en un balanceo apenas perceptible, sin despeinarse un pelo, con esa carita de Annie la Huerfanita que dan ganas de adoptarla y contándonos lo archi-rebelde que es porque el mundo la ha hecho así, porque nadie la ha tratado con amor, porque nadie la ha querido nunca oír, me dan ganas de meterle un buen zarandeo a ver si espabila, que parece que está “amuermá”. Toda su actitud me recuerda a aquella canción de Hombres G, “Voy a pasármelo bien”, en ese momento mítico en que David Summers nos confiesa que al ducharse ha despilfarrado el gel y te dan ganas de decirle “Halaaaa, mira que eres malote... a ver qué te va a decir tu madre. De ésta te cae bronca, fijo, pero a ti seguro que no te importa porque para eso eres así de temerario y vives al filo del peligro”. Pues eso. Esa clase de rebeldía es la que me sugiere esta chiquilla (ya no tan chiquilla, a estas alturas).

Soy consciente de que no es un tema que esté de actualidad ni mucho menos pero, de verdad, ¿cómo pudo tener éxito esa canción en boca de este ser edulcorado? Hasta le pegaba más a Concha Velasco, que al menos movía un poco el esqueleto cuando cantaba la Chica Ye-ye. Como si lo estuviera viendo, oye.

P.S. Me voy a la Feria de Albacete. Nos vemos en una semana. Portaos bien sin mí. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Anuncios Pesadillescos LXVI: Rimando, rimando, promos vamos perpetrando

La genial Dolega está horrorizada con esta campaña, tanto en televisión como en radio y, aunque no he tenido oportunidad de verla ni escucharla, la curiosidad me ha hecho investigar y he de decir que no es para menos.

Es una campaña de una cerveza sin alcohol. Vamos, nada nuevo bajo el sol y, supongo que justamente por eso, han querido hacer una campaña de lo más original, donde puedes descargarte una aplicación para ir rimando palabras. Cuanto más rimes, más puntos te dan para tomarte cervecitas y tapas by the face. O sea, como que muy traído de los pelos, todo.

He visto la promo en Internet y las propuestas son de un nivel literario sublime, como rimar “panda” con “bufanda”, “bella” con “estrella” y hasta se oye por ahí un “Hola, caracola” en todo un alarde de creatividad. Creo que este sería un buen momento para desempolvar las rimas del cole “Si fuera Superman, te llevaría volando pero como no lo soy, te jodes y te vas andando”. Sublime.

De más está decir que durante la promo el pobre locutor tiene que ir diciendo frasecitas rimadas que supongo que le habrán provocado sarpullidos. Lo que hay que hacer para poner un plato de lentejas en la mesa… Las imágenes son dibujitos animados bastante esquemáticos amenizados con música de videojuego de máquina recreativa. En resumen, una mezcolanza muy extraña que mi pobre mente cansada no alcanza a comprender del todo. Vemos, entre otras cosas raras, a un rapero diciendo “yo sé rimar” y a un caballito de estos que funcionan con monedas para los niños respondiendo “yo también”. Sí, ya se ve. Geniales los dos.

Esto de las rimas me recuerda mucho, muchísimo, a los antiguos slogans de productos, donde parecía que si el slogan no rimaba la imagen de marca perdía fuerza y no había manera de entrar en la etapa retentiva de la espiral publicitaria. Es como retroceder cincuenta años en el tiempo. En serio, señores, lo de las rimas en publicidad ya no se lleva. No hace falta llevar el concepto “vintage” a límites forzados.

Pues lo dicho, que si os animáis, hay que descargarse la aplicación y ponerse a rimar como locos. Total, para aquellos que son fans de la cerveza y las tapitas bien vale la pena el esfuerzo. Lo que no sé es qué clase de jurado tendrán para determinar qué rimas serán mejores que otras. Supongo que se tendrá en cuenta sólo la cantidad y no la calidad porque, visto el nivelazo de la promo, miedo me da pensar cómo van a hacer para puntuar a los participantes. Si alguien ha participado o piensa hacerlo agradecería infinitamente que comparta su experiencia con la audiencia de este blog. Bueno, y conmigo también, que soy muy cotilla.

Por si me animo, voy a ir practicando, que nunca se sabe si en mi interior puede haber una Rosalía de Castro agazapada: “Moqueta, croqueta, asceta, paleta, maqueta, roqueta, cuchufleta…”. Oye, lo mismo me apunto y todo

martes, 3 de septiembre de 2013

Ustedes Dirán LIV: He venido a hablar de su libro (sugerido por Eva)


Dado que Eva andaba quejándose de que nadie hacía reseña de su libro, hoy me lío la manta a la cabeza y procedo a dar mis impresiones sobre “La Verdad de la Sangre”, el libro que ha escrito junto a Pilar Awad Báez y que he tenido el privilegio de leer casi en primicia antes de que estuviera disponible en España. Ventajas de desvirtualizar a la gente…

En un principio me pidió que le endilgase la tarea a Forlán pero él me dijo que lo veía demasiado compromiso para un gato y que él suele leer cosas más ligeritas así que, dado que cuento con el permiso de su coautora para hacerlo yo, ahí vamos.

Para los que no lo sepáis, “La Verdad de la Sangre” trata del asesinato del Teniente Jean Awad y su esposa, Pilar, durante la dictadura trujillista en República Dominicana. Dos crímenes que intentaron camuflarse de accidentes independientes pero que, gracias a la labor de este libro, hoy podemos constatar que efectivamente fueron homicidios.

En un primer momento, sobre todo si no conocemos la historia que se nos va a contar en el libro, podríamos pensar que sendos asesinatos se debieron a motivos políticos, como suele ser habitual en cualquier dictadura. Sin embargo, se trató más bien de un doble crimen pasional, ya que Angelita Trujillo, la hija del dictador, estaba presuntamente enamorada de Jean. Según nos cuentan en el libro, ella se encargó de que la molesta esposa desapareciese de la faz de la tierra y "Pechito", el marido de Angelita, se encargó del supuesto amante de su mujer.

Aun cuando efectivamente los motivos para asesinarlos fueran políticos la historia continuaría siendo espeluznante pero el hecho de que éstos estén provocados por un mero capricho pone los pelos de punta. Suele suceder en las dictaduras que tanto la figura del propio dictador como, en ocasiones, de su propia familia toma una imagen de semidiós por encima del bien y del mal, capaz de llegar a cualquier límite con tal de cumplir sus propósitos. Hay veces en que el cariz político de la dictadura se desdibuja y comienzan a tener más peso las motivaciones personales, como sucedió en este caso.

En cuanto a la parte de investigación, me ha parecido una labor muy exhaustiva. Cómo se nota que nuestra Eva es una criminóloga de pro. Se han analizado todos los elementos y se ha entrevistado a todos aquellos implicados que han querido o han podido dar su versión aportando, además, múltiples documentos que yo, dando rienda suelta a mi vocación de detective frustrada, he analizado de cabo a rabo. Aparte de esto, merece especial mención también la parte más humana; los sentimientos que nos produce leer los sentimientos de Pilar Awad, huérfana de Jean y Pilar. ¿Existe realmente forma de imaginar cómo debe sentirse una persona que no ha tenido oportunidad de conocer a sus padres porque terceras personas decidieron que eso debía ser así?

Es la primera reseña que escribo en mi vida, así que no sé si lo he hecho demasiado bien pero, en resumen, recomiendo fervientemente el libro, que nos hará descubrir una parte de la Historia que, en este lado del mundo, no solemos conocer demasiado.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Crónicas Felinas LVIII: ¿Esto qué es lo que es?

Marrameowww!!!

Hace un par de semanas la bruja y el consorte llegaron con una bolsa de plástico enorme y otras más pequeñas.

Con una sonrisa sospechosa en sus rostros, procedieron a abrir la bolsa enorme y sacaron de su interior algo parecido al sofá del salón en el que me tumbo cuan largo soy pero en color morado y en tamaño pequeño.

Lo colocaron en el suelo y empezaron a decirme, con la voz más empalagosa que sus cuerdas vocales fueron capaces de registrar, cosas tales como “Mira, Peque, lo que te hemos traído”, “Una camita para ti”, “Mira qué mullidito…”, “¿Te gusta, peludito?”. Ayyyy, qué grima me da cuando se ponen así.

Por darles un poco el gusto me acerqué al mini-sofá y estuve olfateándolo un poco. Olía como raro pero bueno, le di un par de vueltecitas oliendo para que me dejaran en paz. Se ve que el reconocimiento olfativo no era suficiente porque se empeñaron en cogerme en volandas y meterme dentro. Me di un par de vueltecitas a ver si se les aplacaba esa ansia que tenían por mostrarme esa tontería y al minuto me fui a meter la cabeza en las bolsas pequeñas a ver si había algo más interesante para después ponerme a jugar con la grande, que eso sí que molaba. Ese tipo de cosas son las que deberían regalarme siempre. Es que no sé en qué piensan, de verdad.

Pensé que ya se habrían quedado contentos pero parece que no. Por la noche, se llevaron el mini-sofá al dormitorio y vuelta a empezar con la tontería. La bruja metiéndome en el artilugio y diciéndome “¿Ves qué bien? Si se está de lo más a gusto… Es súper blandito.” Qué cruz, señor…

La verdad es que tengo que admitir que blandito, lo que se dice blandito, sí que es. De hecho, se me empezaron a cerrar los ojitos ahí dentro pero no iba yo a consentir que estos humanos se salieran con la suya tan fácilmente, por lo que salí y me tumbé en el suelo completamente despatarrado, que ahí se estaba mucho más fresquito.

Al ver esto, me empezaron a decir que soy un desagradecido, que ni me imagino la cantidad de bolsas de pienso que costó esa cosa (mi unidad monetaria son bolsas de pienso porque con el tema de los euros todavía me lío un poco), que cómo se nota que en el fondo sigo siendo de callejón, que aunque la mona se vista de seda, mona se queda (esto último me desconcertó más allá de los límites imaginables. No sé qué similitud me habrán visto con una mona, la verdad).

En vista de esto, me voy a declarar en huelga de mini-sofá caído. Por fastidiar, básicamente. No es cuestión de mostrar tanto entusiasmo desde el primer momento, que si no se piensan que con cualquier cosita estoy contento y lo mismo dejan de intentar comprar mi cariño con objetos banales. Y eso sí que no pienso consentirlo.


Prrrrrr.