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lunes, 30 de marzo de 2015

Crónicas Felinas CXXVIII: Mentiras peligrosas

Marrameowww!!!

Por si acaso os estabais preguntando por el estado de mis fauces, he de anunciaros que ya estoy comiendo estupendamente y, por consiguiente he vuelto a mi buen humor habitual, que es todo el posible dada la condena que supone vivir con la bruja y verle el careto casi las 24 horas del día.

Del consorte no digo nada porque, gracias a él, de momento me he librado de pasar por la tortura de la famosa limpieza de boca que me quieren hacer. El hombre se apiadó de mí y dijo que le daba penita llevarme tantas veces seguidas al veterinario y que, en vista de que ya como sin hacer mucho aspaviento, me iba a dejar hasta principios de abril (que ya está comenzando, sí, soy consciente de ello; no me lo recordéis).

No sé si lo sabéis pero mi fecha de cumpleaños impuesta (porque nadie me vio nacer y, por tanto, nadie conoce la fecha exacta) es el 1 de abril. Así que ya veis qué regalo de cumpleaños tan estupendo quieren hacerme: Sedarme, meterme un tubo y rasparme los dientes. ¿A que os morís de envidia? Pues esa es mi vida, ya veis.

No conformes con esto, ahora que viene el puente de Semana Santa, el consorte ha decidido que se va un par de días a Albacete (dice que a ver a su familia pero a mí no me la da; seguro estoy de que lo que quiere es huir de este infierno y del Can Cerbero, A.K.A “La Bruja”).

Esto significa que, como la bruja no quiere liar el pifostio padre movilizando gatos para dos días (una vez más, eso dice ella porque lo que pasa en realidad es que es una vaga redomada y fantasea en su fuero interno con poder quedarse en casa con un pijama de pelotillas en de estar intentando dar una buena imagen frente a sus suegros), ha decidido de forma unilateral que se queda en casa y así cuida de nosotros. Ja!

Así que podréis imaginar el cumpleaños más fantástico que voy a pasar, con la limpieza de boca pendiendo sobre mi cabeza como la espada de Damocles y soportando a la bruja sin que el consorte pueda mediar en los momentos de conflicto, como cuando suplicamos desesperados por un mísero grano más de pienso. En esas ocasiones, el consorte cede y nos da un poco más. La bruja dice que no, que ya nos ha echado la ración que nos toca y que hay que vigilar nuestro peso para que no acabemos como bolitas ambulantes. Nuevamente, mentira cochina. Lo único que vigila la agarrada esta es su propio bolsillo, no vaya a ser cosa que le toque comprar pienso más veces que las que tenía programadas en el presupuesto del año y se vaya a quedar sin comprarse un bolso nuevo para la colección.

Me estoy empezando a dar cuenta de que vosotros, los humanos, sois muy mentirosos. Os va a crecer la nariz.

Como a la bruja.

Prrrrrr.

jueves, 26 de marzo de 2015

Hoy toca tag (y premio)

La semana pasada comentaba que no había cerrado el chiringuito con respecto a recibir premios, memes y similares porque parecía que ahora estábamos tranquilitos… Ja. Ilusa de mí, si antes lo digo, antes me manda Ph, del blog “¿He oído Flor?” este cuestionario. A ver si nos estamos quietecitos ya… Bueeeeno, vaaaale, en el fondo reconozco que siempre hace ilusión que se acuerden de una.

Las reglas son de lo más sencillas. Responder las preguntas y nominar a 10 blogs, avisándoles sobre la nominación.

Desde ya aviso que voy a pasar olímpicamente de nominar a nadie. A quien le apetezca responder a las preguntas, puede responderlas con total libertad.

Vamos al lío:

¿Cuándo empezaste con el blog?

El 9 de enero de 2012. Hace tres añitos ya, quién lo diría…

¿Por qué decidiste hacerte blogger?

Pues porque hacía mucho tiempo que no escribía nada aparte de la lista de la compra, lo cual limita bastante mi creatividad. Llegó un día en que noté una necesidad casi física de retomar la palabra escrita y hasta hoy.

¿Qué nos enseñas en tu blog?

¿Que qué os enseño? Pues más bien nada. No enseño nada ni el sentido de transmisión de valores ni en el de exhibicionismo. Con que os riáis un poco conmigo (o de mí, da igual), me conformo.

¿Te costó decidir el nombre del blog?

La verdad es que salió casi solo cuando escribí en mi cabeza el primer post. Así me pasa, que me dejé llevar por la impulsividad y ahora nadie lo entiende.

¿El diseño de tu blog es autodidacta o contratado?

Pues es una plantilla de las que vienen preestablecidas. ¿Eso en qué categoría entra?

¿Cada cuánto publicas un post? ¿Tienes un día concreto para publicar o cuando te apetece?

Pues publico tres semanales. Bueno, siendo sincera, yo publico dos: los miércoles y los jueves. Los lunes publica mi gato.

¿Compartes tus publicaciones en redes sociales? De ser así, ¿dónde te podemos encontrar?

Podéis encontrarme en Google+, Facebook y Twitter. Tenéis todos los enlaces aquí a la derecha, así que no hay excusa para decir que no me encontráis. ¡¡A seguirme, hombre ya!!

Tienes diferentes secciones en tu blog?

Pues sí, porque soy muy organizada. Tenemos las fijas, que serían Crónicas Felinas y Anuncios Pesadillescos. Los jueves toca entrada aleatoria pero es aleatoriamente fija y luego están las que van y vienen como el Guadiana (Ustedes Dirán y los premios, que se niegan a abandonarme).

¿Qué nos recomiendas de tu blog?

El blog-roll que tengo ahí a la derecha. Leo a una gente estupenda, oye.

¿Cuánto de tu tiempo lo dedicas a bloguear?

Uffff. No quiero ni pensarlo…

¿Crees que serías capaz ahora mismo de dar carpetazo a la vida virtual?

Capaz, lo que se dice capaz, claro que sería. Pero no me apetece, ea.

¿Qué cosas positivas y negativas te ha aportado bloguear?

Positivas: Grandes risas que me he echado, gente estupenda a la que he desvirtualizado y gente a la que no he desvirtualizado pero aun así se las siente muy cerca, libros firmados, regalitos, recuerdos… y la satisfacción de hacer algo que me gusta mucho.

Negativas: Pues de momento, ninguna. Esperemos que la cosa siga así.


¿Qué es lo primero en que te fijas cuando visitas un blog?

En la temática y en el estilo de escritura, supongo. Nunca me había dado por pensarlo, la verdad.

¿Te gusta que los blogs que visitas a diario desde hace tiempo se conviertan en negocios?

Pues depende. Ver banners de publicidad o algún post patrocinado de vez en cuando no me molesta. Está bien que los bloggers se puedan ganar unos eurillos, oye. Ahora bien, si ya la cosa se sale de madre y van a estar todo el día vendiéndome cosas, pues ya dejaría de interesarme. Por suerte, esto no ha sucedido con ninguno de mis habituales.

¿Te gustaría que tu blog fuese tu forma de ganarte la vida?

Pues por una parte, sí, claro. Pero por otra también pienso que a lo mejor perdería fuelle si termino escribiendo por obligación en lugar de por gusto. Soy así de rara.

¿Te preocupa no tener visitas?

¿Ninguna? Ya es difícil, aunque más no sea por las cosas raras que busca la gente en Internet. A Google le encanta mandármelos a mí.

Y, por si fuera poco, Kristalle y Guille me han dado este premio. El Premio “Parabatais”, que ya me gustaría a mí saber qué significa. Las normas son únicamente publicar la imagen del premio:



Y nominar a quince blogs, que me parece un poco abusivo así que aquí lo dejo para quien quiera hacerse con él.

Y se acabó lo que se daba. ¡Muy buen fin de semana a todos!

miércoles, 25 de marzo de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXXII: Por pelotas

Los anuncios de estos grandes almacenes siempre me llaman la atención porque me da la impresión de que se han quedado estancados en los años 80 y de ahí no se mueven. Pero este detalle es lo único que hace que me fije en ellos; por lo general, no me provocan ni frío ni calor.

Pero este año han venido a anunciarnos, como siempre, que ya es primavera (pese a que las temperaturas han vuelto a caer estrepitosamente luego de habernos engañado de forma sibilina) y lo han hecho de una forma un tanto surrealista.

Vemos una especie de pelota de Pilates que tira un jarrón con pinta de caro. Ya empezamos mal. En el otro extremo del salón dieciochesco, hay una mujer con expresión inescrutable vestida a juego con la pelota que mira sin demostrar ningún tipo de emoción.

Vemos más pelotas que se arrastran por el techo la pared de otro salón. Una puerta se cierra sola y la mujer de rostro inescrutable ya parece que se va mosqueando un poco.

Luego, con otro modelito, se levanta de una silla en otro salón mientras cientos de pelotas de Pilates caen del techo sin que ella se despeine siquiera.

Después la vemos con otro outfit diferente caminando hacia atrás por el patio. No sé si presa del pánico por si la persiguen las pelotas o porque el creativo pensó que eso quedaba muy cool. Opto más bien por lo segundo; la chica no parece propensa a tener emociones o, al menos, a demostrarlas. Luego aparece apoyada en una pared con la cara tapada por otro balón y juraría que aquí la veo más expresiva.

Miles de balones se desplazan por las calles desiertas y comienzan a perseguir a la chica, que apenas mira hacia atrás como si aquello fuese lo más normal del mundo. No saca el móvil para subir el vídeo a las redes sociales, ni nada.

Más modelitos en diferentes escenarios. Y balones. Balones de todos los colores y tamaños. Balones para todos los gustos. Balones everywhere. De repente, parece que la chica pone cara de algo parecido al miedo (o al estreñimiento, no lo tengo muy claro) y la escena cambia a un torbellino de balones en mitad de la calle.  Ella corre entre los balones voladores y, de repente, vemos que sólo se le ven las piernas y está cubierta de pelotas de cintura para arriba, cual disfraz DIY de racimo de uvas.

Los balones salen volando y, mientras vemos que del caserón donde estaba al principio están rebosando las esferas, nos anuncian que ya es primavera y se quedan tan anchos.

Confieso que me ha dado un poco de miedito. No sé si porque ya me veo invadida por un montón de bolas gigantes o porque me están tirando indirectas para que me vaya poniendo con la operación bikini. Sea como fuere, me causa desconfianza, por lo que intentaré demostrar mi profundo terror con cara anodina, que está visto que es la última moda. 

lunes, 23 de marzo de 2015

Crónicas Felinas CXXVII: Soy un sufridor

Marrameowww!!!

Llevaba yo unos días que no comía bien. La bruja y el consorte se preguntaban por qué motivo sería que, cuando les veía aparecer con el plato de pienso, me ponía a maullar para que me dieran de comer cuanto antes y luego, tras comer seis gramos con ansia, fuera perdiendo fuelle hasta alejarme del plato y volver a comer algún granito suelto de vez en cuando. Total, que una ración que suele durarme diez minutos me terminaba durando tres horas. La bruja era de la teoría de que a lo mejor andaba acalorado e inapetente porque justo habían subido repentinamente las temperaturas y me habían pillado con pelaje de invierno. Recordemos que yo pedía comida, por lo que no era inapetencia. La bruja nunca ha sido muy lista, no.

Una mañana que el consorte se levantó inspirado, en lugar de pienso me dio una latita para dolencias estomacales, que siempre tienen guardadas por si alguno anda un poco fastidiado. No es que estén muy buenas porque es comida de enfermo pero yo la devoré con placer y deleite, pese a que nunca me han gustado mucho.

Ahí el consorte empezó a pensar y le dijo a la bruja “¿Y si le duele algo en la boca?”. Por fiiiiin, alguien que piensa en esta casa. Así que esa tarde me llevó el consorte al veterinario (qué tirria le estoy cogiendo a ese hombre) quien, tras escuchar las explicaciones del consorte en cuanto a que se me veía con hambre pero remoloneaba un montón con la comida y que había comido mucho mejor lo blando que lo duro, enseguida se puso a mirarme las fauces. El diagnóstico: Gingivitis. De esto la bruja entiende mucho, que siempre ha sufrido mucho de las encías y cualquier día acabará desdentada.

Total, que tuve que estar seis días comiendo un poco de latita y otro poquito de pienso (lo cual me fastidiaba sobremanera pero el veterinario, que es un sádico, dijo que no me malacostumbraran a estar comiendo latita todo el día) y, encima, durante esos días tuve que aguantar medio pastillujo de antibiótico que me daba la bruja porque es un ser perverso.

Ahora ya voy mejor y estoy comiendo bien sin marear tanto la comida pero he oído por ahí que me van a hacer una limpieza de boca así que, por lo visto, mis sufrimientos no terminan aquí y voy a tener que soportar que hagan vete a saber qué en mis dientecitos; si es que no hay derecho. Y me da igual que me digan que es por mi bien. Por mi bien sería que me dejen comer latita todas las veces que se me antoje para que mi preciosa boquita no sufra. A ver qué necesidad hay de torturarme cuando todo podría resolverse preparándome un puré. Ganas de complicarme la vida, es lo que tienen. Espero que la famosa limpieza de boca les salga por un ojo de la cara.

Si he de sufrir, que su bolsillo lo note, ¿no?

Prrrrrr.

jueves, 19 de marzo de 2015

Experimentando

Dibujos de Nube me hizo llegar el otro día este artículo donde nos informan, como podéis leer, que un grupo de científicos ha compuesto una serie de canciones para gatos, utilizando bases rítmicas basadas en el ronroneo y la succión, para que estén tranquilitos. Yo me imagino a esta gente recibiendo una subvención para investigar y diciendo “¿en qué la usamos?” y concluyendo “pues en componer música sedante para gatos, que seguro que nos dan el Ig Nobel”. Ahí, con un par.

No obstante, como no podía ser de otra manera, el tema me picó la curiosidad, por lo que quise experimentar en carne de mis propios felinos si realmente estos soniquetes surten algún efecto en el comportamiento de los gatos. He aquí los resultados de mi investigación, donde hemos utilizado tanto la “melodía” de aproximadamente un minuto que acompaña al artículo como las tres muestras de unos treinta segundos que encontramos pinchando en el enlace que apreciamos en el mismo.

Sujeto 1

Nombre: Munchkin.

Edad: 9 meses

Estado natural: Inquieto. Mucho.

¿Qué lo tranquiliza normalmente?: La música para dormir que ponen en Baby TV.

Condiciones del experimento: El sujeto estaba haciendo el vago en el sofá.

 Conclusiones: Pues pocas. El sujeto del experimento levantó repentinamente la cabeza al escuchar los acordes de la primera melodía (la más larga de las cuatro) abriendo los ojos como platos y volviendo a su estado de semi-letargo a los pocos segundos. Repitió esta misma operación con las tres melodías restantes, por lo que no puede concluirse que alguna de ellas tenga efectos mejores o diferentes a las otras. Los ojos como platos hacen sospechar que, más que tranquilizador, el efecto fue algo inquietante.

Sujeto 2

Nombre: Forlán.

Edad:  5 años (casi).

Estado natural: Generalmente tranquilote.

¿Qué lo tranquiliza normalmente?: La vida misma. Acabaríamos antes diciendo qué lo pone nervioso. Es el rey de la pachorra.

Condiciones del experimento: El sujeto estaba paseando por el salón sin rumbo fijo.

 Conclusiones: Algo más reveladoras que con el Sujeto 1, pero tampoco para echar cohetes. Con la primera melodía detuvo su paseo, me miró, emitió un maullido corto y se fue a afilarse las uñas al sofá. A continuación empezó a lavarse una pata, tarea que no abandonó durante el resto del experimento, salvo para abrir, al igual que el Sujeto 1, los ojos como platos al comenzar el segundo soniquete. Vamos, que no se lo veía más relajado de lo habitual.

En definitiva, que no he sacado demasiado en claro de esta observación científica pero me ha servido para estar un rato entretenida haciendo el ganso, que siempre es de agradecer. Os insto a probar con vuestros felinos y a compartir los resultados, a ver si llegamos a alguna conclusión medianamente coherente, más allá del consabido “los gatos hacen lo que les da la gana y no hay fórmulas mágicas”.

Por mi parte, creo que voy a seguir poniéndole Baby TV a Munchkin y dejando a Forlán a su bola, que me da mejores resultados. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXXI: El camarote del desengrasante

Los de este desengrasante no dejan de sorprendernos, o de espantarnos, según se mire. Ya el año pasado contrataron a un director de cine de renombre para contarnos una historia inspirada en el producto (os lo conté aquí) y, no conformes con ello, este año se gastan otra pasada de euros en contratar a otro director de cine para que siga dando material para mi sección. Si es que piensan un montón en mí; son de lo más majo.

Si el anterior anuncio era de corte futurista, éste es más bien marxista (de los hermanos Marx, quiero decir). Entra un chico con una botella de desengrasante en la mano anunciando a su abuela que viene a limpiar algo. Se interrumpe a mitad de frase al comprobar que la cocina está al límite de su aforo. En la primera escena cuento doce personas y un canario, aunque con tanto movimiento lo mismo se me escapa alguien o estoy contando dos veces a la misma persona. Hay un operario arreglando la lámpara del techo, otro que lo mira desde abajo (trabajando a la española), una señora en taca-taca, un señor desayunando, una mujer barriendo, una pareja dándose el lote sobre la encimera, una bailarina, un chico tocando la guitarra, otro que se pasea por ahí con una bicicleta a cuestas, un hombre agachado que no sé qué hace y otro agarrado a una bolsa de basura. El canario no hace nada especial. Estuve un rato buscando a Wally pero no lo encuentro. Si alguien lo ve por ahí, que me avise, que estoy en un sinvivir.

En medio de este maremágnum, el chico comienza a rociar con desengrasante todo lo que se encuentra. Una camisa, la bicicleta, los platos del lavavajillas que está poniendo una chica que, aunque no pondría las manos en fuego, juraría que es la misma que hace un tiempo tenía picores “ahí” (fue en este post donde hablamos del asunto ). No puedo verle bien la cara porque está de perfil y mirando un poco para abajo como diciendo “que no me reconozcan; en qué momento acepté yo aquel anuncio que ha hundido mi carrera”. De repente aparece una señora con paellera que también es rociada con el desengrasante (la paellera) y, por último, el chico del bote milagroso ayuda a otro señor que está limpiando el extractor de humo.

En la escena final vemos al señor que desayunaba, luego de haber sido empujado, golpeado con la bicicleta y rociado con cal del techo debido a las perforaciones con taladro del operario, con la botella de desengrasante haciendo equilibrios sobre su cabeza mientras el supuesto nieto nos informa que ese producto funciona de verdad.

Digo yo que ni tanto ni tan calvo. Estamos un poco aburridos de los anuncios donde salen amas de casa quejándose de lo terrible que es su vida y que nada más quieren “que de morirse” por estar condenadas a frotar día y noche pero esto ya es pasarse un poco para el otro lado.


P.S. Le dedico este anuncio a Naar, que en seguida pensó en mí cuando lo vio.

P.S.2 (6 de mayo de 2015). Este anuncio es el flamante ganador del Premio al Anuncio más Pesadillesco del Año (PAPA) edición 2015. He aquí su premio:



lunes, 16 de marzo de 2015

Crónicas Felinas CXXVI: Click!

Marrameowww!!!

Hoy toca tutorial para los felinos que me siguen, que sé que son muchos y últimamente los tengo abandonados sin mis prácticos consejos para hacerle la vida imposible a los humanos. Así que, si tú que me estás leyendo no tienes orejas en punta, rabito, bigotes y caminas a cuatro patas, te invito a abandonar este post e ir a otro blog a leer cosas que puedan resultarte más útiles, porque esta entrada es exclusiva para gatos (y tal vez algún perro con alma de tirano).

Hablaremos hoy de las fotos. No sé vuestros humanos, pero los míos son bastante cansinos con eso de la cámara, todo el santo día detrás de nosotros con cada cosa que hacemos y que les parece de lo más mona, graciosa, divertida o las tres cosas a la vez. Cuando no tenían Smartphones, menos, porque había que ir a buscar la cámara y hay que reconocer que en cuanto a vagancia casi pueden hacernos la competencia a Munchkin y a mí pero ahora que tienen siempre a mano el móvil, esto es un sinvivir.

Pues bien, el truco del almendruco para fastidiar en estos menesteres es adoptar una pose súper mega adorable o súper mega graciosa y esperar a que vuestro humano se percate de ello. Una vez logrado este primer objetivo, esperad pacientemente a que el humano coja la cámara, móvil, o el aparatejo que use para inmortalizar momentos entrañables. En cuanto veáis que el aparato en cuestión apunta hacia vosotros, simplemente idos, dejándolos con cara de lelos. Si estáis con ganas especiales de fastidiar, podéis retomar la misma pose pasado un ratito, repitiendo nuevamente el proceso hasta que os aburráis.

En mi caso en concreto, últimamente me ha dado por meterme dentro de unos maceteros que tiene el consorte en la terraza, los cuales ya no albergan plantas porque tienen muy mala mano para la botánica y no hay vegetal que sobreviva en esta casa. Hasta el tomillo, que crece solo en mitad del monte aguantando la solanera, el granizo, las heladas y lo que le echen, pasó a mejor vida en manos de estos dos. Como recuerdo de todas las plantas que ya no están en este mundo gracias a su ineptitud, quedan los maceteros. Me meto en uno rosa, haciendo un ímprobo esfuerzo ya que hay que admitir que los cuartos traseros apenas si me caben en dicho objeto y ahí me quedo esperando a que la bruja se percate y coja el móvil para reírme un rato. Nótese que he dicho que elijo el rosa. Hay otro amarillo que tiene las mismas dimensiones y, se supone, debería causar el mismo efecto pero ¿por qué elijo el rosa? Pues porque es un color infinitamente más ñoño y más mono que el amarillo, por lo que el fastidio de los humanos al no haber podido retratarme en ese momento que se convertiría en carne de las redes sociales más pronto que tarde es mucho mayor.

Espero vuestras experiencias con este tutorial.

Prrrrrr.

jueves, 12 de marzo de 2015

Around the World Blog Tour


Dibujos de Nube me hizo el pasado 24 de febrero “inmerecidamente merecedora” de esto que no sé muy bien si llamar “Premio” pero que tiene un nombre así de rimbombante.  Lo digo porque no tiene imagen. Al principio pensé que la imagen era ésta que hoy uso yo también para acompañar a lo que sea esto pero, por lo que veo, esa imagen se la puso Dibujos de Nube, que es muy apañada y lo ha dejado requetemono. ¡¡Gracias, guapa!!

Confieso que cuando alcancé el premio número 100 me planteé seriamente dejar de recibir premios, cadenas y demás porque la cosa se estaba saliendo un poco de madre. Como parece que ahora estamos más tranquilitos en este sentido, lo publico y espero no estar abriendo la veda a una nueva avalancha viral. Crucemos dedos…

Las reglas son muy sencillitas:

1) Algo sobre mí. (Jejeje)
2) Cómo nació mi blog.
3) Mi proceso creativo.

Hala, vamos allá.

1) Algo sobre mí.

Pues no sé qué voy a contaros ya a estas alturas que no haya contado en todos los premios que exigen contar algo sobre uno mismo. Se nos está yendo de las manos este espíritu biográfico. Como no se me ocurre mucho, os voy a contar algo que no es que ayude demasiado a conocerme pero que al menos va a servir para que os riáis de mí un rato, que siempre viene bien. Subo cuestas sin problemas pero bajarlas ya es otro cantar. No me refiero a las calles empinadas, claro está, sino a las típicas cuestecillas de tierra que hay en el campo. La pendiente puede ser de lo más ridícula y la distancia al “suelo firme” de apenas veinte centímetros pero yo sufro pensando que me voy a resbalar y me voy a esmoñar. En serio, me da una angustia tremenda. La última vez que fui de excursión monté el número, con eso os digo todo.

2) Cómo nació mi blog.

Lo he contado muchas veces ya… No quiero aburrir. Esta vez diré que nació sano, pesó un post y midió 275 palabras. Le celebré el tercer cumpleaños hace poco.

3) Mi proceso creativo.

Pues dado que tengo secciones fijas, el proceso creativo suele fluir con bastante facilidad. Forlán siempre tiene material que contar los lunes y no nos faltan anuncios pesadillescos que me inspiren los miércoles. Tal vez lo que más conflictos me cause a veces sea la entrada de los jueves, por ser aleatoria y confieso que hay veces que tengo que pensar mucho antes de decidir de qué voy a escribir. Esta semana me he salvado de pensar (Muahahahaha). Y con esto tendríamos las tres entradas semanales. Antes eran cuatro con el “Ustedes Dirán” pero, como estáis muy vagos, el blog ha mermado en cuanto a cantidad (la calidad ya alcanzó cotas negativas hace tiempo).

No sé a cuánta gente hay que pasarle esto. Dibujos de Nube me lo pasó solo a mí porque soy súper exclusiva, así que yo hago lo propio (también así hay menos riesgo de que me lluevan collejas) y se lo paso sólo a Nefer, de “El blog de la Tía Avecilla” porque… sí. Porque me da la gana.

¡¡Buen fin de semana a todos!!

miércoles, 11 de marzo de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXX: Amor eléctrico

Los productos de limpieza nos dejan grandes joyas en esto de los anuncios pesadillescos. Creo que esta marca ya había tenido su momento de protagonismo en esta sección pero me sigue dando tantos momentazos que no he sido capaz de resistir la tentación de compartir con vosotros esta nueva creación.

Una mujer frente al lavavajillas sostiene una copa entre sus dedos. Casi con asco. No es que esté sucia, sino mojada. A viva voz, reprocha al lavavajillas su ineptitud con un “Oh, no. Otra vez no lo has secado. No lo entiendo”, mientras la copa chorrea más agua que las cataratas del Niágara. Por cierto, inciso, ¿habéis notado que en un montón de anuncios la gente muestra su descontento iniciando las frases con “Oh, no”? Queda como muy Shakespeare. No conozco a nadie que use esa expresión.

Seguimos. Un técnico que aparece de la nada en la cocina de esta buena señora aficionada a la tragedia griega le explica que el problema no está en el lavavajillas, pobrecito él. Ella, lejos de asustarse y llamar a la policía, escucha atentamente las palabras del técnico que se ha colado en su vivienda (con cartelito identificativo, eso sí). Él le explica pacientemente que para solucionar el inconveniente no tiene más que usar abrillantador – Uno en concreto, claro está que no vale cualquiera – en cada lavado, ya que esto ayudará a que la vajilla seque mejor que echándole sólo detergente. Hay que ver las cosas que aprende una. Confieso que yo no lo sabía porque, aunque mi casa venía con lavavajillas, no lo he usado jamás porque tardo menos en lavar a mano como toda la vida y dejar que las cosas se sequen al aire. Y no les reprocho que estén húmedas ni nada, soy un alma generosa.

Y, por si todo esto fuera poco, aquí viene el momento más vergonzoso y surrealista del anuncio; ése que le ha hecho merecedor de tener su hueco en esta sección. Nos enseñan un plano de la mujer acuclillada frente al lavavajillas, abrazada al electrodoméstico al tiempo que hace caricias a su lacada forma cúbica y diciéndole “Lo siento”.

Cuando vi el anuncio estaba cenando y creedme si os digo que el tenedor se quedó a medio camino de mi boca abierta. ¿Le pide disculpas a un electrodoméstico por haber osado pensar mal de él? Y yo que decía que soy rara porque cuando doy sin querer un golpe a los gatos les pido perdón. Esto ya es de traca.

Voy a tener que ir a presentar mis respetos a los electrodomésticos de mi casa para que vean que valoro su labor y su esfuerzo diario en hacernos la vida más fácil, no sea cosa que un día se me rebelen y se pongan en huelga por no haberse sentido lo suficientemente queridos.

No quiero ni imaginarme la cara de esta mujer cuando le dieron el guion del anuncio y comprobó que iba a tener que hacerle carantoñas al lavavajillas.

Lo que hay que hacer.

lunes, 9 de marzo de 2015

Crónicas Felinas CXXV: Perdiendo la cordura

Marrameowww!!!

La bruja últimamente anda un poco agobiada de trabajo. La consecuencia de esto es, aparte de que tiene más cara de cadáver que nunca, que está más despistada de lo habitual.

Tiene la costumbre de llevarse una barrita de cereales al trabajo, dice que para merendar algo sano, aunque luego vaya a la máquina de la cafetería y arrase con las bolsas de patatas fritas que encuentre. Por cierto, el otro día andaba protestando porque dice que en dicha cafetería han puesto unas servilletas con la leyenda “Gracias por su visita”. Indignada andaba diciendo “A ver si éstos se creen que como ahí por gusto como para tener que andar dándome las gracias por la visita. Mejor que se molesten en quitar el cartel de No Hay Salida que se divisa en cuanto subes la escalera, que eso desmoraliza a cualquiera” y bla, bla, bla. Confieso que ahí desconecté y ya no me enteré de mucho más. Está tan cansada que ya cualquier cosita de nada es un motivo más que tiene para protestar y uno no ha nacido para consejero espiritual ni mucho menos para psicólogo. A mí que me den de comer y me limpien el cajón de arena y ya está; paso de andar escuchando sus problemas, la verdad.

Perdón, que me disperso. Hablaba de la barrita de cereales. El caso es que ya lleva dos días que se la olvida en casa pero no dentro del armario de la cocina sino arriba de la encimera o sobre la mesa del salón. Esto, claro está, hace las delicias de Munchkin, que no pierde oportunidad de pillar la barrita que haya sido abandonada a su suerte y utilizarla de juguete hasta que destroza el envoltorio y, si puede, se zampa un trozo, que ya sabéis desde la semana pasada que últimamente en esta casa nos racionan la comida como estuviésemos en economía de guerra.

Daría lo que fuera por ver la cara de la bruja cuando abre el bolso en la oficina y se pone a revolver infructuosamente en busca de su olvidada barrita de cereales. Ya me la imagino blasfemando en arameo recordando que una vez más la ha dejado en casa, a merced de las fauces del jovenzuelo.

Por lo demás, de momento no se ha olvidado de nada más pero no descarto que en cualquier momento salga en pantuflas a la calle, porque uno la mira a la cara y se da cuenta de que está perdiendo el poco norte que le iba quedando. A mí me da un poco de miedo, lo reconozco. Porque el hecho de que vaya dejando barritas de cereales desparramadas por ahí o incluso que salga a la calle en pantuflas o con la toalla enroscada en la cabeza me da bastante igual pero, ¿y si un día se olvida de echarnos de comer? Eso sí que sería una auténtica desgracia así que desde aquí insto a los jefes de la bruja a que la dejen respirar un poco más.

Prrrrrr.

jueves, 5 de marzo de 2015

Hay una carta para ti (o para cualquiera)

Hoy hablaré de una carta. Adoro cuando me llegan estas cosas.

Cerradita como estaba, sólo vemos “Sr./Sra. INVITACIÓN PERSONAL”.

Ya empezamos bien. Tan personal no será la invitación cuando no saben ni a quién la dirigen pero bueno, procedamos a su apertura.

Lo primero que llama la atención es el cuerpo de letra tamaño XXL que puede leerse sin necesidad de gafas aunque seas primo hermano de Rompetechos. No se conforman con la letra gigante sino que, además, hacen uso indiscriminado de las mayúsculas, la negrita, el color rojo y unas fotos gigantes de las que hablaremos a continuación. Un deleite para la vista.

El motivo de este bombardeo visual es invitarnos a una “conferencia” donde van a enseñarnos (sólo a enseñarnos para dar envidia, en ningún momento se les pasa por la cabeza vendérnoslos) productos para nuestra salud y nuestro descanso.

Ya de por sí la oferta suena tentadora pero, si necesitamos algún aliciente más, nos prometen que nos van a regalar una de estas dos maravillas si vamos a acompañados de nuestro cónyuge (a los solteros que les den; deberían estar agradecidos de que les den una excusa para no quedarse en casa muertos del asco).

Opción 1 (con fotaca): Un cojín terapéutico relleno de gel. Según dicen, anunciado en televisión, que esto siempre es sinónimo de calidad. ¿A quién se le va a ocurrir pensar que algo que anuncian en televisión puede ser malo? Nota mental: Buscar el anuncio de este cojín. La cosa promete.

Opción 2 (con fotaca más grande): Una extraordinaria garrafa de aceite de oliva virgen. Juro que lo de “extraordinaria” no me lo he inventado yo. La marca de la que viene en la foto es la de una cadena de supermercados francesa de lo más conocida aunque nos advierten que la marca puede cambiar según existencias, no sacrificando por ello la magnífica calidad del producto.

Ante este soborno irresistible, ¿cómo decir que no? Además, si invitas a este evento tan interesante a  un matrimonio amigo (¿Qué tendrá esta gente contra los solteros? ¿Pedirán el libro de familia para comprobar si realmente ése que te acompaña es tu marido o si has ido con el vecino del bajo?) ellos se llevan los mismos regalos que te lleves tú. Halaaaaaa. Vamos a freír más patatas que en la guerra todos.

Y no termina aquí el despliegue de ventajas. Si llevas cien euros y los enseñas (hacen hincapié en que sólo tienes que enseñarlos) te dan otro estupendo regalo del que prefieren mantener el misterio. Está bien, esto; así cuando más tarde te quieran vender algo por valor de cien euros, no tienes excusa para decir que no has llevado. Qué lissssstos son.

Eso sí, para beneficiarse de este planazo, tienes que ser mayor de 55 años. Los jóvenes no tienen derecho a freír nada ni a aposentar el culete en cojines de gel y se exige DNI, según dicen, así que nada de hacerse los listillos.

Jo, con las ganas que tenía de ir…

miércoles, 4 de marzo de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXIX: Eso no se hace

Una pareja y su hijo pequeño se montan al coche para emprender un viaje. Según la madre está acomodando a su vástago en el asiento trasero le hace la siguiente promesa “Cuando paremos a echar gasolina, te compro un helado”.

Un brillito de ilusión asoma en los ojitos jóvenes e inocentes de nuestro protagonista. El vehículo emprende su camino y pasa por un valle… y una gasolinera que el niño mira con alegría, pero no paran… pasa por campos… y una gasolinera que el niño mira con grandes expectativas, pero no paran…  pasa por montañas y por ríos y por desiertos y por multitud de paisajes con sus respectivas gasolineras que podamos imaginar pero nunca, nunca jamás paran.

Y el anuncio es básicamente eso. En cada gasolinera el niño recupera la esperanza pero sus ilusiones se ven truncadas una y otra vez. La voz en off nos informa que el coche en el que viajan es capaz de aguantar mil kilómetros sin repostar. Eso es aguante, ni los camellos de los beduinos, oye.

Y mil kilómetros son muchos kilómetros. Es como ir de Madrid a… muy lejos. Si calculamos una velocidad de crucero de 100 kilómetros por hora nos daría un viaje de 10 horas. Y me pregunto yo qué clase de ser perverso ha ideado este plan maquiavélico para mantener a los niños calladitos durante diez horas con  la vana promesa de un hipotético postre que no llegará nunca. Y me atrevo a ir más allá. El creativo publicitario puede idear lo que le dé la gana (ya nos tienen acostumbrados a ello; no vamos a andar rasgándonos las vestiduras a estas alturas) pero, ¿de verdad le parece un buen reclamo para los padres? “Compre este coche y podrá tener  a los niños engañados durante horas. No darán por saco en mil kilómetros. Una ganga, oiga”.

Yo no soy madre pero me parece que se me quitarían las ganas de comprar un coche que puede ser usado como instrumento de tortura medieval con mis churumbeles. Es que me sentiría hasta mala madre comprándolo. Ya me imagino a las vecinas murmurando a mi paso “Mira la del tercero, se ha comprado un coche especial para que los niños no les fastidien más”. No da buena imagen, qué queréis que os diga.

Un coche con orinal incorporado para los que están en plena operación pañal ya sería otra cosa. No habría que estar parando a cada rato pero el niño estaría contento porque tendría un lugar donde demostrar lo mayor y lo autónomo que es. Los padres, mientras tanto, pueden ir sacando fotos para subirlas a Twitter y todo sería alegría y buenos momentos familiares. De hecho, si este coche en concreto puede hacer mil kilómetros sin parar, creo que los orinales deberían venir de serie. Orinales para todo el mundo, que uno puede aguantar diez horas sin tomar un helado pero sin hacer pis ya lo veo más complicado.

Eso sí que sería una auténtica tortura, ahora que lo pienso. 

lunes, 2 de marzo de 2015

Crónicas Felinas CXXIV: La compañía da hambre

Marrameowww!!!

Desde la llegada de Munchkin a nuestras vidas he tenido que cambiar considerablemente mi rutina alimentaria.

Tanto en vida de Luhay como en la época en que fui gato único, la comida se dejaba en el platito y uno iba comiendo a demanda hasta que se acababa el platito y la bruja o el consorte lo rellenaban para recomenzar el proceso.

Hasta ahora, a Munchkin y a mí nos estaban poniendo la comida repartida en tres veces, dejándonos separados en diferentes habitaciones hasta que cada uno había dado debida cuenta de su alimento. Al principio achacaba esto a que el infante aún vivía a base de comida de cachorro y no es recomendable ni que él zampe comida de adulto ni que yo ataque su comida de bebés (aunque está muy rica y en cuanto podía, pillaba un grano). Por tanto, pensé que la situación se normalizaría ahora que Munchkin ha pasado por el duro trance de decir adiós a sus atributos masculinos y volveríamos a la política del platito único y el buffet libre.

Pero me equivocaba, queridos lectores. Y mirad que me fastidia reconocer que me equivoco. A pesar de que ya estamos comiendo los dos el mismo pienso, continuamos con las tres comidas diarias pesadas hasta el último gramo. El motivo, como seguramente adivinaréis, es que Munchkin es un zampabollos y come todo lo que le pongan por delante. Es más, él mete la cabeza en el cuenco y no para hasta que lame fondo. Y claro, no es plan porque, de compartir el mismo plato, yo iba a terminar como el espíritu de la golosina mientras él se pone cada vez más rechoncho; y de verdad que digo esto último con absoluta imparcialidad y basándome en las más estricta observación científica. No hay más que ver las chichas colgantes que se menean con ritmillo cadencioso al ritmo de sus andares.

Y tengo que decir que no estoy muy contento con este nuevo sistema. Antes iba comiendo de a poquito, lo que provocaba que tuviera siempre la tripita satisfecha. Esto de comer cada ocho horas es una especie de tortura medieval porque ahora me ponen el plato y, por supuesto, tengo hambre. Esto hace que degluta su contenido de una sentada, sin apenas respirar. Y como me lo trago todo de golpe, me quedo lleno. Y no mola porque después se me pasa y el hambre va aumentando, va aumentando y cuando ya llevo seis horas sin comer siento que desfallezco de inanición y miro con ojitos desesperados al humano que tenga más cerca pero están en un plan muy intransigente últimamente y no dan su brazo a torcer, los muy asquerosos.

En definitiva, que casi prefiero que me habiliten para mí solo una habitación de la casa, donde poder tener la comida a mi disposición todo el día, qué queréis que os diga. Será una vida más solitaria pero menos privativa.

No sabía que éste era el precio a pagar por la compañía. Me engañaron vilmente.

Prrrrrr.