Marrameowww!!!
Por si acaso os estabais preguntando por el estado de mis
fauces, he de anunciaros que ya estoy comiendo estupendamente y, por
consiguiente he vuelto a mi buen humor habitual, que es todo el posible dada la
condena que supone vivir con la bruja y verle el careto casi las 24 horas del
día.
Del consorte no digo nada porque, gracias a él, de momento
me he librado de pasar por la tortura de la famosa limpieza de boca que me
quieren hacer. El hombre se apiadó de mí y dijo que le daba penita llevarme
tantas veces seguidas al veterinario y que, en vista de que ya como sin hacer
mucho aspaviento, me iba a dejar hasta principios de abril (que ya está
comenzando, sí, soy consciente de ello; no me lo recordéis).
No sé si lo sabéis pero mi fecha de cumpleaños impuesta
(porque nadie me vio nacer y, por tanto, nadie conoce la fecha exacta) es el 1
de abril. Así que ya veis qué regalo de cumpleaños tan estupendo quieren
hacerme: Sedarme, meterme un tubo y rasparme los dientes. ¿A que os morís de
envidia? Pues esa es mi vida, ya veis.
No conformes con esto, ahora que viene el puente de Semana
Santa, el consorte ha decidido que se va un par de días a Albacete (dice que a
ver a su familia pero a mí no me la da; seguro estoy de que lo que quiere es
huir de este infierno y del Can Cerbero, A.K.A “La Bruja”).
Esto significa que, como la bruja no quiere liar el pifostio
padre movilizando gatos para dos días (una vez más, eso dice ella porque lo que
pasa en realidad es que es una vaga redomada y fantasea en su fuero interno con
poder quedarse en casa con un pijama de pelotillas en de estar intentando dar
una buena imagen frente a sus suegros), ha decidido de forma unilateral que se
queda en casa y así cuida de nosotros. Ja!
Así que podréis imaginar el cumpleaños más fantástico que
voy a pasar, con la limpieza de boca pendiendo sobre mi cabeza como la espada
de Damocles y soportando a la bruja sin que el consorte pueda mediar en los
momentos de conflicto, como cuando suplicamos desesperados por un mísero grano
más de pienso. En esas ocasiones, el consorte cede y nos da un poco más. La
bruja dice que no, que ya nos ha echado la ración que nos toca y que hay que
vigilar nuestro peso para que no acabemos como bolitas ambulantes. Nuevamente,
mentira cochina. Lo único que vigila la agarrada esta es su propio bolsillo, no
vaya a ser cosa que le toque comprar pienso más veces que las que tenía
programadas en el presupuesto del año y se vaya a quedar sin comprarse un bolso
nuevo para la colección.
Me estoy empezando a dar cuenta de que vosotros, los
humanos, sois muy mentirosos. Os va a crecer la nariz.
Como a la bruja.
Prrrrrr.