Marrameowww!!!
Soy Forlán. El benjamín de la casa que acepta el difícil
reto de continuar con las crónicas que comenzó mi tristemente desaparecido
compañero Luhay. Al principio, la bruja no quería permitirme continuar con esta
sección porque le parecía una falta de respeto y qué sé yo pero le hice ver que
los gatos continuábamos teniendo derecho a expresar nuestra opinión en este
blog que podría ser más insigne pero, de momento, es lo que hay hasta que
encuentre un editor que me mire con buenos ojos.
Como sabréis debido a su cansinez, la bruja y el consorte
estuvieron más de veinte días en tierras uruguayas. ¿Dónde estuve yo mientras
tanto? En una residencia felina, abandonado a mi suerte. Vale, tenía una
habitación para mí solo, un radiador para mí solo, una manta para mí solo y
juguetes para mí solo pero no por ello iba yo a desaprovechar la oportunidad de
hacerles sentir culpables a su regreso.
En cuanto llegaron a recogerme empecé a maullar
lastimeramente dentro del transportín, para que la conciencia les fuera
remordiendo desde bien tempranito, a pesar de que venían de un vuelo de doce
horas y con un desfase de tres usos horarios. No se debe mostrar piedad que, si
me muestro muy contento, se les va a hacer costumbre esto de dejarme por ahí
abandonado cada vez que se les antoje ir a recorrer el mundo cual hippies
trasnochados.
Los vi ojerosos, mal dormidos, desorientados. Sin saber muy
bien dónde andaban. La bruja hablaba raro. No sé qué le pasó en el viaje pero
usaba los sonidos “sh” y “s” más de lo habitual. Me estaba preocupando, aunque
ahora ya se le ha pasado y habla como una persona normal. No sé qué le habrán
hecho por allí, que yo no me fío. Hablan raro, comen cosas raras, pasan calor
en diciembre… Eso no es normal. No sé qué ganas tienen de irse a vivir nuevas
experiencias, con lo bien que se está en casita.
Tan bien se está en casita, que en cuanto terminamos el
viaje de rigor en taxi y me abrieron el transportín en la puerta de casa, salí
corriendo al salón loco de contento. Por fin estaba en mis dominios. Vale, no
es el Palace pero aquí lo tengo todo controlado. También estaba contento porque
iba a poder retomar el blog. Me daba miedo que, con la comida rara y el calor,
la bruja se hubiese repensado la situación y viniese con ganas de innovar,
diciendo que iba a dedicar las noches de los lunes a publicar manualidades o
recetas de cocina. Como es torpe para lo primero y vaga para lo segundo, se ve que
optó por no modificar la situación y dejarme a mi aire; que gracias a mí tendrá
un post menos en el que pensar todas las semanas.
No os creáis que el chantaje emocional al que estoy
sometiendo a los humanos con que convivo ha tocado a su fin. Muy por el
contrario, me dedico a perseguirlos a todas horas por la casa y a dormir entre
los dos toda la noche. Para que vean los efectos secundarios que puede acarrear
dejar que un gato se dé por olvidado. Seguro que a la próxima se lo piensan y
optan por irse a Albacete un par de días, dejándome la casita para mí; momento
que aprovecharé para montar fiestecillas con mis colegas del barrio, que yo
siempre he tenido fama de buenecillo pero se ve que éstos no saben que las
mosquitas muertas son las peores.
Si se os ocurren más métodos de venganza para torturarlos
(física o psicológicamente), estoy abierto a recibir toda clase de sugerencias.
Prrrrrr.