Lo que hoy traigo es una especie de trilogía. Tal vez haya
más pero yo sólo he dado con tres y con eso ya me basta para tirarme de los
pelos intentando alejar de mi mente estas imágenes.
Se trata de anuncios cortitos que publicitan piezas de
bollería industrial, que diremos que se llaman “Cómo”. Lo cortito, no obstante,
no los libra de lo pesadillesco.
En el primero de ellos vemos a una chica con patines
desparramada en el suelo tras lo que se supone que debe de haber sido una
caída. Tiene las coletas completamente perpendiculares a su cabeza y el culo
medio en pompa, con una pierna cruzada sobre la otra. Nada estudiada, la pose.
La patinadora, señalándose un pie, dice “me duele aquí”. Un chico que está
observando la escena con un bollo de estos en la mano le dice “¿Cómo?”, por lo
que ella rectifica y se señala la rodilla, diciendo que es ahí donde le duele.
El chaval repite la artimaña y finalmente ella confiesa que lo que le duele es
el pompis. Lo que sea con tal de saborear el dulce manjar.
En el segundo anuncio, un alumno de química contempla su
probeta con estupor mientras ésta escupe una espuma azulada de aspecto
sospechoso. La profesora, que tiene una pinta de Señorita Rottenmeier que no
puede con ella, le anuncia que ha sacado un 2. El muchacho utiliza la misma
estratagema del anuncio anterior y, blandiendo su bizcocho, le pregunta
“¿Cómo?”. Rápidamente, la profesora le sube la nota a un 5 y, tras la
repetición de la jugada, le termina dando un nueve.
Y la tercera parte de la trilogía consiste en un chico con
polito y sudadera que espera a la puerta de una casa de la que sale un macarra
tatuado con pinta de ex presidiario, quien le anuncia de muy malas maneras que
su hermana no está. Esto no será óbice para el enamorado muchacho que,
esgrimiendo su pieza de bollería industrial, le pregunta “¿Cómo?”, a lo que el
macarra responde que la zagala está ocupada. Al segundo intento, el presunto
delincuente ya le da al del polito su más cordial bienvenida diciéndole que ésa
es su casa y que pase sin cortarse ni un pelo.
Tres anuncios que suman, en total, treinta segundos de
absurdeces. Eso sí, por probar que no quede. Yo me pienso hacer con un bollo de
éstos por si un día me amenazan con despedirme.
- Álter, estás despedida.
- ¿Cómo?
- Que eres una trabajadora ejemplar. Te quedas con nosotros.
- ¿Cómo?
- Que te duplicamos el sueldo.
Pensándolo bien, me voy a hacer con dos porque también le
estoy viendo posibilidades para llevármelo al Banco.
- Ni hablar de darte un préstamo.
- ¿Cómo?
- ¿Cuánto querías? ¿5.000 euros? Eso está hecho, mujer.
- ¿Cómo?
- Venga, y te regalamos un piso que tenemos aquí muerto de
risa.
Según lo voy pensando, más posibilidades se me van
ocurriendo. ¿Estas cosas las venderán por cajas?