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jueves, 28 de mayo de 2015

El ojo

Como os contaba el jueves pasado (y si no lo leísteis vais y os lo leéis), hace casi dos semanas fuimos al Parque Warner y, en el pasaje del terror, se me salieron volando las gafas 3D por culpa de un susto.

Un rato más tarde, cuando estábamos haciendo cola en una atracción, el churri me mira y me dice “Tienes un derrame en un ojo”. Como es un hipocondríaco, me convenció para ir a visitar al médico del parque, a pesar de que yo no tenía molestia alguna. Por el camino hacia el “centro de salud” yo iba atando cabos a ver en qué momento me podía haber hecho eso. Y recordé el momento de las gafas. En cuanto recuperé mis gafas 3D tras su intento de irse a vivir una vida independiente, creo que durante dos segundos tuve la sensación de que veía borroso con el  ojo izquierdo, por lo que tal vez la patilla de las gafas me lo hubiera rozado en su vuelo sin piloto. Digo “tuve la sensación” porque estaba todo muy oscuro y yo estaba demasiado ocupada sacudiéndome muertos vivientes de encima como para preocuparme por nimiedades.

El médico del parque me tomó la tensión por si pudiera deberse a una subida de la misma y luego dijo que, como la tenía bien, podía haberse debido a un movimiento brusco en una atracción. Me preguntó si había subido a bestialidades como el Stunt Fall o Batman. Al decirle yo que a esas burradas no me monto, me preguntó cuál era la atracción más fuerte a la que me había subido. El churri, que le gusta cosa mala reírse de mí, le dijo que a los Carritos de la Mina. Pues sí, y me lo pasé genial, ¿qué pasa?

El médico (muy majo, por cierto; os lo recomiendo si tenéis un incidente en el Parque Warner), me dijo que en principio no era nada y que, si me crecía, me daban mareos o sentía nauseas me fuera a urgencias. Muy halagüeño, el panorama, para no ser nada.

El día continuó sin mayores inconvenientes y, en el viaje de vuelta, el churri me confirmó que aquello crecía (me había sacado una foto, a fin de comparar, y todo). Así que, a pesar de lo cansados que estábamos, a urgencias que nos fuimos.

El médico de urgencias me confirmó que no era nada y que no podía hacer otra cosa que echarle paciencia hasta que se me vaya solo (tengo el ojo de lo más parecido al de un licántropo a estas alturas). El problema fue responder a su pregunta de cómo me lo había hecho:

- Pues verá usted, señor médico. Fui atacada por un cowboy zombi y me rocé con la patilla de unas gafas 3D.

Creo que en los treinta años que debía llevar ese hombre ejerciendo la medicina, jamás había escuchado una explicación semejante. Al día siguiente debo haber sido el tema de conversación en su casa a la hora de la comida. 

miércoles, 27 de mayo de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXXVII: Lama glama texana

Sin previo aviso vemos la cara de una llama que nos mira impasible, como suelen mirar las llamas para que nunca sepas cuándo nos van a soltar un escupitajo y, al abrirse el plano, un cowboy un tanto esmirriadillo nos informa que nos va a contar la historia de cómo montó un rancho de llamas.

Más que contarlo, nos lo canta al ritmo de banjo. Cuánto daño han hecho Disney y Barrio Sésamo. Parece que nada nos entra si no nos lo dan con soniquete. A mí en particular no es que me interese mucho cómo montó este hombre un rancho de llamas pero, ya que estoy frente al televisor, le presto atención para poder venir a contároslo.

En resumen, nos cuenta que tenía una consola de videojuegos tirada debajo de un sofá, juntando polvo sin que nadie sacase beneficio de ella, por lo que aprovechó para venderla en la tienda de objetos de segunda mano que se anuncia. Si ya estamos resueltos a vender porquerías, yo hubiese aprovechado a deshacerme de un montón de elementos decorativos espantosos que se observan en la habitación. A saber: Un leopardo de cerámica a tamaño natural, la cabeza de un rinoceronte de plástico y un mapa enmarcado de la Península Ibérica que me ha recordado con horror mis días de EGB.

Con el dinero que sacó de la venta de la consola, se compró una tablet y le dio por ponerse a ligar por Internet, conociendo de esta manera a una vaquera de nombre Adelle. La vaquera monta un búfalo de esos mecánicos de atracción de feria mientras sonríe mirando embobada el móvil. Así es como se dan luego los accidentes ganaderos. Supongo que lee los mensajes de su amado aunque a lo mejor ha dado con la última colección de Jimmy Choo.

Ya que estaba, el esmirriado aprovechó para comprar en la tienda de segunda mano una bici, un anillo y un GPS y pidió un préstamo para ir a verla. A ver si al final Adelle va a resultar ser Mike, un camionero bigotudo de Wisconsin.

Lo de la bici me descoloca. A ver cómo te vas a Texas en bici. Tal vez la bici era para dar vueltas por el Retiro, a ver si así hacía un poco de piernas y no le parecía tan esmirriado a la vaquera, que debe estar fuertota de dar vueltas en el búfalo falso.

Total, que se planta el esmirriado en Texas y Adelle era real, no como el búfalo. No tiene bigote y no conduce camiones. Algo malo tiene que tener. Me niego a creer que el final vaya a  ser tan idílico.

Y así de fácil es como ahora el muchacho tiene un rancho de llamas. En Texas. Ajá. Desconozco con qué objetivo puedes querer criar llamas en Texas pero se les ve muy felices.

Lo que me deja de lo más intrigada es qué habrá hecho al final con la bicicleta (y con el maravilloso mobiliario de su salón, ya puestos).

lunes, 25 de mayo de 2015

Crónicas Felinas CXXXV: El revolucionario

Marrameowww!!!

Munchkin lleva ocho meses en esta casa y creo que en este tiempo he podido discernir cuál es su vocación en esta vida.

El consorte siempre ha tenido la costumbre de dejar los tickets de la compra sobre una estantería de la cocina según llega con las bolsas. Supongo que porque es vago y pasa de guardarlos. A fin de mes, la bruja y él echan cuentas y reparten gastos. Son como muy democráticos, ellos.

El caso es que, cuando estaba yo solo, ahí se podían quedar durante días los tickets, que yo pasaba olímpicamente del tema. Al fin y al cabo, no me interesa lo que gasten siempre que yo tenga mi plato de pienso y mi cajón de arena limpio pero parece que a Munchkin el tema de la economía le preocupa sobremanera y, en cuanto aparece un ticket nuevo sobre la estantería, allí que se sube él a revisarlo.

Por lo que parece, nunca le gustan demasiado, ya que el siguiente paso suele ser enganchar el ticket con las zarpas y no parar hasta dejarlo bien asquerosito. No sé todavía si lo que le indigna son los precios del supermercado o lo derrochones que son estos humanos. El otro día me comentaba que con ese dinero se pueden comprar un montón de bolsas de pienso del bueno y hasta me empezó a hablar de porcentajes y de fluctuaciones del mercado y de cosas muy raras que no entendí, usando términos como “recesión”, “plusvalía” e “inflación”. Tengo que admitir que no le conocía yo estas habilidades. Pensé que sus actos se debían a un simple afán destructivo pero, por lo visto, cada ticket que destroza es un acto de protesta. Nos ha salido revolucionario y ya lo veo cualquier día en una manifestación enarbolando un cartel con la máxima “La tierra para quien hace pis en ella” (No puede decir “la tierra para quien la trabaja” porque no le tocaría ni un puñado). ¿Hay manifestaciones donde se admitan gatos?

Me da que no se presentó a las elecciones de ayer porque no cumple con la edad mínima requerida (y no pertenece al género humano, lo cual también es un hándicap serio para esos menesteres) pero no me extrañaría verlo un día de estos intentando convencer a los gatos del vecindario para sindicarse o algo similar. Ya lo veo haciéndose llamar “El Pasionario” o “El Che Munchkin”. Le dejaré hacer. Si está ocupado organizando mítines, no tendrá tiempo para venir a robarme la camita o la casita que nos regalaron recientemente. Si me dice algo le rebatiré que tengo derecho a una vivienda digna y a ver si tiene lo que hay que tener para llevarme la contraria, poniendo en riesgo la fiabilidad de su discurso. Un desalojo, otra ocupación, que yo también soy revolucionario si lo que está en juego son mis propios intereses.

El próximo 13 de junio cumple su primer año. Le voy a regalar un pañuelo palestino, que creo que le va a hacer ilusión.

Prrrrrr.

jueves, 21 de mayo de 2015

Un día en tierra de Bugs Bunny

Entrada al Parque
Como os contó Forlán el lunes pasado, estas vacaciones han sido más bien caseras y las hemos dedicado a emprender tareas abandonadas hace tiempo y a resolver urgencias imprevistas.

No obstante, alguna cosilla hicimos. Fuimos al Museo Arqueológico, que siempre está bien hacer algo cultural, pero no es de cultura de lo que vengo a hablar hoy, sino de otra actividad mucho más trivial.

El día 14 fue mi cumpleaños y le pedí de regalo al churri que me llevara a gastos pagados al Parque de la Warner, al que no había ido nunca.

Tengo que decir que me lo pasé muy bien. Fue muy divertido y, pese a que no es un parque muy grande, tiene muchas atracciones entretenidas. También debo admitir que yo a esas salvajadas donde te ponen cabeza abajo no me subo, así que en esas yo esperaba fuera al churri. Esto no fue óbice para que yo disfrutara como una enana. Aunque me haya montado en cosas como las sillas voladoras y los coches de choque. Yo me lo paso pipa en esos sitios. Fuimos al Hotel Embrujado, vimos el espectáculo de Loca Academia de Policía, visitamos la casa de Silvestre y Piolín y hasta dimos vueltas en las tacitas de Scooby Doo como si tuviéramos ocho años.

Al fondo, "La Venganza del Enigma", la atracción más
alta de Europa
A pesar de que no soy muy fan de las atracciones de agua, subimos en unas cuantas. Nos mojamos, nos secamos, nos volvimos a mojar… Y a mí todo me venía bien. Hizo calorcillo así que en el fondo se agradecía.

En las casetas de la Feria pretendí que el churri ganara para mí una rosquilla de peluche enorme. Quería sentirme por una vez como una adolescente orgullosa a la que su hombre le ha ganado un peluche pero sólo nos valió para hacer el ridículo. Qué decepción de hombre.

Old West Territory
También fuimos al Horror West, que es un pasaje del terror con actores y proyecciones en 3D que estuvo muy bien. Unas chicas de unos 17 años (esto según yo; según el churri tenían veintipocos) nos pidieron que entráramos con ellas porque una estaba muertecita de miedo. Accedimos porque somos buena gente aunque la miedosa se aferraba al churri como si fuera un superhéroe. Cada vez que el churri se alejaba le decía “Venga, señor”. Si es que ya tenemos una edad…. Al final no hicieron el recorrido. En la primera sala la miedosa se echó a llorar y ya no hubo manera así que hicimos el tour el churri y yo solitos como unos valientes. En la segunda sala un cowboy zombi me dio tal susto que mis gafas 3D salieron volando del manotazo que pegué. Las posibles consecuencias de esto las cuento el próximo jueves.

Una vista panorámica
El churri se encontró más tarde con ellas en el Stunt Fall, en el que yo no monté. Que le dieran vueltas como una peonza se ve que la asustaba menos. Qué raro es el género humano.

Esperando el autobús al irnos (llegar o irse de allí es una odisea para quienes no tenemos coche) vino una mujer diciendo que tenía cuarenta plazas libres en un supuesto autobús oficial de la Warner que ni siquiera estaba aparcado dentro del recinto, sino fuera. Al churri y a mí la cosa nos olió a chamusquina y no fuimos pero hubo gente que accedió y allá se fueron tras ella. Los perdimos de vista tras una loma. No pude averiguar de qué iba todo aquello.  

En resumen, que disfruté mucho de mi regalo de cumpleaños. Siento haberme enrollado hoy más de la cuenta. Aquí os dejo más fotitos.

Hollywood Boulevard

New York, New York

Yo en el cementerio indio

Haciendo el ganso. Disculpad mis pelos. Es que con tantas veces que me mojé...

Con el Coyote, que siempre ha sido mi preferido

Bugs Buny, desfilando como una estrella

El Batmóvil

Una vista al anochecer



miércoles, 20 de mayo de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXXVI: Ya ni disimulan

La acción no es que sea demasiada, ni el texto muy extenso, por lo que creo que me va a costar sacar de esto una entrada con una longitud aceptable pero no puedo dejar pasar la oportunidad de hablaros de esto porque, aunque breve, cumple con todos los requisitos para ser tildado de “pesadillesco” y, como tal, tiene todo el derecho del mundo a aparecer en esta ilustre sección. No por corto iba a ser menos.

Llevamos ya más de ciento treinta anuncios pesadillescos así que, como comprenderéis, a estas alturas ya he visto de todo (o eso creía) y pareciera que ya nada podría sorprenderme tanto pero, con este, me quedé horrorizada al verlo. Con eso os digo todo.

Lo primerito que vemos es el primer plano de la cabeza de una jirafa, que le está metiendo mordiscos a un arcoíris. Ya vamos empezando mal y la situación no tiene pinta de que vaya a mejorar.

El plano desciende y vemos el cuerpo de la jirafa. Sentado cerca de sus ubres, un individuo rastafari está extrayendo algo del interior del animalito. De lejos ni vemos si eso es algo sólido o líquido pero observamos que, lo que sea que sea eso, está cayendo en un cubo puesto debajo para tal fin.

El individuo rastafari le dice a la jirafa “Venga, bonita, dame más caramelitos”. Bueno, no dice “caramelitos”, dice la marca pero ya sabemos que aquí estamos para hablar de publicidad, que no de productos. Ese es todo el “diálogo” del que vamos a disfrutar en este anuncio. No puede decirse que se hayan matado con el guion, precisamente, ni que el actor haya tenido que pasarse noches en vela estudiando muerto de miedo por si se olvida de una parte del texto.

Y ahí es cuando la cámara se acerca al cubo y podemos comprobar (con bastante horror) que lo que el primo de Bob Marley está ordeñándole a la pobre jirafa son un montón de grajeas de colorines.

A continuación, se mete una de dichas grajeas en la boca y se ríe a mandíbula batiente. No sé si porque la situación le hace mucha gracia o directamente se ríe de la cara de panolis que se nos ha quedado a todos viendo semejante invento.

La voz en off nos informa que se trata de unos caramelos con sabor a frutas. Y esto ya me extraña más porque la jirafa parece alimentarse de arcoíris. ¿Significa esto que el arcoíris sabe a frutas? ¿Deberíamos sumar la pregunta “a qué sabe el arcoíris” a la ya consabida “a qué huelen las nubes”? La publicidad últimamente plantea muchas preguntas pero pocas respuestas. Y así vamos, desorientados por la vida sin que nadie nos dé soluciones.

Podría presuponer, dado el aspecto exterior del hombre, que se dedica sistemática y consuetudinariamente al consumo de cierta sustancia verde pero no hay que ser prejuiciosos, oye.

También puede ser que haya creativos publicitarios que no le hagan ascos y ya ni se molesten en disimular.


P.S.  Se lo dedico a Drew, a quien le faltó tiempo para proponérmelo, no fuera cosa que nos quedáramos sin este destripamiento. 

lunes, 18 de mayo de 2015

Crónicas Felinas CXXXIV: El atasco

Marrameowww!!!

Como bien sabéis, la bruja y el consorte estuvieron la semana pasada de vacaciones.

No es que se hayan movido mucho de casa, la verdad sea dicha. Bien que dicen que los gatos somos unos vagos incurables pero los humanos no se quedan atrás (al menos a juzgar por los dos especímenes que me han tocado en suerte).

El problema de que salgan poco, claro está, es que tenemos que aguantarlos más tiempo. Y encima, cuando están en casa, se ponen muy pesaditos con que hay que aprovechar el tiempo y es por esto por lo que se pasan el día haciendo todo aquello que han estado procrastrinando el resto de días. Limpian azulejos, arreglan luces, ordenan armarios y ponen todo patas arriba, en general. Con lo que nos gusta a los gatos tenerlo todo siempre en el mismo sitio, nos estresa mucho eso de andar viendo cosas que antes no estaban ahí. Encima ni siquiera nos dejan cotillear a gusto. Es una injusticia tremenda.

Pero ya el acabose fue cuando la bruja puso una lavadora. No es que esto sea algo excepcional, que será bruja pero le gusta ir por la vida con la ropa limpia. Es importante dejar claro este punto porque una cosa es que yo no la soporte y otra muy diferente acusarla injustamente. Siempre que la insulto es desde la más absoluta objetividad y ética profesional. El asunto fue que, estaban ellos tan tranquilos haciendo el vago en el salón mientras la lavadora cumplía su cometido cuando, de repente, el consorte se encamina a la cocina para buscar alguna porquería engordadora  y se encuentra con que el fregadero está a rebosar de agua jabonosa.

Por lo visto, lo que había sucedido era que se había atascado algo en las tuberías y esto hacía que el agua desalojada por la lavadora subiera en lugar de bajar. Así que se fueron a tomar viento los planes de organización conjunta de armarios, que quedó asignada en exclusiva a la bruja mientras el consorte metía alambres y mil productos nocivos a fin de solucionar el entuerto, no sin antes revisarnos a nosotros de arriba abajo preguntándonos una y mil veces “No habréis bebido, ¿no?”, cual madres en bata esperando en la puerta a sus hijos adolescentes. No habíamos bebido agua jabonosa, por supuesto. Nosotros somos unos gourmets. A ver si se piensan que vamos a llevarnos al gaznate cualquier porquería que nos encontremos por ahí. Pudiendo comernos una polilla no vamos a andar por ahí bebiéndonos los esputos de la lavadora. Parece mentira que no vean que nosotros tenemos mucha dignidad.

A lo que íbamos, que se había montado ahí la de San Quintín y el desaguisado no se resolvía y, para colmo, nos vetaron la entrada a la cocina durante dos días por miedo a que oliéramos alguno de los productos nocivos. Al final lo solucionaron a base de echar ollas de agua hirviendo por el sumidero.

Tanta cosa para al final recurrir a un truco de abuela.

Prrrrrr.

jueves, 7 de mayo de 2015

El místico

No sé por qué el otro día me dio por recordar a uno de los individuos del sexo opuesto más extraños con los que he ligado y hoy os lo cuento porque no tengo pudor ninguno y porque seguro que más de uno de vosotros se avergüenza de alguna “conquista”.

Vivía yo por aquel entonces en Montevideo y, una vez que salí con una amiga, un individuo se ofreció a llevarnos a nuestras respectivas casas. Accedimos porque tenía cochazo, la verdad sea dicha y desconocía yo si en algún momento iba a volver a tener oportunidad de llegar a mi casa en semejante vehículo.

El chico este nos contó toda su vida en lo que nos dirigíamos a casa de mi amiga, que pillaba antes. Nos contó que era argentino, psicólogo (hasta ahí como muy tópico todo) pero resultó que aparte de psicólogo era parapsicólogo, cosas que nunca he entendido muy bien cómo pueden ir de la mano pero de todo tiene que haber en esta vida.

Una vez depositada mi amiga en su hogar, nos encaminamos al mío. Una vez en la puerta me dijo que me invitaba a desayunar. Eso ya me descuadró porque yo lo único que quería era irme a dormir así que le dije que no, por lo que quedó en llamarme para ir a cenar otro día (sí, le di mi teléfono, soy así de pava).

Y el día de la cena llegó. Consistió en comprar pizzas y comerlas dentro del coche en la rambla (ya se podía haber estirado un poco más, que paramos un momento en su casa para que él subiera a buscar algo y resultó que vivía en uno de los mejores edificios de Montevideo) pero como una no es materialista, lo dejé correr.

Ahí me contó que era budista pero en realidad le daba a todo porque era como muy místico y también iba a la misa católica y vete a saber a qué más. No tengo nada en contra de la gente creyente pero cuando crees en todo pues ya es un poco sospechoso. Empecé a pensar que me quería captar para una secta o algo.

En aquella época yo llevaba siempre un montón de anillos y, al ver uno en concreto, me dijo “yo sabía que te iba a encontrar”. Ahí fue cuando decidí que esa era la última cita.

Al domingo siguiente sonó el teléfono en mi casa. Yo no estaba y atendió M., una de mis compañeras de piso. La cosa, por lo que me contaron posteriormente, fue más o menos así:

- Quería hablar con Álter.

- No está. ¿Le dejo algún recado?

- ¿Cómo que no está? Si le dije que iba a llamarla hoy para ir juntos a la misa.

- ¿A la misa?

- Sí, habíamos quedado en que hoy íbamos a misa.

- ¿Estás seguro de que quieres hablar con Álter?

De más está decir que no volvió a llamar.

Gracias, M. Jamás olvidaré este gesto de amistad, de verdad.


P.S. Me tomo una semanita de vacaciones, que estoy reventadita. Sed buenos; que no tenga que regañaros a la vuelta. 

miércoles, 6 de mayo de 2015

Ganador del PAPA 2015

Y llegó el gran día. Ese que esperabais con tanta ansia. Ese que no os ha estado dejando dormir a gusto debido a la incertidumbre que os provocaba no saber quién se alzaría este año con el más codiciado galardón en lo que a anuncios pesadillescos se refiere. Por cierto, pensé que todos os ibais a poner vuestras mejores galas para asistir a este acontecimiento anual pero ya veo las pintejas que me lleváis. Menos mal que yo también me he dejado el chándal de pelotillas. No hay cosa peor que desentonar.

Este año la cosa ha estado reñida y casi tenemos empate. El Abejonejo ha estado arañando el primer puesto hasta el último minuto pero lamento decir que, aunque también merecía ganar, se ha quedado con las ganas.

Así que, sin más preámbulos, vamos a abrir el sobre…

And the PAPA 2015 goes to:


¡Enhorabuena al ganador! He aquí tu premio, que también quedará colgado en la entrada original:



Muchas gracias a todos por la participación, sin la que esta gala no hubiese sido posible. Snif…


Se me va a salir una lagrimilla y todo.

lunes, 4 de mayo de 2015

Crónicas Felinas CXXXIII: Los hierbajos

Marrameowww!!!

Hace unos días el consorte comenzó a hacer alquimia con una bandejita, un poco de tierra y unas cositas pequeñas con pinta de alpiste para canarios que ellos dieron en llamar “semillas”. La cosa me causó curiosidad, por lo que me propuse llegar hasta el fondo de aquella situación.

La bandejita quedó escondida en lo que nosotros conocemos como “la habitación prohibida de los secretos misteriosos” y que es, básicamente, un dormitorio al que nos tienen permanentemente vetado el paso, por lo que lo máximo que podía establecer eran conjeturas, sin poder comprobar empíricamente qué era lo que tenían ahí escondido con tanto celo.

A mí la cosa me quería sonar de cuando era más pequeño, cuando aún estaba Luhay entre nosotros, pero mi memoria a veces es algo limitada, por lo que hubo que esperar a que, días más tarde, el consorte saliera triunfante de la antedicha habitación portando en sus manos la bandeja, que ahora lucía unos hierbajos en su superficie.

Ahí me acordé de todo, como si algo hubiese hecho “click” en mi cabeza. Cuando era pequeño me costaba mucho comer esas hierbitas porque la naturaleza no me dotó con incisivos de herbívoro (por suerte, porque no me imagino yo con pinta de oveja por la vida, con lo aburridas que son), por lo que aquello de pastar no se me da demasiado bien pero recordé que Luhay tenía una técnica infalible que consistía en pillar el matojo con las muelas y recortar así el vegetal.

Para Munchkin era la primera vez en contacto con esto y vi que tenía serias dificultades para conseguir llevarse a las fauces aunque fuera una brizna. Y me di cuenta de que intentaba cortarlo de la misma manera que en el pasado lo hiciera yo. Es decir, cortando con los colmillos, como si de un filete de añojo se tratase.

Como me dio un poco de pena (porque, en el fondo, yo también tengo mi corazoncito) le di un par de lametones en la frente para infundirle ánimos y ahora parece que se hace mejor con ello. Lo malo es que, si bien sujeta con las muelas, como debe hacerse, el tema del corte ya lo lleva peor, por lo que su estrategia consiste más bien en sujetar y estirar a lo bruto, hasta que arranca la hierba de raíz. He intentado explicarle que si hace eso, la hierba no sigue creciendo y se nos terminará antes pero ni caso. Él sigue con sus tirones y si en el proceso se lleva también una porción de tierra a la boca le da exactamente igual. Cada día me avergüenzan más los modales de este gato en la mesa. Ya sabéis que yo he sido siempre muy fino y estas cosas me llenan de pudor por si alguien le ve comer y se piensa que yo soy igual de silvestre. No hago carrera con él.

Si es que el que nace asalvajado ya se queda así para siempre. No hay nada que hacer.

Prrrrrr.


P.S.  La bruja, que es una cansina, me pide que os recuerde que tenéis hasta mañana martes a las 23:59 hora española para votar en la fase final del Premio al Anuncio más Pesadillesco del Año. Si no lo habéis hecho ya, podéis hacerlo pinchando aquí