Marrameowww!!!
Vengo a relataros hoy unos hechos que me tienen con los
bigotes encogidos.
De sobra es sabido que, tanto Munchkin como yo, preferimos
normalmente al consorte porque es más blandito y permisivo, por lo que es más
fácil sacarle lo que queremos. Así que, para estar a bien con él, la mayoría de
muestras de cariño por nuestra parte suelen ir dirigidas a su persona.
Pero sucedieron el sábado pasado unos sucesos escalofriantes
que nos han hecho plantearnos la posibilidad de redirigir nuestras atenciones
hacia la bruja, que es más borde pero menos patosa.
La cosa fue así. El sábado, como digo, el consorte se va a
hacer la compra mientras la bruja, que es una vaga, se queda en casa leyendo cosas
en vuestros blogs. Vuelve el consorte con el carrito de la compra y yo me
siento en el pasillo a fin de seguirlo hasta la cocina para cotillear si nos ha
traído algo rico, que es una costumbre de la que soy muy gustoso de practicar.
Avanza el consorte por el pasillo y la bruja sólo tuvo
tiempo de decir “Cuidado, el r…” El “r…” en cuestión era mi rabo, que se vio
atropellado sin remedio por una rueda del carrito. Salí corriendo como alma que
lleva el diablo y, tras comprobar que no había que lamentar males mayores ni
partes amputadas de mi hermosa anatomía, decidí subirme a la encimera de la
cocina, desde donde poder espiar sin miedo a que una rueda atacara otro de mis
miembros.
Estaba yo husmeando cuando a Munchkin le dio por saltar
desde el armario de enfrente también a la encimera. Como ya he hablado de su
legendaria torpeza, se resbaló, sobresaltando primero al consorte que, con el
bote que pegó le terminó pegando un codazo a Munchkin en plena caída y, en
segundo término, a mí, ya que con el bote antedicho del consorte, también tiró
un tupper del armario, que no tuvo mejor sitio donde caer que no fuera encima
de mi cabeza.
Al final yo me congratulé con el consorte y dormí la siesta
con él pero Munchkin prefirió ir a sentarse en el regazo de la bruja mientras
ella escribía no sé qué. Creo que es la primera vez que veo al imberbe sentado
encima de la bruja, así que me da a mí que al consorte le va costar recuperar la confianza de mini-minino.
Que sí, que uno intenta pensar bien y razonar que el humano
lo hizo sin maldad pero no sé hasta qué punto compensa andar jugándose la
integridad física a cambio de recibir una chuchería o un trocito microscópico
de jamón. Hay que admitir que lo nuestro es capricho más que auténtica
necesidad y, visto lo visto, tal vez sea más conveniente despedirse de ciertos
vicios superfluos y conformarse con el pienso que la bruja nos sirve sin
rocambolescos accidentes.
Ya sé que dicen que tenemos siete vidas pero no está
demostrado empíricamente y no ando yo con demasiadas ganas de comprobarlo.
Prrrrrr.
Jajaja parece un capítulo de Mr Bean. Genial el consorte en su interpretación, Oscar para Forlan como secundario por su rabito maltratado y un Goya para Munchkin, que no sirve para mucho internacionalmente, pero un premio es un premio ;)
ResponderEliminarDe interpretación nada, que esto es una historia real como la vida misma.
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Jajajaja pobres!! Pero ya volverá el pequeñin una vez que vuelva a tener confianza en el consorte (esta palabra se me hace bien graciosa) por lo pronto esperemos no pasen más accidentes
ResponderEliminar:D
Ya ha vuelto. Le ha durado poco la desconfianza.
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EL CONSORTE ES LA MUJER RE LA CASA
ResponderEliminarMENURA RESEST-RUSTURASIÓN
EL POB-RE BIEN MALA SUERTE TUVO CON ESA MUJER TAN VAGA Y TAN POCO RE SU CASA
T-RASMÍTELE MI PESAR
SARPASOS
Ya ves. Nos crían en una familia desestructurada y así nos va.
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Munchkin parece hijo biológico del consorte. Ha heredado su poca destreza para evitar golpes y caídas. Probe.
ResponderEliminarBesos
38+2
Es un poco patoso, sí. Cuando se juntan todos son como los tres chiflados.
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Ups, he vuelto a escribir con el Nick del angora...
ResponderEliminarHablando de torpezas...
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Vaya peligro con el consorte, eh? esperemos que no posea una licencia de manejo, porque si así causa estragos con un carrito...
ResponderEliminarPor si las dudas, para futuras ocasiones, consigue un buen rincón donde estés a salvo del paso de los humanoides.
Pues no, no conduce, por suerte para los viandantes y otros conductores.
EliminarYo no me vuelvo a poner en la trayectoria de ese carrito nunca más.
Prrrrrrrrrr.
Jajaja el consorte se parece a mi que tambien soy un rato patosa, el otro dia derramé una taza de cafe en el ordenador así sin preámbulos ni nada, menos mal que no estaba Isi en medio, si no se hubiera puesto mas hileractivo de lo que ya es...ni pensarlo quiero jaja ya veo que tu por lo menos no se lo has tenido en cuenta al pobre pero que ruín Munckin que a la mínima le da la esoalda. Y dices que os han llamado ya del circo del sol?
ResponderEliminarTodavía no nos han llamado pero todo se andará.
EliminarYo bebí café una vez y después sentía que tenía superpoderes. Fue muy divertido.
Prrrrrrrrr.
Te entiendo querido amigo... mi rabo también ha sufrido numerosos ataques y luego para colmo me echan la culpa a mí porque dicen que estoy en medio... ¡Humanos! grr. Lito
ResponderEliminarSi es que no se fijan. Van por la vida a lo loco.
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Hola: me siento identificada con tu consorte porque soy un poco patosa... me reí mucho con tu historia... seguimos en contacto
ResponderEliminarLos humanos sois patosos en general. Bueno, y Munchkin, pero ése es otro cantar.
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Si ya me tropiezo con un gato, me imagino con dos... Un beso.
ResponderEliminarHay que caminar siempre mirando para abajo, que nunca se sabe dónde estamos.
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Jajajaja... ni en el circo!!! Vais a tener que pedir pienso extra por peligrosidad!! Juas!
ResponderEliminarRascaditas!!
^^
Sufrimos mucho. Nadie nos entiende.
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Muy gracioso! jajajajaj
ResponderEliminarTe hará gracia a ti. A mí me pisaron en el rabo y me cayó un tupper en la cabeza.
EliminarToma bufido: Pffffffffffffff.
Habría que haberlo visto. Tranquilos mininos fueron solo una serie de desafortunados ac-ci-den-tes.. nada más y nada menos.
ResponderEliminarBesos a los cuatro!
Es que como encime me entere de que hubo premeditación aquí arde Troya.
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Larga vida a los patosos entre los que me encuentro, lo reconozco! :P
ResponderEliminarTe encuentras entre ellos ya sólo por pertenecer al género humano.
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Jaja me imagino la escena, el consorte debe haberse asustado más que ustedes.
ResponderEliminarRascaditas
Sí, claro, pobrecito consorte. Al final la víctima será él.
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jajaja que genia. Me hiciste reir!
ResponderEliminarUn besot!
Genio. Soy muy machito. No me confundas con esa bruja narigona.
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Los gatos son olvidadizos, al rato el bicho vuelve con el amo sin problema.
ResponderEliminarCariños minino.
Ya ha vuelto. Le duró poco el rencor. Aunque de olvidadizos, nada.
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Eso de que caiga un bote y te dé en la cabeza sin evitarlo de un salto no es normal es un gato. ¿No estarás perdiendo facultades? A ver si te estás haciendo mayor.
ResponderEliminarNo lo vi venir. Me quedaba a las espaldas. Estoy jovencísimo.
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Jajajajaja lo que me he reído!!!
ResponderEliminarYa os veo alerta por el pasillo temiendo lo peor!
Besos
Hay que andar con mil ojos, que con la torpeza humana nunca se sabe.
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Jajajajaja Si es que lo estoy viendo... ¿De que me suena? a si, mis perros también suplican y salen escaldados! Caricias :D
ResponderEliminarNosotros jamás suplicamos. Ante todo, dignidad.
ResponderEliminarPrrrrrrrrrrr.
jejejeje me lo imagino y me parto de risa, parece un capítulo de las series esas de humor americanas! XD
ResponderEliminarUn accidente lo tiene cualquiera hombre, dile al pequeño que recuepere la confianza en el consorte (aunque si viene de la compra, mejor bien lejos...;)
Ya la hemos recuperado. Al fin y al cabo, él es quien nos da chuches.
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uy, se ve que están mimentizándose... si hay dos torpes tiene que haber dos brujos, ya sabes la parte que te toca x)
ResponderEliminarYa aprenderé a echar maleficios...
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