Marameowww!!!
Hace un par de semanas me llevaron a vacunar y por eso
procedo hoy a manifestar mi indignación. Me da lo mismo que quieran comerme la
oreja con eso de que es por mi bien, por mi salud y blablablá… Es una tortura.
Lo malo es que yo soy de naturaleza curiosona y eso me
supone una desventaja con respecto a Luhay, quien montaba el pollo ya desde que
veía aparecer el transportín. Yo no. A mí me dejan el transportín abierto en
mitad del pasillo y, antes o después (más antes que después, por norma
general), me meto dentro a ver si encuentro un tesoro. Tesoro nunca hay y lo
que sí hay es una bruja que se acerca sigilosa por detrás y me cierra la
puerta, dejándome prisionero en su interior. Ya empezamos mal. Una vez que veo
que soy el Gato de Montecristo comienzo a maullar desesperadamente a ver si les
doy penita y me abren pero son tan crueles que no atienden a razones y me sacan
de mis dominios.
Por el camino yo sigo maullando como si el transportín
estuviese infestado de tarátulas venenosas para ver si consigo hacerles pasar
vergüenza ante los viandantes pero esto tampoco me da resultado así que, cinco
minutos más tarde y bajo un sol de justicia, me tienen en el suelo de la
clínica esperando a ser atendido, mientras el gato de la dueña, que pesa como
siete kilos, me olfatea desde el otro lado. A mí me da miedo, no sea cosa que
le dé por devorarme o algo (ése tiene pinta de comerse cualquier cosa).
Pero lo peor es cuando nos llaman. Suben el transportín a
una mesa de acero más fría que el Océano Ártico. Menos mal que aquí por lo
menos la bruja es buena y me pone mi toallita para que no me apoye en el frío
metal. Una vez hecho esto, me sacan a tirones del transportín. Yo intento
aferrarme con todas mis fuerzas a los bordes porque sé la que se me viene
encima pero no hay manera. Entre el
consorte, la bruja y el veterinario son tres. Juegan con ventaja.
Luhay era famoso entre los veterinarios de España (y parte
del extranjero, supongo) por montar unos escándalos horrorosos. Maullaba,
gruñía, bufaba, soltaba zarpazos, mordiscos, hilillos de baba por la comisura y
ponía una mirada asesina que para mí era digna de admiración. El pinchazo, al
final, se lo llevaba lo mismo pero por lo menos dejaba constancia de su total
desacuerdo con dicha práctica.
Yo no puedo. El miedo me paraliza y me quedo hecho una
bolita, mirando de reojillo al veterinario y esperando que la tortura pase lo
antes posible. Cuando por fin paso el mal trago, el veterinario se dedica a
comentar lo suave que soy y los ojitos tan bonitos que tengo cuando yo en mi
fuero interno deseo con todas mis fuerzas convertirme en una fiera indomable
como Luhay y dejarle la marca de mis zarpas de recuerdo en un moflete, pero no
hay manera.
Por lo menos, cada vez que voy me regalan un ratoncito de
juguete. Porque como soy tan bueno y adorable y tengo unos ojitos tan bonitos…
Prrrrrr.
Bufff Minino se vuelve indomable! Como un gato callejero, Ary es mas miedosa, mas parecida a ti, beninés guapetón !
ResponderEliminarPues como un gato callejero se ponía también Luhay. A mí me daba una envidia... Pero es que no puedo, no puedo.
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Ay mi Forlancito!! Yo como Luhay, no me acerco a menos de diez metros del transportin! Pero una vez consiguen meterme, no salgo!!
ResponderEliminarY en el vete, como tú, me quedo hecha una bolita, eso sí, arrimadita a mi mami.
Ay lo que hubiera dado por estar acompañándote!
Lamiditos
Contigo hubiera sido más llevadero, ma chérie...
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Huy, estilo Ron total... a él lo del transportín se la pela. Él entra y sale y se duerme dentro, como si tal cosa. Y guarda dentro sus peluches. Y viajar no le molesta. Ni siquiera el veterinario le cae mal. Ni maulla ni nada. Eso sí, cuando ve que le viene la vacuna o lo que sea, se hace una bola y agacha las orejas, metiéndome el hocico en el sobaco a modo avestruz. El veterinario le adora, claro, no hay cosa menos agresiva que mi Ron. Aunque cuando se hizo lo de las patitas soltó un par de gruñidos dignos de un una pantera y nos hizo recular al vete a mí, sorprendidos más que otra cosa, la verdad.
ResponderEliminarBueno, que ya ha pasado el susto, hala :)
Un beso!!
Yo no meto el hocico en el sobaco de nadie pero, por lo demás, igualito. Me quedo hecho una bolita y no digo nada, no sea que la cosa vaya a ser peor si protesto...
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Querido Gato de Montecristo, mi veterinario se echaba las manos a la cabeza cada vez que mi difunto Jean entraba por la puerta.
ResponderEliminarOtro como Luhay, entonces. Creo que los de la veterinaria, cuando apostaban, al que perdía le tocaba una consulta con él.
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Ay pobre gatuno!!!
ResponderEliminarmenos mal que al menos te portas bien en la clínica que eso otros de los tuyos no saben hacerlo.
Pues ea, ya estás vacunado...ahora a trotar por ahí!!!
No es que me porte bien. Eso dicen ellos pero lo que me pasa es que me paralizo de miedo. Mi mente, sin embargo, piensa toda clase de maldades.
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Tu ten cuidado que en una de estas visitas...
ResponderEliminarEso ya sucedió. Supongo que ya no me harán nada peor.
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Para consolarte un poco, te diré que lo de pincharse a los humanos tampoco es que nos haga mucha gracia. Tendrías que verme a mí y los mareos que me pueden llegar a dar si tengo la absurda idea de desviar la mirada hacia la aguja en el momento cumbre xD Eso sí, me dan comida de verdad. Más que nada porque como me pongan un bollo de pega puedo coger una jeringilla y empezar a tomar rehenes.
ResponderEliminarLa bruja como si tal cosa, oye. Hasta cuando le sacan sangre se queda viendo cómo sale aquello. Para algo es bruja.
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Ay adorable criatura, extrañaba tus crónicas felinas. Estoy segura que la brujita es buena y sólo quiere lo mejor para tí, así que mucha paciencia con ella, ya sabes que por naturaleza eres súper audaz, pero no te pases de la raya, talvez ella no se dé cuenta de tus travesurillas... jijijijii.
ResponderEliminarSe da cuenta pero prefiere hacerse la loca.
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Recuerdo las vacunas de Luhay. ¿Para que resistirse Forlan? si no te vas a librar, mejor así y con tu ratoncito que te vuelves.
ResponderEliminarYa pasó. Un beso
Ea, ea... Sí, la verdad es que me vengo menos pero parece que el disgusto pasa antes.
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Te quiero tanto que te capo para que en vez de irte por ahí a follar te quedes conmigo gozando de mi compañía. Debería darme una medalla la Sociedad Protectora de Animales por mi humanidad.
ResponderEliminarBesos.
La bruja es una cretina.
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Pobret! Pues Cloe es tan chafardera como tú y entra en el transportín sin complicaciones, una vez encerrada a maullar, pero luego se transforma en Luhay y le tienen que echar una manta por encima y ponerse unos guantes hasta los codos para ponerle la inyección! Es una tigresa!!!! Madre mía, cuando la veo no la reconozco y siempre pienso ¿eres tú? Da miedo de verdad, es alucinante!
ResponderEliminarAsí mismito era Luhay. No había forma ni de meterle en una jaula de contención. A leche limpia había que andar con él. Yo hago el proceso más fácil.
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A estos dueños tuyos ya no hay quién los engañe. Piensa que es por tu bien.
ResponderEliminarEso me dicen pero yo no lo tengo tan claro...
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Jaja.. justo hoy tengo pensado llevar a Ciro a que le den una vacuna.. vamos a ver que tal se porta! Las veces pasadas fue bastante buenito. Ya veremos.
ResponderEliminarBuena semana!
No te fíes. Luhay también era buenito de pequeño...
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Pobrecito... consuélate Forlán, que estoy segura de que a Álter le duele en el alma hacerte pasar por ese trago.. pero también mira el lado bueno, ahora no te vas a poner malito y eso significa que en un tiempo no hay más visitas al veterinario.
ResponderEliminarY Álter mujer, ponle algún tesorito al pobre en el transportin, por lo menos que no le quede esa sensación de que fracaso...
Besotes.
Ya, si el cuento ése de que es por mi bien me lo han contado muchas veces... Pues mi bien es muy molesto!!
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Jajajajaja Que lástima de gatito! Si eso la proxima te meas en la mesa horribilis esa, que me parece de lo mas cruel!
ResponderEliminarUna rascadita tras las orejas!!!
No me sale ni gota con el susto.
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Tu amigo el Rata, la única vez que ha salido de casa hace tres años,para caparlo, para meterlo en el transportín fue imposible y tuvo que venir el veterinario a sedarlo a casa y casi le tenemos que tirar la jeringuilla con un tirachinas.
ResponderEliminarAhora viene a casa y ya entre todos lo inmovilizamos y mmientras él bufa, araña, gruñe, maulla...
Y aquí no hay ratoncito que valga, si quiere uno, que lo cace :P
Besazo
Por lo que veo, el Rata es peor que Luhay... ¿Por qué yo no puedo ser así?
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Esta como mi Simba es que se deja domar totalmente, con un poco de caricias ya esta!! Lo bueno de todo esto forlan es que te premian y te vas a casa con un juguete jaja
ResponderEliminarbesitos
Sí, bueno. A estas alturas ya lo he roto. Es que soy muy intenso con mis juegos...
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Pues ya pasó... lo de ponerse arisco tiene su peligro, que puede que te pinchen la aguja de malas maneras... por lo menos, con el miedo, todo pasa antes...
ResponderEliminarRascaditas de comprensión...
^.^
El proceso es menos traumático para todos, para qué negarlo. Pero me gustaría sacar algún día el carácter de Luhay, sólo por ver qué se siente.
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buen consejo:)
ResponderEliminarMis consejos siempre son buenos, querida...
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Pues así hago yo, la bola aplastada.
ResponderEliminarMe da la impresión de que si me encojo, se fijan menos en mi. Mera impresión o ilusión, porque no es cierto. Se fijan.
Y Efi como Luhay, o como un doverman ¡lo que gruñía!
A mi no me dan ratón, pero ya en casa me dan latita de premio ¡y mola!
Ah, bueno, pero es que con la latita ya cuento yo. Bueno estaría que no me dieran latita... Ahí sí que se iban a enterar...
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