Frente a la Torre del Conde |
Y el viaje iba tocando a su fin. Al día siguiente tocaría
poner rumbo nuevamente a los Madriles, por lo que decidimos pasar el día
conociendo San Sebastián de la Gomera, que eso de andar todo el día en chanclas
y bañador está muy bien pero también hay que culturizarse un poco.
De manera que tomamos la guagua (que es un autobús, pero
dicho en canario) y para allí que nos fuimos. He de decir que a mí los viajes
por carreteras gomeras me ponían un poco de los nervios porque son muy
estrechas, hacen dos millones y medio de curvas y vas pegado a un barranco. El
que se saque el carnet de conducir en La Gomera ya puede conducir en cualquier
sitio del mundo. Llegamos sanos y salvos, así que dimos una vuelta por el
parque de la Torre del Conde para ver la ídem. Es una fortaleza castellana del
Siglo XV pero se rumorea que en realidad no valía para nada, más que para
satisfacer el ego del Conde de La Gomera porque no tenía ni armas ni nada de
nada.
¿Veis qué felices los pececillos? |
De ahí fuimos a ver la Playa de San Sebastián (sólo a verla,
porque yo le había dicho al churri que me daba pereza infinita andar haciendo
turismo con los bártulos de la playa, por lo que no nos llevamos nada). Desde
allí dimos un paseo (largo y a pleno sol del mediodía) por el puerto. Soy de
puerto, bien lo sabéis vosotros y siempre me quedo embobada, ya sea un puerto
deportivo, pesquero o comercial (los containers amontonados tienen algo que me
fascina) pero tengo que decir que en mi vida había visto yo un puerto, sea del
tipo que sea, con el agua tan limpia. Era cristalina y se podían ver
perfectamente miles de peces nadando felices entre los barcos.
La arena quemaba un montón |
Llegamos a la Playa de la Cueva. Tenía yo intención de comer
en un restaurante que había justo enfrente, al que llevaba llamando infructuosamente
para reservar desde el día anterior. Un cartel de “Cerrado” me dio la respuesta
a por qué nadie atendía el teléfono. El churri insistió en bajar a caminar por
la arena de la playa. Y sí, habéis
adivinado, llevaba las mismas sandalias que el día de los pedruscos en Playa
Santiago. Aquí no había pedruscos pero a esas horas la arena era como lava
ardiente colándose entre mis dedos, así que hice el ridículo una vez más dando
saltitos y gritando “Ay, quema, quema muuuchooo”. Si no doy el cante allá donde
vaya no me quedo a gusto.
Buscando dónde comer |
Total, que teníamos calor, hambre y yo le sumaba unos pies
quemados, así que ¿qué podíamos hacer? Pues volver hacia el centro y comer,
claro está. Dado que el restaurante al que yo quería ir estaba cerrado, nos
pusimos a investigar por Internet y recalamos en un restaurante llamado “La
Salamandra” (Calle Real, 18). Todo lo que había en la carta tenía una pinta
fabulosa pero nos dijeron que fuera de carta tenían cabrito y los ojos nos
hicieron chiribitas. Pedimos una ensaladita para acompañar, que así parece todo
más sano. La ensalada estaba buenísima y el cabrito… ¿qué decir del cabrito? Era
una cosa deliciosa. Lo coroné con un postre de chocolate que se fue directo a
mis caderas pero qué placer, oye.
Como ya sabéis que si yo no compro un queso local vaya donde
vaya es como si no hubiera viajado, pregunté en el restaurante dónde podía
conseguir quesos buenos (le tenía yo echado el ojo a un queso ahumado de cabra
que provoca orgasmos). El chico que nos atendía, que era tan majo como todos
los que nos atendieron en cualquier otro sitio al que hayamos ido, dijo que él
en realidad era de Las Palmas, pero que preguntaba a la cocinera. Qué gente más
adorable. La cocinera nos recomendó una tiendecita que, si pasas por delante ni
la miras, así que estoy segura de que debían tener los mejores quesos de la
zona pero me quedé sin llevarme uno porque era tarde y ya habían cerrado. Si
alguien sabe de algún sitio bueno en Madrid donde pueda conseguir queso gomero,
le estaré eternamente agradecida.
La iglesia pirateada |
Pero bueno, la ausencia de queso no nos iba a impedir
disfrutar del resto del paseo. Vimos la Iglesia Matriz de la Asunción,
construida en el siglo XV y que fue atacada por los piratas en innumerables
ocasiones. Eso de los piratas a mí me llegó al alma. Pasamos por la casa de
Colón y callejeamos sin rumbo fijo, recalando en un barecillo a tomarnos un
cafecito.
Culminamos la jornada dando una vuelta por el paseo marítimo
(sobre la acera para que yo no siguiese dando saltitos en la arena) y volvimos
a esperar la guagua para dar por culminado nuestro último día. Daba penita
pensar que al día siguiente había que irse…. snif.
La Playa de San Sebastián. Esta no sé si quemaba. |
Callejeando |
Disfrutando del paseo con la panza llena de cabrito |
qué calles tan bonitas para dar paseos, con lo que a mí me gusta andar.
ResponderEliminaren la foto de los barcos, efectivamente se ven los peces nadando. no es lo normal que en los puertos el agua esté tan limpia.
bueno, lo de que la arena queme a todos nos ha pasado, no te culpes, jejeje. esa parte parece que la hubiera escrito forlán. :D
besos!!
Es una preciosidad...
EliminarSi es que yo no sé por qué Forlán se empeña en darme tanta brea, si ya me autofustigo yo sola. Jajaja. Besotes!!!
Hola! Se nota todo lo que disfrutasteis, aunque tú terminaras con los pies quemados por la arena, jejeje. Unos días así siempre vienen genial, lástima que pasen tan rápido...
ResponderEliminarBesos!
Se me pasaron volando, la verdad. Una penita... Besotes!!!
EliminarComo te lea Forlán te vas a enterar del partido que le puede sacar a tus saltitos en la arena.
ResponderEliminarQué chulos son también esos viajes tranquilos.
Besos.
Eres el segundo que se acuerda de Forlán con el tema de los saltitos. Ya no me tenéis ningún respeto. Jajajaja. Besotes!!!
EliminarOye pues con lo ratona que soy yo, me voy a plantear cambiar eso de traer una taza de cada viaje y traer mejor un queso jajaja.
ResponderEliminarUn besito
Yo en este viaje sentí que me faltaba algo al no volver con mi queso. Jajajaja. Besotes!!!
EliminarQueso que provoca orgasmos?? Lo quiero! XD
ResponderEliminarMe ha entrao mono de volver a Las Canarias. Pero ya. :)
Muas!
Si vas tráeme un queso. Jajajaja. Besotes!!!
EliminarMuy buen viaje. Y me da a mí que tus pies sí han agradecido que haya terminado...Los pobres los maltratas, primero las rocas, luego los quemas...
ResponderEliminarBesotes!!!
Y me quemé con el sol el pie derecho comiendo queso en la playa, recuerda eso. Mis pies me odian. Jajajaja. Besotes!!!
EliminarEnvidiaca!!! Gomera no la conozco, pero la próxima vez que vuelva por esos lares, ya tengo probable destino. Y si, son súper amables por Canarias... ¡que gusto da viajar así!
ResponderEliminar^^
Es una maravilla. Esa calidez que tiene la gente hace que no te quieras ir nunca jamás de allí. Besotes!!!
EliminarConocí la Gomera en un día de excursión mientras vacacionaba en Tenerife. Jamás pensé que esa islita diera para tantos días!
ResponderEliminarMe han entrado ganas de volver a conocer más y a por queso jaja
Muaks!
Da para mucho dependiendo del plan que lleves, claro. Si lo que te apetece es hacer turismo a mansalva o salir de fiesta, lo mismo se te queda escasa.
EliminarPero si vas en plan relax, no quieres irte de allí nunca. Jajajaja. Besotes!!!
Tú sí que sabes contar las vacaciones. Un beso.
ResponderEliminarJajaja. Bueno, yo creo que me enrollo un poco por demás. XD Besos!!
EliminarLloriqueo y lo sé, pero yo este año no he tenido vacaciones y no es justo
ResponderEliminarBesos
Ya te desquitarás, ya lo verás. Besotes!!!
EliminarQue bonito todo! Tengo que ir a la Gomera alguna vez en mi vida
ResponderEliminarNo te puedes quedar con esa mácula en el expediente. Jajajaja. Besotes!!!
EliminarQué bonito, yo elegiría una época con menos calor, pero has vendido muy bien el destino ^^
ResponderEliminarPero es que allí hace más o menos la misma temperatura todo el año, así que si te apetece ir, te va a dar un poco igual julio que diciembre... Besotes!!!
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