Marrameowww!!!
Ya he relatado en anteriores ocasiones que suelo traer de
cabeza a los humanos con el tema de la comida. Hay días en que como menos
porque sí, porque me apetece que se preocupen un poco. Munchkin, en cambio, es
de deglutir el pienso como si se fuesen a agotar las reservas mundiales.
Hace cosa de una semana se nos terminó el pienso. El
consorte no encontró el que solemos comer habitualmente, por lo que compró otro
que es de la misma marca y del mismo sabor pero sin control de bolas de pelo.
Esa es la única diferencia, doy fe. Bueno, esa y que el de control de bolas de
pelo tiene los granos un poco más pequeños y redondeados. Por lo demás, el
mismo pienso al que le cambian alguna tontería para tener más público objetivo.
Estuvimos como cuatro días comiendo ese pienso sin ningún
problema pero, el jueves pasado, Munchkin no comió mucho en el desayuno y, al
volver la bruja de trabajar y ponernos la ración del mediodía, yo comí
gustosamente mientras Munchkin miraba el plato y pasaba olímpicamente. La bruja
se extrañó, claro, porque ver que mi compañero de desgracias rechaza un plato
rebosante no es algo que se vea todos los días. Miraba el plato con
desconfianza y hasta daba saltos, como con miedo a que algún grano fuese a
atacarlo por sorpresa.
La bruja pensó que al platito le había caído algo que a
Munchkin no le gustaba, por lo que le puso uno de plástico de los que usa para
las fiestas y así se ahorra andar fregando porque es una vaga, con idéntico
resultado. Como de vez en cuando venía a husmear a mi plato, optó por echar su
pienso ahí pero tampoco estaba por la labor de comérselo.
Casualmente, a mí había que vacunarme (los había oído
conspirar), así que la bruja llamó al consorte para preguntarle si, finalmente,
me iban a llevar. El consorte respondió que ese día no, que ya otro porque
tenía que pasar por el supermercado (él, no yo), así que la bruja le contó lo
sucedido y le dijo que se acercaría ella a intentar conseguir el pienso de
siempre. El consorte, que de todo hace un drama, empezó a preguntarle si el
imberbe tenía buen aspecto, si jugaba, si había ido al baño… La bruja respondió
afirmativamente a todo y dijo que su teoría era que, por el tema que fuera, ese
pienso le había dejado de hacer gracia porque se lo veía con hambre (probó a darle un par de golosinas y casi le arranca
un dedo con la desesperación). Pero el consorte no se conformaba, así que le
dijo a la bruja que llevarían a Munchkin al veterinario en cuanto él volviera
de trabajar. La bruja seguía insistiendo en que podía ir ella a comprar pienso
y seguramente se terminaría el problema. El consorte no se dejó convencer hasta
que volvió del trabajo. Ahí dijo que bueno, que se acercaban a la veterinaria a
comprar el otro pienso pero que, como no comiera, al día siguiente lo llevaban
de cabeza a la consulta.
Fueron a por el otro pienso y comió, vaya si comió. No dejó
ni las migas. Me alegra que Munchkin no tuviera nada pero me fastidia el tonito
de superioridad de la bruja diciendo “te dije que era el pienso”.
Cómo me fastidia que tenga razón.
Prrrrrr.
Mira que sois especialitos, que preferís no comer si os cambian de pienso.
ResponderEliminarPreparaos estáis para vivir en la calle!
Caricias
En la basura también se puede elegir.
EliminarPrrrrrrrrrr.
bueno, pues menos mal que no ha sido necesario ir al veterinario. era raro que tú comieras y él no, cuando él tiene más fama de glotón.
ResponderEliminarpor cierto, no es por malmeter, pero vuestra humana ha puesto en facebook que uno de vosotros (no ha especificado) le huele el pelo cuando se lo tiñe. :D
Al final al veterinario fui yo porque me tocaba vacunarme. Porca miseria.
EliminarEl del pelo soy yo. Ya tendré una charla con ella por andar ventilando mis intimidades.
Prrrrrrrrrr.
Es que los gatos sois muy, muy, muy sibaritas. Nosotros no tenemos felinos, pero sí un labrador de 35 kilos. Ese no tiene nada de remilgado. Se traga hasta el plato si le dejamos. Así que el día que no come por algo, va de cabeza al veterinario.
ResponderEliminarbesos y a seguir comiendo en condiciones.
Los gatos sí que somos más exquisitos para comer. De repente le cogemos asco a algo que antes nos gustaba y ya no hay manera. La bruja es igual.
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Qué le habrá pasado con el pienso? Se habrá atragantado? Pobrecillo...
ResponderEliminarA saber... Dice la bruja que un día de estos hará la prueba de volver a dárselo, a ver si se le ha pasado la tontería.
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Hola! Deberías de haber dejado de comer tu después de que Munchkin volviese a comer para que la bruja se preocupase y se olvidase decir el típico "te lo dije", jajaja.
ResponderEliminarBesos!
Ya, pero es que tenía hambre (y me arriesgaba a que me llevaran al veterinario).
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A ver si tu colega se va a volver tiquismiquis y te va a quitar el honor de ser el sensible de los dos.
ResponderEliminarPues oye, si él también se vuelve tiquismiquis ya seríamos dos volviendo loca a la bruja con nuestros caprichitos.
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Juas! Es un gato de gustos bien definidos. Pero cuando no uno, el otro... ¡vaya vida esclava llevan vuestros humanos, siempre detrás vuestra!
ResponderEliminar^^
Es lo que le toca. Que se fastidie.
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Es que no lo entendéis, todas las comidas no son iguales: bueno, a mi me gusta poco o nada el pienso, me lo como tras unas cuantas de horas de estar en el plato, y porque no hay nada más, que sino... se lo iban a comer ellos. A mi lo que me gusta es comer la comida que comen ellos, sea lo que sea (igual es solo para fastidiarles el rato mientras comen, amenizándoles con mis ladridos..) jajaja :)
ResponderEliminarLametones!
Pero es que los gatos, por mucha hambre que tengamos, si no nos gusta lo que nos echan de comer, no comemos. Somos muy nuestros.
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Pues menos mal que no hice falta el veterinario. Y ya veo que también se está poniendo caprichosito.
ResponderEliminarBesotes!!!
Le he enseñado lo mejor que he podido.
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Si es que... bicho malo y comilón nunca muere. (Morir no morirá pero nos ha salido pelín exquisito el muchacho)
ResponderEliminarAprendió de mí.
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Jajaja, adorables felinos...
ResponderEliminarTengo una gatita que recogí de la calle para una noche. Era muy pequeñita y la vi tan desvalida, que no tuve corazón para dejarla allí. Llevamos juntas once años. Se llama, Leticia, la princesa del barrio. Saludos.
Yo tuve un compañero también recogido de la calle. Ya no está con nosotros pero era muy majo. A mí me adoptaron de una asociación. Nadie sabe dónde nací.
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Y te molesta reconocer que la bruja fue quien captó lo que necesitaba tu compañero gatuno. No podes negar que estuvo lucida.
ResponderEliminarY ya están como los perros, como cierto perro adulto de raza pequeña que se encaprichó en no comer alimento para cachorros de razas pequeñas.
Lo que me molesta es su tonito de autosuficiencia.
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Jajaja, si es que sois unos sibaritas.
ResponderEliminarYo también soy una dramas y si comen menos quiero ir corriendo al veterinario, por si acaso.
Besos.
El consorte es igual. La bruja es más de esperar a ver qué pasa. Creo que por vagancia.
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Es lo que tiene ser un tragón, que si un día dejas una bola, ya están todos histéricos. Yo por eso suelo comérmelo todo, que ya hemos tenido alguna de esas, de no tener tanta hambre y llevarme al veterinario corriendo.
ResponderEliminarUn cabezazo, prrrr
RON.
También puedes hacer como yo, que no suelo ser de comer mucho y entonces ya ni se preocupan.
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Ajáaaaa....Os ha salido sibarita!!!
ResponderEliminarMe alegro de que no esté malito, ni nada de eso.
Besos.
La bruja le dijo que a la próxima más le vale estar malito. Para que luego digáis que es buena.
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Se le ha de reconocer a la humana que tanta convivencia con felinos le ha servido de máster en veterinaria. No te quejes, que es mejor que sepa de qué va el tema... a saber qué sería de vosotros sin ella.
ResponderEliminarMiau!
Si fuera por el consorte viviríamos en el veterinario, eso sí.
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sí que era para preocuparse o_o
ResponderEliminarEs que el consorte es muy dado al dramón.
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