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sábado, 14 de enero de 2012

El invierno

No me gusta el invierno y a continuación expongo mis razones inamovibles:

Hace frío. Sí, soy muy obvia pero no por eso llevo menos razón.

El invierno es caro. La ropa de abrigo cuesta más que la de verano y  la factura del gas se dispara por culpa de la calefacción sin la cual no sabría vivir.

En Madrid nieva poco, pero cuando nieva, es un asquete. Algún romanticón dirá que qué bonita la nieve, tan blanca. Esto admite varias discusiones. Primero, para ver por la ventana la nieve del tejado de enfrente sí, es muy bonita, para ver la nieve negruzca y pisoteada de la calle ya no es tan bonita. Segundo, es un incordio. Cuando acaba de caer, te vas hundiendo; cuando se empieza a derretir, te vas resbalando con el hielo y cuando ha terminado de derretirse te vas manchando de barro. Muy pintoresco todo, sí.

Cualquier evento social al que me invitan lo vivo como una cruel tortura. La sola idea de abandonar mi osera me causa escalofríos y tengo la sensación de que me están clavando témpanos de hielo bajo las uñas.
Toda labor doméstica que debo abordar en mis quehaceres marujiles es una tarea titánica, como si me dijeran que tengo que ir a reparar los frescos de la Capilla Sixtina con un bote de laca de uñas. ¿Por qué? Porque implica salir de debajo de la manta con la que me mimetizo en cuanto el termómetro cae por debajo de los 17 grados.

No hay un solo invierno en que me libre de la gripe o los resfriados. Esto implica andar hecha una birria y, encima, un gasto extra en medicamentos y Kleenex, lo que me lleva a afirmar nuevamente que el invierno es caro. No, no soy agarrada. Me gusta derrochar en lo que me hace feliz, no en eliminar cuerpos extraños de mi organismo.

Tengo dificultades respiratorias. Esto no se debe a que me constipe con mucha facilidad sino a que mis gatos se vuelven más plastas de lo habitual y, en vez de ir a lo suyo, como en verano, que tienen calor, prefieren tumbarse encima de mí.

Mis vecinos de arriba, de naturaleza festera, prolongan las fiestas en casa hasta las tantas de la madrugada, cantando todo tipo de sandeces, saltando casi sobre mi cabeza y dando voces, sin permitirse/nos el lujo de salir de casa aunque sea un ratito.

Me cuesta más sentarme a escribir delante del ordenador. Pienso que por dos razones relacionadas: Los dedos se me endurecen y no es cómodo escribir con las manos ateridas y el dolor constante en las yemas (sí, sí, con la calefacción encendida y todo). Esto hace que la musa que se aloja en mis deditos esté incómoda y se declare en abierta rebeldía, amenazándome con la huelga y reclamando una bufanda por no sé qué de un Convenio y un Sindicato de Musas hasta que llegue la primavera.

Dado que esta última afirmación realiza una referencia circular hacia la primera, no escribo más, que dice la musa que ya está bien por hoy y que no sea cansina. 

8 comentarios:

  1. Yo prefiero el verano ante todo. Del invierno no me gusta que anochece pronto, pero lo prefiero a la primavera, porque tengo una alergia galopante a lo que viene siendo el polen, no veo, tengo la nariz como un pimiento y lo paso fatal.

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    1. A mí por suerte el polen no me da alergia, así que puedo disfrutar con alegría del reverdecimiento y el florecimiento. Jajajaja. Y sí, lo de que anochezca tan pronto también es muyyy deprimente.

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  2. Pues yo sinceramente prefiero el otoño de mi ciudad... no hace frio, no hace calor, yo tambien me mimetizo con el brasero y lo mío es de pelicula, estoy calentita en el brasero me levanto para ir a la cama y ya llevo los pies helados. Siempre cojo calorcito justo cuando el futuro se levanta, asi que a pasar frio otra vez... Consuelate, tienes dos estufitas peludas super cómodas... yo echo mucho de menos a la mía. Besotes

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    1. Ufff, cuando se te enfrían los pies es lo peor. Yo una vez que tengo los pies fríos ya no entro en calor. Son como mi termostato... La verdad que por las noches se agradece tener a los gatitos en la cama.

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  3. Yo tb detesto el invierno. Cuando vivía en mi tierra me gustaba y todo,,...pero aquí hace un frío algunos días que esto es la muerte pelá.
    A tus razones añadiría...¿y lo que tarda en secarse la ropa? (Me niego a comprar una secadora, tendría que echar a alguien de casa para buscarle sitio) Me da una pereza tremendisima llevar a los niños al deporte cuando hay 3 o 4º en la calle...y una última: como tengo uniforme en el trabajo eso de desvestirme y vestirme 2 veces extra con el frío que hace en el vestuario me mata!!

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    1. Es verdad!!! Se me había olvidado el tema de la ropa. Entre que ya al hacer frío de por sí es más difícil secar cualquier cosa, a eso hay que sumarle que la ropa de invierno es más gorda, lo que complica aún más la situación. Es espantoso. Terminas viéndote invadida por la ropa húmeda y hay veces que temo morir sepultada en medio de una avalancha textil.

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  4. Yo detesto el invierno!!
    Por debajo de 20º tengo frio, mi temperatura ideal es entre 25 y 28, con lo que tengo a mi chico axfisiao y el consiguiente gasto de calefacción!
    Aunque ahora que me he cogido unos kilitos, agradezco la ropita gorda y esos jerseys tapa todo, jejej

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    1. Ya somos dos. Mi jefa dice que ya pasa de preguntarme qué tal tiempo hace porque, o exagero el frío, o minimizo el calor...

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