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lunes, 29 de febrero de 2016

Crónicas Felinas CLXVIII: Tutorial para gatos principiantes

Marrameowww!!!

Estaba pensando mientras dormitaba en el sofá que hace mucho que no publico un tutorial para los felinos de la blogosfera. Vamos hoy con uno que, si no habéis puesto en práctica, seguro que cambia vuestras vidas, además de acercarnos un paso más a la dominación mundial, porque ya sabéis que nunca hay que perder de vista nuestros objetivos primordiales.

En esta ocasión se trata, ni más ni menos, que de convertir la casa de vuestros humanos en un vertedero. A simple vista esto puede parecer una tarea complicada pero veréis cómo, en realidad, es coser y cantar. Sólo hay que seguir unos sencillos pasos que yo os voy a explicar gustosamente.

He aquí unos ejemplos prácticos, basados en hechos reales.

Pongamos por caso que vuestra humana quiere deshacerse de la caja de unas botas de caña alta porque la susodicha está a punto de desintegrarse. Según la humana saque la caja del armario, meteos dentro a dormir una buena siesta. Os verá tan monos y tan a gustito que dejará la caja en un rinconcito para que podáis dormir a gusto, sin importar que tengáis camitas, casitas y demás artículos caros y de diseño.

Si va a tirar un jersey con pelotillas, utilizad la misma técnica. De esta manera, el jersey pasará a convertirse en un cojincito ideal para la caja vieja. Y así con todo. Cada vez que veáis que algo va a ir a parar a la basura, poned ojitos de ilusión y hacedle creer que no habías visto nada más bonito/divertido/cómodo en vuestra vida. Hasta que la casa se convierta en un basurero. De a poco, el síndrome de Diógenes se irá adueñando de ellos y ya no hará falta ni estar atentos. Cada vez que vayan a tirar algo a la basura os lo enseñarán antes para comprobar si os hace gracia o no. Aunque os parezca la mayor porquería del universo, fingid que es un tesoro de valor incalculable. El elemento en cuestión pasará a formar parte de la montaña de basura que ya estará poblando vuestros hogares y las cajas de zapatos convivirán en una caótica armonía con prendas viejas, maletas roñosas, papeles arrugados, tapones de lavabo, capsulitas de plástico del Kinder Sorpresa y demás porquerías que, aparte de dar a la casa un aire de indigencia, supondrán trampas mortales para los humanos cuando se levanten por la noche a hacer pis.

Si no conseguís que se desnuquen al pisar algo en la oscuridad, al menos, con un poco de suerte, los servicios sociales les retirarán vuestra custodia y podréis buscaros otra familia a la que fastidiar, recomenzando el proceso hasta que, por fin, minemos la cordura de cuanto humano exista en la faz de la tierra. Y será entonces, queridos camaradas, cuando por fin podamos hacernos con el control de la tierra. Nuestro momento habrá llegado y podremos gobernar en paz, no sin antes obligar a nuestros humanos a deshacerse de toda esa bazofia.

Que así no hay quien viva, hombre ya.

Prrrrrr.

jueves, 25 de febrero de 2016

Crónica de una eliminación no anunciada

Muchos ya os habéis enterado de lo que me sucedió el jueves pasado gracias a este post de Eva.

Hoy vengo a relataros cómo viví mis cinco horas de angustia (aviso que me voy a enrollar).

El jueves, como os decía, estuve blogueando la mar de a gusto como todas las mañanas. A eso de las 11:30 de la mañana decidí que eso de darle a la tecla está muy bien pero que el polvo de los muebles no se iba a desintegrar por sí solo y me puse a la tarea, cual ratita presumida, mientras escuchaba música en la tablet.

Aproximadamente una hora más tarde, veo que en la tablet me ha aparecido un mensaje de que tengo que volver a introducir la contraseña del usuario que utilizo para el blog, porque no se ha podido sincronizar la cuenta de correo. Como me fío poco de esas cosas, paso del tema y decido entrar a la cuenta de correo directamente desde el móvil. Cuál no será mi sorpresa cuando, al intentar acceder, me sale otro mensaje diciendo que se ha detectado actividad anómala en la cuenta y que la tengo que verificar. Pongo mi número de teléfono e introduzco el código que me mandan por SMS.

Ya en la cuenta, veo que los señores de Blogger me han remitido un correo donde, textualmente, indicaban:

“Hola: Hemos revisado tu blog disponible en http://plagiandoamialterego.blogspot.com/ y confirmamos que infringe las Condiciones de servicio por: PHISHING. De acuerdo con estas condiciones, hemos eliminado tu blog y su URL ya no está disponible. Para obtener más información, revisa los recursos siguientes…”

De más está decir que un sudor frío recorrió mi cuerpecillo. ¿Cómo que me habéis eliminado el blog? ¿Cómo que hago phishing? ¿Si hiciera phishing voy a estar haciendo el canelo yendo a trabajar ocho horas de lunes a viernes pudiendo enriquecerme a base de las cuentas bancarias de mis incautas víctimas?

Me debatía entre el estupor, la rabia y la desesperación. Yo era un cóctel de sentimientos. Y, aunque parezca mentira, comencé a manifestar las etapas del duelo:

1)      Fase de Negación: No, no puede ser que lo hayan eliminado. Esto tiene que ser un error. A ver, voy a entrar… Pues sí, lo han eliminado. Nooooooo (Imaginadme mirando al cielo mientras la cámara hace zoom out para demostrar cuán sola me siento en la inmensidad del universo cibernético).

2)      Fase de Enfado, Indiferencia o Ira: No me lo puedo creer. ¿Pero cómo me hacen esto? Cuatro años de mi vida tirados a la basura. ¿Dónde quedarán mis entradas, mis seguidores, mis comentarios, mis visitas… ¡mi SEO!? Años sin hacerle caso al SEO ya ahora me doy cuenta de cuánto lo voy a echar de menos. 

3)      Fase de Negociación: A esta no llegué porque tenía que salir de casa para irme a trabajar pero estaba dispuesta a ponerme a remover Roma con Santiago a la vuelta y darles mil y un argumentos para que me devolvieran mi adorado blog.

4)      Fase de Dolor Emocional: Lo traduje en llamar a Eva para compartir con ella mi dolor, manifestándole que tenía un disgusto tremendo y que como no se solucionase iba a ser la mujer más desgraciaíca del universo. 

5)      Fase de Aceptación: No me hubiera quedado otra si la cosa no se hubiese resuelto.

Se lo conté al churri, por supuesto, quien localizó un foro donde había cientos de comentarios en la misma fecha de gente que estaba pasando por mi misma tortura. Mal de muchos, consuelo de tontos, dicen. Y como una es más simple que el mecanismo de un chupa-chups, esto me consoló un poco y pensé que debía tratarse de una incidencia masiva, lo cual siempre es mejor que pensar que te han hackeado el blog.

Cuatro horas y media más tarde de haber recibido el primer correo, el churri me comunica vía telefónica que por fin ha podido acceder a mi blog. Reviso mi cuenta de correo y leo esto:

“Hola: Hemos recibido tu apelación en relación con tu blog http://plagiandoamialterego.blogspot.com/. Después de revisarla en detalle, hemos determinado que nuestro sistema automatizado había señalado por error que tu blog incumplía las Condiciones de servicio y, por tanto, lo hemos restablecido. Lamentamos las molestias que este proceso te haya podido causar y agradecemos tu paciencia mientras llevábamos a cabo la revisión. Gracias por tu comprensión. Un saludo, El equipo de Blogger”

¿Habéis revisado en detalle mi apelación inexistente? Qué cracks sois. Vamos, que se dieron cuenta de que habían tenido un fallo informático garrafal y mandaron un correo estándar a todos los afectados. De más está decir que hasta ese momento no me volvió el alma al cuerpo.

Así que, para que no tengáis que sufrir lo que yo sufrí, tomad notas de las indicaciones para crear una copia de seguridad del blog que nos da Chema en esta fantabulosa entrada. Yo ya me he hecho la mía, por si acaso.

Y no me queda otra cosa que agradecer la solidaridad de los compañeros bloggers que se volcaron con mi dolor en la entrada de Eva. Si algo ha tenido de bueno esta experiencia ha sido el sentirme arropada por la blogosfera.


#todossomosalter

miércoles, 24 de febrero de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXIX: Seas como seas, este es tu limpiador

Este producto ya tuvo su momento estelar en esta sección (aquí os refresco la memoria)  y a veces confieso que me da penita repetir porque parece que me estoy cebando con los pobres pero es que no puedo dejar de hablar de este nuevo anuncio que han querido traer a nuestras pantallas.

La cosa empieza con una pregunta: “¿Por qué cada vez más gente se pasa a este maravilloso producto de limpieza?”. La respuesta obvia cuando promocionas un producto de limpieza sería decir “porque limpia mejor que ninguno” pero eso quedaría demasiado escaso y, probablemente, demasiado ochentero, por lo que… tiremos de imaginación.

En la primera escena vemos a un hombre en calzoncillos, con camiseta interior de tirantes, luciendo barriguita cervecera y una flor entre los dientes que exclama “Yuhuuuu”. Su mujer, entusiasmada ante las expectativas, nos informa que el producto limpia y desinfecta de una sola pasada; de lo que deducimos que le queda mucho tiempo libre para retozar con su hombre o llevarlo a urgencias cuando se clave una espina en el paladar, lo que suceda antes.

La segunda es una señora explicando que no lleva lejía. Hasta ahí, bien, pero vemos al perro de la señora rondando sospechosamente el water, lo que me da que pensar que el animalito es dado a beber agua del inodoro. Entiendo que la ausencia de lejía le provoque cierta tranquilidad pero imagino que el resto de componentes no deben ser especialmente potables ni comestibles, por lo que yo le aconsejaría fervientemente cerrar la tapa antes que tener que salir corriendo al veterinario. Esta gente no gana para disgustos.

A continuación sale una familia gótica que recuerda a los Addams arguyendo que este producto no mancha. Confieso que no he entendido mucho de esto, más allá de la gracia de imaginarse a Morticia pasando el trapo. ¿Querrán decir que temen que el producto deje manchas claritas en sus negrísimas prendas? No sé. Si alguien entiende el sentido de esto, agradeceré que me lo explique. Mis neuronas ya no son lo que eran o estas cosas cada día son más raras.

Y llegamos al colmo del mal gusto. Sale una mujer en el baño diciendo “porque huele bien” mientras pulveriza el aire con el spray. Al moverse un poco, vemos que, tras ella, está su señor marido sentado en el trono mientras lee el periódico. Y con esto ya tengo que confesar que no puedo. O sea, ¿alguien se mete a limpiar el baño mientras hay alguien usándolo? ¿Alguien es capaz de aliviar sus intestinos mientras hay una persona rondando por el baño? ¿Y alguien consigue centrarse en la lectura en esos momentos? Sé que es una costumbre muy extendida pero jamás he logrado comprenderla.

Por último, un abnegado padre intenta dar de comer a su churumbel mientras nos explica que es lo único que usa para desinfectar mientras es atacado por múltiples proyectiles alimentarios. Aquí no diré nada. Me consta que dar de comer a un infante es un deporte de riesgo.

lunes, 22 de febrero de 2016

Crónicas Felinas CLXVII: Marketing gatuno

Marrameowww!!!

Hoy vengo a proponer una idea empresarial, a ver si alguna marca de productos de limpieza me compra la idea y puedo adquirir pienso para gatos ricos, que ya me he cansado de ser gato obrero.

Propongo un suavizante de ropa sin olor. Diréis que menuda tontería y que qué me importará a mí el olor que tenga el suavizante si, ni lavo la ropa, ni la uso ya que tengo un magnífico abrigo de piel natural calentito a la par que elegante.

Pues, aunque parezca que no, tiene su explicación. Como la bruja lo plancha absolutamente todo, hace unas montañitas con la ropa planchada hasta que tiene tiempo de guardarla. Estas montañitas son la mar de cómodas para echarse una siestecilla (o dos) en la cima pero el problema es que no podemos hacerlo sin que la bruja sepa que nos hemos dedicado a esa tarea aunque no nos vea. ¿Cómo lo sabe? Pues muy fácil. Cuando de repente viene a darnos achuchones a traición y besos repulsivos que nos llenan de babas el pelaje y el subconsciente, esa probóscide que tiene por nariz detecta partículas aromáticas que le hacen decir “Te huele el pelo a suavizante de ropa. Tú has andado en la ropa limpia, ¿a que sí? Si es que eres muy malo, ahora castigado sin chuches”. Y la siestecita la hemos disfrutado igual pero nos hemos quedado sin chuches, lo cual es un claro motivo disuasorio para que la próxima vez nos pensemos varias veces si  vale la pena dormir sobre la ropa recién planchada, cuando tenemos unas camitas estupendas donde también se duerme divinamente y no somos reprendidos por su uso, disfrutando de siesta y chuches.

Pero como nos mola lo prohibido, queremos seguir utilizando las montañitas de ropa pero sin que existan pruebas incriminatorias que delaten nuestras actividades delictivas. Es por ello que conmino a los fabricantes de suavizante a crear uno sin fragancia. Ellos, que son muy listos, ya encontrarán la manera de hacer creer a la gente que lo mejor del mundo es un suavizante sin aroma. Dejo los argumentos a los expertos. Por mi parte, me comprometo a hacer campaña entre los gatos blogueros para que no haya ningún hogar felino sin su correspondiente botellita.

Lo podríamos bautizar como “Suavizante Nihilista” y seguro que habría un montón de artistas de vanguardia queriendo hacerse con su botella. “Promesas Electorales” creo que también sería un buen nombre. Incluso se pueden sacar varias opciones, para que cada cual elija la que mejor se adapte a su sensación de vacuidad. Total, sólo habría que cambiarle la etiqueta y se alcanzarían diferentes targets. Admito sugerencias de variedades.

De esta manera, los humanos pensarían que están eligiendo algo cuando, en realidad, todo se trataría de una estudiadísima estratagema para lograr que los gatos de la casa hagan su voluntad. Sólo lo estarían comprando para nosotros y ni siquiera se darían cuenta. Es otro de mis planes maestros para que los felinos nos hagamos con el control mundial.

Prrrrrr.

jueves, 18 de febrero de 2016

No nos moverán

Entre las plataformas de blogs siempre ha habido una cierta inquina. No me refiero a que exista animosidad entre los bloggers en sí mismos, que intentan con todas sus fuerzas crear una comunidad abierta y solidaria sin importar la plataforma elegida por cada uno sino que hablo de las plataformas en sí mismas. A los de Blogger siempre nos ha costado comentar o seguir blogs de otras plataformas y, hasta ahora, me consta que mucha gente de otras plataformas tenía graves problemas para comentar en los blogs de Blogger. Ya ni digo para seguirlos; pedían hasta la huella digital pero, con un poco de buena voluntad y altas dosis de ingenio, conseguíamos salvar esos obstáculos y convivir todos en paz y armonía.

Pues bien, parece que últimamente a los amigos de Blogger les ha dado por ser más elitistas que ninguno. Comprobé con horror hace algunas semanas cómo estaba perdiendo seguidores a pasos agigantados. No es que me sigan hordas de fans enloquecidos, por lo que cualquier merma en su cantidad suele ser bastante evidente. Y, claro, yo que soy mucho de darle vueltas a las cosas, no hacía más que pensar qué podía haber sucedido para que de repente la gente me abandonara de semejante manera, sin un “adiós”, sin una explicación en plan “no eres tú, soy yo” o “mira, sí, eres tú, que me tienes hasta el gorro ya con tanto anuncio y con el cansino de tu gato todo el día dando la barrila”. Nada, desaparecían sin más ni más, como burdas copias de amantes pasajeros.

Y me puse a investigar, porque yo soy muy de dar vueltas a las cosas y también de investigar. Y resulta que dicen los de Blogger que ahora, para seguir un blog de ídem, hay que tener cuenta de Google y, que si no, no se puede. Ah, pues muy bonito. Luego mucho hablar de globalización y de tanta tontería para que al final todos tengamos que pasar por el mismo aro y que no se nos permita ni elegir. Con el trabajo que me ha costado a mí ganarme a mis seguidores para que ahora me los borren de un plumazo. No hay derecho.

Yo propongo una manifestación multitudinaria (o con los que buenamente puedan ir y no tengan nada mejor que hacer) encabezada por un carteles que recen “No a la descriminación” y “Blogs pa´todos o pa´nadie”. Las faltas de ortografía son puro Marketing. Si lideras una manifestación con un cartel con faltas de ortografía ten por seguro que sales en los medios. Soy un genio de la manipulación comunicativa.

Bueno, pues ya me vais diciendo qué os parece y, sobre todo, quién piensa hacer los carteles, que yo, aparte de ser muy de dar muchas vueltas a las cosas e investigar, también soy muy de fastidiar cualquier cosa que requiera una mínima habilidad manual. Y los carteles tendrán faltas pero tienen que ser bonitos que, si no, no lucen bien y no nos sacan en ningún lado. 

miércoles, 17 de febrero de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXVIII: El labial curalotodo

Hoy toca la empresa de venta por catálogo más famosa de todas. La que llama a tu puerta.

Ya hace tiempo que venía torturándonos una popular cantante, quien recomendaba a todas que se hiciesen distribuidoras de la marca como solución a todo. Lo dejé correr pero últimamente ha surgido otro, con chica anónima.

La vemos dándose tirones en las piernas para eliminar el indeseado vello. Su cara de dolor denota que la experiencia no es placentera pero sé que esto es un mal necesario en muchos casos, así que lo aceptamos. La cosa empieza a tomar tintes surrealistas cuando:

1)      Recorre el pasillo sobre sus talones, mientras en los dedos de los pies luce unos elegantes separadores después de haberse pintado las uñas. ¿Qué necesidad hay de esto? Yo me pinto las uñas de los pies sentada en el sofá viendo alguna chorrada en la tele. Así no tengo por qué experimentar una ginkana para desplazarme por la casa.

2)      Intenta abrocharse unos pantalones que, a todas luces, ya no le valen. Utiliza las técnicas que hemos utilizado todas alguna vez: Tirar de la cremallera metiendo barriga, tumbarse en la cama o en el suelo y retorcerse cual culebrilla y, por último, dar saltitos (ésta da los saltitos sobre la cama porque así la escena parece más graciosa). No diré que nunca haya empleado estas artimañas pero, por la voz en off, nos enteramos de que lo que pretende nuestra protagonista es ponerse elegante para un acontecimiento importante. Es decir, intentas ponerte elegante embutiéndote en unos pantalones que te han quedado dos tallas más pequeños. Se te van a salir las redondeces y vas a ir hecha un cuadro. En serio, ponte otra cosa y deja de hacer el mono.


3)      Lucha contra la cremallera de la espalda de un vestidito blanco (o un LWD, que queda más cool). ¿Por qué no le engancha una gomita o una cuerdecita para subirla con comodidad? Qué mujer más poco práctica.

4)      Se quita los rulos enganchándose cada horquilla en el pelo, con los consiguientes tirones. Bueno, aquí no digo nada. No me he puesto rulos en mi vida y soy tan torpe que seguro que termino calva al quitármelos.


5)      Se planta unos tacones, haciendo ímprobos esfuerzos por meter aquello en su pie. No sé si será una hermanastra mala intentando entrar en el zapatito de la Cenicienta o si tiene juanetes pero pienso que es más práctico ponerse los zapatos sentada, en lugar de haciendo la grulla.

Pero todos sus males se ven minimizados cuando se aplica una barra de labios que le han regalado por hacerse distribuidora de la marca anunciante. Parece que es lo único cómodo que lleva encima esta muchacha. Con una sensación sedosa en los labios y sin efecto de pegote. Tan milagroso es que, cuando se manca como un caballo de carreras al llegar a la meta, la cosa le hace hasta gracia y entra en la fiesta muerta de la risa.

Yo quiero de eso. 

lunes, 15 de febrero de 2016

Crónicas Felinas CLXVI: Meowing Around

Marrameowww!!!

Soy un animal muy culto, eso ya lo sabéis de sobra. Y, como animal culto que soy, estaba el otro día leyendo el poema “Walking Around” de Neruda y el primer verso  “Sucede que me canso de ser hombre”  me hizo tener una revelación.

Y es que sucede que me canso de ser gato. No quiero decir con esto que me canse de ser guapo, ni peludito, ni más listo que los humanos, ni que esté agotado de pasarme el día tumbado a la bartola mientras la bruja y el consorte se desloman en su trabajo para tener con qué rellenarme el platito de pienso. No, de eso no me canso. Pero sí me canso de recibir elogios constantes.

Me explico: Si fueran elogios normales, en plan “Tú sí que vales, Forlán”, “Eres el p**o amo, Forlán” o, incluso, “Ese Forlán cómo mola, se merece una ola, ueeeee” pues hasta los aceptaría pero no me parece de recibo que, ante cualquier acto nimio que realizo, tenga dos seres bípedos babeantes mirándome con cara de anime japonés y diciendo con vocecilla empalagosa cosas como “Si es que es más ricoooo”, “Mira lo que hace, es súper listoooooo”, “¿Quién es el más guapo de la casaaaaa?” y demás estupideces que deberían avergonzar más a ellos que a mí, pero resulta que no noto el más mínimo vestigio de pudor en sus voces gangosas.

Y, al contrario de lo que pueda parecer dado mi elevado nivel de cultura, os prometo que no tengo nada de especial. O sea, hago cosas de gato. De gato fino, eso sí, no como Munchkin que, como todos sabemos a estas alturas, es más bruto que un arado. Y, como creía firmemente que se cazan más moscas con miel, soy de modales más bien refinados. Pido que me abran las puertas apoyando las patitas y mirando con ojitos de súplica, me acurruco por las noches con mis humanos para que me rasquen entre las orejas y, para tenerlos contentos les hago caricias con la pata… cosas así. Y parece que ellos no se dan cuenta de que todas estas zalamerías son para llevarme el humano al agua, no para que me traten como si fuese un peluche. A veces me gustaría ser un poco más brutito, como el imberbe. Porque, ahora que lo pienso, él también suele conseguir lo que quiere a base de ponerse impertinente y de soltar zarpazos o tirar todo lo que hay sobre la mesa hasta que le hacen caso. Al final, por no tener que soportarlo, le terminan dando lo que pide y se ahorra toda esa parte de “Ayyyyy, qué monooooo”. A lo sumo, sueltan un “Pero mira que eres cansino, hijo, anda, toma un trozo de jamón a ver si te estás quieto de una buena vez”.

Y ya. Lo dejan a su bola degustando el manjar mientras yo, para ganármelo, he tenido que soportar cinco minutos de “uyyyyy, cuchi cuchi cuchi”.

Tengo que pedirle que me enseñe a ser borde.

Prrrrrr.

jueves, 11 de febrero de 2016

Fácil, divertido y para toda la familia

Vaya por delante que daría lo que fuera por llegar a la edad de mi madre y poder aprovechar de semejante manera la tecnología pero el otro día me vi inmersa en una situación surrealista y desesperante a partes iguales y ya le dije que esto iba de cabeza al blog. Dicen que, quien avisa, no es traidor (un poco mala persona, quizás, pero no traidor). Esta entrada va a ser un poco más larga que el resto pero es que no tiene desperdicio.

El caso es que mi madre, por fin, se ha decidido a poner Internet en casa y se ha hecho con una tablet y, claro, ¿qué se podía hacer teniendo familia lejos? Exacto, instalar Skype para poder hablar (y vernos) sin pagar un duro. Total, que mi madre se abrió su cuenta de Skype y hasta me mandó una invitación a la mía para que la aceptase como amiguita (llegados a este punto, tengo que decir que yo no tenía el programita de marras porque nunca me había dado por hablar con nadie por ese medio). Estuvo como una semana preparándose, la mujer, entre que abrió una cuenta de correo diferente a la que usa habitualmente porque quería tener una exclusiva para Skype (yo hice lo mismo), luego no sé qué le pasaba que no podía entrar a la cuenta. Lo consiguió, se abrió la cuenta de Skype, una compañera de trabajo la ayudó a mandarme la invitación y le dio un par de nociones básicas hasta que, por fin, me dijo: “Este domingo te mandaré un mail para que te conectes”.

El domingo llegó. Yo había andado por ahí de pingo con Eva, Miki y Chema, como habréis leído por ahí (y, si no, vais y lo leéis) así que, al volver a casa, tuve que hacer todas las tareas de la casa que había dejado pendientes. Le mandé un mail diciéndole que me diera una media hora más y ya era toda suya.

Pasó una hora y me llega un mail suyo diciendo que no consigue entrar, que le da un mensaje raro. Yo buscando en Internet qué significaba el mensaje. Mail va, mail viene, y dale con que no le reconocía la cuenta. Le dije que intentara entrar con el usuario de Skype pero se ve que no la tenía bien apuntada y decía que no, que no se la aceptaba. Y yo venga a mandarle mails preguntándole si estaba entrando con el usuario xxxx, que era el que me aparecía en Skype. Y ella a lo suyo, que si voy a  ver si la cuenta de correo funciona, que si te mando un correo a la otra cuenta…

Al final me pudo la impaciencia y la llamé. Yo que quería ahorrar y toma llamada de 20 minutacos. Finalmente, conseguí que reseteara la contraseña y que conectara con el usuario que le dije yo desde un principio.

Luego de una hora hablando, me pregunta cómo hace para cerrar la sesión una vez que hayamos colgado. Le digo “¿ves a la izquierda tal y tal?”. Responde afirmativamente y le pregunto “vale, ¿qué ves en la esquina superior derecha?” y, desde muchos miles de kilómetros de distancia me respondió “un quesito, la batería que se me está agotando y que son las 19:05”.

Todavía me estoy riendo. Aunque finalmente conseguí que me dijera lo de la esquina DEL PROGRAMA.

Lo siento, mami. Es que era demasiado jugoso como para no contarlo… Eso sí, hay que reconocer que disfruté mucho con la experiencia. ¡Qué bueno esto de poder verse gratis!

miércoles, 10 de febrero de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXVII: El coche yonki

Hoy vamos con anuncio internacional. Hacía tiempo que nadie me proponía ninguno pero Nefer me trajo uno desde su México natal. El anuncio, realmente, no es mexicano pero como aquí no lo echan, pues tanto nos da, que nos da lo mismo. A efectos del destripamiento no vamos a andar discriminando.

El spot comienza con imágenes de lo que parece ser un encantador pueblecito italiano. En una casa, una señora llama seductoramente a su marido desde la cama. Él, ya entradito en años y enfundado en una bata de leopardo (bien que os reís de mi batapanda pero ya veis que hay cosas peores en esta vida), va corriendo al baño para buscar en el armarito. Dentro de un bote, encuentra una última pastillita azul, olvidada en el fondo del frasco. Intenta lanzarla a su boca para pillarla al vuelo pero ya se sabe que estas cosas nunca acaban bien. Es mejor asegurarse y depositarla en la cavidad bucal como está mandado, que luego pasa lo que pasa.

Y, lo que pasa, es que la pastilla sale volando por la ventana. El hombre, al grito de “Noooooo” ve cómo su poción de amor hecha fármaco rueda irremisiblemente por una tubería. Rebota en un tejado, donde pasa al lado de un gato quien, por suerte no la caza y se la come (bastante fogosos son ya los gatos en estado natural como para estar incentivados por las drogas).

La pastillita sigue su viaje. Rebota en la campana de la iglesia produciendo un simpático repiqueteo allegro ma non troppo, va chocando con cuanta pared se encuentra, tira un jarrón metálico que no sé qué pinta en la calle (será parte del ornato público en esos pueblecitos), asustando, de paso, a un cura que no sabe si es que hay alguien disparando o qué es lo que viene a perturbar la legendaria tranquilidad de la villa.

Choca contra unas flores que eran transportadas en un camión, da tres saltitos sobre el agua de una fuente, rebota en una copa de champán con más simpático repiqueteo y, finalmente, se precipita hacia el depósito de combustible de un coche que esperaba pacientemente ser rellenado en una estación de servicio.

Una vez que la pastillita está en el interior del vehículo, éste tiene una especie de reacción alérgica y se hincha, se hace fuerte y más machote (suponemos). Las féminas que pasan por allí, al verlo, hacen sonidos guturales bastante primitivos como “uhhh”, “mmmm” y “grrrr”. Según nos cuenta la voz en off, es un nuevo modelo de otro modelo ya existente pero más grande, más poderoso y listo para la acción.

Quién me iba a decir a mí que, con sólo introducir una pastillita azul en una máquina, ésta va a tener un diseño más varonil. Mañana mismo pruebo con la nevera, que la veo demasiado afeminada. Seguro que así termina teniendo más capacidad y enfría que da gusto.

Y si el ascensor va despacio, le daré una pastillita.

Y usaré casco, por las dudas. 

lunes, 8 de febrero de 2016

Crónicas Felinas CLXV: Soy adicto

Marrameowww!!!


El otro día fue el consorte a comprarnos pienso. El pienso de siempre, el insulso. Ya sabía yo que esto de comer pienso rico no iba a durarnos toda la vida.




Pero, aparte del pienso, trajo algo más. Para compensarnos por la afrenta, supongo. Trajo un botecito.

Pues menuda cosa, diréis. Un botecito, vaya birria, diréis. Pero es que resulta que es un botecito mágico. Sí, sí. Mágico.

El consorte rocía el contenido del botecito sobre alguno de nuestros juguetes (un contenido que la bruja, cuando lo vio, dijo que parecía salsa de soja) y he de reconocer que, al principio, el olor no nos gusta nada porque aquello huele a alcohol que tira para atrás, y ya se sabe que nosotros somos gatos abstemios, no como el difunto Luhay, al que una vez sorprendieron con la cabeza metida en un vaso de chupito lamiendo los restos de un licor de sandía. Aunque hay que decir en su favor que él llevaba más años que yo aguantando a la bruja y eso no es tarea fácil. Tal vez, dentro de un par de años, yo también tenga que declararme ebrio consuetudinario y me beba hasta el agua de los floreros.

Pero bueno, que me disperso. El caso es que el olor a alcohol se disipa pasado un tiempo y entonces el olorcillo que queda es… indescriptible. ¿Le habéis olido los pies a un ángel? Porque me imagino que así deben oler. El juguete en cuestión se convierte por arte de birlibirloque en un objeto de deseo irresistible y andamos los dos encandilados, queriendo llevarnos el juguete a todas partes porque nos hace delirar de placer. Huelga decir que Munchkin, como es un salvaje, siempre me roba el ratoncito y me amenaza de muerte para que no me acerque, por lo que yo me quedo compuesto y sin ratoncito pero mis humanos, que en el fondo tienen sentimientos, rociaron un segundo ratoncito para que yo no tuviera que andar discutiendo.

Y así pasamos el tiempo, peleándonos con ratoncitos de peluche y flipando en colores al mismo tiempo. Con deciros que ya ni recuerdo  cómo sabía el pienso para gatos enteros, lo digo todo. A mí que no me vengan con eso de que las drogas son malas. Esto es incluso mejor que cuando la bruja me deja oler su bote de valeriana (el cual saca últimamente mucho del armario del baño porque hay que reconocer que da un poco de penita de lo histérica que anda).  Pues lo dicho, que esto es incluso mejor que la valeriana, aunque nos haga discutir entre nosotros. Ya se sabe que en cuanto uno se pasa al lado oscuro de la sociedad, vive y respira por el vicio. Ahí no hay amistades ni hermandades adoptivas que valgan.

Os dejo que voy a ver si les hago ojitos a mis humanos para que me den mi dosis que ya me está empezando a dar síndrome de abstinencia. No digo “mono” porque para mono ya estoy yo.

Prrrrrr.

jueves, 4 de febrero de 2016

Prefiero catar helados

Una de las profesiones que más me costará entender en esta vida es la de odontólogo. No me refiero a que no entienda a qué se dedican ni qué carrera han estudiado, claro está. Lo que no entiendo es cómo alguien en su sano juicio puede pensar en algún momento de su vida que lo que más le llenaría de orgullo y satisfacción es hurgar en la boca de la gente. Me imagino a la abuelita preguntando a su nieto “Nene, ¿qué vas a querer ser cuando seas mayor?” y el niño, con los ojitos encendidos de ilusión, respondiendo “Quiero curar la halitosis, abueli”.

Si hay algún dentista leyendo esto, le ruego me disculpe. Sé que los dentistas son necesarios para mantener nuestra salud bucal y nuestro bienestar general pero no consigo entender cómo no se mueren de asco explorando las cavidades de perfectos desconocidos (aquí me diréis que peor lo tienen los proctólogos pero yo de esas cosas ni hablo).

Y, claro está, no faltará quien apunte que un dentista cobra mucho y que poderoso caballero es Don Dinero y todo lo demás pero qué queréis que os diga; un electricista también cobra mucho y ni tiene que estar viendo guarradas ni ha tenido que estudiar años y años de carrera. Los electricistas sí que saben. Los fontaneros, ya no tanto, que sí es cierto que cobran mucho pero hay cierta situaciones en las que no me gustaría para nada verme envuelta.

Pues eso, que no me creo que alguien estudie Odontología por puro amor al vil metal, ya que hay actividades igual de lucrativas y de más fácil acceso. No. Esto es vocación pura. Incomprensible, sí, pero vocación al fin y al cabo. O tal vez lo que suceda es que, tras cada dentista titulado, se esconda un psicópata frustrado, a quien lo que realmente le gusta no es librar a sus pacientes de las penurias sino arrancar muelas, ver brotar la sangre, dar “pinchacitos” con agujas gigantescas y, lo que es peor, obligarles a debatir sobre temas de actualidad cuando tienen la boca llena de aparatos de tortura y están a punto de morir ahogados en su propia saliva.

Recuerdo que no hace mucho mantenía una conversación con mis amigos. Una conversación profunda y filosófica, que es lo que nos caracteriza, porque nosotros somos gente seria y auténticos librepensadores contemporáneos. En esta ocasión, hablábamos de profesiones curiosas y salió el tema de gente que cata helados. Una amiga decía que vaya empacho de helado, que qué horror de trabajo y mirad, llamadme loca si queréis pero a mí me dan a elegir entre estar quitándole el sarro a gente que no conozco de nada o probar la nueva variedad de frutos del bosque con banana del Amazonas y no creo yo que tuviera que pensármelo mucho. Seguramente no cobraría lo mismo pero estoy plenamente convencida de que ese trabajo me reportaría muchas más satisfacciones.

Mi báscula quizás no opine igual pero qué sabrá ella, la muy maldita.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Anuncios Pesadillescos CLXVI: Hay que ser la leche

Hoy vamos con una leche de continuación. Porque sí, porque el “universo madre” no va a ser menos en lo que a anuncios pesadillescos se refiere.

He visto varios anuncios de esta marca y, hasta el momento, ni frío ni calor pero últimamente he visto uno que me ha llamado poderosamente la atención. Tal vez alguien se me tire al cuello pero, hala, ahí vamos.

Vemos a diferentes bebés. Una de ellas (creo que es una niña) levanta una pierna mientras se sostiene a la cuna y, tras ella, vemos una bailarina haciendo piruetas con su tutú y todo. Luego hay otro jugando con un ábaco y lo comparan con algo que supongo yo que será un ingeniero, tocando algo en una pantalla vertical transparente, al mejor estilo Matrix. El tercero se sube a la cama y vemos en paralelo la imagen de un escalador y, por último, el cuarto levanta los bracitos y se supone que eso es porque va a ser astronauta. Por lo visto, no levantar los bracitos en el espacio no es nada profesional.

Y me da a mí que todo esto no hace sino alimentar, aparte de a los niños, las ansias de muchos padres de pensar que sus hijos van a tener todos carreras interesantísimas. ¿Por qué no ponen ahí una imagen de una cajera de supermercado o de un barrendero o de un conductor de autobuses? ¿Quién nos dice que el niño no va a ser el conductor de autobuses más feliz del planeta? ¿Acaso no es eso lo que importa? Yo no tengo hijos pero lo veo mucho también en gente con mascotas, a quienes les parece que su perro/gato/tortuga es súper especial y hace cosas que no hacen el resto de perros/gatos/tortugas del mundo cuando, por lo general, no tienen nada de especial. O sea, tienen de especial que los queremos  pero no es tan fácil dar con un genio, ya sea persona o animal.

De pequeños todos hemos levantado las piernas, los bracitos, hemos subido a camas y hemos jugado con ábacos y con lo que nos pusieran por delante. ¿Estábamos todos predestinados a hacer grandes cosas por la humanidad? Yo levanto los bracitos a diario para alcanzar las cosas en los muebles de la cocina, porque soy tirando a canija y el churri piensa que mido un metro ochenta. Y soy de lo más feliz, oye. A veces escucho quejas referentes  a que la sociedad está pensada para explotar al máximo la competitividad y, cuando veo estas cosas, es cuando veo que sí, que es cierto. Ser competitivo no está mal. Aspirar a más, pues tampoco, pero parece que si uno no tiene una fascinante vida que colgar en las redes sociales, nada sirve de nada. Y los barrenderos, los cajeros y los conductores de autobuses son muy necesarios. Todos somos importantes en la sociedad, aunque parezca que sólo has llegado a algo si la gente abre los ojos como  platos y comenta “qué interesante” cuando dices tu profesión/oficio. 

lunes, 1 de febrero de 2016

Crónicas Felinas CLXIV: La injusticia

Marrameowww!!!

Hoy vengo a relataros una de las peores injusticias a las que nos hemos visto sometidos últimamente.

La bruja y el consorte suelen irnos variando los sabores de pienso porque, si no, nos aburrimos. Bueno, realmente me aburro yo; Munchkin jamás en su vida podrá aburrirse de mover el diente, aunque le toque comer lo mismo día sí, día también. En mi caso, sin embargo, cuando me empiezo a cansar de un pienso, comienzo a hacerme el remolón para comer y, como sé que eso les asusta sobremanera, corren a buscarme otro menú.

Bueno, el caso es que nos compran pienso para gatos esterilizados con salmón, pienso para gatos esterilizados con pavo, pienso para gatos esterilizados anti-bolas de pelo (que no sé qué le echarán pero me encanta) y así, en diferentes variantes. Pues bien, el otro día llegó el consorte con un nuevo saco de pienso. Nuevo en el sentido de que estaba a estrenar y también en el sentido de que no lo habíamos visto nunca. Normal que no lo hubiéramos visto: era un pienso para gatos sin esterilizar (o “enteros”, como les da por hacerse llamar, a los muy chulitos) y fue probarlo y hacernos los ojos chiribitas. Sobre todo a mí. Me encanta, tiene un tamaño ideal para poder masticar a gusto (es que Muchkin es un bestia que se lo traga todo sin apenas masticar pero a mí me gusta dar unos cuantos bocados porque me han dicho que es muy bueno para la digestión y que así se engorda menos; hay que cuidar la línea) y, no sé por qué, pero me da un montón de energía. En cuanto como, me lío a dar saltos y  botes por toda la casa, al tiempo que maúllo, presa de la felicidad. Resumiendo, que estoy encantado. Munchkin también pero, como os digo, él no cuenta porque no es nada selectivo.

Y diréis ¿cuál es la injusticia si estás comiendo un pienso que te encanta? Pues que, probablemente, no lo vuelva a comer nunca más. Resulta que el consorte nos trajo ese pienso por error y, cuando la bruja se enteró, le echó la bronca diciendo que se supone que nosotros no podemos comer pienso que no sea para gatos esterilizados porque nos vamos a poner hechos unas bolas y que ya bastante barriga tiene el imberbe como para estar favoreciendo el engorde, que ni que fuéramos pavos y tuvieran pensado celebrar el Día de Acción de Gracias este año y blablablá.

Así que por lo que veo, una y no más, Santo Tomás. Ahora ya entendéis cuál es la injusticia. Cuando uno nunca ha probado semejantes delicias vive ajeno a lo que se pierde pero ¿qué sucede cuándo te han dado a probar las delicias que se esconden en los anaqueles de las tiendas especializadas y que nos están prohibidas? ¿Cómo voy a comer ahora esa insulsez sabiendo que existen semejantes delicatesen reservadas a gatos que, encima, no han perdido partes de su anatomía?

No hay derecho.

Prrrrrr.