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jueves, 29 de enero de 2015

La moda y la reencarnación

No sé si a vosotros os pasa pero he constatado que mi ropa pasa por diferentes etapas a lo largo de su vida.

Cuando me compro alguna prenda no soy de las que la estrenan inmediatamente, por lo general. Me gusta tenerla un tiempo colgadita en el armario, con su etiqueta aún puesta, prolongando el momento de placer que supone estrenar algo.

Más adelante, cuando la Madre Naturaleza y los excesos navideños hacen mella en mi persona, constato con horror que la indumentaria que otrora me sentara tan bien, ahora no sube de los muslos o resalta sin piedad mis lorcillas, por lo que guardo la prenda para la próxima temporada con la vana esperanza de que terminaré adelgazando y podré volver a lucirla con orgullo en el momento en que suceda un milagro digno de Lourdes.

Llegada la próxima temporada, el milagro no ha sucedido, claro está, y mi fuerza de voluntad para tomar cartas en el asunto y adelgazar de forma activa está bajo mínimos, por lo que llega un momento en que soy consciente de que no voy a volver a usar esa cosita tan divina. Si la cosita divina en cuestión es un pantalón, poco hay que hacer ya, o sea que termina en el montón de ropa para donar (que crece y crece porque soy tan vaga que nunca bajo a llevarlo) o, si está muy perjudicado directamente pasa a la basura peeeero, si la cosita divina es una camiseta empiezo a buscarle nuevos usos: ¿y si la uso debajo de otra prenda? Si la idea funciona, ahí quedará la camiseta porque lo más seguro es que sólo ponga en práctica tal genialidad una vez o dos y, finalizada la temporada, volverá a ser guardada con la idea de utilizarla en la siguiente.

Total, que llega la siguiente temporada y, según estoy colocando los armarios me digo “¿realmente voy a volver a usar esto?” Con una mano en el corazón, la mayor parte de las veces la respuesta es un no rotundo, por lo que tal vez haya que asumir que aquí ha terminado el ciclo vital de la camiseta y sea hora de que pase a engrosar el montón de ropa para donar. Pero ¿y si la dejo para estar por casa? Total, el churri ya sabe que tengo alguna lorcilla. Es lo que hay y si no le gusta, que se busque una más buenorra. Y así la camiseta pasa del estante de ropa de diario al cajón de ropa para usar en casa.

El problema con esta decisión es que es una conclusión a la que he llegado con otras tantas camisetas, predecesoras de la que hoy nos ocupa, por lo que al final tengo montañas de ropa para estar por casa y me termino dando cuenta de que el cajón ya empieza a estar hasta los topes.

Y ahí sí que sí doy ese paso definitivo de decirle adiós entre lágrimas, momento que llegará cuando me decida a bajar el montón.

miércoles, 28 de enero de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXIV: Próximamente en sus pantallas

Seguimos con productos para resfriados, gripes y demás. Que se note que estamos en invierno (vaya desde aquí mi saludo y más profunda envidia a los lectores que ahora están disfrutando del veranito).

En la tele están echando la versión reducida porque los segundos de publicidad se pagan a precio de caviar de beluga servido en platos de oro pero he tenido la inmensa suerte (creo) de dar con la versión completa y, como soy así de generosa, aquí os la relato.

Para poneros en situación, os cuento que nos lo presentan como si fuese el tráiler de una película. Vemos a una mujer en calcetines acurrucada en un sillón mientras lee un libro. La voz en off nos dice “Era una familia normal pero el invierno hizo que su peor pesadilla regresara”. Vemos una sombra pasar por delante de la mujer, quien levanta inquieta la vista del libro. Intenta no darle importancia y volver a su lectura pero la oscuridad ya se ha cernido sobre su tranquila existencia. Se escucha una tos masculina que es suficiente para que a ella le salten todas las alarmas y grite con todas las fuerzas de su capacidad pulmonar “¡¡Cariño, coge el “Tosistón”!!

El hombre no sólo lo coge, sino que se pertrecha con un arsenal de frascos del famoso jarabe, que coloca estratégicamente en su chaleco de combate. Tiene a bien ponerse también un casco y unas gafas protectoras. No sabemos para qué pero queda cool. Ella también se pone gafas de ésas y una gorra con visera que debe de servir para evitar los reflejos de la lámpara de led del salón, que se ve que le resta visibilidad. Ambos acoplan una botella de jarabe a sendas escopetas de agua que le trajeron los Reyes Magos a sus niños. Sus nombres de batalla son “Tos Terror” y “Congestión Killer”. Todo dicho.

Vemos entrar por la ventana dos mocos de plastilina que se ríen maquiavélicamente. Se desplazan en un carrito de montaña rusa. Son “Tos con Mocos” y “Congestión Nasal”. Nooooo. ¡¡¡Sus archienemigos!!! No puedo con tanta tensión.  Ella les mete un pedazo de chorro de jarabe retropropulsado que los deja tiritando. A su vez, él también dispara en el descansillo. Vuela por los aires y todo, tal es la fuerza de la escopeta de plástico.

Estratégicamente han colocado una bomba de botellitas de jarabe en mitad de la cocina que va a explotar en cualquier momento… ¡Y explota! Síiiiii. Todo está cubierto de líquido viscoso. Qué maravilla.

La voz en off nos informa que esta superproducción es de los mismos creadores que nos deleitaron en ocasiones anteriores con películas ficticias como “Tosiendo hasta el amanecer”, “Congestión Fatal” y “Tos con Mocos, El Retorno de la Flema”. Este último título es el que más me gusta, por lo dada que soy a la escatología. No deja nada a la imaginación.

Por cierto, si veis el anuncio no os perdáis los afiches de las supuestas anteriores películas. No tienen desperdicio. Palabrita de Álter. 

lunes, 26 de enero de 2015

Crónicas Felinas CXIX: Cómo saliros con la vuestra sin que os echen la bronca

Marrameowww!!!

Vamos hoy con un tutorial de estos que sé que resultan de utilidad a los compañeros felinos que me leen. En esta entrada, aprenderemos, paso a paso, cómo evitar una regañina.

El ejemplo que voy a poner está protagonizado por Munchkin y un servidor pero también sirve si sois gatos únicos.

Era tarde por la noche y a Munchkin y a mí nos atacó la hora del gato loco (ya sabéis a qué me refiero; ese momento, generalmente de la noche, en que os da un frenético arranque de actividad y tenéis que correr y montar el máximo escándalo posible). Pues bien, la bruja estaba ya metidita en la cama con su libro, tapada hasta la nariz porque está haciendo un frío de mil demonios  y a nosotros nos dio por jugar al pilla-pilla, pareciéndonos una fantástica idea pelearnos junto al cubo de basura, con puntos extra si conseguías desplazarlo por el suelo de baldosas para solaz de los vecinos de abajo.

Así que en esas estábamos, cubo va, cubo viene, cuando escuchamos que la bruja se levanta de la cama, enciende la luz del pasillo y dirige sus pasos hacia la cocina. Es aquí cuando hay que adoptar la “pose de gato bueno”. Para lograrla deberéis:

a) Apoyar la barriguilla en el suelo (sí, sé que está frío pero todo sea por librarse de la bronca).

b) Poner las patitas delanteras delante del cuerpo. Cuanto más paralelas estén, más buenos pareceréis.

c) Según aparezca vuestro humano por la puerta, abrir desmesuradamente los ojos adoptando la expresión más tierna que seáis capaces de conseguir.

De esta guisa nos encontró la bruja a los dos, cada uno a un lado del cubo de basura y de más está decir que no hubo bronca sino ojitos mirando al techo y negación con la cabeza. Es un gesto bastante estúpido pero en mis años de convivencia con humanos he logrado discernir que es un equivalente gestual al “ayyyy” que son muy dados a expresar verbalmente.

La bruja volvió sobre sus pasos y, en cuanto apagó la luz del pasillo, volvimos a nuestra actividad lúdica profiriendo unos cuantos “Mrrr, mrrr” (se supone que ésta es la onomatopeya de gatos peleando. No he sabido transcribirla mejor) sin tener más interrupciones hasta que nos cansamos y nos fuimos tan ricamente a dormir.

Espero que os haya servido este tutorial y nos vemos pronto en una nueva lección de “Hazle la vida imposible a tu humano”, ya disponible en fascículos.

Nota: Hay una variante que también podéis probar si el suelo está demasiado frío o si vuestros humanos son un poco guarretes y no queréis que se os quede un pelusón pegado a la barriguilla. En lugar de tumbaros en el suelo, podéis apoyar sólo el culete y colocar las patitas delanteras completamente verticales delante del cuerpo. No olvidéis abrir mucho los ojos. Si estáis ya en nivel experto, podéis darle un toque extra enroscando el rabo por delante. Este gesto los vuelve especialmente locos de amor.

Prrrrrr.

jueves, 22 de enero de 2015

Tell me lies, tell me sweet little lies

Dice el dicho que la mentira tiene patas cortas. O que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. O que mujer refranera, tonta y majadera, pero de éste último mejor pasamos.

Tengo un par de preguntas que últimamente no me dejan dormir: ¿Por qué a veces mentimos en cosas estúpidas? Y, más importante aún, ¿por qué la mentira utilizada para la cosa estúpida en cuestión suele ser, aun si cabe, todavía más estúpida?

Pongamos unos cuantos ejemplos prácticos para ilustrar este debate que hoy abro en este humilde blog.

Este verano iba con el churri en el bus y, cerca de nosotros, iban unas cuantas personas que supongo serían todas de la misma familia ya que eran de edades variadas. Pues bien, a una de ellas le sonó el móvil y se puso a inventarle a su interlocutor/a una rocambolesca historia acerca de que estaban en la piscina en casa de no sé quién y que por eso antes no le había cogido el teléfono y que no sabía cuándo volverían a casa. No sé si la persona al otro lado de la línea  creyó la excusa pero, de haberlo hecho, sería porque era sorda, un poco lela o ambas cosas a la vez ya que a ver cómo explicas que en la piscina de la casa de alguien de repente se escuche “Próxima parada: Alcalá con Goya. Correspondencia con líneas…” sumado al ruido característico de las puertas al abrirse y cerrarse “Pssss. Psssss”.

Algo parecido, pero a la inversa, presencié recientemente. Una chica iba andando por la calle y comunicaba a otra persona por el móvil que iba en el Metro. De más está decir que se escuchaban bocinazos, ruido de tráfico y demás señales acústicas que uno no espera escuchar en el interior del Metro. En este caso también me apuesto lo que sea a que el receptor del mensaje tampoco lo creyó o eso quiero creer, al menos. En caso contrario, voy a empezar a plantearme que la gente es sumamente inocente y que mentir es mucho más fácil de lo que pueda parecer a simple vista.

Por último, os cuento una anécdota que no sólo presencié sino que viví en primera persona. Una noche cualquiera llego a casa después del trabajo y, como suele ser su costumbre, el churri había dejado la llave puesta por dentro. Toco timbre, el churri me abre. Entro y el churri queda detrás de mí cerrando la puerta.

Un par de horas más tarde (como a la una de la madrugada) estamos nosotros tan ricamente despatarrados en el sofá viendo la tele cuando, de repente, suena el timbre. El churri va a ver quién llama y resulta que es una vecina para avisarnos de que la puerta se había quedado entornada pero no cerrada (milagro que no se haya escapado un gato). El churri, ni corto ni perezoso, me recrimina haber dejado la puerta abierta de manera tan extremadamente insensata.

Volved a leer el sexto párrafo.

Pues eso.

miércoles, 21 de enero de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXIII: No, si diferente es…

Los de hoy vienen en un pack. Se trata de una serie de anuncios cortitos que, sumados, dan como resultado una pesadilla de dimensiones descomunales.

En este caso, la empresa anunciante es una compañía de móviles. El mensaje que pretenden transmitir con este cúmulo de espantos es que son diferentes y que las diferencias son algo bueno. Esta conclusión es algo discutible, viendo el resultado final. Eso sí, hay que reconocer que se han currado una campaña completa por dos duros, a juzgar por los nimios gastos de producción que a todas luces han tenido.

En uno de ellos, vemos un montón de vaqueros azules de plástico (me refiero a muñequitos que representan al típico cowboy, no a pantalones) que desfilan en procesión hasta que, en medio de tan ordenada fila, aparece un indio rosa, también de plástico. Y ésa es la diferencia. De fondo, suena la típica musiquilla de western, aunque yo le hubiera puesto algún éxito de Village People, que creo que pegaba más.

En el segundo vemos un montón de plátanos que se desplazan verticalmente por la pantalla (me juego lo que sea a que para que las frutas se muevan han usado una cinta de éstas de las cajas de los supermercados) y, de repente, aparece una desorientada pera. ¿Será un homenaje a Ana Botella? Vale, tendrían que haber usado manzanas en lugar de plátanos pero el fruto escogido le daría otro rollito al asunto así que casi prefiero creer que sí, que pensaban en ella al confeccionar el anuncio y, de esta manera, me hace hasta gracia. Lamentablemente, creo que la teoría del tributo a la Señora Botella la tengo sólo yo así que el anuncio me sigue pareciendo un espanto. La banda sonora del anuncio es el “Banana Boat Song” de Harry Belafonte. Por si no caéis en qué canción es ésa, pensad en Beetlejuice y veréis cómo enseguida os dais cuenta.

Y en el tercero, que para mí es el más horripilante de todos, escuchamos a Elvis Crespo (¿alguien sabe qué ha sido de este hombre?) con su “Suavemente” mientras una muñequita de porcelana gira, al principio despacito y más rápidamente cuando se anima la melodía. Una vez más, me arriesgo a aventurar cómo han conseguido tal efecto y estoy segura de que ha sido con un tocadiscos, pasándolo de 33 a 45 rpm en el momento álgido. Digo que es el que más me horripila seguramente porque las muñequitas de porcelana siempre me han dado mal rollo. Mi abuela tenía un montón y sólo de imaginármelas bailando salsa en el salón me dan los siete males.

Y esta sería la “Trilogía de la Diferencia” que está haciendo nuestras delicias. Añadiría, de propina, otro anuncio de la misma compañía donde, para promocionar su “tarifa infinita” nos enseñan primero la cabeza de un perro salchicha y, en un desplazamiento lateral de la cámara, su lomo (y más lomo, y más lomo…) hasta llegar a las patas traseras.

Ya me diréis si habéis podido dormir.

lunes, 19 de enero de 2015

Crónicas Felinas CXVIII: Grand Felinix

Marrameowww!!!

Se me ha ocurrido una idea fantástica para un programa de televisión. ¿Recordáis aquellas épocas del Grand Prix, cuando los pueblos competían entre sí para ver quiénes se desenvolvían mejor en unas ginkanas de lo más variopintas? Algo parecido sucedía también en el aún más antiguo Juego de la Oca. Ahora bien, yo me pregunto, ¿sería posible extrapolar esta idea al mundo felino y que existiese un programa donde los gatos deban superar diversas pruebas de agilidad y/o habilidad?

La idea me la ha sugerido Munchkin. Venía macerándola ya desde que lo vi subirse a lo alto de una puerta como os contaba aquí pero el empujón definitivo me la dio el vídeo que hoy os traigo. La bruja y el consorte habían cocido huevos y os insto a observar con qué insistencia y dedicación este jovenzuelo intenta pescarlos de dentro de la olla con agua (fría, claro está, que si el agua estuviera caliente paso de concursos televisivos y lo llevo al circo directamente). De más está decir que no lo consiguió pero creo que es digna de admiración esa superación de la tradicional aversión al agua que caracteriza a los de nuestra especie.

Os dejo con el impresionante documento gráfico que sin duda va a revolucionar la televisión tal y como la conocemos y, si hubiera por ahí algún productor televisivo dispuesto a recoger el testigo de mi idea, puede ponerse en contacto conmigo por este medio para negociar las condiciones contractuales que deben incluir, como mínimo, pienso de marca y juguetes nuevos, que los nuestros los tenemos ya muy vistos.



Por cierto, el momento en que la cámara se mueve de sopetón y se escucha una risilla coincide con el instante en que tanto bruja como consorte fueron ensopados en un arrebato de entusiasmo por parte del concursante así que esto también me hace pensar que para esta prueba se podrían incluir muchachas en camiseta y sin sujetador en las inmediaciones para aumentar la audiencia masculina del concurso. No sé vosotros, pero yo a esto le veo futuro.


Prrrrrr.

P.S. Perdón por la canijez y la escasa calidad del vídeo. La bruja lo sacó con el móvil y no es que sea muy espabilada en esos temas (ni en general).

jueves, 15 de enero de 2015

Karma y burocracia. Combinación letal.

El karma se toma su tiempo pero acude. Siempre acude.

Os pongo en antecedentes: La primera vez que fui a Albacete iba con la idea de que se trataba de una ciudad pequeña; muy pequeña. Por tanto, cuando llegué y vi de repente un autobús urbano me sorprendí tanto que le dije al churri “Anda, si tenéis autobuses”. Prometo que lo dije sin maldad pero ya le valió a mi partenaire para vacilarme de lo lindo con los autobuses de Albacete. De esto debe hacer, lo menos, siete años.

Pues bien, resulta que el pasado 17 de noviembre tuve a bien enviar a mi madre un sobre con los regalitos que le había comprado en USA (sí, desde julio los tenía ahí pendientes, ¿qué pasa?, soy latina) y otras cosillas que había quedado en mandarle. Normalmente los envíos suelen tardar cosa de una semana pero a día 3 de diciembre no había llegado y en la web la única información que me daban con el localizador era que el ingreso se había hecho el 17 de noviembre y que el 21 se había producido la salida internacional. Interpreté esto como que el paquete ya había trascendido nuestras fronteras y se encontraba en tierras uruguayas, por lo que mi madre llamó a Correos de allí, donde le dijeron que allí no había llegado y que eso no significaba necesariamente que el envío hubiera salido de España sino que había salido de la oficina pero podía estar esperando a que alguien se dignara a subirlo a un avión.

Total, que llamé a Correos de aquí. Pulsé la opción de información sobre un envío y una maquinita me pidió el número de envío y me dio la misma información que ya tenía. Por tanto, me hice la tonta, que se me da de vicio, y marqué otra opción distinta para conseguir hablar con un ser humano. La chica insistía en que de España sí había salido y yo ya me imaginaba mi pobre sobre flotando sin rumbo en mitad del Atlántico. Ella, en su profesionalidad, consideró conveniente abrir una reclamación para rastrearlo, según me dijo (no sé si con sabuesos). Así que me sometió a un interrogatorio digno de la Gestapo y me volvió a preguntar otra vez tooodos los datos. Tanto los míos como los de mi madre. Y aquí es cuando el karma entra en acción. La muchacha me pide la dirección de mi madre, se la doy y me pregunta “¿Ahí hay códigos postales?”. A punto estuve de decirle “Tú pon que es la cuarta toldería a la derecha” o quizás podía haberle informado que, por haber, hay hasta autobuses.

Me dio mi número de reclamación y me dijo que me mandarían información sobre la misma por e-mail.

El 6 de diciembre supe, por la página de Correos de Uruguay y por mi propia progenitora, que el paquete había llegado a su destino.

El 30 de diciembre me llegó un correo informándome que mi reclamación había sido solucionada. Ole ahí.

miércoles, 14 de enero de 2015

Anuncios Pesadillescos CXXII: Diversión vs Salubridad

Han pasado ya las fiestas navideñas pero no podía dejar de comentar la campaña lanzada para estas fechas de una conocida tienda sueca de muebles. Corrijo: de la única tienda sueca de muebles conocida.

Unas señoras cargadas de bolsas cruzan un parque nevado donde hay multitud de niños jugando con sus nuevos regalos traídos por Papá Noel (imagino que las señoras son más dadas a los Reyes Magos porque, si no, no entiendo a qué viene tanta bolsa, a menos que las señoras sean unas dejadas que se han esperado hasta último momento). En fin, el caso es que comentan lo felices que se ven los niños con sus nuevas posesiones y llaman a uno de los niños para preguntarle qué le ha traído el barbudo. El niño mete una mano en el bolsillo y de su interior saca un muñequito de metal. Es una silueta que ahora entenderemos para qué sirve, no os impacientéis. Las señoras, que no dan crédito, lo miran con conmiseración y, por si acaso el niño no se sentía mal, le dicen “¿Sólo eso?”. Ahí, ahí. Estas señoras seguro que animaban a las tropas en sus años mozos.

Tenemos momento flashback y nos trasladamos al instante en que el niño abre el paquetito con el muñeco, al que mira con desconfianza como diciendo “¿y ahora qué hago yo con esto?”. Mira inquisitivamente a su padre, quien a su vez mira a la madre con cara de complicidad. Resulta que el muñecajo es un molde para galletas, por lo que los vemos posteriormente en la cocina. Las galletas las preparan, sí, pero hay que ver la que lían. Se tiran harina por encima, amasan los tres la mezcla en amor y compañía y, una vez hechas las galletas, el niño (que parece un poco vándalo) se dedica a decapitar a una de las galletas-muñequito o a tirar otra a la pecera, en un claro homenaje a las películas de mafiosos. Siguen haciendo galletas como si no hubiera un mañana. El niño tira un huevo al suelo pero no importa porque ahí está el perro de la familia dispuesto a limpiar con la lengua el desaguisado. Continúan tirándose harina mientras el niño salta con las deportivas sobre la mesa. Muy higiénico todo. Está bien porque así las galletas tienen más sustancia y, aparte de la aburrida harina, el azúcar y la esencia de vainilla tendremos toppings de piedrecillas del parque, partículas de barro y, con suerte, algún chicle pisoteado.

Volvemos al parque y ahí la señora, que es toda optimismo y palabras de ánimo le suelta “ay, pobre”. El niño pone cara de condescendencia como diciendo “no tienes ni idea” mientras las señoras se alejan en busca de un par de zapatos.

Y ahí se queda tan contento el niño con su molde, pensando cuándo van a volver a hacer galletas con lo bien que se lo pasan. Parece que al perro le ha salido alto el colesterol en la última analítica pero eso son daños colaterales. 

lunes, 12 de enero de 2015

Crónicas Felinas CXVII: Albaceteland

Marrameowww!!!

¿Cómo han empezado el año mis queridos humanos?  Nosotros pasamos mejor Nochebuena que Nochevieja, todo hay que decirlo. El motivo, los petardos. En nuestro barrio tienen una insana costumbre de darse a la pirotecnia como si no hubiese un mañana, con lo que nuestros refinados oídos sufren un montón. Ésta era la tercera Nochevieja que pasaba yo en este piso y tengo que reconocer que me lo tomé con un poco más de filosofía que en años anteriores pero para Munchkin era su primera experiencia en ese sentido y, cuando empezó el petardeo incesante, corrió a esconderse debajo de la cama, de donde ya no salió en un largo rato, aunque hay que reconocer que parte de ese tiempo no era que tuviera miedo sino que se había quedado frito. De verdad, ¿qué gracia le veis a ese ruido insoportable?

Pero bueno, como decía, en Nochebuena estuvimos mejor. Fuimos a Albacete y para mí eso ya no es nada nuevo pero era el primer viaje de Munchkin y creo que pensó que estaba en un parque de atracciones o similar porque se pasó toda la estadía corriendo por el pasillo, saltando a la mesa de la comida, tirando los adornitos de las estanterías y arañando los sofás nuevos de la suegra de la bruja. De hecho, el consorte, tuvo que ir a comprar unas fundas porque temían por la integridad del mobiliario. Todo esto con la bruja rezongándole en la oreja, quien no cesaba de repetirle que ya se lo había dicho ella, que Munchkin era demasiado canijo para pretender que se portara bien, a lo que él respondía que sí, que tenía razón, que había sido un insensato y demás lindezas pensadas con el único propósito de conseguir que la bruja se callara de una buena vez.

Yo me porté bastante bien para que me dieran los mejores trozos de jamón, por ser el más buenecito (aunque confieso que algún zarpazo también le tiré al sofá cuando no miraba nadie). No sé si valió mucho la pena porque, a pesar de haber sido el más bueno, comprobé más tarde que Munchkin también recibía golosinas a pesar de estar siendo un ejemplo de mal comportamiento, lo cual me hizo plantearme si no valdrá la pena ser un poco más salvaje. Total, te diviertes más y recibes los mismos premios. Ser bueno no compensa.

Eso sí, mi revancha llegó una vez vueltos del viaje, en forma de veterinario. Llevaron a Munchkin a revisión para ver cuándo lo esterilizan (jeje, no sabe la que se le viene encima) y resulta que el profesional de la salud felina ha concluido que está gordito y ahora le tienen que dar menos ración de pienso. Me troncho yo solo. Ahora anda con carita lastimera todo el día porque dice que la nueva dosis se le queda en un diente; dientes que, por cierto, está cambiando y dice que con tan poca comida no tiene oportunidad de probar sus nuevas piezas.

La venganza se sirve fría.

Prrrrrr.

viernes, 9 de enero de 2015

Y ya van tres

Hola, hola… ¿Hay alguien ahí?

Aquí andamos, resurgiendo de nuestras cenizas cual ave fénix. Tenía pensado encasquetarle a Forlán el marrón de retomar esto, como suele ser mi costumbre de bruja mala pero luego he recordado que tal día como hoy pero hace tres años, veía la luz el primer post de este blog. Tres añitos ya, que se dice pronto. Me parece mentira que este espacio haya sido capaz de sobrevivir a mi inconstancia. La culpa debe de ser vuestra, que siempre me decís cosas bonitas y claro, el baño de masas engancha (aún no sé si rejuvenece; eso está por verse).

No me voy a extender mucho porque no es que haya demasiado que decir, la verdad. Sólo que estoy muy contenta con este tercer aniversario y con los lectores que me han tocado en suerte, que sois unos soles y aguantáis mis chorradas casi a diario. También he de destacar la casi total ausencia de trolls, lo cual es siempre muy de agradecer, la verdad. Si tanto unos como otros seguís portándoos así de bien, seguro que habrá blog para mucho tiempo (o eso creo, que ya se sabe que nunca conviene escupir para arriba).

Ahora tal vez debería hacer una lista de propósitos para este nuevo año blogueril que comienza pero, como a día ni siquiera tengo claro cuál es el propósito primario de este cúmulo de despropósitos, sólo espero que este año sigamos echándonos juntos unas risas, que eso siempre viene bien, desestresa y es bueno para la salud.

¿Os sorprenderé con algo este nuevo año? Quién sabe.  A estas alturas ya me habéis visto en bata-panda imitando al niño del palo, como podéis comprobar aquí y hasta me habéis escuchado cantando aquí así que el listón está demasiado alto… o demasiado bajo, según desde qué punto de vista consideremos la situación. No sé si seré capaz de humillarme públicamente en mayor medida pero se hará lo que se pueda, todo sea por teneros contentos y entretenidos.

Pues lo dicho, gente, que muchas gracias por estar ahí y espero que pueda seguir disfrutando de vuestra compañía por mucho tiempo.