Mandarica me sugirió en tiempos pretéritos que dedicase una
entrada al pollito ñoño preferido por todos: Calimero. No tengo muy claro si
quería que hablase de la canción o de la serie en sí misma pero, como la
canción no me ha dado demasiado juego a excepción del momento en que nos dicen
que es un polluelo blanco y negro (el polluelo es negro azabache; lo único
blanco que tiene es el trozo de cascarón que lleva pegado a la cabeza desde que
nació) y que, según nos comentan, en la pandilla dicen que es un polluelo raro
(a lo que él responde "No me toméis el pelo, mi corazón sufre", que
no parece una estrategia muy buena para librarse del mobbing), he decidido
malgastar 23 preciosos minutos de mi tiempo en mirar un capítulo llamado
"Un cuaderno muy agujereado".
Aviso: Este post es más largo que un día sin pan. Si tenéis
mejores cosas que hacer ahora mismo (Seguro que sí. Pensad bien), os recomiendo
que lo dejéis para más tarde.
Calimero está en el colegio. El profesor habla de Islandia y
Calimero muere de aburrimiento porque Priscila, que parece que es su amada más
amada, no ha ido al colegio. Un pato verde se ofrece voluntario para llevarle
el cuaderno a Priscila y Calimero, que se había quedado frito, espabila tarde y
sale corriendo detrás del pato intentando sobornarle con canicas para que lo
deje ir a él en su lugar. Ante el poco éxito, le ofrece como obsequio un
pañuelo de la propia Priscila. Que viva el fetichismo. Según dice Calimero,
ella misma le regaló el pañuelo pero vete a saber si no se lo robó del
tendedero.
El pato lo huele casi esnifando el olor que éste emana (a
estas alturas yo ya estoy flipando en colorines con esta profusión de
parafilias) y dice que sí, que es cierto, que reconoce el perfume pero rehúsa
el trato y prefiere llevar el cuaderno porque seguro que Priscila le da un beso
de tornillo en agradecimiento por llevarle los deberes.
Calimero lamenta su suerte porque, si no se hubiese dormido,
podría haber ido él y podrían haber hecho juntos los deberes (Esto es textual.
El pollo éste no quiere hacer manitas, quiere hacer los deberes) pero decide ir
igual, aunque nadie lo haya invitado.
Un cerdo y un conejo aconsejan al pato sobre el regalo
idóneo para Priscila. El conejo aboga por las flores mientras el cerdo defiende
a ultranza las chocolatinas. El pato opta por flores, tal vez porque se haya dado
cuenta de que Priscila está ganando unos kilillos. Pero, al salir de la
floristería con el ramo, se percata de que ha perdido el cuaderno, el muy
tonto, por lo que Calimero, que acechaba tras un cubo de basura como un
acosador desquiciado, dice que va a buscar el cuaderno para encontrarlo antes
que el pato y, ya que está, se adueña de unas flores del ramo que el pato ha
destrozado buscando el cuaderno.
Se va a buscar a un perro que, con su poderoso olfato, sigue
el rastro del cuaderno mientras los otros buscan en un vertedero por el que no
habían pasado antes (pero nunca se sabe, oye) y hasta recorren el vecindario
anunciando por megafonía que buscan el cuaderno.
El perro sigue husmeando. Llegan a la casa de Priscila,
donde ven por la ventana (en plan voyeur) que el maestro búho ha encontrado el cuaderno
y se lo ha llevado a su alumna. Calimero se alegra de que los otros nunca lo
encontrarán (¿se supone que este pollo es tiernito?). Pregunta al perro si cree
que le gustarán a Priscila las flores por las que no pagó un duro. Todavía
tiene el morro de decirle a la doncella que la idea de llevarle flores se le
ocurrió así sin más. Este pollo cada vez me cae peor, de verdad. Priscila le
ofrece hacer los deberes juntos y Calimero muere de amor al ver realizada su
más oscura fantasía.
Cuando el pato se entera de que Priscila ya tiene el
cuaderno, sale en su bici hacia la casa como alma que lleva el diablo,
llevándose a todos por delante y perdiendo por el camino el remolque y una
rueda. Vamos, que sale en una bici y llega en un monociclo. Se enfurruña cosa
mala cuando ve por la ventana (qué manía todos con espiar por las ventanas) que
Calimero le está explicando a Priscila lo de Islandia (no sé cómo, si se durmió
en clase). El pato verde irrumpe en la casa acusando a Calimero de haber robado
el cuaderno. Ese cuaderno tiene que tener información clasificada o algo. No
puedo creer tanta historia por un cuaderno de deberes. Pollo y pato se ponen a
tironear cada uno de un extremo hasta que lo rompen y ella, al borde del
desmayo, llora desconsolada. Los amenaza con hacerlos pedazos como al cuaderno
si no se van y, sin esperar reacción los lanza de una patada a un tazón de
agua. Toda una damisela en apuros.
Al día siguiente, ni el pato ni Calimero van al cole porque
están resfriados. Priscila se rehúsa a llevarles sus cuadernos porque dice que
son peligrosos pero Calimero alberga la esperanza de que vaya ella misma.
No sé cómo acaba esto porque, de repente, el argumento
cambia y vemos a Calimero en las escaleras del frente de su casa y la madre se
piña al no ver que el pollo estaba en su camino porque lleva un montón de ropa
para lavar (porque han vuelto de vacaciones, dice. No entiendo nada ¿no estaba
ayer mismo en la cama con fiebre en jornada escolar?) La madre lo castiga a
meter la ropa en la lavadora y, el muy torpe se cae dentro del
electrodoméstico. Encima destiñe quedando mitad blanco y mitad negro por culpa
del detergente que, según comenta la Sra. Calimera, blanquea cosa mala. Van a
quejarse a la fábrica y la madre monta un pollo, como es de esperar en alguien
de su especie.
El zorro (en sentido literal y figurado) del fabricante le
dice que puede ganar dinero con la nueva cualidad del pollo pero la madre se
indigna y no hacen negocio.
Calimero sale escondido en el cascarón y Priscila se lo
quiere quitar a toda costa diciendo "Es que ya no somos amigos?"...
Se ve que ya no se acuerda de cuando lo sacó de su casa a patadas. El conejo,
que se ve que es un mafioso, le dice
"sal o usaré otros métodos". El pollo sale corriendo y los demás lo
pillan y le quitan el cascarón por la fuerza al pollo, que monta una pataleta
ante la humillación. Aparece el Director del Colegio, quien lo examina y, entre
todos, amenazan con acribillar a publicidad negativa al zorro.
De repente, aparece una mujer con el zorro. Dice que se ha
teñido de castaño y se le ha quedado el pelo negro. Oh, tragedia. La turba
embravecida amenaza con arrasar la tienda. El director, que por algo ha llegado
a donde ha llegado en la vida, dice que usarán los productos a la inversa, a
ver si así Calimero vuelve a ser negro y a la del pelo negro se le aclara la
cabellera.
Calimero recomienda a los espectadores no jugar con
productos de limpieza, aunque la jugada le sale bien y vuelve a ser negro. La
antes morena no ha tenido tanta suerte y ahora tiene el pelo blanco. Presa de
la ira, persigue al zorro con un martillo
que le lanza por los aires. Dice Calimero que eso es lo mínimo que le puede
suceder a un estafador y, con este pacífico mensaje de armonía y llamamiento a
no tomarnos la justicia por nuestra mano, se cierra este apasionante capítulo.
P.S. Pedid lo que queráis. Ya veis que estoy hecha a todo…